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Entrevistas

Juan Palomino nos abre esta ‘Cajita de fósforos’

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Una cuidada selección de la mejor poesía infantil no rimada en Hispanoamérica, desde Jorge Luis Borges a María José Ferrada, enciende la llama de esta singular ‘Cajita de fósforos’. Así nos presenta la editorial Ekaré este fantástico libro ilustrado por Juan Palomino, con el que charlamos sobre su trabajo en este proyecto.

¿Cómo nace este proyecto? Juan Palomino: “Te puedo contar cómo llegó a mí, porque creo que su historia es muy larga, y empezó con una investigación de Adolfo Córdoba. Para mí comenzó cuando me contactó Pancha Mayobre, de Ekaré. Después de no habernos podido ver durante la FIL de Guadalajara en el 2018, nos encontramos más bien en la Ciudad de México, unos días después. Cuento esto porque creo que desde que nos vimos, en una reunión más bien festiva y cercana que lo que en general se espera de una junta de trabajo, se formó un vínculo íntimo entre nosotros y con el proyecto. Me explicaron ahí de qué iba todo, y me emocionó la noticia por varias razones: era un gusto poder trabajar con Ekaré, que tiene libros muy bonitos y cuidados, se trataba de ilustrar poesía, cosa que a mí me gusta aunque me da inseguridad hacer; era una selección de Adolfo Córdoba, que además de amigo es un gran conocedor de la literatura infantil, poeta él mismo; y, quizá la más importante, el reto era que la imagen, que me tocaba a mí hacer, tenía que generar un vínculo gráfico, entrelazar de algún modo los poemas, que aunque independientes, resuenan unos en otros. Para mí eso era una tarea muy interesante, aunque también difícil”.

Juan Palomino

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Creo que el título del libro es muy afortunado. Tiene el espíritu de esas cajitas, algunas de fósforos y otras no, en las que de niños guardamos objetos que por alguna razón nos parecen valiosos. Son objetos de naturaleza diversa, pero cada uno es un pequeño universo, una experiencia, un recuerdo. Los une, de un modo misterioso, aunque con una armonía extraña, estar juntos ahí, ser la forma concreta de una red de la memoria, de sensaciones, de la experiencia íntima”.

“Este libro es una selección de poemas no rimados de autores y autoras de 10 países de Iberoamérica, que abarcan un siglo de poesía -continúa Juan Palomino-. Cada uno resuena en el anterior, y cada uno, como los objetos de una cajita de tesoros, es una huella, un fragmento de un mundo mayor que al mismo tiempo que se basta a sí mismo se abre hacia afuera, se expande y se comunica con los otros, del mismo modo en que en una cajita de tesoros los objetos son parte de una red que no se muestra mas que al verlos en conjunto”.

“Las imágenes que los acompañan buscan estar en armonía con el tono de cada uno, al mismo tiempo que conservan y potencian las conexiones sutiles entre ellos, en un juego de significación y resignificación de los objetos que aparecen, reaparecen y se transforman”. 

Juan Palomino

¿Qué tiene de especial o diferente ilustrar poesía? “Ilustrar poesía, para mí, es donde el diálogo posible entre palabra e imagen encuentra su dimensión más rica. No quiero decir con esto que en otros diálogos texto-imagen no pueda darse el mismo juego, pero en el caso de la poesía ilustrada se evidencia su necesidad, y su potencia. Cuando empezaba a explorar este oficio, Fabio Morábito me dio la oportunidad de ilustrar un libro con sus poemas. Yo era muy novato e inexperto, y recuerdo de esa experiencia que él me dijo que un poema solo se puede ilustrar con otro poema. Creo que eso es cierto en la ilustración en general, y más claramente cuando se trata de ilustrar poesía”. 

“En un poema el lenguaje se abre, se muestra en su aténtico carácter polisémico, inacabado. Un poema no es unívoco, no tiene un mensaje concreto, definido, qué transmitir -asegura Juan Palomino-. En el poema las palabras y los versos no son solo lo que inmediatamente leemos. En el poema hay juego, ritmo, música. Es al mismo tiempo el abismo que contienen las palabras y su pura superficie, su sonido. La imagen que ilustra un poema tiene que ser fiel a eso. Su pretensión no puede ser la de decodificarlo, traducirlo, explicarlo, completar su sentido. Hacerlo mataría lo que hay vivo en él, su naturaleza abierta, dinámica, floreciente. Para ilustrar un poema es necesario, creo, pensar que la imagen gráfica es también imagen poética. Lo que aparece en ella debe disparar hacia afuera y hacia adentro, no agotarse en lo que vemos. Tampoco puede ser el resultado de una autopsia del texto, ni su punto final. La ilustración de la poesía es más bien un diálogo de sensibilidades, de semillas que germinarán en la lectura. Su papel es el de ser una especie de caja de resonancia de lo que hay en el poema, y también el de generar su propia música, su propio juego”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? “Creo que lo particular fue el proceso de generar una especie de universo compartido para las imágenes que acompañan cada poema, que no fue creado para leerse con los demás de esta antología. La forma que tenía la selección que hizo Adolfo fue un buen punto de partida. Lo que determina el acomodo particular de los poemas es que hay alguna palabra, alguna idea o metáfora que salta de uno a otro, como si la llama de cada fósforo encendiera al que tiene al lado. Lo que hice para pensar en el hilo de las imágenes de este libro fue apropiarme de ese principio, y establecer una serie de objetos que al mismo tiempo que se mantenían, de algún modo, se iban transformando en una especie de secuencia sugerida por los poemas, pero también por la lógica misma de las imágenes, de lo que había acontecido antes -nos cuenta Juan Palomino-. Lo que permitió este camino es que la forma final de las imágenes fuera el resultado de un juego que no estaba totalmente determinado por lo que pasaba en cada poema, que tenía su propio sentido misterioso y oculto incluso para mí. De este modo, había una especie de conjunto de reglas que disparaba las imágenes por fuera de la determinación absoluta que podía esperarse por su convivencia con un poema u otro, al mismo tiempo que, en cada caso, era como si en cada parada los personajes y objetos que aparecen en ellas tuvieran una conversación distinta, como si los poemas alteraran sus formas y significados sin eliminar su propia inercia, su camino futuro y su pasado. Al final, entonces, una misma forma acumula en la secuencia los sentidos que tuvo en las anteriores, en un juego de significados que acompaña el juego de los poemas y de los puentes más o menos arbitrarios entre ellos”.

Juan Palomino

¿Qué hay de diferente respecto a otros trabajos? “El proceso, totalmente -afirma Juan Palomino-. A pesar de lo que he dicho antes tengo, por personalidad y formación, el hábito perverso de intentar traducir en imagen todo lo contenido en los textos que ilustro. Me cuesta mucho trabajo darle espacio al juego y al accidente, y en general construyo imágenes como si fueran un mecanismo muy planeado de relaciones entre objetos, formas, colores.

En este caso, y dado que la tarea era ilustrar poesía, tenía la responsabilidad y la necesidad personal de enfrentarme con esos hábitos, y para esto, establecer una serie de reglas, un juego con sus reglas, me permitió generar un diálogo más interesante entre los poemas y sus imágenes, al mismo tiempo que era una forma de obligarme a tomar caminos cuyos finales no podía prever”. 

“En cuanto a lo plástico, en este libro, como en otros también recientes, he intentado usar cada vez más materiales y técnicas tradicionales, con composiciones que tampoco están determinadas desde el principio, sino que se construyen más orgánicamente a partir de los elementos que sé que van a habitar cada imagen. De este modo hay caminos conceptuales y formales que escapan de mi control y permiten encuentros y valores más complejos”. 

¿Con qué técnicas trabajaste? “En general son una mezcla de monotipias con dibujos hechos con distintos materiales. Cuando sabía más o menos qué va a haber en una imagen, hacía muchos dibujos separados que luego digitalizaba y componía para construir la ilustración final”.

Juan Palomino

Háblanos un poco del proceso de elaboración de este libro. “Para mí el peso más importante en el proceso de ilustración de un libro está en la lectura -confiesa Juan Palomino-. En darle la atención y el tiempo necesario para que esa lectura sea profunda, pero sobre todo íntima. Creo que cuando un ilustrador llega a este punto tiene recorrido gran parte del camino, porque las imágenes que surgen de una relación íntima con un texto, en la que se cruzan las sensibilidades de los autores, y no solo sus superficies, es posible crear imágenes que hablen también íntimamente a los lectores, y no se agoten de inmediato. Lo que siguió a eso fue, por un lado, empezar a pensar en una estructura gráfica que conservara y potenciara la lógica existente en la ordenación de los poemas, y que al mismo tiempo permitiera relacionarse con cada uno”.

“A mí me gustaba mucho la relación de los poemas con esos objetos que generalmente dejamos de tener cuando crecemos, pero que son tan importantes y preciados en la infancia. Empecé mi proceso pensando que quería usar en las imágenes objetos que hicieran referencia a los que solemos poner en este tipo de cajitas. Plantear un diálogo entre mis objetos de la infancia y sus significados posibles con lo que había en los poemas. Sin embargo, abandoné parcialmente ese camino cuando, leyendo el poema de María Elena Walsh que le da nombre al libro, tuve una especie de revelación sobre la naturaleza de las cajitas de tesoros, y su relación con la palabra en la poesía -cuenta Juan Palomino-. En él, María Elena dice que los adultos no saben apreciar los objetos que ponemos de niños en esas cajitas. Botones, pelusas, pedazos de hilo no tienen valor por sí mismos. Pero la razón por la que los ponemos ahí no necesariamente está basada en las formas de valoración adultas, consensuales. Son valiosos para nosotros porque encontramos en ellos algo particular, porque podemos verlos por sí mismos, pero también porque señalan otras cosas, nos gusta una canica porque es un pequeño mundo, un pedazo de hilo porque nos remite al lugar o la circunstancia en la que lo encontramos. De este mismo modo, creo, funcionan las palabras en los poemas, y los poemas mismos. En un poema las palabras y los versos se abren hacia afuera y hacia adentro de sí mismos. No son solo lo que inmediatamente nos parece que son, al mismo tiempo que un poema nos permite apreciarlas en su forma, en su sonido, en su superficie. La poesía las sacude y las vuelve a la vida”. 

“A partir de esto, y de la lógica interna de la antología, en la que una palabra salta de un poema al otro, pensé en un juego gráfico posible en el que una serie de formas aparecieran y reaparecieran a lo largo de los poemas conservando a veces su significado, a veces transformándose. Así, el círculo que sugiere un globo es también la undulación que produce un objeto al caer al agua, y también es estrella, luciérnaga, ojo, fósforo apagado. Con este dispositivo podía dialogar de forma específica con los poemas, y también conservar algo de lo que había pasado en imágenes anteriores, o anunciar transformaciones futuras. Así, las formas y las imágenes serían como las palabras en los poemas, y también como los objetos en una cajita de tesoros”. 

“A esta lógica le sumé un par de personajes, una niña y un niño, que interactuarían con las formas y con los poemas para tener un sentido más narrativo a lo largo del libro, una especie de hilo formal, conceptual, y también una especie de historia, un vaivén entre lo que hacía la niña y el niño, entre la noche y el día, entre lo claro y lo oscuro, entre el fósforo prendido y apagado. Al final son estas formas, y los poemas, los objetos dentro de la cajita, y el libro la cajita misma”.

¿Qué dirías que has aprendido con este proyecto? “Para mí, lo más interesante en el proceso que seguí con este libro, es que una vez que se encuentra o se determina una serie de reglas del juego que determinará el funcionamiento de la narrativa gráfica, es que lo que sigue es más una tarea de escucha, de obediencia y de cuidado de lo que está sucediendo, que un camino trazado conscientemente por uno mismo hacia un fin que aunque no conocemos se puede prever, y controlar. Creo que esto fue lo más valioso en mi aprendizaje. Por un lado, dejar de pensar, de una forma más radical y profunda, que una imagen tiene que decir lo mismo que dice el texto. Pensar en otras formas de acompañarlo, de dialogar con él, de plantear tensiones y armonías. Y por otro, encontrar maneras, trucos, trampas que se puede poner uno mismo y que permiten tomar esa distancia, recorrer el camino de la ilustración más como una exploración en la que vamos encontrando cosas, y en la que la tarea es más cercana a estar atentos a lo que sucede más que a construir con un plan, a pesar de lo que encontramos”. 

“Últimamente pienso que dibujar, ilustrar, crear, es más una cuestión de establecer condiciones que permitan un acontecimiento que diseñar y llevar a cabo un camino preestablecido -firma Juan Palomino-. No creo estar todavía a la altura de mis propias ideas, pero ha sido revelador pensar mi trabajo desde ese lugar, que es bastante distante del que solía ser mi punto de partida”.

¿Con qué versos te quedas de los que aparecen en esta selección? “Me quedo con el poema de María Elena Walsh. Fue el que abrió la posibilidad de una relación íntima con el libro, y también el que inspiró el juego que determinó la forma en la que funcionarían las imágenes”.

¿En qué estás trabajando ahora? “Estoy trabajando en un par de libros álbum para niños. La pandemia ha volteado todo de cabeza, y ha sido complicado retomar ordenadamente los proyectos, pero espero terminarlos pronto. Por otro lado, doy clases en una universidad, lo cual es una dimensión importante de mi experiencia de la profesión. Lo que me interesa en estos momentos es tomarme un tiempo para asentar y poner en práctica las cosas que he aprendido teóricamente en los últimos años. Nunca he sentido que soy dibujante, y me gustaría aprender a dibujar más, sin la necesidad de textos o narraciones. También quisiera hacer un libro o una serie de libros que exploren las posibilidades del diálogo texto-imagen. Me interesa mucho el libro álbum como formato y como género, creo que hay muchas posibilidades por explorar ahí”, concluye Juan Palomino.

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Pedro Oyarbide y su visión de ‘El Principito’

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Pedro Oyarbide

Venerado por generaciones de lectores -pequeños y grandes- en todo el mundo, ‘El principito’ es un clásico inagotable que logra conmovernos en cada lectura. La historia de Saint-Exupéry narra el encuentro, en la soledad del desierto del Sáhara, entre un aviador que ha sufrido una avería y un niño que se acerca a él para pedirle el dibujo de un cordero. Este hombrecito de cabellos dorados, que ha viajado por varios planetas antes de recalar en la Tierra, es muy sabio en su inocencia. Su capacidad para el asombro y su arrojo en las preguntas constituyen el origen de las poderosas reflexiones sobre la vida que atesoran estas páginas.

Pedro Oyarbide

“Puede que el piloto que nos cuenta la historia no consiguiera desarrollar su talento artístico, pero sin duda sí lo ha hecho Pedro Oyarbide, que ha reinterpretado con inigualable maestría uno de los libros más entrañables de la literatura universal”, nos cuenta la editorial Lunwerg. Sus ilustraciones, vibrantes y detalladas, nos ofrecen la extraordinaria oportunidad de asomarnos a este libro como si fuera la primera vez. Este es el primer libro ilustrado de este artista español, que está detrás de las icónicas portadas de la arrolladora saga ‘Blackwater’. Con Pedro hemos charlado un poquito más sobre su trabajo en ‘El Principito’.

¿Cómo nace este proyecto? “Pues es curioso, porque yo había propuesto a Lunwerg ilustrar ‘El Principito’, pero no era posible ya que aún no estaba en dominio público. Tiempo después, me encontraba ilustrando otro título cuando mi editora me dijo que justo se habían liberado los derechos, por lo que nos pusimos manos a la obra, dejando el otro libro en standby, ya que era una oportunidad buenísima de sacar cuanto antes mi versión de El Principito”.

Pedro Oyarbide

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Mi intención no era hacer una versión actualizada, sino ofrecer una visión en paralelo a la original aportando mi estilo y estética -nos cuenta Pedro Oyarbide-. Me he alejado del aire delicado y aniñado de las ilustraciones originales y lo he traducido a mi estilo, en muchos casos ilustrando pasajes desde otra óptica completamente diferente y en algunas ocasiones simplemente reinterpretando los originales”.

¿Cómo era tu relación con este libro antes de este proyecto? ¿Cómo ha cambiado o cómo es ahora tras este trabajo? “No lo leí de niño, siempre me causó cierto rechazo el estilo naif de las ilustraciones. No ha sido hasta meterme de lleno con el proyecto cuando he descubierto realmente todo lo que ofrece el texto, e incluso ahora las ilustraciones de Saint-Exupéryme parece que cobran sentido. Por otra parte me parece que es un libro que ya seas niño o adulto, tiene lecciones para todos. No tengo duda del porqué de su trascendencia, forma parte de la cultura popular”.

Pedro Oyarbide

¿Cómo ha sido el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de documentación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “Es un tarea que a priori impone, por eso mismo, es uno de los libros más traducidos y leídos de la historia, quería hacer algo que estuviese a la altura, o al menos que yo estuviese orgulloso del trabajo -confiesa Pedro Oyarbide-. Primero de todo lo leí un par de veces y tomé anotaciones para potenciales enfoques, no había unos márgenes de tiempo demasiado grandes ya que corría prisa sacarlo cuanto antes. Fue un proceso bastante fluido y de los bocetos originales a las ilustraciones finales, apenas hubo cambios compositivos”.

Pedro Oyarbide

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Romper con la estética asociada a la obra original puede que acerque el título a otros lectores”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Trabajo en digital, desde el boceto al arte final”, afirma Pedro Oyarbide

Pedro Oyarbide

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Tengo varios proyectos editoriales interesantes, por una parte sigo ilustrando portadas de Michael McDowell, el autor de Blackwater. Próximamente saldrá ‘Hija de la Venganza’ con Blackie Books. También estoy con un libro completamente ilustrado de uno de los autores más relevantes de la literatura contemporánea española, pero que desgraciadamente no puedo revelar. Saldrá en 2026. A parte de eso estoy trabajando en varios proyectos para Miller Lite y Playstation”.

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Fermín Solís nos presenta a ‘Las niñas intrépidas’

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Fermín Solís

Las niñas intrépidas’ es el abecedario con las niñas más divertidas, personajes de la A a la Z que realizan las hazañas más increíbles. Un libro en mayúsculas que invita a la lectura autónoma, a jugar con los nombres propios y los pareados, y a aprender la grafía de letras. Las ilustraciones del premiado Fermín Solís juegan con personajes cómicos, un poquito gamberros y muy, muy divertidos. Con Fermín hemos charlado un poquito más sobre este proyecto que publica Editorial Libre Albedrío.

Fermín Solís

¿Dónde está el origen de este proyecto? “El origen de este proyecto está en un libro anterior llamado Los niños valientes de las mismas características, pero que mezclaba nombres tanto de niños como de niñas. Digamos que esta es una actualización, pero las protagonistas son las chicas”.

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Se encontrarán un abecedario donde una serie de personajes realizan acciones bastante atrevidas. Algunas de ellas mejor no intentar hacerlas en casa”, asegura Fermín Solís.

Fermín Solís

¿Cómo ha sido el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “En este caso, no hay mucho trabajo de investigación, es un libro divertido sin más para primeros lectores y ya tenía la base del anterior”.

¿Cómo nacen estos personajes? “Pues al contrario que otros libros míos, donde los personajes son importantes, porque la historia gira en torno a ellos, en este caso es simplemente una serie de gags en función al nombre de la protagonista de cada página, es casi más importante la rima que el dibujo”, afirma Fermín Solís.

Fermín Solís

¿Con qué niña intrépida te quedas? “La que lee cómics en la cornisa. Felisa. Aunque es difícil elegir”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Pues respecto a mis nuevos trabajo es más clásico, últimamente estoy evolucionando con la línea, haciendo cosas más atrevidas. En estas me mantuve bastante fiel al estilo del anterior libro”, nos cuenta Fermín Solís.

Fermín Solís

¿Con qué técnicas trabajaste? “En este caso, la técnica es digital”.

Cuéntanos un poco más sobre el trabajo de elaboración de este libro. “Te diría que casi lo más difícil es encontrar la rima divertida para cada nombre. A veces hay nombres difíciles de rimar. Luego me hago un boceto en un papel, y finalmente lo paso a limpio en digital”.

Fermín Solís

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “En noviembre aparece mi nuevo libro publicado por la editorial Salamandra. Fue el proyecto con el que gané el premio Salamandra FNAC de novela gráfica. Se trata de una historia que transcurre en un pueblecito de Extremadura llamado Deleitosa y, de nuevo, lleva como protagonista a una mujer”.

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Anna Pirolli nos guía en el viaje de ‘Fred y Gloria’

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Anna Pirolli

Fred ha recibido una carta de su amiga Gloria, que vive al otro lado del océano. Pero… ¿Dónde está el océano? ¿Cómo se llega hasta alguien a quien quieres mucho, pero no sabes dónde está? La editorial Flamboyant publica “Fred y Gloria”, escrito por Ratha Tep e ilustrado por Anna Pirolli. Una historia para leer en voz alta, compartir en silencio y soñar despiertos. Con Anna Pirolli charlamos un poco más sobre este libro.

¿Cómo surgió este proyecto? “Del encuentro entre Ratha Tep, una talentosa periodista que también escribe libros infantiles, y mi agente, Debbie Bibo. Ella me propuso el texto y acepté: me encantó de inmediato la ironía de la historia y la fuerza del personaje principal”.

Anna Pirolli

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Una historia de amistad que va más allá de las apariencias, una aventura llena de desafíos y situaciones irónicas a través de lugares increíbles, encuentros con personajes extraños y un giro que asombrará a todos”, asegura Anna Pirolli.

Anna Pirolli
Anna Pirolli

¿Qué te pareció el texto de Ratha la primera vez que lo leíste? “Me pareció muy tierno, divertido e intenso. La elección de Fred es contundente y no teme las consecuencias. Me gusta este tipo de personaje: aparentemente pequeño, pero al final decidido e incisivo, como una cuchilla afilada. Me encanta la ironía, y este libro está lleno de situaciones divertidas que aligera el difícil viaje del protagonista. Y también me pareció curioso que la historia comience con una correspondencia. Las cartas son un medio de comunicación casi obsoleto, pero conservan un atractivo poderoso y evocador”.

Anna Pirolli

¿Cómo fue el proceso previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, documentación, pruebas y quizás incluso bocetos en un cuaderno… “Me encanta interpretar textos y encontrar el registro adecuado para dar vida al contenido, a veces oculto, de la historia -confiesa Anna Pirolli-. En cuanto leo una historia, tengo impresiones visuales, pero no tengo una idea precisa de cómo será el libro terminado, así que dedico mucho tiempo a recopilar ideas e imágenes que me ayudan a adentrarme cada vez más en la atmósfera del texto. Cuando esta sensación se hace más evidente, me sumerjo y empiezo a dibujar: primero los personajes, luego los escenarios”.

Anna Pirolli

Anna Pirolli

¿Qué dirías que caracteriza tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otras obras? “Esta fue mi primera vez usando acuarela y me divertí mucho. Desde hace unos años, siempre que puedo (dependiendo del tiempo disponible y del coste del proyecto), dibujo analógicamente. Tras veinte años de técnicas digitales, necesitaba volver a tocar la veta del papel y a oler los colores. La satisfacción de pintar no tiene precio, y la había olvidado -continúa Anna Pirolli-. Quería que las ilustraciones de este libro contaran la historia de Fred con detalles realistas. Quería crear entornos agradables e inmersivos para los niños, retomando las imágenes «clásicas» de los libros de mi infancia, que aún recuerdo y que me transportaron a un mundo paralelo”.

Anna Pirolli

¿Qué técnicas utilizaste entonces? “Acuarela, aplicada en una capa muy densa”.

Anna Pirolli

Cuéntanos un poco más sobre el trabajo de elaboración de este libro. “¡Empecé a trabajar en este proyecto hace tres años! La primera versión del storyboard fue completamente diferente; me centré por completo en los personajes y casi nada en los escenarios. Mi agente se lo presentó a los editores, quienes lo apreciaron, pero con algunas reservas: parecía demasiado minimalista (¡y sin duda lo era!), y quizás el título no era apropiado. Dejé el libro a un lado por un tiempo, porque tenía otras cosas que hacer. Cuando finalmente lo retomé, dos años después, tenía una mentalidad diferente y empecé desde cero. La autora también hizo algunos cambios: dejar que el proyecto «descansara» nos ayudó a centrarnos mejor en los temas fuertes del texto. Si los lectores supieran las revoluciones que hay detrás de un libro infantil «sencillo», ¡se sorprenderían de la cantidad de trabajo!”, nos cuenta Anna Pirolli.

Anna Pirolli

Anna Pirolli

¿En qué estás trabajando ahora? ¿Nuevos proyectos? “Disfruto mucho dando clases, así que estoy preparando nuevos cursos para ofrecer en escuelas y por fin estoy escribiendo mi propio proyecto. Pero no te diré nada, ¡soy supersticiosa!”.

Anna Pirolli
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