Nos acercamos para entrevistar a Javier Sáez Castán justo al finalizar uno de los talleres que ha impartido en IlustraTour, en Valladolid. Aún no ha recogido sus cosas cuándo le preguntamos por el mensaje que ha querido lanzar a los alumnos.
“Los álbumes ilustrados son muy poliédricos, tienen muchas facetas, muchos lados, y he querido que trabajáramos desde una de ellas, que es la secuencia. No las ilustraciones por separado, sino la relación que establecen entre ellas”, nos cuenta Javier.
Le preguntamos por la presencia del humor en muchas de sus ilustraciones. “Me gusta reírme, más que hacer reír. En primer lugar uno hace el trabajo para sí mismo. Más que comunicarte, en primer lugar lo que quieres es expresar. Uno primero hace algo para entenderse a sí mismo. Tú eres el primer receptor de tu obra. Entonces, si hago algo divertido, es porque me gusta divertirme”.
Sobre la presencia de diversos idiomas en algunas de sus obras, Sáez Castán nos dice que “no sería tan importante como el aspecto del humor, pero sí es verdad que en algunos libros aparecen varios idiomas. No son tanto los idiomas desde el punto de vista del filólogo, sino más bien me interesa la imagen de torre de Babel. Cuando hablamos de la realidad, cada uno tiene una visión, y de ahí la confusión de las lenguas, a veces en algún libro mío los personajes hablan distintas lenguas”.
Y, ¿qué sucede cuando le pedimos que nos defina sus ilustraciones? Esto es lo que nos cuenta: “mi objetivo no es definir las ilustraciones, sino que ellas definan otras cosas. Las ilustraciones son mi lenguaje, no puedo definirlas, son ellas las que definen mi mundo, el que yo estoy pensando o construyendo. Ellas son las herramientas, no tendría sentido analizarlas”.
Sobre una de sus obras más llamativas, “El animalario”, Javier nos dice que se trata de “una idea que surge cuando tenía yo trece o catorce años. Como un juego. Creo que en el origen de muchos de mis libros está este afán de juego, de diversión, de experimento. Es como: voy a hacer esto a ver qué pasa. No trataba de contar una historia. Es un juego. Así surgió”.
¿Y “Los tres erizos”? “Es uno de mis primeros libros. Lo hice sin saber lo que era un libro- álbum, y luego he visto que los especialistas lo ponen como ejemplo de libro-álbum, y yo cuando lo hice no sabía lo que era esto. Fue el primer libro que hice como un experimento de dedicarle un año entero a un libro, intentando llegar lo más lejos que pudiera en él”.
¿Está la figura del ilustrador menos valorada que la del escritor? “Menos que antes. Sí que hubo un momento en el que el ilustrador se entendía un poco casi como un decorador, le daban una idea y él añadía unos elementos visuales para hacerlo más ameno. Pero esto no es un álbum. En un álbum la imagen no es decoración, la imagen es la narración. Entonces el ilustrador es el autor del libro. Tanto es así que puede ser el único autor del álbum. Puede haber un álbum sin escritor, pero no un álbum sin ilustrador”.
¿Qué opina Javier Sáez Castán de las nuevas tecnologías, el ebook y las aplicaciones para móviles y tabletas? “No me interesa demasiado -dice-. Creo que inevitablemente esto va tomando protagonismo, y en algún momento es algo que va a llegar con más fuerza, ahora es de lo que se habla. Pero creo que hay mucho que hacer todavía por los libros tradicionales, no está agotado. Para mí es mi forma de trabajo, y creo que todavía tiene mucho recorrido. Si aparecen otras formas de expresión, medios, bien, veremos qué pasa con ellos. Pero no creo que esto quiera decir que los libros hayan dicho ya todo lo que puedan decir”.
Dos días después de la entrevista tuvimos la ocasión de asistir a la charla que protagonizó Javier Sáez Castán en las jornadas de IlustraTour. Una charla a la que en un principio llamó “cómo guardar el mundo en un bolsillo”, algo que cambió sobre la marcha. Nos quedamos con varias de sus frases: “Un libro es un jardín que se guarda en un bolsillo” es una de ellas, y la otra es con la que Javier concluyó su intervención. Mientras hacía pompas de jabón en el escenario, dijo: “pequeños mundos que duran muy poco pero que encierran algo mágico. Eso son para mí los libros”.