Entrevistas
Roger Olmos: «Empecé con tintas, con acuarelas, hasta que llegué al óleo. Y hoy en día es básicamente lo que más toco. Me parecen unos colores muy nobles, consigo las atmósferas que quiero buscar»
Durante tres días, el ilustrador Roger Olmos ha impartido un taller sobre creación de álbum ilustrado en Granada, en erranT espacio cowork. En este espacio de coworking hemos compartido con él cada minuto de ese taller. Y ahora queremos compartir con todos vosotros la filosofía que Roger sigue en estos talleres y también un poco más sobre su trabajo. Esto es lo que nos ha contado…
«En los talleres que yo suelo hacer, a mi lo que me gusta es indagar en cada alumno, porque esta profesión de la ilustración es muy distinta a otras, en el sentido de que es muy personal. Cada persona es un mundo, cada persona ilustra de una manera. Cada persona tiene sus propios vicios».
«Lo que me gusta es intentar que, cuando nos dan un texto a ilustrar, un libro, un artículo, la gente intente poner de su parte en esa historia que tienen que ilustrar, no limitarse sólo a reflejar lo que dice el texto: «el rey se asoma a la ventana», y es un rey que se asoma a una ventana. No. ¿Cómo es ese rey? ¿Cómo lo defines? ¿Cómo lo harías? ¿Qué aspecto le darías? Esa ventana, ¿por qué se asoma? ¿Qué forma puede tener? Es decir, intentar ilustrar y enseñar lo que no nos muestra el texto. Y lo enfoco un poco por ahí».
«A lo largo de mi carrera he ido tocando varias teclas. Empecé con tintas, con acuarelas, hasta que llegué al óleo. Y hoy en día es básicamente lo que más toco. Me parecen unos colores muy nobles, consigo las atmósferas que quiero buscar, la manejabilidad que tiene la técnica, porque tarda en secar, porque puedo corregir, porque lo puedo controlar».
«Y después hago cierto retoque digital. Al principio cuando descubrí lo digital, dije: qué bien, y me olvidé de pintar. Y esto fue horrible. Tuve que volver un poco a empezar todo, y a recordar cómo hacía ciertas texturas, las sombras, cómo usaba los pinceles, …Y el retoque digital lo uso como una herramienta más. Pero me gusta tener las obras en papel. Me gusta poder guardarlas, poder exponerlas, poder venderlas incluso. Están siempre ahí contigo».
¿Tienes algún recuerdo especial de alguno de los personajes que has creado? «Son muchos. En el primer libro que publiqué, en el año 2000, «Tío lobo», a Carmela, que es una niña, cabezona. Pues a ese le tengo especial cariño porque fue mi primer personaje publicado. En «El príncipe de los enredos» hice un árbol que me llevó mucho trabajo todo lo que es la corteza, …a ese le guardo mucho cariño. Y en el penúltimo que he hecho, en el de «Pequeño Catálogo de Instantes de Felicidad» hay un conejo rosa que va por ahí saltando, pues también le tengo cierto cariño. Son un montón. Todos tienen su momento».
Háblanos un poco de tu último trabajo. «Sí, «Sin Palabras» se va a editar en Italia y también aquí en España con una fundación que se llama FAADA, es una fundación que está en Barcelona y que se dedica a defender todos los derechos de los animales. Yo soy vegano, no consumo productos animales, y he querido hacer, el que va a ser mi primer libro todo entero, siempre ha habido un autor detrás, donde muestro un poco las consecuencias de lo que es la industrialización de los animales en la vida de los humanos. Mi intención es ir a todo el público. Enseñar con imágenes bastante poéticas, pero que no dejan de ser duras, y que la gente vea las consecuencias. Eso sí, respetando mucho y sin señalar a nadie. Y «Sin palabras» es un poco eso, de cómo me quedé yo, desde mi propia experiencia, cuando empecé a investigar lo que había detrás de todas las cosas. Todo lo que se recaude va a ir destinado a esta Fundación».
En este último libro de Roger Olmos, vamos a encontrar también una pequeña colaboración, unas palabras del Premio Nobel de Literatura 2003, J.M. Coetzee, que también podemos leer en el Book Trailer que os dejamos a continuación.
Álbum Ilustrado
Sergio García y Lola Moral en un ‘Cruce de caminos’
Nos encontramos en un cruce de caminos, y nos adentramos en el Valle Dorado. Lo hacemos de la mano de Sergio García y Lola Moral. Allí conocemos a sus habitantes: un niño que quería un perro y al que le regalaron un gato; un perro que no se sabe comunicar; una niña fantasma atrapada en el mundo y un presidente que no es como los demás, porque en realidad es un cazamonstruos. La casa de cada uno de estos personajes es un libro, y los cuatro libros habitan en una caja, un cofre que contiene estos cuatro álbumes ilustrados que edita Astronave y que ha escrito Lewis Trondheim.
“Sus mentes, que habían coincidido en épocas anteriores, vuelven a reunirse y cuando ellos se juntan siempre sale algo interesante y bueno”, nos cuenta Lola Moral refiriéndose a Lewis y a Sergio. “Siguiendo la estrategia que Sergio siempre adopta para contar historias, entrelazarlas, historias dentro de historias, pues surgió “Cruce de Caminos en el Valle Dorado”, que es este libro tan bonito”.
“Siempre que trabajamos con Lewis Trondheim, la verdad que nuestra intención es hacer algo experimental, y nace después de una reunión que tuvimos en Toronto, que es donde se parió esto. Se trata de una caja, básicamente, que es lo que va a encontrar el lector, que contiene cuatro libritos, y que en realidad son como cuatro visiones del mismo mundo. De hecho, la gracia está en que la portada de los cuatro libros coinciden y conforman otra portada, la portada del propio libro”, comenta Sergio García. “Para diferenciar cada una de las historias, cada una de ellas está tratada con una técnica distinta, tanto a nivel de dibujo como a nivel de color, sobre todo el color. Hay una que está hecha con un color tradicional, otra con bicromía, otra está tratada con tramas de puntos, tramas industriales, y otra con aguadas, básicamente. Y bueno, son, como digo, cuatro historias que están protagonizadas por cuatro personajes, pero que en realidad conforman un mismo universo y a su vez cada uno de los cuatro libros tiene un estilo y una temática diferente y un ritmo narrativo diferente”.
“Es una cosa así como muy poliédrica, pero muy sencilla de leer. Siempre que Lewis hace un guión, son guiones muy sencillos, muy divertidos, hilarantes, irónicos, cínicos y geniales”, sentencia Sergio.
“En realidad es un cofre, es como un tesoro que se mete dentro de un cofrecito y son cuatro historias, cuatro historias que son independientes, que se entrelazan y están contadas de una forma muy divertida y con un humor muy inteligente, dirigido a niños muy listos, a padres muy entregados”, asegura Lola Moral. “Digamos que es un producto muy especial, que se reúne dentro de un formato muy especial, con cuatro tipos de color diferentes, con cuatro estilos gráficos diferentes para cada historia, y aunque tú puedas coger un libro y leerlo de forma independiente, si los unes, hay una historia que recorre los cuatro libros y lo hace súper divertido y entretenido”.
“Un presidente distinto a los demás”, “Una vida perruna”, “La niña fantasma” y “El niño que no quería un gato” son los cuatro títulos que encontramos dentro de “Cruce de caminos en el Valle Dorado”. Para Sergio “son puntos de vista muy distintos. Una de las cosas que son como tabú es tratar el tema de la muerte, por ejemplo. Es como que no se puede matar a nadie en un cómic de niños y menos a la protagonista. Bueno, pues muere, la protagonista muere y de hecho forma parte de una de las historias, el fantasma de la protagonista. Entonces, son ese tipo de rupturas que tanto le gusta hacer a Lewis, porque la verdad es que el concepto narrativo es de él, naturalmente, como no podría ser de otra manera, es eso lo que realmente impacta”.
“O, por ejemplo, el librito del presidente a mí me gusta especialmente. Es como encontrarte de golpe un homenaje al cine de serie B. Creo que había una película por ahí que se llamaba “Abraham Lincoln: cazador de vampiros” o algo así, pues es algo parecido a eso. Aquí hay un presidente de Francia que enseguida te das cuenta que está dotado de una serie de poderes, y va matando bichos por doquier. Son cosas que chocan muchísimo cuando lo lees, pero luego tiene todo como una gran coherencia narrativa -asegura Sergio-. Yo creo que esa es la fuerza del libro. Queríamos que cada uno tuviera una identidad propia, que lo identificara con el personaje al que representa, con el niño, con el perro, con la niña fantasma, con el presidente, que son muy particulares, y de esa forma que se distinguieran de forma independiente, pero que al mismo tiempo tuvieran un nexo de unión entre ellos”.
“Uno de los libros se inspira en las tiras de The New Yorker, en blanco y negro; otro con tramas, otro con color color tradicional… y creo que entre todos ellos forman un conjunto maravilloso, porque expresan lo que quieren, mandan un mensaje sobre cada personaje y al mismo tiempo forman un conjunto espléndido”, afirma Sergio. “Está todo hecho con el Procreate. Lo que pasa es que el dibujo va oscilando un poquito como concepción gráfica. Por ejemplo, el capítulo de la niña fantasma, conceptualmente responde, eso se me ocurrió a mí, a los chistes de The New Yorker, que tienen esa especie de imagen en blanco y negro, que es muy icónica, con un pequeño texto en la parte inferior. A nivel de narración, todo el libro tiene ese concepto. Entonces, es el libro como más espiritual de los cuatro y se prestaba mucho a trabajar con ese tipo de estética. Por ejemplo, la historia del perro está hecha toda con tramas industriales y eso le da un aspecto como muy dinámico, muy vivo. Quedó como muy fresca y muy espontánea, es probablemente la que más me gusta de las cuatro. Es que todas me gustan, cada una tiene su punto y la del Presidente es que es muy divertida. La verdad es que me lo pasé pipa destrozando monstruos, y no importaba que hubiera sangre, porque esa parte es bicromática y ahí se trabaja con una falsa bicromía, en cierto modo, o tricromía, y la gracia que tiene es que, claro, la sangre igual es naranja, es azul y entonces es muy divertido, tiene un punto muy simpático”.
Cómic
Antonia Santolaya nos hospeda en el ‘Hotel Florida’
Situado en la madrileña plaza de Callao, el Florida se convirtió desde su fundación en 1924 en emblema de la modernidad y en atalaya privilegiada de una nueva época. Su imponente fachada fue testigo de la dictadura de Primo de Rivera, de la Segunda República, de la Guerra Civil y del franquismo. Derribado en 1964 y reemplazado por unos grandes almacenes, dejó una huella imborrable en el corazón de Madrid y en el de los huéspedes y empleados que lo ocuparon.
El periodista Carlos García Santa Cecilia y la dibujante Antonia Santolaya conmemoran en viñetas de pulso documental el centenario de esa pequeña colmena humana que fue el hotel Florida, auténtica encrucijada de destinos en la capital de España, en este cómic editado por Norma Editorial.
¿Cómo nace este proyecto? Antonia Santolaya: “El proyecto vino a mí de la mano de Carlos García Santa Cecilia. Carlos es periodista, editor y organizador de las jornadas del Hotel Florida. Felipe Hernández Cava le sugirió mi nombre para llevar a cabo el proyecto. Carlos me expuso la idea y compartió conmigo toda la información con la que contaba. Tuvimos varias reuniones previas y en una de ellas acordamos el personaje que sería el hilo conductor de la trama. A partir de ahí, busqué en internet imágenes de la época y de los personajes para poder trasladarme al momento, a las distintas experiencias y enriquecer los detalles”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Los lectores, al igual que yo misma, podrán descubrir un edificio que con tan sólo 40 años de existencia fue espejo del final de una época e inicio de otra”.
Danos algunas pinceladas sobre el trabajo de investigación y documentación para este libro. “Como te he comentado con anterioridad, Carlos lleva años trabajando e investigando en el tema -continúa Antonia Santolaya-. Creo que ya han realizado 9 jornadas del Hotel Florida con el apoyo del Ámbito Cultural de El Corte Inglés. La colaboración de estos se debe a que el edificio de El Corte Inglés está en el espacio donde estaba situado el Hotel Florida”.
¿Cuál dirías que ha sido el mayor descubrimiento tras ese trabajo? “Desde un inicio, y teniendo en cuenta que yo desconocía la existencia del hotel, todo ha resultado ser un descubrimiento. Me sorprendió mucho el abundante número de reporteras de guerra de otros países que se aventuraron a ser los ojos y la voz de las víctimas para el mundo. Me sorprendió cómo yo misma conocía la fotografía de Robert Capa sin saber que era el seudónimo de Gerda Taro y Endre Friedmann. Así mismo, es el inicio del trabajo como reportera de Martha Gelhorn. El libro está lleno de anécdotas”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Cada trabajo me sugiere una necesidad y un enfoque. Para este trabajo utilicé grafito y Photoshop -nos cuenta Antonia Santolaya-. Elegí limitar el uso del color entre luz y sombra que no respetara los límites de las formas en el dibujo. Hay momentos en los que cambio de registro para, por ejemplo, intensificar la voz infantil que describe la escena. Si necesito que el protagonismo sea lo que siente un personaje, puedo resaltar la desproporción entre las cosas poniendo la forma al servicio de la expresión. Creo que hay similitudes con el trabajo que hice para “Todos o ninguno” con La Camocha, Ponent Mon, o con la historieta que creé sobre el covid en “Efectos secundarios”, editada por Astiberri.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Este año pasado publiqué con el CDN la revista Dramática nº 7 sobre la historia del Centro Dramático desde las anécdotas de sus trabajadores. En 2025 se publicará un cuento infantil en Iglú Editorial. Participo en un proyecto de dibujo Washington-Madrid con el Museo ABC y la Embajada de España en Washington. Además, hay un proyecto nuevo con Felipe Hernández Cava en curso y otro proyecto que tengo congelado por falta de tiempo para abordarlo, pero del que ya tengo unos capítulos terminados”.
Álbum Ilustrado
Alberto Gamón ilustra ‘Las aventuras de Pinocho’
La obra maestra de Carlo Collodi, seudónimo de Carlo Lorenzini (1826-1890), es una historia de gran trascendencia humana: las vicisitudes del niño-títere, los descubrimientos a veces alegres, a veces dolorosos que hace del mundo y de la vida, sus arrebatos de rebelión y sus arrepentimientos, sus ansias de justicia, sus esperanzas y preocupaciones se componen aquí de una manera clara y cautivadora. ‘Las aventuras de Pinocho’ está considerado un auténtico clásico que supera los límites de la literatura infantil, y así lo refleja la excepcional propuesta gráfica de Alberto Gamón para esta edición de Nórdica Libros. Con Alberto charlamos un poco más en torno a este trabajo.
¿Cómo nace este proyecto? Alberto Gamón: “Siempre me interesó la historia, incluso antes de haber leído el texto original de Carlo Collodi. Le hice la propuesta a Diego Moreno, de Nórdica Libros, y aceptó. Detrás de un proyecto tan complejo como éste, es necesario un editor que confíe y apueste. Con Nórdica siempre es una suerte poder colaborar”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Un texto muy interesante y con muchos matices que es probable que no hayan leído en su versión original. Y una propuesta gráfica elaborada y madurada durante más de dos años”.
¿Cómo ha sido el trabajo de documentación e investigación para este proyecto? “Lo que me movió a ilustrar «Las aventuras de Pinocho», mi pasión hacia el mundo de los títeres, no era suficiente: el libro tiene 36 capítulos y el encuentro de Pinocho con los títeres ocupa solamente dos -nos cuenta Alberto Gamón-. Por ello, me documenté mucho sobre el tema; leí artículos y ensayos, existe mucha literatura sobre esta historia. Encontré textos disparatados y otros muy interesantes que me dieron pistas para hacer mi trabajo. Los últimos ocho meses los dediqué a hacer los originales. El libro tiene más de cuarenta imágenes y un desplegable a modo de retablo”.
¿Qué ha supuesto para ti sumergirte en un clásico como este? “Cuando un ilustrador o ilustradora se plantea poner imágenes a un clásico tantas veces ilustrado, tiene la obligación de intentar aportar algo nuevo; ese fue el gran reto. Con los años he aprendido a disfrutar los proyectos más que a sufrirlos. He trabajado mucho pero disfrutando el proyecto”.
¿Cómo era tu relación con esta historia antes de este proyecto y cómo ha cambiado tras este libro? “Nunca me sedujo la historia del títere que cuando miente le crece la nariz -confiesa Alberto Gamón-. Para mí el libro de «Pinocho» era atractivo por otras cosas: el mundo de los títeres y la Toscana italiana. Documentándome descubrí que el libro tiene muchas lecturas y una crítica social que, como clásico, es de una vigencia total. Si el libro habla de un menor que miente, es más inquietante ver que los adultos también mienten. También he descubierto que Collodi fue un niño pobre que recibió una buena educación gracias a un padrino. Por eso su obra habla de los beneficios de la buena educación y los estragos que produce la pobreza”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “El tono de las ilustraciones, ni excesivamente sobrias ni ñoñas, era muy importante para mí -afirma Alberto Gamón-. Este libro lo realicé después de estar un año entero visitando asiduamente el Museo del Prado. Fue una auténtica lección: uno no sale indemne de esa experiencia. Seguro que hay algo de esos meses en este libro”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Desde hace años me gusta hacer los originales a mano, en blanco y negro, con un lapicero algo graso. Es una técnica muy agradecida y que le da el toque orgánico que quiero para mis ilustraciones. El color es digital; así puedo trabajar las gamas e ir haciendo variaciones”.
Háblanos un poco del proceso de realización de este libro. “Como existen tantas ediciones ilustradas de «Pinocho», desde el primer momento teníamos claro que debía diferenciarse, destacar por algo. Gracias a esas tardes en el Prado, di con la idea de hacer un «retablo» -asegura Alberto Gamón-. La tercera acepción de esta palabra en el diccionario de la RAE es: «Pequeño escenario en que se representaba una acción valiéndose de figurillas o títeres»; así que tenía sentido. Luego pensamos en que el retablo fuera un obsequio para esas librerías comprometidas con el libro ilustrado. Hice a la vez las ilustraciones del libro y el retablo. Por eso muchos personajes en el libro aparecen dentro de hornacinas, sacadas directamente del retablo”.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Después de todo el trabajo invertido en el proyecto, ahora estoy acompañando al libro. Es muy importante no descuidar esta parte. Mientras tanto, sigo con algunos encargos, como carteles o cubiertas de libros de narrativa. Pero pronto me gustaría emprender otro proyecto de libro ilustrado”.
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