Álbum Ilustrado
El colectivo de ilustradores e ilustradoras de Asturias se une en su Asociación Profesional

La Asociación de Profesionales de la Ilustración de Asturias se presentó en sociedad a finales del mes de enero, y lo hizo con una jornada con charlas profesionales y con la inauguración en el Museo Barjola de Gijón de la exposición ‘Somos APIAST: La ilustración contemporánea en 50 obras’, que permanecerá expuesta hasta el próximo 28 de febrero. Aprovechamos la ocasión para charlar un poquito más con Eva Rami e Isabel Muñoz, de la directiva de APIAST, sobre este proyecto.

¿Cuál es el objetivo de la Asociación? “Entre los objetivos de APIAST podemos destacar un par a modo de ejemplo: el de crear una comunidad de apoyo y asesoramiento, y el de defender los derechos de los ilustradores e ilustradoras, promoviendo su reconocimiento y trabajando colectivamente por un futuro más justo para la profesión”.
¿Con cuántos asociados/as ha nacido? “Comenzamos a madurar la idea de crear la asociación un grupo de unas 11 personas reuniéndonos de forma mensual durante dos años para preparar toda la organización interna necesaria para funcionar e iniciamos nuestra actividad en septiembre con 30 personas socias. A día de hoy rozamos ya las 70”.

Hacednos una pequeña valoración del panorama de la ilustración en vuestra comunidad. “Tenemos una cantera de ilustradores e ilustradoras muy potente en esta tierra. Cuanto más aumenta la red que estamos creando, más cuenta nos damos de que nos encontramos en plena ebullición y que la cosa, lejos de decaer, crece de forma exponencial. Tenemos personas socias que han trabajado para Netflix, Disney, Marvel, Vogue, Naciones Unidas, Unicef, además de para un sinfín de editoriales, asturianas, nacionales de renombre y, sobre todo extranjeras… Y tanto los ilustradores e ilustradoras más reconocidos como los que están empezando tienen un nivel impresionante. Hoy en día el teletrabajo marca la pauta, pero no es ni mucho menos la única situación que hay”.

Y sobre la exposición, ¿qué nos vamos a encontrar en ella? “La exposición se compone de 50 trabajos de ilustración, obras de las 50 primeras personas socias, sirviendo como muestra de la ilustración contemporánea asturiana. A través de ella, queremos enseñar la gran variedad de técnicas, estilos, colores, temáticas y clientes posibles. Cada artista escogió el trabajo que quería mostrar, pero se decidió que todas las obras compartieran el mismo formato para dar unidad a la exposición”.

¿Con qué técnicas que se reflejan en la misma y quiénes son las personas que exponen? “Las técnicas que más se repiten son la acuarela y el dibujo o pintura digital. Aunque también podemos ver técnicas de pastel o collage”.

Los Autores y autoras de la exposición son: Isabel Muñoz, Eva Rami, Enrique Fernández (autor de la imagen de portada de esta entrada en el blog), Ana Reguera, David A. Palicio, Cris Mencía, Marco Recuero, Nuria Álvarez, Montse Vega, Cinthya Álvarez , Angélica Rius, Nora García, Verónica Grech, Brezo Rubín, María Guija, Rubén Megido Cuinchi, Vendela Vrensk, Inés Martínez, Eva López, Guillermo Redondo, Luisa García, Rosa Martín, Quino Marín, Nanu González, Raquel Lagartos, Pablo Ballesteros, Óscar Vázquez, Julia Castaño, Bruno M. Tabares, Anxelu González, Angélica Chamorro, Goyo Rodríguez, Celia Pandiella, Clara Pergon, Diana Sobrado, Beatriz Llavona, Javier Rodríguez, Kiyary Do, Marina Saavedra, Alba Blanco Lobo, Ivor Arce Ormazabal, Sara Pérez, Paula Marco, Andrea Franceschi, Andrea Sotorrío, Vanessa Riesgo, Manuela Estevan , Ana Qu y Carolina Mattos.
Tenéis más información en la web de APIAST.
Álbum Ilustrado
Gusti nos invita a jugar con los animales de ‘¿Qué están mirando?’

Descubre “¿Qué están mirando?”, un libro infantil ilustrado con textos llenos de humor e imaginación. Con poemas de Salvador Comelles e ilustraciones originales de Gusti, este álbum de poesía visual invita a los niños y niñas a explorar doce animales fantásticos como la Galliespí o el Cocopardo. Una propuesta poética y creativa que estimula la fantasía, el lenguaje y la curiosidad desde los primeros años. Así nos presenta la editorial Carambuco este libro sobre el que hablamos un poquito con Gusti.

¿Dónde está el origen de este proyecto? “El origen auténtico es que Cesca, la editora de El Cep i la Nansa y Carambuco, vino a casa a ver material para poder hacer algún libro, y ambos coincidimos en unas ilustraciones muy grandes hechas a bolígrafo donde podíamos jugar con el hecho de juntar animales diversos, y que eso podría dar lugar a algo muy divertido para los niños”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Yo creo que el hecho de juntar dibujos de animales tan diferentes y crear un tercer personaje es muy divertido para los peques y da lugar a la imaginación, al juego, y a cambiar la mirada”, nos cuenta Gusti.

¿Qué te parecieron los textos de Salvador Comelles? “Salvador es muy bueno, me sorprendió la calidad de sus poemas. Encantado de colaborar con él”.
¿Habías trabajado ya con poesía? ¿Qué hay de diferente con respecto a trabajar con otro tipo de textos, como un álbum por ejemplo? “Si, no es la primera vez. En este caso comenzamos la casa por la ventana, ya que los animales ya estaban hechos y la idea era encontrar cuáles se acomodan mejor entre ellos -continúa Gusti-. Así que sobre la mesa había un montón de combinaciones. Creo que la interacción dibujo-texto le da alas a los dibujos y viceversa”.

¿Cómo ha sido el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “Como te comentaba, sobre la mesa había unas 10 láminas terminadas llenas de personajes. La idea fue separarlos y empezar a jugar cual se acomodaba mejor con la otra”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? ¿Con qué técnicas trabajaste? “Ya sabes que varío mucho de técnicas y estilos, en este caso son dibujos hechos con bolígrafo, esos de muchos colores y que me llevan muy profundo al niño interior -asegura Gusti-. Podría decirse que es una continuidad del libro que hicimos con Lola Casas, ‘Animales escondidos’. El trabajo fue así: yo propuse unos cuantos animales, los separé y probamos cómo funcionaban con otras mitades. Y luego Salvador fue poniendo voz a esos personajes, todo muy libre y con espíritu de jugar”.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Ahorita estoy embarcado en hacer una segunda parte de Mallko y Papá. Él ya va cumplir 18 años y me gusta la idea de hacer un libro, tipo libreta de apuntes, con las cosas que suceden con un adolescente con un cromosoma de más, y estos meses anteriores terminé un libro que se llama ‘Es muy fácil viajar con un oso’. Y terminé uno para Nube Ocho que se llama ‘Super Fede’.



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Ignasi Blanch y Anna Aparicio Català construyen ‘Vecinos’

Una niña y un niño viven en este libro. Ella, en la página derecha, él en la izquierda. Cada uno vive feliz, creando su mundo, sin interactuar con el vecino. Pero ¿qué pasa si un día, uno de ellos, se aventura a entrar en la página del otro? Este será el punto de inflexión, el inicio de una batalla de color y espacio. Después de la batalla, despertarán en la página del otro, descubriendo así que hay muchos colores desde los que observar la vida. ¿Y si dibujando juntos la vida pudiera ser más bella? Dos realidades, dos paletas de color. Y una doble página para compartir. ‘Vecinos’ es un álbum hecho a 4 manos, dos ilustradores, Anna Aparicio Català e Ignasi Blanch, haciendo un ejercicio de creatividad y generosidad compartida dibujando juntos en una única hoja. Una pequeña joya coronada con un magnífico texto a cargo de Àngel Burgas. Con Anna e Ignasi hemos charlado un poquito más alrededor de este libro.

¿Cómo surge este proyecto? Anna Aparicio Català: ”Nos conocemos con Ignasi desde 2012, cuando comencé a estudiar en l’Escola de la Dona de Barcelona, donde él es profesor y coordinador del área de ilustración. Con el tiempo, nos hicimos amigos y colegas de profesión. En 2017, cuando creamos el libro, éramos vecinos en el barrio de Gràcia y nos veíamos con frecuencia. En este mismo año, Ignasi sufrió una fractura en el brazo (¡no en el brazo con el que dibuja!), y tuvo que pasar un tiempo de reposo en casa. Yo lo visitaba y, durante esos encuentros, surgió la idea de crear un proyecto juntos. Partimos de la idea de trabajar con dos registros gráficos distintos, y a partir de ahí, se nos ocurrió el concepto de crear dos mundos que, por alguna razón, se terminan encontrando. El hecho de ser vecinos en la vida real también nos pareció un guiño, o igual fue una fuente de inspiración inconsciente”.
Ignasi Blanch: “Las visitas de Anna fueron un gran estímulo para crear este proyecto desde una situación, inicialmente adversa, por un accidente que me ocasionó cierta inmovilidad. Dibujar juntos en un mismo proyecto fue una idea enriquecedora y de crecimiento para ambos. ¡El resultado es sorprendente y tiene algo de magia y autenticidad al proponer un nuevo universo desde dos registros distintos pero complementarios!

¿Qué se van a encontrar los lectores en sus páginas? “Un diálogo entre dos mundos. Es una invitación a reflexionar sobre la convivencia, sobre compartir la vida con otros, incluso cuando esas personas son muy diferentes a nosotros. Queremos que el lector se detenga y piense en lo que significa vivir juntos, en la intersección de las diferencias y en cómo, a veces, el contraste enriquece la experiencia”, nos cuenta Anna Aparicio Català.
“Un diálogo entre dos mundos y también entre nosotros mismos como ilustradores -continúa Ignasi Blanch-.¡La importancia de ser generosos y saber crear unos espacios de convivencia, donde la actitud de cada uno sea para construir, sumar y convivir con más ventajas! Las diferencias pueden enriquecer y hacen crecer y ampliar la mirada del mundo”.
¿Cómo fue el trabajo a cuatro manos? ¿Cómo se organizó? “Para mí fue un verdadero regalo poder trabajar de esta manera, a partir de una idea conjunta, y hacerlo codo con codo -afirma Anna Aparicio Català-. Era la primera vez que trabajaba con otro ilustrador para crear una historia y fue una experiencia muy enriquecedora. La colaboración se fue desarrollando de forma muy natural y orgánica. Fue, además, un proceso muy libre; acostumbrados como estamos a recibir encargos (que nos gustan mucho), donde la historia ya está escrita, aquí tuvimos la oportunidad de decidir qué dibujar y cómo hacerlo. Creamos todo el libro con imágenes, sin palabras, lo que nos permitió explorar mucho más la parte visual”.
¡Fue un regalo recíproco! -asegura Ignasi Blanch-. Sobre todo iniciar esta idea desde la confianza y con una ilusión conjunta por crear algo nuevo, hecho a cuatro manos (a pesar de que yo tenía una ¡en plena recuperación!) y con mucha energía positiva”.

Habladnos un poco sobre las ilustraciones de este libro. “Decidimos unificar la técnica para que el libro tuviera un registro gráfico coherente, pero queríamos que la diferencia en los estilos fuera evidente -relata Anna Aparicio Català-. El desafío era mantener una cierta unidad visual sin perder las particularidades de cada uno. Trabajamos juntos en el storyboard y cortamos los papeles a medida. A menudo nos instalábamos en el comedor de Ignasi, y mientras uno avanzaba en una ilustración, el otro comenzaba otra. De esta manera, el trabajo iba fluyendo y nos íbamos pasando los papeles”.
“Dibujamos encima de las mismas hojas de papel que nos íbamos repartiendo. Cada uno dibujaba en la misma hoja que quizás anteriormente, el compañero, ya había hecho su ilustración. Entre Anna y yo fue muy fácil y trabajamos con confianza absoluta pero también con cierta exigencia. Ambos mantuvimos una cierta espontaneidad a partir de la idea preconcebida. Por eso hay un trazo fresco y suelto y aparentemente inmediato. Gestual, podríamos decir”, nos cuentaIgnasi Blanch.

¿Con qué técnicas trabajasteis? “Principalmente, lápices de color y lápiz sobre papel. Para esta ocasión, decidimos que la gama cromática de Ignasi se basaría en azules, grises y negros, muy presentes en su trabajo, mientras que la mía sería a todo color (con lo que me identifico mucho). Esta diferencia de tonos y colores ayudaba a que el contraste fuera más evidente cuando se mezclaban ambos mundos, visualmente”, nos dice Anna Aparicio Català.
“Ciertamente como explica Anna, hicimos una selección cromática y la técnica, sobre todo en mi caso, venía determinada por las posibilidades de trabajo con una mano. ¡El grafito y los lápices de colores facilitaron mucho el trabajo!”, confiesa Ignasi Blanch.

Contadnos algo del proceso de elaboración de este libro. Anna: “Una vez que el libro estuvo terminado gráficamente y consideramos que se podía leer bien, decidimos pedirle al escritor Ángel Burgas que lo enriqueciera con su mirada. Su contribución le dio un nuevo significado, aportando una capa más profunda al proyecto y cerrando el ciclo de colaboración”.
Ignasi : “Los dibujos podían ir solos, pero la idea de añadir un texto y la experiencia del escritor Àngel Burgas nos pareció que daría un tono, aún más onírico, inspirador y con un punto surrealista. Finalmente, el resultado final es un relato revisado conjuntamente por la editora Mar González y quizás paralelo a la narrativa de las ilustraciones. Un libro que nos parece necesario para poder trabajar desde las aulas de una escuela pero, sin duda, que hay que tener en las bibliotecas familiares para no olvidar que es necesario aprender y saber convivir con los demás”.
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David de las Heras ilustra ‘A sangre y fuego’

La edición de ‘A sangre y fuego’ que publica Lunwerg e ilustra David de las Heras recoge una serie de relatos que son considerados por muchos como una obra maestra de la literatura española sobre la Guerra Civil. Escritos por Chaves Nogales entre 1936 y 1937, los textos fueron publicados inicialmente en varias revistas internacionales y retratan distintos sucesos de la guerra que el propio autor vivió o pudo corroborar. Según se explica en el prólogo, cada uno de los episodios que se narran en el libro se basa en hechos reales y en personajes con una existencia y personalidad auténticas. Algo que convierte esta obra en un testimonio extraordinario sobre el acontecimiento más relevante de la historia reciente de nuestro país.
La empatía y la solidaridad que Chaves Nogales sentía hacia aquellos que sufrieron los horrores de la guerra le permitieron mantener una distancia crítica y una lucidez asombrosa a la hora de observar los acontecimientos bélicos. Gracias a su capacidad para comprender las distintas facetas y perspectivas del conflicto, logró crear un clásico de una gran intensidad emocional, que transmite la complejidad y la tragedia de la Guerra Civil con un estilo ágil y vibrante. Sobre su trabajo en este libro hemos charlado con David de las Heras. También aprovechamos esta entrevista para preguntarle por su labor con las portadas de algunas novelas, entre ellas, el último título de Isabel Allende.

¿Cómo te proponen este proyecto? ¿Cómo surge un poco todo? “El proyecto de ilustrar ‘A sangre y fuego’ de Manuel Chaves Nogales viene un poco por el trabajo con Antonio Machado y sus ‘Campos de Castilla’. La editorial es la misma, Lunwerg, que está recuperando clásicos de la literatura española. Querían que, supongo que por mi estilo, por cómo enfoco yo la ilustración y estos temas, que ilustrase este libro. No había leído el libro anteriormente, y cuando lo leí, me gustó muchísimo. Estoy encantado de poder ilustrarlo”.
¿Cómo ha sido un poco ese proceso previo de documentación e investigación para abordar un texto como este? “De alguna manera, la guerra civil española es un tema que siempre me ha apasionado. Forma parte de nuestra historia y es un momento un poco crucial, donde hay un conflicto. Y un conflicto más allá del gobierno, de la política, bastante social. Y también a nivel visual es una época que me interesa -nos cuenta David de las Heras-. Soy muy fan de Frank Cappa y de sus fotografías de la guerra civil española. También tengo libros sobre él y donde se refleja la documentación que hizo. Me sirvió también, a nivel visual, para definir un poco el libro”.
“También la estética del cartelismo de aquella época, este cartelismo socialista, también el cartelismo fascista, me parece que tenía una escuela muy importante y visualmente me llamaba mucho la atención. Más allá de lo que promocionen o de la propaganda”.


Al final las ilustraciones van un poco también en la línea del trabajo que vienes haciendo, ¿no? “Sí, bueno. Cuando ilustras un libro que no es contemporáneo, te tienes que nutrir de gente que fue contemporánea en ese momento. Entonces, en Campos de Castilla había una estética muy marcada, muy cercana a artistas como Goya… No sé, un poco ese paisajismo holandés. Y, por ejemplo, para la estética de esta época, sí que me nutrí de ese tipo de propaganda o del cartelismo. También de las fotografías de Frank Cappa y otros fotógrafos de la época”, asegura David de las Heras.
Si hablamos de técnica, no has cambiado, ¿no? Imagino que sigues trabajando más o menos lo mismo. “Sí que es verdad que técnicamente sigo trabajando con pintura al óleo, pero sí que con Campos de Castilla, introduzco una manera de ilustrar un poco diferente a lo que llevaba haciendo, que era incluir un tipo de narración más cercana al cómic o a la secuencia visual. Y aquí esto lo recupero también en este libro. Hay algunas situaciones que son un poco más clásicas, por así decirlo, y otras donde ya voy ahondando cada vez más en una representación más cercana al cómic”.

En este libro al final lo que tú haces es representar determinadas escenas, son al final un poco las que ilustras. ¿Cómo fue también un poco esa selección? Esa elección de: estas son las que quiero hacer para acompañar al texto. “Sí, son once cuentos que me ayudan a no tener que seguir una línea narrativa como muy continuista -afirma David de las Heras-. Podía un poco romper las imágenes que me llevaban a describir justamente lo que contaba en ese cuento concretamente. En este caso me interesé más por las escenas que más me interesaban o que me parecían visualmente más atractivas en cada historia y que contasen algo esencial del texto, pero que no fuese un spoiler o que desvelase algo que perjudicara al ritmo de lectura”.


¿Hay alguna de esas escenas que a ti te gusta especialmente o con la que te sientes más satisfecho? “Sí, hay una ilustración que es del cuento ‘Y a lo lejos una lucecita’. Hay una escena en la que los republicanos están persiguiendo a unos espías que están dentro de Madrid. Se encuentran con que la novia de un militar nacionalista, que forma parte de esos espías, es descubierta y la llevan a un lugar tranquilo para ejecutarla. Me interesaba no la ejecución de la chica en sí misma, sino el hecho de cómo describía Chaves Nogales esa ejecución. Decía que llevaba un camisón blanco y en el momento del disparo ese camisón imitaba el sacrificio de una polilla blanca. A nivel de ilustración esta lectura te lleva a algo muy visual y muy atractivo. Entonces no quise desaprovechar la oportunidad de ilustrar esa parte”.

Te quería preguntar también por otro proyecto. Me ha encantado ver que la portada del último libro de Isabel Allende es tuya. “Llevo como dos años en una nube porque han estado llegando proyectos de gran envergadura haciendo cubiertas de los libros más vendidos. ‘En agosto nos vemos’, de Gabriel García Márquez, ahora con Isabel Allende… Son autores que son clásicos de la literatura universal o que van a llegar a serlo. Y no entiendo muy bien por qué, pero me siento muy afortunado de que me lleguen estos trabajos”, confiesa David de las Heras.
“Llegó a partir de la editorial. Esto también fue como extraño, porque yo sé que soy reconocido en el mundo editorial en el mercado español, pero me llegó el encargo de la editorial norteamericana, que era la que publicaba originalmente el relato del último libro de Isabel Allende. Y no sé muy bien por qué me ha llegado desde allí. Sí que forma parte también de Penguin Random House y yo, cuando vi: ‘Isabel Allende’, fue como vale, pues sí, claro. Al fin y al cabo hacer la portada de un libro suyo o la portada original de una de sus novelas para un profesional de la ilustración es un mérito. A nivel creativo, pues la verdad es que al ser una autora tan reconocida no tuve una libertad muy grande. Presenté varios bocetos, pero fue bastante direccionado. Y hubo cambios obviamente. Al final entran muchos factores dentro de este tipo de cubiertas. Pero al final me quedé contento con el resultado. Yo creo que Isabel Allende también, no lo sé. No he hablado con ella personalmente, pero sí que muestra mucho la cubierta”.

En el trabajo que ha quedado al final reflejas un poco ese personaje del libro. Pero claro, lo representas de una manera también muy singular. “Una de las opciones que planteé al principio vino porque veía la importancia del personaje principal, de ella. Sí que presenté un retrato como mucho más en primer plano. Una actitud como mucho más valiente. Porque era un retrato que miraba al lector y demás. Pero se vio un poco agresivo. Entonces me pidieron que fuese como un plano mucho más lejano, plano americano, y que lo introdujera dentro del mar. Sí que hay aspectos que me hubiera gustado marcar más en la cubierta. Pero hay veces que, al ser autores tan grandes, hay muchas cosas que hay que tener en cuenta y que no puedes ser muy radical, por así decirlo. Hay que ser un poco más conservador”.

A la hora de hacer una portada de una novela, ¿te pasan la novela para que la leas o te dan algunas pautas para trabajar sobre eso? Por curiosidad del proceso… “Pues la verdad es que a mí me encantaría… Normalmente te pasan un briefing, pero es un briefing creado por alguien que ha leído el libro que tiene una opinión, que es un lector subjetivo. Objetivo, porque es su trabajo también. Pero, claro, igual descubres cosas como lector que te interesan más o que te pueden ayudar a crear una imagen mucho más personal. La cosa es que no tengo mucho tiempo para ello. Entonces hago un poco como una especie de selección -asegura David de las Heras-. Por ejemplo, ahora voy a ilustrar todos los libros, todas las cubiertas de Gabriel García Márquez. Cada vez que se reedite será con una cubierta mía. Y no sé cuántos años durará. Supongo que varias ediciones, espero. Creo que es un encargo tan importante que sí que me estoy leyendo todos sus libros. Además, poder haber leído los libros que tiene publicados, me parece como algo que es necesario y que me va a enriquecer en muchos aspectos. Y en este caso sí que me los voy a leer. Hay veces que, por ejemplo, con Haruki Murakami me llega el encargo antes de que se traduzca del japonés. Entonces ahí es imposible. Ahí sí que me pasan un briefing y hay como una puesta en común entre el director de arte, el editor y mi trabajo en persona para definir una imagen concreta” .
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