Cómic
Juanjo Guarnido: «Siempre habrá un próximo Blacksad. Es una serie que funciona. Tener una serie así, que se acople al mercado, es el sueño de todo autor de tebeos»
“Amarillo” es el título de la nueva historia de Blacksad, en la que está trabajando el dibujante granadino Juanjo Guarnido. Así nos lo cuenta en la entrevista telefónica que hemos mantenido con él, desde su residencia en París.
“Siempre habrá un próximo Blacksad -nos cuenta Juanjo-. Es una serie que funciona. Tener una serie así, que se acople al mercado, es el sueño de todo autor de tebeos. Se trata de una ‘road movie’, una aventura que tiene lugar en la carretera. Sucede en diferentes lugares, y Blacksad se irá desplazando de uno a otro en diferentes medios de transporte”.
“Amarillo” llegará tras las cuatro entregas de Blacksad que se han publicado en España por Norma Editorial, “Un lugar entre las sombras”, “Artic Nation”, “Alma Roja” y “El infierno, el silencio”. Sobre este personaje también se editaron dos volúmenes sobre “La historia de las acuarelas” (una recopilación de las acuarelas de Juanjo Guarnido sobre Blacksad), y un “Cómo se hizo…”.
“Empezó cuando Juan Díaz Canales y yo nos conocimos, en 1990, cuando trabajábamos en dibujos animados, en un estudio que se llamaba ‘Lápiz azul’, en Madrid. Surgió una gran amistad desde el principio, y descubrimos que teníamos en común este amor por los tebeos. Además del trabajo y la pasión por el dibujo, estaba esa pasión por los tebeos, que hizo que congeniáramos. Yo me di cuenta de que tenía un potencial como escritor y guionista muy importante, además del de dibujante. Por entonces ya empezamos a hablar de hacer, alguna vez, algo juntos. La idea no era ambiciosa, más bien hacer una historia corta por divertirnos, sin la idea de publicarlo”.
“Un tiempo más tarde, cuando me vine a Francia para trabajar para Disney, y Juan empezó con su propio estudio de animación en Madrid, volvieron esas ganas, esa intención de hacer algo juntos, y empezó a concretarse. Aquello se amplió y cogió unas dimensiones un poquito desmesuradas, porque ya era un proyecto de hacer un álbum, lo cual era algo arriesgado, un poco utópico, sabiendo que teníamos un trabajo fijo cada uno, que nos ocupaba bastante. Yo trabajaba para Disney, pero, al mismo tiempo, Juan, que es una persona muy persuasiva, me dijo que yo también tenía tiempo libre, que estaba en París, en Francia, en el centro del mercado del tebeo francés, el más importante a nivel de Europa e incluso del mundo. ¿Por qué no? Así, poco a poco, fue convenciéndome de que era un proyecto viable”.
“No sabía muy bien cuál sería el tema. Habíamos tenido ideas para hacer historias cortas, pero no ideas para un álbum. Él me sugirió varias, pero no me gustaron, y, en un momento dado, me atreví a decirle: ‘oye, mira, me gustaría retomar el personaje de Blacksad’, porque él había creado ese personaje y había hecho historias cortas, que no se llegaron a publicar. Él aceptó, y poco a poco fue viendo las posibilidades. Estaba claro que para mí representaba el trabajo ideal, me encantaba la idea de poder retomar ese personaje y dibujarlo a mi manera”.
“Ya por entonces, en esas historias cortas, era una historia policíaca con personajes con cabezas de animales. La idea de base de Juan era mezclar el género negro y la fábula”.
¿Cual fue el toque que le dio Juanjo Guarnido entonces a ese personaje? “Fue mi dibujo en particular. Dos cosas, una mi estilo propio de dibujo, bueno, la palabra estilo puede ser pretenciosa, estilo en cuanto se asocia a la originalidad, a la personalidad propia. Yo no he inventado nada, pero bueno, mi manera de dibujar, que es un cóctel de mis influencias principales, y luego pasado por mi manera de ser. Eso está ahí y está en Blacksad, la atención que yo le pongo a la expresividad de los personajes, de los gestos, no sólo las expresiones faciales, también el lenguaje del cuerpo. Eso forma parte de lo que yo he podido aportar a Blacksad. Y por otro lado mi idea de base, que era tratarlo de manera muy realista, porque las pequeñas historias de Juan tenían un estilo de dibujo distinto, menos realista. Yo me apliqué más, tanto en el realismo en general, como en el reconocimiento de las especies animales que se tratan, el tratamiento del color y de la luz,…”
¿Y qué hay de la relación entre dibujante y guionista? “Cada caso es diferente. Cada ejemplo es distinto, y cada equipo funciona de una manera. Juan y yo es que éramos amigos antes de socios de trabajo. Y siempre nos hemos llevado muy bien, y hay una amistad que está en el fondo de todo. Es frecuente, por suerte, que haya una amistad que refuerza la colaboración entre guionista y dibujante, pero entre nosotros es algo excepcional, una colaboración y una complicidad que va muy lejos”.
¿Cómo es el proceso que sigue desde la página en blanco, hasta que ésta está terminada? “Es muy complejo. (Risas). Es un proceso largo. Primero hago un pequeño story board, una distribución de viñetas, porque el guión que Juan me da no contempla la distribución de las viñetas ni de las páginas. En realidad es un guión de dibujo animado, que yo adapto a tebeo, porque me gusta hacerlo así, entre otras cosas. Disfruto tanto del trabajo de puesta en escena del tebeo… Esa organización de la narrativa es lo que da el lenguaje narrativo del tebeo, y para mí es tan interesante como el dibujo, si no más».
«Este story board es muy somero, son cabecillas de alfiler, garabatillos minúsculos que sólo entiendo yo, pero que me sirve para hacer después una primera versión de las páginas a lápiz, que hago en formato pequeño, en A-4. Una vez tengo eso, amplío esa versión a lápiz al doble, a tamaño A-3, y lo transfiero sobre papel de acuarela que he preparado a la manera tradicional. Primero lo transfiero con un sistema un poco engorroso y laborioso, con una especie de papel de calco, como el papel carbón de antes, pero que es de color azul, y la materia es una especie de tiza. El dibujo transferido es un poco grosero, hay que refinarlo un poquito a lápiz, ciertas partes, pero bueno, es una base de trabajo buena, y sobre esa versión hago el entintado, y luego el color con acuarela”.
¿Ordenador? “Ordenador, ninguno. En Blacksad, cero. En las páginas no verás nada hecho con ordenador, sólo el texto. Es una tipografía informática, pero que está basada en mi propia escritura. En cambio, en las páginas definitivas no hay nada de ordenador”.
¿Cuáles son las diferencias entre dibujar para cómic y dibujar para animación? “Son dos medios completamente distintos. El dibujo es el dibujo, pero la utilización que se hace de él es muy distinta. Sería imposible resumir aquí cuáles son las diferencias, las cualidades que se requieren de un dibujante para una cosa u otra… Hay un ejemplo muy elocuente. El hecho de que muchas personas me comentan, sobre todo en Blacksad, que encuentran mi dibujo muy dinámico y dicen: ‘claro, eso es porque es usted animador. Las poses de sus viñetas son poses de animación’. Yo les digo, pues no, todo lo contrario. El enfoque del dinamismo en cómic y en animación es el opuesto. Un dibujo de animación no serviría para una viñeta de cómic, y una viñeta de cómic no sería nunca un dibujo de animación”.
“Para animación, vas a necesitar un cierto número de dibujos que te van a desarrollar el movimiento, y ese movimiento está desglosado en sus mínimos detalles, contando con todos los desfases de tiempo de los diferentes elementos que intervienen en el movimiento. Un dibujo de animación representa un instante muy preciso del movimiento, y en general no son dibujos visualmente bonitos, en cambio, en el tebeo, hay que resumir todo eso, 10, 20 o 30 dibujos, en un solo dibujo. Ese dibujo será una síntesis de algunos de esos dibujos. Muy raramente un dibujo de animación serviría para resumir el plano entero. De un personaje de animación, hay siempre una o varias poses principales que se quedan en la retina del espectador, la sensación que tiene el espectador de ese personaje. Ese dibujo que el espectador retiene, normalmente no existe, en realidad es una síntesis de los diferentes dibujos. La imagen atractiva, la que marca, es justamente una ilusión de movimiento”.
¿Con qué personaje te quedarías de los que has diseñado para animación? “De lo que he hecho, lo que más me ha gustado,… hombre, estoy muy contento de todos los personajes en los que trabajé. De Disney, el que más me gustó trabajar, el último, que no es conocido, Lorenzo el gato. Era un cortometraje experimental, que se animó en el estudio de París. Había una especie de gato obeso, que se levantaba en un hechizo, y la cola cobraba vida y se ponía a bailar un tango con el gato”.
¿La industria española del cómic va un poco a remolque de otras? ¿Cómo ves este asunto? “No es culpa de la industria, ni de los editores españoles. La industria responde al mercado, y el mercado del tebeo en España es el que es. Es mínimo, está muy poco apoyado por las instituciones, los editores hacen lo que pueden. Pero con un público que no representa ni una décima parte del público y del mercado francés, qué quieres que hagan. No se le puede pedir peras al olmo. Los editores españoles en general lo hacen muy bien, pero es muy difícil que tomen iniciativas propias. Publican en general el material que se publica en Francia, que en parte es español”.
“El caso nuestro, de Juan Díaz y mío, trabajamos directamente para el mercado francés, es lo que nos interesa. Hay ciertos editores que se atreven y tienen la iniciativa de bregar contra el temporal y editar tebeos españoles, lo cual es fantástico. Es difícil que sea rentable. Cuando lo hacen, yo creo que es porque el tebeo está hecho y pensado para el mercado español. Aunque la situación editorial en España no sea comparable a la del mercado francófono, a quien no se le puede reprochar es a los editores. El patio no está para más. Últimamente encuentro que hay una cantidad enorme de material europeo que se publica en España, como cinco veces más que hace unos años, y representa una gran labor por parte de los editores”.
¿Qué cómic no puede faltar en la estantería de un amante de este género? “Es imposible resumir a uno, imposible resumir a varios. Lo que me gusta del tebeo es la variedad, y que me puede emocionar tanto y puedo considerar tan imprescindibles, y no estoy haciendo una lista resumen, “La Gloria de Hera”, de Le Tendre y Rossi, como “Maus” de Spiegelman, un “Spirit” de Will Eisner, un “Asterix” o un “Tintín”, un “Paracuellos” de Carlos Giménez, es tan rica la variedad en la creación de los tebeos, es una riqueza fantástica. Sería muy difícil limitar, he citado varias obras pero, claro, estoy dejando atrás en el tintero “Érase una vez en Francia”, “La hija del profesor” de Guibert y Sfar, “El cuaderno azul” de Juillard, … cada obra explora un registro diferente, de la narrativa, del dibujo, de la idea del tebeo, de los géneros, …”.
Cómic
Cecilia Vårhed nos habla de su trabajo en ‘Santa Carencia’
A Amor acaban de ponerle los cuernos y tiene que ser ella misma quien rompa con su novio por teléfono porque él es demasiado cobarde para hacerlo. Además, no tiene ni casa ni trabajo ni dinero. Lo que sí tiene es un grupo de amigos en los que no se puede confiar demasiado, pero que han creado una extraña dependencia entre sí y, a pesar de todo, permanecen juntos. Quizá lo que los une es que ninguno parece capaz de hacer otros amigos, y que tampoco están mucho mejor que ella. Entre fiestas decadentes, videojuegos, citas fallidas, sueños frustrados y mucho autodesdén, Amor hará todo lo que la procrastinación le permita para sobrellevar su pena. Con estas palabras La Granja Editorial nos presenta ‘Santa Carencia’. Con Cecilia Vårhed charlamos en las siguientes líneas sobre este cómic.

¿Cómo nació este proyecto? “Alquilé una habitación en una casa que pertenecía a un «grupo de medicina alternativa». Eran como una secta. Los coches aparcaban afuera todos los lunes y realizaban exorcismos en la planta baja, justo debajo de mi habitación, así que oía cánticos, toses, gemidos y gritos. Cada semana había una nueva catástrofe con mis amigos y nunca supimos por qué. Fue una época miserable y cómica. He hecho cómics sobre mis amigos toda mi vida, así que se ha convertido en una especie de hábito”.
¿Qué encontramos en este cómic? “Santa Carencia trata sobre unos amigos que tienen una dinámica de grupo muy extraña: creen que todos los demás son unos perdedores, como una forma de defenderse de ser ellos mismos los verdaderos perdedores. No soportan la idea de que alguien se separe del grupo y triunfe por sí solo. Dentro del grupo hay amor, pero es indistinguible del odio”, nos cuenta Cecilia Vårhed.

¿Cómo fue el trabajo previo al libro? Me refiero a la fase de investigación, la documentación, las pruebas, quizás incluso los dibujos en un cuaderno… “Solía hacer fanzines sobre cosas que me sucedían la semana anterior, y cuando tuve cinco, ¡sentí que debía rehacerlos en un libro! Fue genial porque a todos les pareció bien que los usara como personajes de cómic. Zack dijo que le hacía sentir «como una persona real». Algunos eventos reales se edulcoraron en la versión de cómic, y no al revés”.

“También se hicieron algunos cambios entre los fanzines y el libro. Alfons solía ser humano, pero muchos personajes humanos resultaban espeluznantes. Además, los hice mucho más atractivos en el libro que en los fanzines. En Suecia, los personajes suelen ser muy feos. Incluso los dibujantes más atractivos se hacen ver muy feos en sus cómics. Entiendo que es una representación del yo interior del artista. Y eso suma; cuando hice los fanzines estaba muy agotada y ansiosa, pero cuando hice el libro me sentí genial. Por eso Amor solía parecer anémica y ahora parece que le han hecho una transfusión de sangre”, asegura Cecilia Vårhed.
¿Cómo nacieron estos personajes? ¿Por qué son diferentes? Cuéntanos tu enfoque al crearlos. “Originalmente tenía más personajes, pero el editor sueco Fredrik Jonsson me recomendó este ejercicio narrativo genial: escribir cinco adjetivos para cada personaje, que no se puedan superponer con los de ningún otro. Así defines a los personajes con mayor claridad. Todos provienen en mayor o menor medida de personas que he conocido, pero me aseguro de que sean arquetípicos para poder seguir inspirándome en ellos, independientemente de quién esté o no en mi vida. Quiero que los personajes crezcan conmigo para poder seguir usándolos incluso cuando tenga 100 años y esté en una residencia de ancianos. Siempre habrá un Alfons o una Guerrera del Amor en algún lugar”.

¿Con qué personaje te identificas más? ¿O cuál tiene más en común con Cecilia? “Es una mezcla entre Amor y Alfons… Amor tiene más de mi historia, pero temperamentalmente soy más colérica, como Alfons. Aunque gran parte del personaje de Alfons depende de que sea un hombre. Hay muy pocas mujeres que puedan ser mujeres como Alfons”, continúa Cecilia Vårhed.
Cuéntanos algo sobre las ilustraciones. “¡Me encantan los estilos de dibujo que cambian mucho! Muchos dibujantes de cómics de mi generación en Suecia empezaron a leer manga en la biblioteca del colegio, así que tenemos esta raíz en común. Cuando una chica del instituto empezó a darme la lata con la anatomía, dejé de dibujar manga y aprendí cómics alternativos. Entonces quise volver a hacer algo bonito y lo mezclé todo”.

¿Con qué técnicas trabajaste en este libro? “El libro está hecho digitalmente, lo cual tiene un estatus bastante bajo en la comunidad artística. En el futuro podría volver al dibujo tradicional por un tiempo, o tal vez no. Para mí, lo más importante es la narrativa, y cualquier método que me permita hacerlo y, al mismo tiempo, tener tiempo para mi trabajo en la fábrica de cajas prevalecerá”, confiesa Cecilia Vårhed.
¿Cómo fue el proceso de creación de este libro? “Fue muy largo, ya que hice los fanzines hace algunos años. Tuve que encajar todo en una historia coherente. Sabía que quería seguir usando a los personajes durante mucho tiempo, y como esta es su historia, tuve que empezar el primer libro como en los fanzines”.

¿En qué estás trabajando ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “¡La secuela saldrá en Suecia dentro de un año aproximadamente! En el nuevo libro, la pandilla se ha separado por el tiempo y parece que a todos les va bastante bien. Pero, a medida que avanza, todo se desmorona y se ven obligados a reencontrarse con la amistad. Se embarcan en un viaje para ver si el destino existe y, sobre todo, si está de su lado o no. Ha sido genial escribir algo completamente nuevo con todo lo que sé sobre el mundo ahora y que antes desconocía. El proceso ha sido divertidísimo, como bajar una montaña en coche”.
Cómic
Fran Mariscal une problemas sociales y fantasía en ‘Moribundo’
Novelista de terror en cierne, Egon trata de mantenerse a flote mientras su vida entera se va a pique. La causa de su caída se llama Liz Tombstone y es la única heredera del antiquísimo clan de vampiros que gobierna la localidad de Hollow Hill. Juntos, Liz y Egon han establecido una relación tóxica que solo puede conducir a un destino peor que la muerte. Fran Mariscal debuta con una historia angustiosa y sobrenatural a medio camino entre el horror y el delirio, una historia que expresa al mismo tiempo el miedo a la separación y la esperanza de construir una vida mejor. Norma Editorial publica este cómic. Sobre ‘Moribundo’ hablamos en las siguientes líneas con su autor.

¿Dónde está el origen de este proyecto? “Nace, precisamente, de una depresión que tuve a raíz de una ruptura de pareja que fue muy nociva, y que termina en una depresión. Estuve yendo a una psicóloga, con terapia, rodeado de la familia, todo para salir del bache. Y fue durante estas sesiones donde la propia psicóloga me sugirió la idea de que yo expresara, purgara ese malestar que tenía, mediante la escritura. Como la escritura no era mi medio de expresión, decidí hacerlo mediante el dibujo. Hice algunas páginas, pero no lo continué porque no estaba en condiciones en ese momento de hacer realmente nada”.
“Pasó el tiempo, me recuperé, rehice mi vida, con todo lo que conlleva una recuperación, que es un proceso lento. Cuando ya me vi más capacitado, retomé aquellas páginas y sentí la necesidad de terminar ese tebeo para ya purgar del todo lo que tenía ahí dentro. También para utilizarlo a modo de cuento, como podría ser un cuento de los hermanos Grimm, con metáforas y con alegorías de los peligros que de adultos nos podemos encontrar, por ejemplo, lo que puede ser una depresión, o una relación de pareja tóxica y relaciones, en general, nocivas”, nos cuenta Fran Mariscal.

“Yo no quería hacer una crónica ni una historia autobiográfica, así que me lo llevé a mi terreno y encontré la figura del vampiro, un ejemplo perfecto para hablar de esto mismo que he comentado, y así nace Moribundo”.
Si tuvieras que definirlo en una o dos frases, ¿qué se van a encontrar los lectores en las páginas de este cómic? “Se van a encontrar una historia con tintes góticos sobrenaturales, con una estética que bebe mucho de autores como Dave McKean, como Bill Sinclair, como Jorge González, y que bebe mucho, sobre todo, de esa gran época que fueron los cómics de vértigo, en mi opinión, y van a encontrar una historia con una doble lectura”, asegura Fran Mariscal.
Si hablamos del dibujo, de las ilustraciones, ¿qué dirías que tienen de característico? A simple vista con ilustraciones como desdibujadas… “Sí, y creo que también está entrando por los ojos precisamente por el apartado gráfico. Sí que es mi primera obra como autor completo, pero con el tema de los lápices, sí que tenía más seguridad en mí mismo. Entiendo que gráficamente pueda sorprender, porque se ve diferente a lo que hay ahora”.

Has hablado de que te sientes cómodo con los lápices, ¿con qué técnicas sueles trabajar o con qué técnicas has trabajado en concreto en este proyecto? “Vengo de darle mucha caña a lo que es el tema tradicional y de mancharme las manos con pintura y técnicas mixtas, pero sí que es verdad que en ‘Moribundo’ y en los últimos trabajos que he ido realizando he optado por trabajar en digital, más que nada por la versatilidad y por la velocidad con la que se puede trabajar -continúa Fran Mariscal-. Siendo Moribundo un cómic tan extenso, haberlo hecho todo en tradicional habría sido muy laborioso y, sobre todo, que me habría llevado mucho más tiempo. Entonces opté por hacerlo en digital. El que me conoce sabe que yo trabajo el digital de la misma manera que en tradicional, voy pintando encima y voy aplicando mis texturas, uso mis pinceles, o sea, que más o menos es lo mismo, solo cambia el medio, la herramienta”.

Hay una cosa que me ha llamado mucho la atención, y es ese recurso que utilizas cuando rompes en pedazos la línea que separa las viñetas. “No puedo decir que sea original, no lo es, ya había un cómic de Batman, en el que cuando las cosas se iban poniendo un poco tensas o desagradables, pues las viñetas se rompían y parecían que formaban parte de la propia ilustración, como si fuera un collage, y eso en su día me sorprendió bastante. En Moribundo lo vi como un recurso que podía ir bien y que le podía aportar un punto más interesante, eso de romper lo que son las viñetas, al final las viñetas separan las acciones de la historia y muchas veces son elipsis de tiempo”, asegura Fran Mariscal.
“Entonces, siendo un cómic, digamos, tan onírico y tan personal, me parecía interesante que se rompieran todos los esquemas posibles y que precisamente el lector, cuando ve una página en la que se están rompiendo esas celdas que encasillan las acciones, se quede desconcertado también, y creo que eso sí que lo he conseguido”.

Me estás contando que al final es un proyecto que es bastante personal. ¿Es más fácil de trabajar con ello, porque es algo que evidentemente has vivido, o es más difícil porque realmente te expones al lector? “Creo que un poco de ambas, la verdad. Creo que no sería capaz de contar una historia de algo que no conozco, de lo que no tengo información o algo con lo que no me sienta cómodo. Pero, por otro lado, también durante el proceso de la creación del cómic, sí que había momentos en los que me incomodaba un poco contar alguna cosa, porque al final sí que eran muy parecidas a como realmente a mí me ocurrieron. Tenía que buscar alguna manera de contar cosas sin entrar en el morbo, porque es algo que a mí no me interesaba, yo realmente con esta historia no quería hablar de mí, ni de mi expareja, ni de nadie, al final quería hacer algo lo más genérico posible, pero teniendo alma, que no quedara un producto vacuo, y que, sobre todo, el lector se pudiera sentir identificado o que le pudiera ayudar si está pasando por algo parecido o conoce a alguien que haya vivido algo parecido”, nos cuenta Fran Mariscal.

Ahora estás volcado con la promoción de Moribundo, que acaba de salir, como quien dice, pero no sé si tienes algún proyecto ya en mente y no sé hasta dónde nos puedes contar. Pues sí, ahora estoy volcado con esto, pero sí que ya empecé con otro proyecto, que es un western. Es un género que a mí me gusta mucho y creo que se pueden contar historias también crudas e historias de violencia, de venganza, pero quiero darle mi toque de terror, volcar mis inquietudes ahí. De momento lo tengo en pausa. Ahora toca Moribundo”.
Cómic
Agustina Guerrero nos invita en ‘Hoy’ a cambiar la mirada
¿Qué pasaría si una mañana decidieras cambiar el rumbo de tu día? Si por una vez dejaras de lado todos los planes que has ido elaborando en tu cabeza con milimétrica perfección. Si te propusieras huir de la hiperconectividad, de las prisas y de las tareas que te autoimpones.
A veces es necesario bajar el ritmo: detenerse, caminar sin destino, sumergirse en el presente y mirar. Mirar es una elección, nos recuerda Agustina Guerrero en esta novela gráfica que transcurre en una transformadora jornada en Barcelona: un día dedicado a dejarse llevar, a escuchar las historias que la ciudad tiene que contarle y a abrirse a que surja lo inesperado. Porque son precisamente esos momentos en los que uno se permite observar, sentir e improvisar los que dejan una mayor huella en la memoria y le dan sabor y sentido a la vida. En las siguientes líneas charlamos con Agustina sobre ‘Hoy’, su último trabajo, que edita Lumen.

¿Cómo surge la idea de las diapositivas? “Pues, porque sucedió. Me las encontré y me dije, tengo que hacer algo con este tesoro. A la hora de escribir y de dibujar, siempre parto de hechos reales. Me cuesta mucho escribir ficción. Y están en el libro, estas diapositivas, que además son maravillosas, están también manifestando en cierto modo el paso del tiempo, y que el personaje esté caminando por esas calles y por esos lugares, y reconociéndolos, pero 50 años después. Me parecía que era como tener presente el paso del tiempo, y también utilizar estas diapositivas como mapa, que la vayan guiando”.
Tanto el título como, bueno, un poco a donde nos va llevando también la historia en este libro, se habla de aprovechar y de disfrutar el ahora, el presente. Y que muchas veces, como le pasa a la protagonista, como te pasa a ti, empiezas a pensar mucho en todo lo que hay que hacer, en el futuro, en cosas que pasarán o no pasarán, y hay que pararse más y disfrutar del presente, ¿no? “Sí, de hecho, es la intención del libro. El libro no se iba a llamar así, se iba a llamar de otro modo. Y dándole vueltas también a la historia y a la esencia que tiene el libro, que es justamente esto, disfrutar, darle valor a lo cotidiano, a cada día. No sé, me da la sensación de que vivimos cada día tan aceleradamente, siempre esperando las vacaciones, siempre esperando el fin de semana para descansar… Y me parece que los días van pasando, que esto no es para siempre”, asegura Agustina Guerrero.

“Y la finalidad del libro es esta, es como que estar bien de vacaciones, en un lugar bonito, es relativamente fácil. Pero me parece más interesante cómo cada uno habita lo cotidiano, y con qué ojos, y con qué mirada lo hace. Entonces, para mí, la intención del libro es esta”.
Hay una frase en el libro, de Gloria Fuertes, que es magnífica, me parece magnífica. Dice así: «O te subes al carro o tendrás que empujarlo. Ni me subí ni lo empujé. Me senté en la cuneta y alrededor de mí, a su debido tiempo, brotaron las amapolas». “Maravillosa, sí, es maravillosa esa frase. De hecho, creo que encaja a la perfección con el libro, es bellísima. Y además me encanta Gloria Fuertes también, así que, es fantástico que esté en las páginas de este libro”, afirma Agustina Guerrero.
¿Con qué técnicas has trabajado en este libro? “Yo desde hace ya muchos años trabajo en digital. Mis primeros libros eran todos analógicos, pero llegó un momento en el que empecé ya a trabajar más en digital. Es un proceso largo, porque al principio es como que trabajo en el ordenador, dibujando y escribiendo a la vez, como que las historias, lo que escribo y lo que dibujo, tienen que ir a la vez. No es que yo hago el guión y luego dibujo. Voy dibujando los bocetos, y luego una vez que está toda la página acabada, con su texto, con sus dibujos, lo traslado al iPad. Entonces ahí empieza el siguiente paso, que es pasar a limpio, de bocetos que están muy acabados. Muchas veces mi editora dice: bueno, pero Agustina, esto ya se puede publicar. Y digo, no, que ahora hay que pasarlo a limpio. Es como que lo rehago, pero puliendo mucho los detalles, los colores”.

Háblame un poco del uso del color en este libro, que sí que es súper llamativo. “La verdad que respecto a la paleta de colores, al principio yo tenía claro que quería que estuviese el azul. Me traslada a Barcelona, a ese ambiente marítimo, y el rosa tan potente, que para mí el rosa simboliza la felicidad, la alegría -continúa Agustina Guerrero-. De hecho, el rosa está presente cuando el personaje está bien. Porque el libro comienza con todos los colores fríos, con los azules. Y solo el rosa aparece cuando el personaje se siente en calma, cuando se siente bien. Cuando empieza a dar el paseo, el rosa ya es protagonista. Como que siento que los colores también comunican, se relacionan entre sí, y me parece que no se ponen al azar”.

“En este caso los he pensado mucho. Y bueno, el amarillo que solo sale prácticamente en su camiseta, que es esa luz, que sale como de su pecho, ¿no? Que dentro de esa ropa oscura que lleva, pues adentro tiene un brillito. Y el rojo, que aparece con otro carácter, en detalles, pero creo que muy acertados para mí”.
En el libro aparecen diferentes espacios de Barcelona, por donde vas paseando. No sé si ahí aparece alguno de tus sitios favoritos, o quizá hay alguno que no aparece y donde también te gusta escaparte, a descansar, a mirar, a observar, a escuchar… “Para mí uno de mis sitios favoritos, que aparecen en el libro, son los Jardines del Larival, donde está el Teatro Grec. Para mí recorrer esos jardines es como salir del bullicio y meterte como en una selva, porque está llena de plantas diferentes, de silencio. Pero bueno, intenté mostrar una Barcelona más de barrio, como que son los espacios que yo recorro cuando estoy bien, cuando me apetece. No suelo ir al centro y meterme allí, por esas calles”, nos cuenta Agustina Guerrero.

Al final hablas de vivencias, de cosas que son reales, que han pasado de verdad. ¿Es más fácil cuando hablas de algo que has vivido, que conoces perfectamente, o al mismo tiempo quizá es más difícil porque te expones también más al lector, te abres más al lector? “Sí, ahora, a día de hoy, me resulta fácil. Todos mis libros son autobiográficos. Tuve como mucho temor a dar este paso, abrirme. Pero con el libro ‘El viaje’, creo que hubo un cambio respecto a todos los libros que venía haciendo. En ‘El viaje’ el personaje, mi manera de contar, cogió otra dirección”.
“Tengo que reconocer que antes de lanzar ese libro tenía mucho miedo. Mis anteriores libros surgían más desde el humor, y aquí dí un giro. De todos modos la forma de exponerme no deja de ser algo que yo voy controlando. No deja de ser también poner en duda qué existe, qué no, en lo que cuento. No deja de ser una novela gráfica en donde voy explicando y contando lo que a mí me apetece. Te digo que me cuesta más exponerme en persona, ir a presentaciones, entrevistas, y hablar de ello, que dibujarme desnuda, por ejemplo. Poner mi cuerpo real frente a las personas y tal, es algo que había evitado. Bueno, ahora me estoy animando más, pero ese tipo de exposición es la que más me cuesta y la que más cuido también. De hecho, en mis redes prácticamente no salgo, muestro solo mis dibujos, porque eso lo quiero preservar, porque eso sí que me da más vértigo”, confiesa Agustina Guerrero.

Volviendo un poco a los dibujos, me gustaría que me hablaras también un poco del uso de diferentes perspectivas, no sé si hablar de planos cinematográficos de alguna manera… “Sí, mi amiga me dice: “juegas mucho con la cámara, como los encuadres”. Tú piensa que en este libro aparece prácticamente siempre el mismo personaje, entonces el ritmo también se va ganando y generando a través de los encuadres, porque si no, resultaría un libro muy monótono”.

“Además también para mí el mostrar las ilustraciones desde diferentes ángulos, es hacer una especie de guiño a que cuando uno pasea, cuando tienes los ojos puestos en mirar los detalles, miras para arriba, miras para abajo, miras para el costado, como que hay toda una mirada de 360 grados que quise también plasmarla en el libro. También con los detalles, que es un libro que tiene mucho detallito, que mi intención es que te den ganas, al cerrar el libro, de decir: quiero ir a mirar mi barrio con otros ojos. Es como un entrenamiento, una entrada en calor de la mirada. Yo siempre digo que este libro hay que mirarlo lento, para que cuando lo cierres digas, ostras, nunca me había percatado de este árbol que hay aquí. Como que la mirada se entrena también”, comenta Agustina Guerrero.

Hay muchas ilustraciones que nos encantan, que es verdad que te atraen, que te quedas mirándolas, observándolas. Hay una página en concreto en la que estás como dentro de una burbuja. Es como una pompa, como una pompa de jabón. Estás como en tu mundo y de pronto la cotidianidad o el día a día, rompe esa burbuja… “Sí, esta doble página me gusta mucho. En el libro yo no quiero demostrar que uno tiene que dejar de ser lo que es. Yo, por ejemplo, soy una persona que soy muy controladora, que me anticipo, que me gusta tenerlo todo organizado, saber lo que va a suceder. Ya forma parte de mí eso. Pero sí que es verdad que, claro, cuando ya se pasa al exceso, y cuando ya controla toda tu vida y tu cabeza no para de pensar y de analizar y de planear, es tóxico, me resulta tóxico a mí. Entonces, es la idea de buscar esos espacios o esas cosas que te hagan anclarte en el presente, como por ejemplo en este caso las plantas, que me llevan a esta burbujita, o salir en furgoneta, que me ponen a una Agustina que se deja fluir, digamos, que se deja improvisar. Y es lo que yo intento hacer ahora, como recuperar esas burbujitas, y que haya muchas a lo largo de la semana”.
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