Todo el mundo habla de Isidro Ferrer como un diseñador diferente. Su charla en IlustraTour fue diferente. Los cuadernos, algo muy valioso para un ilustrador, fueron el objeto de su intervención. A continuación, recordamos algunas de sus reflexiones compartidas, algunas de las cuales seguro que les llaman tanto la atención como a nosotros.
Todo el mundo me decía que Isidro Ferrer es un referente en el mundo de la ilustración. Su taller en IlustraTour se quedó sin plazas enseguida, todo me llegaba por terceras personas (bueno, lo del taller es cierto 100%), hasta que le escuché hablar y dirigirse a un montón de jóvenes ilustradores.
Algo grande esperas seguro de alguien que comienza su charla con una anécdota personal, en el tren, que le lleva a decir que “un libro es como un bocadillo de jamón. El exceso de amor puede echarlo a perder. Un bocata tiene que tener dos lonchas de jamón. A veces, si pones más, lo puedes estropear”.
A partir de aquí todo son risas y más risas. Qué mejor manera de conectar con un público que hacerlo reír y hacer que tus palabras no resulten aburridas. Los cuadernos o, mejor dicho, sus cuadernos, fueron los protagonistas en la conferencia que impartió en el marco de las jornadas de IlustraTour 2012. “Ese proceso de exploración que son los cuadernos me parece super interesante. Me interesa más que los libros terminados”, asegura Isidro Ferrer.
“Me gustan los cuadernos. Llevo años recopilándolos. Míos y ajenos. Cuadernos con historias, historiados, donde hacer listas, corregir, … Me gustan los cuadernos sobre los que caminar. En un cuaderno caben trabajos, hallazgos, reflexiones, dudas, ocurrencias, agendas, amigos, viajes, las cervezas…”.
“Yo llevo siempre cuadernos encima -señala Isidro-, tengo varios abiertos a la vez, no guardan una relación temporal”. Entre reflexión y reflexión, Ferrer nos proyecta vídeos. En uno de ellos vemos imágenes muy llamativas creadas por él: un zapato con remos, un piano con teclas de máquina de escribir, una escalera hecha con dos lápices, una navaja cuya hoja son varios fotogramas de película,… vemos después, en uno de sus cuadernos, cómo surgió esa imagen de la navaja.
“Primero me lo paso bien, y luego empiezo a concretar. Hay cosas que son simples divertimentos, que nunca voy a usar, pero forman parte de ese proceso”.
Isidro Ferrer cuenta que le gusta recopilar cosas, carteles, objetos. Nos habla del mercado de Sonora y de las cosas tan extrañas y graciosas (no dejan de provocar sonrisas en el auditorio) que se pueden encontrar. “Cosas que recojo, las pego, y sobre ellas pinto. Numeraciones, etiquetas, tickets de espera,… En Buenos Aires dediqué un día entero en acercarme allí donde había una cola. Recogía el número y me marchaba”.
“Los cuadernos son también lugares para el reconocimiento. Cosas de otros, trabajo sobre eso. Pego las imágenes en los cuadernos e interactúo con eso”.
Los listados forman parte también de los cuadernos de Isidro. “Lo que me gusta es ir tachando”. Y las cervezas. “Las colecciono -dice-, bueno, me las bebo. Me gustan las etiquetas de la cerveza” (me quedo con las ganas de preguntarle qué haría con una de mi tierra, una Alhambra 1925, que no tiene etiqueta. Lo haré algún día).
Hay un capítulo especial también para los amigos en los cuadernos. Isidro nos muestra varias páginas de algunos de esos cuadernos dedicadas a los encuentros con los amigos. “Pongo los nombres, porque los dibujos no se parecen a ellos”.
Y los viajes…. Entonces recuerda el que hizo a Nueva York a raíz de una fotografía de su padre, que era técnico de aviación y que estuvo 6 meses en EE.UU. estudiando el sistema de radio. En esa foto aparece su padre leyendo el periódico mientras espera a los barcos que van a la Estatua de la Libertad. Isidro se hizo una foto en el mismo lugar, y ahora podemos ver el resultado de fusionar ambas instantáneas. Los dos juntos. “Nunca trabajo en el acto. Lo hago a través de la memoria”.