Álbum Ilustrado
Ainhoa Rodz, David y Sergio Gómez y ‘Bruno y (mi otro) yo’
‘Bruno y (mi otro) yo’ es una historia que nos ayuda a entender la realidad del autismo en el entorno escolar, y nos recuerda la importancia de comprender, respetar y acompañar los ritmos y formas de cada persona. Con estas palabras La Maleta Ediciones nos presenta este álbum ilustrado, un trabajo de David y Sergio Gómez junto a Ainhoa Rodz. Con ellos charlamos en las siguientes líneas sobre su trabajo.
La historia está narrada por Oliver, un niño con autismo que, junto con sus compañeros Gael y Bruno, asisten a un aula específica para niños y niñas con necesidades relacionadas con el espectro autista. Bruno, recién llegado, tiene dificultades para adaptarse al nuevo entorno, lo que lo lleva a comportarse de manera impulsiva y disruptiva. Oliver, con una gran sensibilidad a los ruidos y muy poca tolerancia a los conflictos, se enfrenta a importantes retos para manejar sus propias emociones frente a estas situaciones. A través de diferentes incidentes y momentos de reflexión, junto a su madre, profesoras y terapeuta, Oliver aprende a aceptar esa sensibilidad como parte de su identidad, mientras que Bruno también comienza a sentirse integrado y regular su comportamiento.
“Con ‘Bruno y (mi otro) Yo’ pretendemos ayudar a romper estereotipos, mostrando que las personas con autismo no son todas iguales y que tienen sentimientos, emociones y aspiraciones como cualquier otra persona”, nos indica Ainhoa Rodz.

Habladnos un poco del origen de este proyecto. “Este proyecto nació de una forma muy natural -nos cuenta David Gómez-. Sergio venía trabajando en terapia aspectos relacionados con sus emociones: cómo se siente, cómo gestiona sus conflictos cotidianos. Al finalizar una de las sesiones, su terapeuta me enseñó un dibujo que él mismo había hecho sobre una situación que le estaba incomodando en el instituto. Sergio se expresa mucho a través de las imágenes, ya que en su caso, como en el de muchas personas con autismo, lo visual juega un papel fundamental. Ese dibujo en particular reflejaba su lucha interna con lo que él llama su “yo sensible”. Una parte de sí mismo que se ve muy afectada, por ejemplo, por el ruido, y que, al no poder gestionarlo, le lleva en ocasiones a tener comportamientos disruptivos. Lo que para otros puede ser un estímulo menor, para él puede resultar abrumador”.
“Cuando vi ese dibujo, supe que ahí había una historia que necesitaba ser contada -continúa David Gómez-. Nuestra aportación a la literatura infantil ha venido por caminos distintos, pero complementarios. Yo, por mi parte, llevo tiempo escribiendo historias en las que los protagonistas tienen características propias del espectro autista, con el objetivo de naturalizar diferentes formas de ser y estar en el mundo (‘El vuelo de Sofía’, editado por Cuento de Luz; ‘Leo no es un extraterrestre’, editado por Libre Albedrío; ‘¡Ana, dónde vas!’, editado por La Estrella Azul). Sergio, en cambio, comparte su maravilloso universo creativo a través de cuentos muy suyos, con un estilo surrealista propio en el que todo tiene cabida. En su mente creativa no hay límites (‘Mi universo azul: de zombies, monstruos y personajes imaginarios’, editado por Allanamiento de Mirada)”.
“En este caso en concreto, sentí que podíamos cerrar un círculo y comenzar a colaborar desde un lugar nuevo. Mostrar cómo un chico con autismo, ya con conocimiento de su condición, percibe y se relaciona con su entorno. Me parece un testimonio valiosísimo. Y llevarlo al formato de álbum ilustrado me pareció una bonita manera de seguir sensibilizando y generando conciencia sobre el autismo. Además, para mí tiene un valor añadido muy importante: es una historia contada desde dentro. La voz que narra es la de un chico con autismo, en este caso, Sergio, que tiene casi 17 años”, asegura David Gómez.

¿Cómo llega a tus manos este proyecto? “El texto de ‘Bruno y (mi otro) yo’ me llegó a través de David Gómez -afirma Ainhoa Rodz-. Es una historia autobiográfica de su hijo Sergio, centrada en los conflictos que vive en un aula de educación especial de la ESO y en la manera que encuentra para resolverlos. El hecho de que la historia esté contada en primera persona por un adolescente con autismo me fascinó, así que no dudé en embarcarme con ellos y con La Maleta Ediciones en este proyecto. El álbum es excepcional porque apenas encontramos ejemplos en la literatura infantil y juvenil historias escritas por niñas, niños o adolescentes, y menos aún que hablen de las percepciones, experiencias y desafíos que conlleva vivir con diversidad sensorial en esta sociedad. Además del autismo, que no se nombra de manera explícita, en el álbum aparecen temas universales como el autoconocimiento y la autoaceptación personal, la empatía, la búsqueda de apoyo y comprensión, valor de la amistad, la paciencia y el esfuerzo colectivo para superar dificultades”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “En esta historia, los lectores y lectoras van a encontrarse con una situación que, en principio, podría ocurrirle a cualquier persona. Aunque parte de un contexto muy particular, lo que plantea tiene un alcance universal, porque todos y todas, en algún momento, nos hemos visto envueltos en conflictos internos parecidos donde la empatía y la impotencia chocan de frente”, asegura David Gómez. “Como decía en mi respuesta anterior, el valor añadido de esta historia es que nos permite asomarnos a cómo un chico con autismo vive y gestiona sus emociones y conflictos. Y ese enfoque, contado desde dentro, a mí me resulta muy revelador. La trama se sitúa en un contexto educativo. Llega un chico nuevo a clase, pero no consigue adaptarse bien. ¿Qué ocurre entonces? Que otro compañero, Oliver -que representa al propio Sergio-, quiere ayudarlo. Tiene la intención, pero no sabe cómo hacerlo. Esa incertidumbre, esa tensión, empieza a generarle estrés y ansiedad”
“Y lo que en un principio era un gesto empático, termina por volverse en su contra. Al no saber gestionar la situación, Oliver también comienza a tener dificultades y comportamientos que no son adecuados. Esto complica más el conflicto y, además, despierta en él un sentimiento de impotencia y culpabilidad. No solo siente que no ha podido ayudar al compañero, sino que además cree que ha empeorado todo. Es un conflicto doble, pero muy bonito en el fondo, que viene a poner de manifiesto que la empatía, el compañerismo, el sentimiento de amistad, la conciencia social y la autopercepción también están presentes en las personas con autismo. A lo largo de la historia, Oliver va trabajando en ello y comprendiendo lo que le pasa, para intentar encontrar maneras de afrontar sus emociones y, al final, llega a la conclusión de que, aunque no siempre haya una solución inmediata, al menos podemos entender lo que está sucediendo y empezar a gestionar la situación desde el respeto a los demás y con la conciencia de quienes somos. Ese es, para mí, un mensaje muy potente”, confiesa David Gómez.

Háblanos un poco del trabajo con David y con Sergio… “Con David había colaborado hace dos años en el álbum ‘La compañía de Nicoleta’. Me gusta trabajar con él porque dialogamos frecuentemente sobre nuestras respectivas tareas y aprendemos juntos -nos cuenta Ainhoa Rodz-. Fue él quien me dio a conocer los cuentos fantásticos de Sergio, algunos publicados en ‘Mi universo azul de zombis, monstruos y personajes imaginarios’. Admiro su libertad creativa y expresiva, también en su faceta de dibujante de cómic. Ha sido, además de un honor, un reto poder ilustrar una historia tan suya. Tratar de ponerme en la piel de un chico con autismo y representar la temática sin caer en estereotipos que pudieran alimentar el estigma no es fácil. A mí, por ejemplo, me encantaba la fuerza y espontaneidad de las primeras versiones de la historia de Sergio, pero contenían expresiones que corrían el riesgo de ser mal interpretadas por un público no especializado, aquí fue David el que se encargó de matizar y pulir el texto definitivo. Además de su experiencia, consultó para ciertas partes del texto a una psicoterapeuta. En la presentación de este libro en Granada tuve la oportunidad de conversar con ella y me reconfortó saber que algunas de las ilustraciones se parecen a los dibujos que hacen sus pacientes y que otras ha logrado llamar poderosamente su atención”.
¿Cómo ha sido el trabajo con Sergio? Imaginamos que muy especial… Háblanos un poco de ese trabajo de colaboración entre los dos para el texto de esta historia. “Trabajar con Sergio siempre es muy especial, la verdad. Pero en este caso concreto, ha sido algo diferente -asegura David Gómez-. Normalmente cuando trabajamos juntos suele ser para escribir sus propias historias inventadas, esas que va creando en su cabeza con todas sus influencias: su vida, sus lecturas, sus intereses… y que, cuando las tiene listas, necesita pasarlas al papel. Ahí es cuando intervengo yo. En esos casos, básicamente actúo como su escriba. Me siento frente al ordenador y escribo lo que él me va contando”.
“Como te decía, esta vez fue distinto, porque la historia que queríamos contar era algo que le había sucedido realmente. Era una vivencia que había trabajado previamente en terapia y que quisimos convertirla en una historia para compartirla con el mundo. Para eso, necesitábamos hacerla un poco más universal y también proteger la privacidad de las personas que aparecen en ella, ya que todos los personajes están basados en personas reales. Ahí es donde empezó lo realmente interesante del proceso. Cuando yo intervenía como coautor para incorporar situaciones que eran necesarias para dar a la historia ese carácter más universal, Sergio a veces no lo entendía. Le costaba aceptar que modificáramos detalles o incorporáramos elementos nuevos. Él entiende el mundo de una forma muy literal, y si lo que estaba contando es algo que vivió, le resultaba difícil aceptar cambios en la narrativa, aunque estos fuesen clave para darle coherencia o mayor profundidad a la historia”.
“Tuvimos que gestionar eso juntos, con mucho diálogo y paciencia. Pero al final, todo fue muy bien. Sergio entendió cuál era el proceso, y creo que también fue muy enriquecedor para él ver cómo una experiencia personal puede transformarse en una historia con la que muchas personas pueden sentirse identificadas”.

¿Y el trabajo con Ainhoa? “Trabajar con Ainhoa es una auténtica maravilla -continúa David Gómez-. Además de compartir la pasión por el álbum ilustrado, somos compañeros de trabajo desde hace muchos años. En los últimos tiempos, a través de la literatura infantil -yo desde la escritura y ella desde la ilustración-, hemos desarrollado una conexión muy especial. Ainhoa es una persona con mucha sensibilidad y muy comprometida con lo social, y eso se refleja claramente en sus ilustraciones y en la forma en que interpreta los textos que ilustra. En nuestro caso, además, ella ya tenía un interés muy particular por las historias que escribe Sergio, esas historias tan suyas, tan creativas”.
“Cuando le hablé de este proyecto y le propuse la posibilidad de que fuera ella quien diera forma a los personajes y pusiera imagen a la historia, le entusiasmó la idea. Conoce el día a día de Sergio y su relación con la literatura desde hace tiempo, porque suelo compartirlo con ella. Y fue muy bonito ver cómo conectaron también a través de lo creativo. Ainhoa es una ilustradora en constante crecimiento. Siempre está formándose, investigando, probando estilos, evolucionando. No se detiene. Creo sinceramente que es una artista con mucho talento, y deseo de corazón que se le abran muchas puertas en este mundo, porque tiene mucho que aportar”.
Una vez más, el álbum ilustrado como recurso para poder abordar cualquier tema, darlo a conocer, reivindicar… “Una vez más, el álbum ilustrado… pues sí. La verdad es que en el álbum ilustrado cabe todo. Es un formato que me tiene completamente enamorado desde hace muchísimo tiempo, porque -como he dicho mil veces- reúne en un solo objeto dos de mis grandes pasiones: la literatura y el arte. Además, es un formato sin edad. Va dirigido de 0 a 99 años… por no decir 100, 101, 102… Es un vehículo perfecto para llegar a personas de cualquier edad. En nuestro caso, seguiremos apostando por él. Es un formato que nos ayuda a transmitir, de forma muy natural y visual, que hay muchas formas de entender el mundo y muchas maneras de relacionarse con los demás. Ninguna es mejor que otra. Todas son distintas, y precisamente en esa diferencia está la riqueza. Cuanto más diversos seamos, más rica será la sociedad en la que vivimos”, asevera David Gómez.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? “Son ilustraciones particularmente coloridas, con una paleta reducida y contrastada de naranjas, azules, amarillo y negro. Pensé mucho en el color a nivel simbólico y psicológico -asegura Ainhoa Rodz-. Por ejemplo, el principal contraste cromático se da entre Óliver y Bruno, los protagonistas del conflicto. El resto de personajes mantienen una armonía convivencial con Óliver (el narrador) representada mediante una analogía cromática. Bruno es azul y no solo porque este sea el color representativo del autismo. También disfruté mucho creando el personaje de Gael. Como no está determinada su personalidad en el texto, me permitió romper estereotipos de género y mostrar la diversidad sexual y de género como algo relativamente frecuente en las personas con autismo”.
“Volviendo a la pregunta, otra característica de las ilustraciones de este libro es la búsqueda de un equilibrio entre la mirada externa (lo realista) y las sensaciones internas (lo fantástico o imaginado). Hay una metáfora principal que atraviesa todo el libro, que es la representación gráfica de las sensaciones y emociones a través de las plantas. Algunas tienen pinchos, otras son trepadoras o cuelgan, algunas hasta tienen frutos, hay plantas que crecen en los bolsillos, en la cabeza o en otros lugares. También aparecen animales simbolizando emociones intensas, incluso una locomotora para mostrar la hiperacusia”.

¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? Al menos respecto a nuestra última entrevista sobre ‘Climática’, sí que a simple vista se trata de proyectos muy diferentes… Efectivamente, este álbum es muy diferente a ‘Climática’ en el color, en la atmósfera, en los fondos, en las metáforas visuales, etc., y no tanto, por ejemplo en las proporciones anatómicas, aunque en esta ocasión he preferido romper (no eliminar) la línea que delimita a los personales. La historia se desarrolla en el ámbito escolar, sin embargo he preferido abstraer a las personas de este entorno, que solo aparece dibujado en las dos primeras páginas del libro y en la última. En este libro tienen más peso los vacíos y el blanco del papel, lo que permite una mayor focalización en los personajes”, afirma Ainhoa Rodz.
¿Con qué técnicas trabajaste en este libro? “Para ilustrar este álbum realicé numerosos bocetos con pasteles al óleo, lápices de colores, témperas en barra y tinta china. Finalmente, orientada por el editor, volví a la técnica digital, que es la que utilizo con mayor frecuencia”.
¿Cómo fue la reacción tuya (David) y de Sergio al tener el libro en la mano? “La reacción al ver el álbum ya impreso fue muy emocionante, aunque muy diferente en ambos casos. En mi caso, trabajo con Ainhoa, somos compañeros de oficina y, quieras o no, yo ya había ido viendo parte del proceso de ilustración. Ella compartía conmigo el avance del trabajo. La forma en la que solemos trabajar -no es la primera vez que colaboramos en un proyecto- es muy colaborativa, y eso, sin duda, hace que el proyecto crezca y se enriquezca. Así que, en mi caso, ya tenía una idea bastante clara de cuál había sido la paleta de colores elegida, cómo iban quedando la historia, los personajes,… Aun así, cuando lo vi finalmente en papel, me pareció maravilloso. La edición que ha hecho La Maleta Ediciones es fantástica, y estamos encantados con el resultado”.

“En el caso de Sergio, fue muy curioso -prosigue David Gómez-. Como comentaba antes, Sergio entiende todo de forma muy literal. Le chocó bastante ver que los personajes tenían colores de piel poco convencionales: uno era amarillo, otro azul, otro naranja… También le desconcertó que los personajes no se parecieran físicamente a las personas reales en las que están inspirados. Por ejemplo, no entendía por qué al personaje de Oliver le habían puesto gafas si él no usa gafas. Todo eso le llamó mucho la atención al principio, pero cuando le expliqué que la historia estaba pensada para que cualquier persona pudiera sentirse identificada, y que por eso no podíamos representar a las personas reales tal cual -para proteger su identidad, entre otras cosas-, lo entendió perfectamente. Lo cierto es que le gustó mucho. De vez en cuando coge el álbum y lo hojea. Pero también es verdad que, una vez que el proyecto ha salido de su cabeza y lo ve terminado en papel, pasa rápidamente a otra cosa. Necesita dejar hueco libre. Es muy práctico en ese sentido: “Vale, esto ya está listo. Ahora, a otra cosa”.

Seguro que ya tenéis más proyectos en mente… “Te mentiría si dijera que no tengo proyectos en mente. Y, de hecho, algunos de ellos ya están bastante avanzados en lo que a redacción se refiere -afirma David Gómez-. Por un lado, sigo escribiendo historias en las que el autismo está presente en los personajes. Hay una muy avanzada que espero poder terminar pronto para compartirla con una persona con la que voy a colaborar. La idea es que, entre los dos, podamos sacarla adelante y encontrarle una casa editorial. Además, tengo otras historias en marcha, sobre temas diferentes, que también espero seguir desarrollando. Y, sobre todo, confío en que, una vez finalizadas, puedan interesar a alguna editorial. Sabemos que publicar no es fácil, a veces resulta desalentador ver que las puertas no se abren, pero seguimos intentándolo. Si salen, estupendo; y si no, las guardamos en un cajón hasta que llegue su momento. Y ya está”.
“En cuanto a mi colaboración con Sergio, ya hay una segunda historia escrita, con el mismo protagonista, en la misma línea de la que acabamos de publicar juntos. Espero que también encuentre editorial pronto. Además hay otra historia más, aún en fase de germen, que nació a partir de otro dibujo suyo. Creo que hay mucho que contar en esta línea que hemos abierto Sergio y yo. Y confío en que el mercado editorial la reciba, la acoja y le dé el espacio que merece”.
“Pues me han invitado a participar con otras ilustradoras en un libro de poemas ilustrados de grandes mujeres poetas -nos cuenta Ainhoa Rodz-. También sigo formándome y trabajando en proyectos personales. Ahora estoy cerrando el storyboard de un álbum en el que aparecen multitud de animales con alta capacidad crítica. A ver si encuentro una editorial interesada en publicarlo”.
Álbum Ilustrado
Irene Bofill y su trabajo en ‘¡Ana, dónde vas!’
Ana es una niña con un oído muy fino. Los ruidos le molestan tanto que se pone a correr sin parar cuando oye las bocinas de los coches, gritos en una película de cine… Y sus padres ¡tienen que perseguirla! Pero, ¡Ana, dónde vas! Y es que Ana sabe muy bien dónde quiere estar de verdad, el lugar del mundo en el que mejor se siente. ¿Cuál será el refugio de Ana? Con estas palabras La Estrella Azul, la editorial de Autismo Ávila, nos presenta este álbum ilustrado de David Gómez (padre de un niño con autismo y es autor de varios álbumes infantiles) e Irene Bofill. Con ella hemos charlado un poquito más sobre su trabajo en este libro.
¿Dónde está el origen de este proyecto? “Entré a formar parte de este proyecto cuando Autismo Ávila y su editorial La Estrella Azul me propusieron ilustrar un cuento escrito por David Gómez sobre Ana, una entrañable niña con autismo. El objetivo de esta y demás publicaciones de su editorial es dar a conocer y acercar el TEA (trastorno del espectro autista) a los lectores y lectoras de todas las edades”.

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Se encontrarán con la historia de Ana, una niña con hipersensibilidad auditiva debido a su TEA. En el cuento se nos muestra cómo Ana sufre mucho viviendo en la ciudad con sus padres por la cantidad y variedad de ruidos a su alrededor que no puede soportar y le hacen salir huyendo siempre. Esta hipersensibilidad se convierte en un don cuando Ana va a casa de su abuela en la montaña, allí conecta con todos los sonidos de la naturaleza y se funde con ellos, se siente en paz”, nos cuenta Irene Bofill.
¿Qué te pareció el texto de David la primera vez que lo leíste? “Me enamoré de Ana, la comprendí perfectamente. La verdad es que conecté muy bien con su personaje porque me sentí muy reflejada. Justo empecé el proyecto en el momento en que acababa de dejar todo para iniciar un viaje en furgoneta por las isla canarias, de alguna manera también huía de ese ruido de la ciudad buscando refugio en la naturaleza. Fue una sincronía muy bonita”.

¿Cómo ha sido el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “Lo que más me gustó de la fase de investigación fue adentrarme en el mundo de las personas con TEA, aprender sobre el tema y poder comprenderles un poquito más -continúa Irene Bofill-. Aprendí que tienen dificultades a la hora de procesar los estímulos sensoriales, los sentidos del movimiento y la propiocepción, con diferentes grados de hiper o hiposensibilidad y esta es la razón por la que rechazan o evitan determinados estímulos. Su percepción es muy diferente a la estándar y esto me pareció fascinante… Tanto David como Gerardo y Cristina de Autismo Ávila me proporcionaron mucho material valioso para hacer el estudio del personaje de Ana y el tono del cuento”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Algo característico en este libro fue captar y representar con imagen la sensación que causaban en Ana esos sonidos tan intensos. Intenté transmitir lo que ella sentía con cada uno de los estímulos auditivos, cómo se transformaba su realidad a través de los sonidos que entraban en su campo de percepción”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Técnica digital, trabajé todo en el iPad con Procreate”, afirma Irene Bofill.

Cuéntanos un poco más sobre el trabajo de elaboración de este libro. “En la creación tanto de las ilustraciones como de los personajes fue de gran ayuda todos los comentarios de David y del resto del equipo, que me ayudaron a ajustar cada detalle para que se comprendiera mejor el mensaje que se quería transmitir”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “En este viaje que inicié por las islas canarias acabé grabando un disco muy vinculado a la naturaleza y ahora estoy terminando unas ilustraciones que acompañarán a cada uno de los cantos. Como Ana, yo también encontré refugio en la Naturaleza”.
Álbum Ilustrado
Joaquín Camp nos presenta a ‘Juan Rex’
Pobre Juan Rex. La suya es una ilustre familia de profesionales del miedo, pero no se lo pasa muy bien cuando le llega el turno de asustar a la gente. Sus verdaderos intereses tienen que ver con el espectáculo, pero uno que se aleja de la tradición familiar. Por eso mismo, Juan Rex tiene miedo de defraudar a sus padres, así que con la ayuda de una nueva amiga y de los vecinos del barrio, intentará hacerles creer que, como todo su linaje antes que él, desde Juan Kamón y Juandertal hasta hoy, solo hay un oficio posible. Pero casi siempre es mejor la sinceridad. En este gigantesco libro que edita Libros del Zorro Rojo, en el que un héroe gigantesco ocupa el lugar de honor, Joaquín Camp juega con algunos códigos de esas películas en las que unas criaturas enormes tienen la molesta costumbre de pisotear metrópolis, y con ello y una buena dosis de ternura y humor consigue crear una oda a la diferencia; un libro repleto de alegría, libertad y poesía, sobre el que hablamos en las siguientes líneas con Joaquín.

Lo primero, cuéntanos cómo nace este proyecto y este personaje. “Me gusta mucho coger personajes que ya tengan ciertas características y resignificar esos rasgos. Tengo un libro llamado “Oscar” en donde aparece Poseidón, el dios de los mares peleándose por un oso de peluche, ese contraste de un personaje tan elegante y fuerte peleándose por algo tan ridículo como un peluche me encanta -nos cuenta Joaquín Camp-.En el caso de Juan Rex sucede algo parecido. Lo primero que hice fue pensar en qué ocurriría si un monstruo que debería estar atormentando a una ciudad y sus habitantes tuviese problemas para lograrlo. Luego suelo comenzar a construir la historia con preguntas en base a esa premisa ¿Como podría resolver este problema? ¿Que pensarían sus padres? Si no es bueno en esto de asustar ¿en que podría ser talentoso? Una vez que ya tengo estas preguntas resueltas la historia comienza a tomar forma”.
¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Encontraran mi historia más Freudiana. Un dinosaurio que piensa que por tradición debería dedicarse a una cosa para la que realmente no es muy bueno y el conflicto que esto desencadena con sus padres. Es un viaje del héroe en el que Juan Rex se ve absorbido por la ciudad y sus experiencias, una ciudad que termina siendo transformadora para él”.

Háblanos del formato del libro, que también contribuye a la historia… “El formato del libro es un detalle de la edición que me interesa. Es una capa más de comunicación -continúa Joaquín Camp-. Por ejemplo, si el libro es pequeño, me está hablando de algo que se puede sujetar fácilmente con las manos, me habla también de cierta calidez y ternura que producen los objetos de cierto tamaño. Los formatos se pueden dar también por la morfologia que tienen los personajes, por ejemplo en el caso de “El ladrón de sombrero” de Jon Klassen, donde el libro se adapta al largo del pez gigante. En relación a “Juan Rex” el formato está dado por el personaje, mi editor canadiense pensó que sería una buena idea que como Juan es esta especie de “Godzilla” gigante, el libro también lo sea”.
“Este libro tiene el récord de tamaño por ahora (28.5cm X 38.5cm). Siempre bromeamos con mi editor porque el primer libro que me publicaron medía 18x18cm, un formato bastante pequeño, y ahora estamos con esta monstruosidad de tamaño. Quizás el próximo libro debería medir medio metro o algo así”, bromea Joaquín Camp.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? ¿Con qué técnicas trabajaste? “En principio lo más obvio, son las ilustraciones más grandes que hice. Esto quiere decir que al tener más espacio las posibilidades de detalle son mucho mayores, y si encima todo se desarrolla en una ciudad, ni te cuento. Por otro lado trabajo mucho con la línea, cosa que no suelo hacer en otros libros en donde siempre uso colores plenos y la línea para algunos pequeños detalles”.
“Dibujé con tinta china y plumín, herramientas con las que nunca trabajé. Quería tratar de tener una línea más inexacta y a la vez más expresiva, algo que a mi entender le iba bien al personaje. Luego puse color con Procreate (que tampoco lo había usado mucho). Lo del Procreate es curioso, porque te permite dibujar donde quieras, y eso obviamente cambia la experiencia y tu modo de dibujar. De todas maneras no creo que vuelva a trabajar mucho con la tablet porque me da dolor la cabeza. Además no soy muy partidario de la posibilidad de ctrl+z que te da lo digital, a veces cambiar tanto las cosas hace que se pierda cierto error que hace ver todo más humano. Así que se podría decir que es una técnica híbrida entre lo manual y lo digital”, confiesa Joaquín Camp.

Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. “Muchas veces me preguntan si empiezo por el texto o por la imagen. Los procesos en mis libros van variando, a veces un dibujo puede sugerirme una historia, otras veces es una palabra y otras veces es una idea que sale de cualquier parte y en cualquier momento. Nada de lo que hago es matemático y todo puede variar en cualquier momento. En el caso de “Juan Rex” es un poco lo que cuento arriba, construir sobre la base de un personaje que ya tiene sus características literarias y transformarlo a mi manera. Algo que quizás sí mantengo a lo largo de todos los libros son las preguntas, me hago muchas preguntas que me terminan llevando al centro de la historia. Otra cosa que me gusta mucho a nivel proceso es jugar estructuralmente con el storyboard, suelo cambiar el orden de cómo cuento la historia, quizás algo que va en el medio lo pongo al principio o quizás meto algún elemento en la historia que cambia el resto de manera vertiginosa. Es como si el story fuese un pedazo de arcilla que puedo moldear y cambiar a gusto hasta que me quedo totalmente satisfecho”, asegura Joaquín Camp.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Ahora mismo estoy trabajando en dos libros, me gusta trabajar en varios proyectos a la vez porque si me canso o me estanco en uno, puedo pasar al otro. A veces hasta vuelvo más fresco al primero que abandoné. Pero volviendo a la pregunta, estoy trabajando en un libro de no ficción que habla sobre un animal que me tiene bastante intrigado, un animal que tiene sus particularidades y misterios, pero tampoco puedo develar mucho. Por otro lado estoy trabajando en un libro de ficción muy importante para mí, porque reúne cosas de muchos autores que me gustan, es un poco un homenaje a todos ellos y a la vez es la primera vez que exploro la idea de la fantasía. Si bien mis libros tienen mucho de imaginativa, siempre están anclados en la realidad y en cosas que existen. En este nuevo libro me invento personajes propios y eso me tiene muy entusiasmado”.
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Giulia Landonio y ‘El hombre que perdió la cabeza’
La mañana en que el señor F. se da cuenta de que ha perdido la cabeza, todo su mundo comienza a desintegrarse. Un escenario onírico irrumpe en la vida de un hombre atrapado en la rutina. Lo absurdo ofrece la única vía para encontrar sentido. Una historia que desconcierta y deja paso a profundas reflexiones. Así nos presenta Diego Pun Ediciones este álbum ilustrado. ‘El hombre que perdió la cabeza’ es un trabajo de Fanuel Hanán Díaz y Giulia Landonio. Con ésta última charlamos un poquito más sobre este libro.
Primero, cuéntanos cómo nació este proyecto. “Muy sencillo: la primavera pasada, Cayetano, editor de la editorial DiegoPun, con quien colaboré dos años antes en el álbum ilustrado «El Otro», escrito por Toño Malpica, me contactó para ilustrar un nuevo libro, y tras leer el texto de Fanuel, acepté”.

¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Encontrarán atmósferas surrealistas, paisajes oníricos, colores vibrantes y muchos animales, todo ello aderezado con un toque de sarcasmo que, lo admito, a veces roza la tragedia. Me refiero en particular a la serie de ilustraciones en las que vemos, primero, al protagonista trabajando arduamente, empeñado en hacer aviones de papel; luego, huyendo del patio donde sus compañeros «paseaban», perseguido por las sombras de los aviones, y finalmente, engullido por una multitud que camina indiferente bajo un cielo barrido por aviones militares”, nos cuenta Giulia Landonio.

¿Qué te pareció la historia de Fanuel la primera vez que la leíste? “Me impactó el contenido escueto, seco y casi silencioso del texto, del que inmediatamente vislumbré las numerosas interpretaciones gráficas”.
¿Cuál fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esta fase de investigación, documentación y experimentación, o dedibujar en un cuaderno… “Al principio, dibujé al personaje principal (que inicialmente era grande) en diversas situaciones en un cuaderno. Mientras tanto, vi algunas películas cuyo hilo conductor era la lucha entre el afán interno del individuo por la libertad y la presión social para ajustarse a ciertas normas de comportamiento -continúa Giulia Landonio-. Entre los títulos de las películas se incluyen: «Bartleby» (1970) de Anthony Friedman, «Bartleby» (1976) de Maurice Ronet, «El hombre elefante» (1980) de David Lynch, «La vida agra» (1964) de Carlo Lizzani, basada en la novela homónima de Luciano Bianciardi, «El desierto de los tártaros» (1976) de Valerio Zurlini, basada en la novela homónima de Dino Buzzati, y «Una giornata particolare» (1977) de Ettore Scola”.



¿Qué dirías que caracteriza tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otras obras? “El mayor reto que me planteé al crear este libro, en comparación con trabajos anteriores, fue sin duda el uso de una paleta de colores más amplia y vibrante (normalmente suelo usar menos) (anteriormente, había trabajado con tonos pastel). También intenté, basándome mucho en las películas que había visto, crear ilustraciones con tomas más cinematográficas para transmitir una mayor sensación de desorientación y alienación. La técnica (acuarela) también era nueva, ya que hasta entonces siempre había usado acrílicos, óleos muy líquidos o lápices”.

¿Entonces qué técnicas usaste? “Como mencioné antes, usé acuarela. Como fanática del trazo, no pude resistirme a añadir marcas gráficas con grafito y lápices de colores. Finalmente, para corregir cualquier imprecisión, usé pasteles secos”, afirma Giulia Landonio.


Cuéntanos algo más sobre el proceso de creación de este libro. “Como mencioné antes, la primera fase se centró en crear dibujos del personaje principal en diversas situaciones. Después de ver las películas mencionadas, procedí a crear unos tres o cuatro storyboards. Una vez que el autor y la editorial aprobaron el storyboard final, pasé a crear las ilustraciones. Primero, dibujé la imagen a lápiz en una hoja de papel fina, que luego calqué sobre papel de acuarela con una mesa de luz. Todas las láminas de acuarela se remojaron en un recipiente durante unos 30 minutos, luego se fijaron a tablas de madera con cinta adhesiva especial y se dejaron secar durante unas 12 horas. El primer paso para colorear las láminas consistió en humedecer el papel y aplicar un color muy acuoso (la técnica «húmedo sobre húmedo»). Para crear algunos fondos (aquellos que representan el elemento agua o el cielo estrellado), apliqué granos de sal al papel húmedo. Luego pasé a aplicar otras tres o cuatro capas de acuarela, a las que añadí algo de color a lápiz y/o pastel seco”, asegura Giulia Landonio.


¿En qué estás trabajando ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Desde mayo hasta mediados de octubre, trabajé como pastoraen una granja cerca del pueblo donde vivo. Hasta principios de septiembre, las largas jornadas de pastoreo se veían interrumpidas (además de mi trabajo como pastora) por la lectura, el dibujo del natural y las siestas. Durante el último mes y medio, debido al nacimiento de los corderos en la dehesa, tuve que dejar de lado estas actividades que tanto disfruto (¡incluidas las siestas en la naturaleza!), pero ahora me siento con energía para retomar nuevos proyectos. Entre mis ambiciones está crear una serie de grabados que combinen varias técnicas de grabado (aguafuerte, aguatinta, mezzotinta, fondo blando, colografía) en torno al tema de los “paisajes paradójicos”, es decir, paisajes en los que coexisten elementos de naturaleza opuesta”.
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