Yolanda Mosquera nos habla de sus ilustraciones para “Caballitos de Sal”, de la Editorial Pintar-Pintar, y también de su selección en el Catálogo Iberoamericano de Ilustración

Yolanda Mosquera nos habla de sus ilustraciones para “Caballitos de Sal”, de la Editorial Pintar-Pintar, y también de su selección en el Catálogo Iberoamericano de Ilustración

Las nanas o las canciones de cuna son, quizás, la manifestación más antigua del cariño de una madre hacia su hijo. Desde la noche de los tiempos, las madres han acunado y mecido a sus pequeños y les han susurrado palabras de consuelo para evitarles miedos o dolores, para invocar el sueño o para hacerles compañía.

En Caballitos de sal, Anabel Sáiz Ripoll recoge algunas Canciones de Cuna o Nanas que ha dedicado a los niños y niñas que le rodean. Son canciones breves, en las que el ritmo es lo más importante y que recogen temas recurrentes: el mar, la ausencia, la falta de sueño, las estrellas y, por supuesto, los caballitos de mar, que le dan nombre. Yolanda Mosquera ilustra este libro editado por Pintar-Pintar. Con ella hemos charlado de sus ilustraciones para este trabajo, y por supuesto, de su selección para el Catálogo Iberoamericano de Ilustración.

¿Cómo nació este proyecto? “Para mi nace en el momento que Ester, editora de Pintar-Pintar, se pone en contacto conmigo para proponerme ilustrar poesía, pero parece ser que se gesta muchos años antes, cuando Anabel Sáiz Ripoll, la escritora, va recopilando las nanas y canciones que escribe y dedica a los niños que tiene cerca como sus sobrinos o hijos de amigos, hasta que finalmente toma la forma con la que se presenta hoy en el libro”.

“Es una recopilación de nanas y poemas infantiles, donde prima el ritmo y la musicalidad del texto. Están inspiradas en bebés o niños muy pequeños por lo que son poemas breves y de aparente sencillez”.

¿Qué dirías que tienen de característico las ilustraciones para este libro? ¿Hay algo nuevo o diferente respecto a otros proyectos? “Yo pienso, respecto al trabajo que he realizado, que al estar enfocado a niños muy pequeños, primeros lectores, y por consiguiente a primeros lectores visuales, el descubrimiento de detalles y la sorpresa en las imágenes fueron muy importantes en mi enfoque inicial. Intento crear asociaciones poéticas y la utilización de la imagen metafórica como forma de dar otras lecturas, además de lo que recita el texto, y así enriquecer el conjunto y no ser un autor pasivo, aunque siempre respetando los versos y su sentido final, es decir, manteniendo la fidelidad al trabajo de la escritora para completar junto a ella una obra cerrada”.

“Para mi era la primera vez que ilustraba poesía y tenía unas ganas enormes de verme actuar en este campo, porque pienso que te da una libertad de expresión que quizás en otros medios literarios cueste más encontrar, y yo me siento muy cómoda con esta forma de trabajar. Soy una persona que me encanta darle varias vueltas a una imagen para que cuente cosas diferentes según quien la mire y, la poesía, aunque sea para muy chiquitines, es un campo perfecto para esto”.

“La técnica escogida fue el collage, por el uso de diferentes texturas aportadas por los recortes y papeles, y quizás, para recobrar la espontaneidad infantil de la figuras y formas gracias a la utilización de las tijeras. Para mi fue un juego, un juego con papeles, colores, la búsqueda de tridimensionalidad, los planos con los diferentes papeles recortados y sus texturas… en fin, una búsqueda sensorial también, como el texto”.

¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro? “Cuando comencé a analizar los poemas que tenía ante mi, me dejé llevar por las palabras, por sus sonidos , por su ritmo y por sus colores y evoqué mi visión infantil y de fantasía de las cosas, donde la presencia de lo mágico es más real que nunca, y donde se pueden romper las normas de la racionalización adulta”.

“Las palabras me evocaban olores y sabores y esta explosión sensorial la he intentado traducir en colores, líneas y texturas y por otro lado, la musicalidad que transmiten los versos, la alegría, el humor, los deseos, las emociones…etc, son traducidos en escenas, en personajes, en actitudes y metáforas visuales, y con todo esto, surge un mundo onírico de imágenes”.

¿Qué es lo próximo que veremos de Yolanda Mosquera en las librerías? “Pues por ahora nada que tenga un sello editorial detrás, pero espero ir acabando todos los proyectos de álbum que tengo a medias y sobre todo enfocar la ilustración hacia otros campos fuera del editorial. Creo que hay que abrir nuevas vías y no centrarnos en un sector solo. La ilustración tiene un campo de acción muy amplio y me gustaría aprovechar también mi formación como diseñadora gráfica para crear cosas nuevas dentro de este mundillo”.

¿Qué supone estar seleccionada en el Catálogo Iberoamericano? “Sobre todo una alegría enorme de encontrar reconocimiento en tu trabajo y saber que lo estás haciendo bien y que hay que seguir adelante, es una forma de incentivar y de valorar todo el trabajo que llevamos a nuestras espaldas y que a veces no somos ni conscientes de el. Para mi es un empuje de ánimo total”.

¿Qué nos puedes contar de las ilustraciones con las que participaste y fuiste seleccionada? “Estas ilustraciones forman parte de uno de mis múltiples proyectos que andan dando patadas desde el cajón para que los acabe de una vez y los deje volar. Las empecé para generar una secuencia de imágenes pero al final se convirtieron en una especie de historia en la que un ovillo de lana es el protagonista ya que va formando parte de una serie de imágenes divertidas. Con el tiempo he encontrado que hay muchas historias en las que el hilo o el ovillo son los hilos conductores de la trama y me ha llamado la atención, me parece divertido los diferentes enfoques que hay. Son ilustraciones con una visión muy infantil y cómica pero que buscan nuevas formas de expresión gráfica en mi repertorio de “búsquedas”. La técnica es digital, pero intenta hacer uso de texturas gráficas manuales”.