Álbum Ilustrado
Sol Ruiz, María Belón y el viaje de ‘Kokoro y el mar’
Kokoro anhela conocer el mar, del mismo azul profundo que sus ojos. Se prepara para el viaje día tras día. Pero, a veces, las cosas no salen como se planean. Un accidente precipita su partida en las condiciones más inesperadas. Sin embargo, tiene todo lo que necesita para enfrentarse a la inmensidad del mar y a la gran ola que la espera en su travesía.
María Belón sobrevivió al tsunami de Asia-Pacífico en diciembre de 2004 con su marido y sus tres hijos. Esta historia nació durante el proceso de escritura del guión de la película ‘Lo imposible‘ (2012) de J. A. Bayona, cuando Jota le pidió: «María, cuéntame qué se aprende al regresar de estas experiencias tan difíciles que la vida nos hace vivir». Fue entonces cuando Kokoro emergió desde el fondo del Mar.
Así nos presenta la Editorial Libre Albedrío ‘Kokoro y el mar‘, un álbum ilustrado de María Belón y Sol Ruiz. Ellas dos nos guían en esta entrevista por el viaje de Kokoro y de este libro.

“Kokoro nace cuando llevamos como un año trabajando el guión de ‘Lo imposible’ con Juan Antonio Bayona, y hay un momento, como en todos los procesos creativos, donde hay como un parón, que es el buscar, el para qué de esta historia, para qué se cuenta esta historia. Y entonces Jota me hace una pregunta, me la tira así como si fuera muy sencilla, y me dice: pero María, ¿cómo se vuelve de estas experiencias? Entonces yo me quedo así como congelada y le digo, es que yo esto no te lo puedo contar, yo no te puedo contar esto con palabras normales. Entonces me doy cuenta de que para mí los cuentos son una manera muy mía de explicar las cosas, de entender la vida. He sido criada con los cuentos toda mi vida, y entonces le digo, hagamos una cosa, déjame el fin de semana y yo intento contártelo en un cuento”.
“Cuando vuelvo a casa me digo, pero bueno, pero qué locura es esta, pero yo cómo le voy a contar… Cojo una cartulina, me tiro al suelo y el cuento empieza a contarse solo, absolutamente solo -continúa María Belón-. De verdad que he vivido lo que es la magia de la creación, de ser simplemente un canal, donde tu mano escribe, donde tu mente piensa, pero hay alguien que te está colocando el personaje, la trama, lo que ocurre, los detalles, y bueno, de repente me encuentro con un dibujo, con una travesía, con un personaje al que le ocurre lo que le ocurre a todo el mundo, que pasa por una circunstancia compleja en la vida, donde de repente la vida te da la vuelta, y cuando vuelves, ya nunca más, afortunadamente, puedes ser quien eras”.

“Y esto lo cuenta Kokoro. Kokoro cuenta qué le pasa, cómo se imagina él la vida y las aventuras. La vida nunca es como la imaginas, siempre es mucho más fabulosa y mucho más aventurera, y Kokoro explica lo que te pasa cuando regresas de esas historias”, nos cuenta María Belón.
“Kokoro es una palabra que para mí es muy importante, que quiere decir corazón, pero no es un corazón latiente, es el corazón espíritu que todos tenemos dentro, eso que te hace un ser único y a la vez que te iguala con todos los demás. Entonces, todo fue muy fácil, fue muy fácil encontrar el nombre del personaje, fue muy fácil encontrar su aventura, fue muy fácil encontrar sus compañeros de travesía. Así que así es como surgió Kokoro, surgió de una pregunta: María, ¿cómo se regresa de estas experiencias en la vida?”
“Estaba preparándome porque me iba a la Feria de Bolonia y estaba preparando en ese momento las charlas a las que iba a asistir, a las que quería presentarme, tenía alguna cita allí con alguna editorial, qué trabajos me llevaba… y de repente recibo una llamada. Me dice que es el representante de María Belón, que si sé quién es, y que ha visto unas ilustraciones mías, que ella tiene un cuento y quiere que yo se lo ilustre”, afirma Sol Ruiz.
“Me cuenta que es la auténtica protagonista de la película ‘Lo imposible’, que si había visto la película, y yo que soy súper admiradora de Bayona, no me lo puedo creer. Le dije que sí, claro, que le diera mi teléfono. Ese día además recuerdo que fui a la radio a grabar el podcast de Mucho que contar. Llegué a la radio y conté lo que me había pasado, y todo el mundo a mi alrededor no paraba de decirme que la llamara, y yo decía, bueno, ya me llamará ella (risas)”.
“Ese mismo día María me llamó y tuvimos una conversación súper larga, me comentó su proyecto, me comentó de qué iba, que era una historia basada en lo que ella había vivido desde su punto de vista ¿no? Quizás era su forma de afrontarlo, y quedamos que le iba a hacer algunos bocetos del personaje y que íbamos hablando”, asegura Sol Ruiz.

“Te miento si te digo que puse un esfuerzo muy grande en crear el personaje, yo lo único que tenía que hacer era estar en silencio, conectarme mucho con mi interior y surgía, surgió el personaje, surgió su nombre, surgió su aspecto, surgió su descripción, surgió su aventura. Yo lo único que tenía que hacer era no traicionarlo, es lo único, y no molestarlo porque si yo le intentaba molestar él se callaba”, confiesa María Belón.
“Yo leí el texto y era esa historia ¿no? Era un viaje del héroe, que vuelve además cambiado de ese viaje. Estuvimos hablando sobre el personaje -afirma Sol Ruiz-. Ella quería que fuera atemporal, que no se supiera muy bien, que no dejara muy claro si era un chico o una chica. Me había pasado una descripción, y Kokoro era sencilla, huele a leña, a hierba fresca, cosas así ¿no? Y claro yo me preguntaba, cuántos años tiene Kokoro o cómo es. Ella decía: tiene que ser inocente, pero a la vez atrevida, una serie de adjetivos que para una ilustradora al final es como campo abierto al máximo ¿no? Pero tenía que encontrar a ese personaje que ella sí sabía cuál era. Me fui a la tinta, que es lo que suelo hacer cuando me pasan ese tipo de cosas, que me atranco. Cojo un pincel, el más viejo que tenga, y me pongo con tinta china y me dejo llevar. Entonces hice un par de bocetos de un par de personajes que a mí ya me decían algo, y antes de seguir trabajando, se lo envié a María. De repente me manda un mensaje, y me dice: es Kokoro, es Kokoro. A partir de ahí fue todo muy rápido”.

“La idea que tenemos es hacer una colección. Todos sabemos cómo estamos en este mundo, todos sabemos que la única solución que tenemos para continuar y evolucionar como comunidad, como especie, es generar mayor conciencia, y eso lo sabe Kokoro, lo sabe muy bien Kokoro, por eso busca un compañero y que son de alguna manera espejo el uno del otro, que son corazón y conciencia, donde esa conciencia va aprendiendo también a través de la vida y va de alguna manera dándole los secretos y consejos a Kokoro”, comenta María Belón. “Y Shiki es la conciencia que nos genera, que somos, pero que también tenemos que escuchar estando muy callados, porque cuando metemos mucho ruido no puedes escuchar ni al corazón ni a la conciencia. Este cuento tiene muchos momentos de silencio, silencio donde estos personajes se engrandecen, se escuchan para podernos contar de qué va la vida, qué es lo que realmente importa en la vida”.
“Terminamos la película y yo me quedo absolutamente abrumada. Cómo le puedo regalar a la productora, a las dos productoras y al director, lo que ellos me han regalado a mí, porque el regalo que me han hecho no tiene nombre, una pieza de arte, de una experiencia de tu vida que además hemos conseguido hacer universal -prosigue María Belón-. Entonces se me ocurre pintarles unas acuarelas de este cuento que a ellos tanto les tocó el corazón, porque fue un momento muy bonito cuando yo compartí ese cuento, hubo muchísima emoción. Jota me dijo: este cuento tienes que editarlo, esto hay que hacerlo. Se me ocurrió hacerles unas acuarelas con mi poca habilidad pictórica, pero con mucho corazón, y les regalé a cada uno una acuarela. De alguna manera esa acuarela era como la espera, la espera de que algún día sea un cuento y pueda yo regalaros una pieza de arte, que es lo que ha hecho Sol Ruiz con estas ilustraciones y Gema Sirvent con esta maravillosa edición de Libre Albedrío”.

“Han pasado 16 años, una de las cosas que yo aprendí cuando volví de esta aventura es que la vida tiene sus ritmos y que no puedes forzarlos, no puedes ni adelantarte ni retrasarte, porque entonces la vida te avisa y Kokoro estuvo esperando. Mucha gente me decía tienes que hacerlo, tienes que editarlo, y yo simplemente sentía mi corazón, yo sentía y decía todavía no, todavía no, ¿por qué? No lo sé. Hasta que determinadas cosas que han pasado en la vida y que están pasando y que van a pasar, Kokoro fue el que me dijo, ya tenemos que movernos. Yo desconozco el mundo editorial, desconozco absolutamente todo, y Kokoro no me lo puso fácil, me lo puso facilísimo. Ha sido un proceso bellísimo, rápido, realmente emocionante. Hemos trabajado Sol, Gema y yo como si fuéramos amigas de toda la vida, de toda la vida, que es lo que sentimos, yo creo una por la otra. Todavía no nos hemos podido abrazar físicamente, pero la comunicación ha sido de una fluidez… En realidad Kokoro nos unió a las tres, porque Kokoro sabía quién tenía que hacer cada papel y cada una nos hemos entregado en cuerpo y alma, hemos mantenido el silencio para que él sea el que dicte cómo tienen que ser las cosas y las tres tenemos esa experiencia en la vida de decir las cosas. Las cosas no hay que forzarlas, tienen que ser como tienen que ser”, asegura María Belón.
“Ha sido todo a través de videoconferencias, pero es como si nos conociéramos de siempre, la verdad es que la sensación que tenemos, al final el trío, porque no solo he sido yo con María, sino también con Gema Sirvent, que ha sido nuestra directora. Manteníamos conversaciones, fue un trabajo tan intenso, que era todos los días hablando, contando cosas, lo llevábamos también mucho a lo personal, a lo que cada una en nuestra vida habíamos tenido que enfrentarnos, porque es la única manera de ver un trabajo así, si al final tiene algo que te ha hecho sentir, esa sensación de que te arrastra una ola, te agarra eso para poder expresarlo, y tanto yo, a lo mejor, con la ilustración, como Gema en la edición, sabíamos a dónde queríamos llegar para poder hacerlo. Ha sido como unos encuentros muy mágicos, y yo creo que hemos entablado una amistad muy sincera, la verdad, estamos deseando pegarnos un abrazo, yo creo que va a ser un día precioso, lloraremos mogollón, pero sí, yo creo que ahí hay un lazo ya fuerte”, afirma Sol Ruiz.

“Me cuesta mucho hablar de las ilustraciones, me parecen de una belleza, me parecen brutales -comenta María Belón-. Creo que Kokoro está más que feliz de haber sido creado por ella, porque su sensibilidad, su lectura, su movimiento, su profundidad, su inocencia, todo está en las ilustraciones, no hay detalle que le sobre, que le falte, y yo creo que Kokoro es porque Sol está aquí. Cuando viví en Japón, la primera vez que fui a un mercadillo de antigüedades, de repente vi una figura muy lejos, muy lejos, que me llama, me llama, me llama, y yo empiezo a moverme, la cojo, la miro y la compro. Esa figura me enloqueció. Yo siempre la he guardado, está como en mi altar, ese personaje”.
“Cuando yo escribo Kokoro -continúa María Belón-, de alguna manera ese personaje que yo veo en mi altar, es Kokoro, pero yo nunca se lo digo a Sol, jamás se lo digo a Sol… Cuando Sol me envía la imagen de Kokoro, hay un momento que me tengo que parar y decir, pero si yo no le he enseñado esa figura, porque además yo estaba en Asturias y esa figura estaba en Madrid. No te puedo explicar lo que tú has hecho, le digo a Sol, pero cuando yo llegue a Madrid te voy a hacer la foto de esa figua que para mí siempre ha sido Kokoro. Cuando yo se la envío, Sol se queda petrificada, petrificada, porque este personaje es ese muñequito que yo compré la primera semana que yo llegué a vivir a Japón”.


“Estaba claro que Kokoro pedía ser algo muy natural, muy poco perfecto, tenía que ser como un trazo que estuviera roto. Entonces, algunos pinceles que ya tengo como elaborados, tengo manchas, yo trabajo con manchas que hago en el estudio, a lo mejor de tinta y tal, las tengo escaneadas, y esa mancha me sirve para crear pinceles con los que yo trabajo las texturas. Y luego siempre me gusta darle un toquecito, un plus, y eso lo hago ya sobre la imagen, hago una impresión de la imagen, y sobre esa imagen ya hago algunos retoquillos, que los suelo hacer con óleo, con gouache, algún lápiz, le meto algún retoque y ya está. Ha sido un proceso tan intenso, tan emotivo, que eso se vuelca dentro de la página -asegura Sol Ruiz-. Yo creo que a lo mejor otros libros que he trabajado no tienen esta carga, y con Kokoro ha sido así, fue un mes súper intenso de trabajo, manteníamos conversaciones con ella, tenía mucha emotividad detrás, María se emocionaba mucho, porque al final yo tenía que buscar, que expresar lo que ella había sentido, lo que ella seguía sintiendo y cómo había vuelto de ese viaje, qué es lo que se traía a través de Kokoro, del personaje, de los personajes que lo rodean”.

“Para mí era una responsabilidad muy grande, porque tú ves una figura que se ha enfrentado a eso, y que tienes que hacer llegar a la gente lo que ella te está transmitiendo… Es muy difícil ponerte en ese lugar, exigía mucha emotividad. Entonces ha sido muy intenso, y eso yo luego lo he notado. Es verdad que Kokoro lleva muy poquito recorrido, pero cuando lo he narrado ya me pasa eso, que me encuentro con gente que después de escuchar el cuento, mayores que me dicen: “son historias que tenéis que contar, porque hay gente que estamos pasando por historias parecidas”, y eso me gusta un montón. María me decía que igual que la película, y ella hablaba con Bayona, quería hacer algo universal, o sea, algo con lo que todo el mundo pudiera identificarse en algún momento, y todos tenemos en nuestra vida a veces esos periodos en los que te tienes que enfrentar a una ola, más grande o más pequeña, pero para ti siempre va a ser una ola, y tienes que afrontarla y cómo vuelves de esos caminos”.
“A pesar de lo que la gente cree inocentemente, es llegar a un objetivo, es conseguir algo, cuando en realidad te estás perdiendo la vida, te la estás perdiendo -cuenta María Belón-. Kokoro inocentemente cree al principio que es el objetivo lo importante, y ya muy pronto descubre que no, que es el proceso de vivir lo que importa, y que ese es el truco de la vida, es el no perderte el día a día, porque eso es la vida, ese es el objetivo. Cuando nosotros hicimos la película, yo le decía a Bayona, yo no estaría aquí si tú no fueras a contar mi historia, porque eso no tendría ningún sentido. No tiene ningún sentido leer un libro, un cuento, que no toca todo lo que es universal para todos los seres humanos, entonces, ¿qué hacemos todos? Pues intentar ir superando las dificultades que la vida nos va poniendo, que nos las va poniendo para que aprendamos, y para que finalmente regresemos al hogar. En realidad vivir es una aventura para que cuando termine tu aventura, realmente digas, este soy yo, que en eso nos igualamos todos”.

“Yo creo que ha sido un crecimiento personal, creo que lo más bonito de este proyecto -afirma Sol Ruiz-, quizá para mí también el hecho de que de repente una figura así, alguien reconocido, que tiene una importancia detrás, de repente se fije en una pequeña ilustradora que está en Almería, que esto es como una isla final del mundo, era como… Primero es como una alegría muy grande. Cuando yo recibí la primera llamada, ella me decía, es que yo he visto unas ilustraciones tuyas, y tienes que ser tú. Ella tenía ofertas de editoriales que le decían, elige el ilustrador que quieras, y el hecho de que a ella le había llegado alguna ilustración mía de esa manera, como para que decidiera que después de tanto tiempo, iba a ver este cuento la luz, y que yo se lo iba a ilustrar, pues te llena, es maravilloso, luego te da un ataque de todo, de ansiedad y de todo, pero eso para mí es muy importante. No sé qué libros me vienen por delante o qué proyectos acabaré haciendo, pero creo que Kokoro va a ser como un punto clave en mi trayectoria, porque creo que lo voy a recordar siempre como algo muy especial”.
“A mí me hablan mucho de la angustia de los creadores, y pienso que cuando eso ocurre es porque estamos poniéndole una cortapisa a la creación, que es, estamos, de alguna manera, poniendo la pantalla del ego, cuando tú quitas el ego y, de alguna manera, te lanzas al río de la creación, lo único que tienes que hacer es obedecer y nada más, y eso es muy bonito, eso es lo que hace el proceso de creación tan bonito, tan honrado y tan responsable como tiene que ser”, concluye María Belón.
Álbum Ilustrado
Irene Bofill y su trabajo en ‘¡Ana, dónde vas!’
Ana es una niña con un oído muy fino. Los ruidos le molestan tanto que se pone a correr sin parar cuando oye las bocinas de los coches, gritos en una película de cine… Y sus padres ¡tienen que perseguirla! Pero, ¡Ana, dónde vas! Y es que Ana sabe muy bien dónde quiere estar de verdad, el lugar del mundo en el que mejor se siente. ¿Cuál será el refugio de Ana? Con estas palabras La Estrella Azul, la editorial de Autismo Ávila, nos presenta este álbum ilustrado de David Gómez (padre de un niño con autismo y es autor de varios álbumes infantiles) e Irene Bofill. Con ella hemos charlado un poquito más sobre su trabajo en este libro.
¿Dónde está el origen de este proyecto? “Entré a formar parte de este proyecto cuando Autismo Ávila y su editorial La Estrella Azul me propusieron ilustrar un cuento escrito por David Gómez sobre Ana, una entrañable niña con autismo. El objetivo de esta y demás publicaciones de su editorial es dar a conocer y acercar el TEA (trastorno del espectro autista) a los lectores y lectoras de todas las edades”.

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Se encontrarán con la historia de Ana, una niña con hipersensibilidad auditiva debido a su TEA. En el cuento se nos muestra cómo Ana sufre mucho viviendo en la ciudad con sus padres por la cantidad y variedad de ruidos a su alrededor que no puede soportar y le hacen salir huyendo siempre. Esta hipersensibilidad se convierte en un don cuando Ana va a casa de su abuela en la montaña, allí conecta con todos los sonidos de la naturaleza y se funde con ellos, se siente en paz”, nos cuenta Irene Bofill.
¿Qué te pareció el texto de David la primera vez que lo leíste? “Me enamoré de Ana, la comprendí perfectamente. La verdad es que conecté muy bien con su personaje porque me sentí muy reflejada. Justo empecé el proyecto en el momento en que acababa de dejar todo para iniciar un viaje en furgoneta por las isla canarias, de alguna manera también huía de ese ruido de la ciudad buscando refugio en la naturaleza. Fue una sincronía muy bonita”.

¿Cómo ha sido el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “Lo que más me gustó de la fase de investigación fue adentrarme en el mundo de las personas con TEA, aprender sobre el tema y poder comprenderles un poquito más -continúa Irene Bofill-. Aprendí que tienen dificultades a la hora de procesar los estímulos sensoriales, los sentidos del movimiento y la propiocepción, con diferentes grados de hiper o hiposensibilidad y esta es la razón por la que rechazan o evitan determinados estímulos. Su percepción es muy diferente a la estándar y esto me pareció fascinante… Tanto David como Gerardo y Cristina de Autismo Ávila me proporcionaron mucho material valioso para hacer el estudio del personaje de Ana y el tono del cuento”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Algo característico en este libro fue captar y representar con imagen la sensación que causaban en Ana esos sonidos tan intensos. Intenté transmitir lo que ella sentía con cada uno de los estímulos auditivos, cómo se transformaba su realidad a través de los sonidos que entraban en su campo de percepción”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Técnica digital, trabajé todo en el iPad con Procreate”, afirma Irene Bofill.

Cuéntanos un poco más sobre el trabajo de elaboración de este libro. “En la creación tanto de las ilustraciones como de los personajes fue de gran ayuda todos los comentarios de David y del resto del equipo, que me ayudaron a ajustar cada detalle para que se comprendiera mejor el mensaje que se quería transmitir”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “En este viaje que inicié por las islas canarias acabé grabando un disco muy vinculado a la naturaleza y ahora estoy terminando unas ilustraciones que acompañarán a cada uno de los cantos. Como Ana, yo también encontré refugio en la Naturaleza”.
Álbum Ilustrado
Joaquín Camp nos presenta a ‘Juan Rex’
Pobre Juan Rex. La suya es una ilustre familia de profesionales del miedo, pero no se lo pasa muy bien cuando le llega el turno de asustar a la gente. Sus verdaderos intereses tienen que ver con el espectáculo, pero uno que se aleja de la tradición familiar. Por eso mismo, Juan Rex tiene miedo de defraudar a sus padres, así que con la ayuda de una nueva amiga y de los vecinos del barrio, intentará hacerles creer que, como todo su linaje antes que él, desde Juan Kamón y Juandertal hasta hoy, solo hay un oficio posible. Pero casi siempre es mejor la sinceridad. En este gigantesco libro que edita Libros del Zorro Rojo, en el que un héroe gigantesco ocupa el lugar de honor, Joaquín Camp juega con algunos códigos de esas películas en las que unas criaturas enormes tienen la molesta costumbre de pisotear metrópolis, y con ello y una buena dosis de ternura y humor consigue crear una oda a la diferencia; un libro repleto de alegría, libertad y poesía, sobre el que hablamos en las siguientes líneas con Joaquín.

Lo primero, cuéntanos cómo nace este proyecto y este personaje. “Me gusta mucho coger personajes que ya tengan ciertas características y resignificar esos rasgos. Tengo un libro llamado “Oscar” en donde aparece Poseidón, el dios de los mares peleándose por un oso de peluche, ese contraste de un personaje tan elegante y fuerte peleándose por algo tan ridículo como un peluche me encanta -nos cuenta Joaquín Camp-.En el caso de Juan Rex sucede algo parecido. Lo primero que hice fue pensar en qué ocurriría si un monstruo que debería estar atormentando a una ciudad y sus habitantes tuviese problemas para lograrlo. Luego suelo comenzar a construir la historia con preguntas en base a esa premisa ¿Como podría resolver este problema? ¿Que pensarían sus padres? Si no es bueno en esto de asustar ¿en que podría ser talentoso? Una vez que ya tengo estas preguntas resueltas la historia comienza a tomar forma”.
¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Encontraran mi historia más Freudiana. Un dinosaurio que piensa que por tradición debería dedicarse a una cosa para la que realmente no es muy bueno y el conflicto que esto desencadena con sus padres. Es un viaje del héroe en el que Juan Rex se ve absorbido por la ciudad y sus experiencias, una ciudad que termina siendo transformadora para él”.

Háblanos del formato del libro, que también contribuye a la historia… “El formato del libro es un detalle de la edición que me interesa. Es una capa más de comunicación -continúa Joaquín Camp-. Por ejemplo, si el libro es pequeño, me está hablando de algo que se puede sujetar fácilmente con las manos, me habla también de cierta calidez y ternura que producen los objetos de cierto tamaño. Los formatos se pueden dar también por la morfologia que tienen los personajes, por ejemplo en el caso de “El ladrón de sombrero” de Jon Klassen, donde el libro se adapta al largo del pez gigante. En relación a “Juan Rex” el formato está dado por el personaje, mi editor canadiense pensó que sería una buena idea que como Juan es esta especie de “Godzilla” gigante, el libro también lo sea”.
“Este libro tiene el récord de tamaño por ahora (28.5cm X 38.5cm). Siempre bromeamos con mi editor porque el primer libro que me publicaron medía 18x18cm, un formato bastante pequeño, y ahora estamos con esta monstruosidad de tamaño. Quizás el próximo libro debería medir medio metro o algo así”, bromea Joaquín Camp.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? ¿Con qué técnicas trabajaste? “En principio lo más obvio, son las ilustraciones más grandes que hice. Esto quiere decir que al tener más espacio las posibilidades de detalle son mucho mayores, y si encima todo se desarrolla en una ciudad, ni te cuento. Por otro lado trabajo mucho con la línea, cosa que no suelo hacer en otros libros en donde siempre uso colores plenos y la línea para algunos pequeños detalles”.
“Dibujé con tinta china y plumín, herramientas con las que nunca trabajé. Quería tratar de tener una línea más inexacta y a la vez más expresiva, algo que a mi entender le iba bien al personaje. Luego puse color con Procreate (que tampoco lo había usado mucho). Lo del Procreate es curioso, porque te permite dibujar donde quieras, y eso obviamente cambia la experiencia y tu modo de dibujar. De todas maneras no creo que vuelva a trabajar mucho con la tablet porque me da dolor la cabeza. Además no soy muy partidario de la posibilidad de ctrl+z que te da lo digital, a veces cambiar tanto las cosas hace que se pierda cierto error que hace ver todo más humano. Así que se podría decir que es una técnica híbrida entre lo manual y lo digital”, confiesa Joaquín Camp.

Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. “Muchas veces me preguntan si empiezo por el texto o por la imagen. Los procesos en mis libros van variando, a veces un dibujo puede sugerirme una historia, otras veces es una palabra y otras veces es una idea que sale de cualquier parte y en cualquier momento. Nada de lo que hago es matemático y todo puede variar en cualquier momento. En el caso de “Juan Rex” es un poco lo que cuento arriba, construir sobre la base de un personaje que ya tiene sus características literarias y transformarlo a mi manera. Algo que quizás sí mantengo a lo largo de todos los libros son las preguntas, me hago muchas preguntas que me terminan llevando al centro de la historia. Otra cosa que me gusta mucho a nivel proceso es jugar estructuralmente con el storyboard, suelo cambiar el orden de cómo cuento la historia, quizás algo que va en el medio lo pongo al principio o quizás meto algún elemento en la historia que cambia el resto de manera vertiginosa. Es como si el story fuese un pedazo de arcilla que puedo moldear y cambiar a gusto hasta que me quedo totalmente satisfecho”, asegura Joaquín Camp.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Ahora mismo estoy trabajando en dos libros, me gusta trabajar en varios proyectos a la vez porque si me canso o me estanco en uno, puedo pasar al otro. A veces hasta vuelvo más fresco al primero que abandoné. Pero volviendo a la pregunta, estoy trabajando en un libro de no ficción que habla sobre un animal que me tiene bastante intrigado, un animal que tiene sus particularidades y misterios, pero tampoco puedo develar mucho. Por otro lado estoy trabajando en un libro de ficción muy importante para mí, porque reúne cosas de muchos autores que me gustan, es un poco un homenaje a todos ellos y a la vez es la primera vez que exploro la idea de la fantasía. Si bien mis libros tienen mucho de imaginativa, siempre están anclados en la realidad y en cosas que existen. En este nuevo libro me invento personajes propios y eso me tiene muy entusiasmado”.
Álbum Ilustrado
Giulia Landonio y ‘El hombre que perdió la cabeza’
La mañana en que el señor F. se da cuenta de que ha perdido la cabeza, todo su mundo comienza a desintegrarse. Un escenario onírico irrumpe en la vida de un hombre atrapado en la rutina. Lo absurdo ofrece la única vía para encontrar sentido. Una historia que desconcierta y deja paso a profundas reflexiones. Así nos presenta Diego Pun Ediciones este álbum ilustrado. ‘El hombre que perdió la cabeza’ es un trabajo de Fanuel Hanán Díaz y Giulia Landonio. Con ésta última charlamos un poquito más sobre este libro.
Primero, cuéntanos cómo nació este proyecto. “Muy sencillo: la primavera pasada, Cayetano, editor de la editorial DiegoPun, con quien colaboré dos años antes en el álbum ilustrado «El Otro», escrito por Toño Malpica, me contactó para ilustrar un nuevo libro, y tras leer el texto de Fanuel, acepté”.

¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Encontrarán atmósferas surrealistas, paisajes oníricos, colores vibrantes y muchos animales, todo ello aderezado con un toque de sarcasmo que, lo admito, a veces roza la tragedia. Me refiero en particular a la serie de ilustraciones en las que vemos, primero, al protagonista trabajando arduamente, empeñado en hacer aviones de papel; luego, huyendo del patio donde sus compañeros «paseaban», perseguido por las sombras de los aviones, y finalmente, engullido por una multitud que camina indiferente bajo un cielo barrido por aviones militares”, nos cuenta Giulia Landonio.

¿Qué te pareció la historia de Fanuel la primera vez que la leíste? “Me impactó el contenido escueto, seco y casi silencioso del texto, del que inmediatamente vislumbré las numerosas interpretaciones gráficas”.
¿Cuál fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esta fase de investigación, documentación y experimentación, o dedibujar en un cuaderno… “Al principio, dibujé al personaje principal (que inicialmente era grande) en diversas situaciones en un cuaderno. Mientras tanto, vi algunas películas cuyo hilo conductor era la lucha entre el afán interno del individuo por la libertad y la presión social para ajustarse a ciertas normas de comportamiento -continúa Giulia Landonio-. Entre los títulos de las películas se incluyen: «Bartleby» (1970) de Anthony Friedman, «Bartleby» (1976) de Maurice Ronet, «El hombre elefante» (1980) de David Lynch, «La vida agra» (1964) de Carlo Lizzani, basada en la novela homónima de Luciano Bianciardi, «El desierto de los tártaros» (1976) de Valerio Zurlini, basada en la novela homónima de Dino Buzzati, y «Una giornata particolare» (1977) de Ettore Scola”.



¿Qué dirías que caracteriza tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otras obras? “El mayor reto que me planteé al crear este libro, en comparación con trabajos anteriores, fue sin duda el uso de una paleta de colores más amplia y vibrante (normalmente suelo usar menos) (anteriormente, había trabajado con tonos pastel). También intenté, basándome mucho en las películas que había visto, crear ilustraciones con tomas más cinematográficas para transmitir una mayor sensación de desorientación y alienación. La técnica (acuarela) también era nueva, ya que hasta entonces siempre había usado acrílicos, óleos muy líquidos o lápices”.

¿Entonces qué técnicas usaste? “Como mencioné antes, usé acuarela. Como fanática del trazo, no pude resistirme a añadir marcas gráficas con grafito y lápices de colores. Finalmente, para corregir cualquier imprecisión, usé pasteles secos”, afirma Giulia Landonio.


Cuéntanos algo más sobre el proceso de creación de este libro. “Como mencioné antes, la primera fase se centró en crear dibujos del personaje principal en diversas situaciones. Después de ver las películas mencionadas, procedí a crear unos tres o cuatro storyboards. Una vez que el autor y la editorial aprobaron el storyboard final, pasé a crear las ilustraciones. Primero, dibujé la imagen a lápiz en una hoja de papel fina, que luego calqué sobre papel de acuarela con una mesa de luz. Todas las láminas de acuarela se remojaron en un recipiente durante unos 30 minutos, luego se fijaron a tablas de madera con cinta adhesiva especial y se dejaron secar durante unas 12 horas. El primer paso para colorear las láminas consistió en humedecer el papel y aplicar un color muy acuoso (la técnica «húmedo sobre húmedo»). Para crear algunos fondos (aquellos que representan el elemento agua o el cielo estrellado), apliqué granos de sal al papel húmedo. Luego pasé a aplicar otras tres o cuatro capas de acuarela, a las que añadí algo de color a lápiz y/o pastel seco”, asegura Giulia Landonio.


¿En qué estás trabajando ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Desde mayo hasta mediados de octubre, trabajé como pastoraen una granja cerca del pueblo donde vivo. Hasta principios de septiembre, las largas jornadas de pastoreo se veían interrumpidas (además de mi trabajo como pastora) por la lectura, el dibujo del natural y las siestas. Durante el último mes y medio, debido al nacimiento de los corderos en la dehesa, tuve que dejar de lado estas actividades que tanto disfruto (¡incluidas las siestas en la naturaleza!), pero ahora me siento con energía para retomar nuevos proyectos. Entre mis ambiciones está crear una serie de grabados que combinen varias técnicas de grabado (aguafuerte, aguatinta, mezzotinta, fondo blando, colografía) en torno al tema de los “paisajes paradójicos”, es decir, paisajes en los que coexisten elementos de naturaleza opuesta”.
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