Álbum Ilustrado

Sol Ruiz, María Belón y el viaje de ‘Kokoro y el mar’

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Kokoro anhela conocer el mar, del mismo azul profundo que sus ojos. Se prepara para el viaje día tras día. Pero, a veces, las cosas no salen como se planean. Un accidente precipita su partida en las condiciones más inesperadas. Sin embargo, tiene todo lo que necesita para enfrentarse a la inmensidad del mar y a la gran ola que la espera en su travesía.

María Belón sobrevivió al tsunami de Asia-Pacífico en diciembre de 2004 con su marido y sus tres hijos. Esta historia nació durante el proceso de escritura del guión de la película ‘Lo imposible‘ (2012) de J. A. Bayona, cuando Jota le pidió: «María, cuéntame qué se aprende al regresar de estas experiencias tan difíciles que la vida nos hace vivir». Fue entonces cuando Kokoro emergió desde el fondo del Mar.

Así nos presenta la Editorial Libre Albedrío Kokoro y el mar‘, un álbum ilustrado de María Belón Sol Ruiz. Ellas dos nos guían en esta entrevista por el viaje de Kokoro y de este libro.

“Kokoro nace cuando llevamos como un año trabajando el guión de ‘Lo imposible’ con Juan Antonio Bayona, y hay un momento, como en todos los procesos creativos, donde hay como un parón, que es el buscar, el para qué de esta historia, para qué se cuenta esta historia. Y entonces Jota me hace una pregunta, me la tira así como si fuera muy sencilla, y me dice: pero María, ¿cómo se vuelve de estas experiencias? Entonces yo me quedo así como congelada y le digo, es que yo esto no te lo puedo contar, yo no te puedo contar esto con palabras normales. Entonces me doy cuenta de que para mí los cuentos son una manera muy mía de explicar las cosas, de entender la vida. He sido criada con los cuentos toda mi vida, y entonces le digo, hagamos una cosa, déjame el fin de semana y yo intento contártelo en un cuento”.

“Cuando vuelvo a casa me digo, pero bueno, pero qué locura es esta, pero yo cómo le voy a contar… Cojo una cartulina, me tiro al suelo y el cuento empieza a contarse solo, absolutamente solo -continúa María Belón-. De verdad que he vivido lo que es la magia de la creación, de ser simplemente un canal, donde tu mano escribe, donde tu mente piensa, pero hay alguien que te está colocando el personaje, la trama, lo que ocurre, los detalles, y bueno, de repente me encuentro con un dibujo, con una travesía, con un personaje al que le ocurre lo que le ocurre a todo el mundo, que pasa por una circunstancia compleja en la vida, donde de repente la vida te da la vuelta, y cuando vuelves, ya nunca más, afortunadamente, puedes ser quien eras”.

“Y esto lo cuenta Kokoro. Kokoro cuenta qué le pasa, cómo se imagina él la vida y las aventuras. La vida nunca es como la imaginas, siempre es mucho más fabulosa y mucho más aventurera, y Kokoro explica lo que te pasa cuando regresas de esas historias”, nos cuenta María Belón.

“Kokoro es una palabra que para mí es muy importante, que quiere decir corazón, pero no es un corazón latiente, es el corazón espíritu que todos tenemos dentro, eso que te hace un ser único y a la vez que te iguala con todos los demás. Entonces, todo fue muy fácil, fue muy fácil encontrar el nombre del personaje, fue muy fácil encontrar su aventura, fue muy fácil encontrar sus compañeros de travesía. Así que así es como surgió Kokoro, surgió de una pregunta: María, ¿cómo se regresa de estas experiencias en la vida?” 

“Estaba preparándome porque me iba a la Feria de Bolonia y estaba preparando en ese momento las charlas a las que iba a asistir, a las que quería presentarme, tenía alguna cita allí con alguna editorial, qué trabajos me llevaba… y de repente recibo una llamada. Me dice que es el representante de María Belón, que si sé quién es, y que ha visto unas ilustraciones mías, que ella tiene un cuento y quiere que yo se lo ilustre”, afirma Sol Ruiz.

“Me cuenta que es la auténtica protagonista de la película ‘Lo imposible’, que si había visto la película, y yo que soy súper admiradora de Bayona, no me lo puedo creer. Le dije que sí, claro, que le diera mi teléfono. Ese día además recuerdo que fui a la radio a grabar el podcast de Mucho que contar. Llegué a la radio y conté lo que me había pasado, y todo el mundo a mi alrededor no paraba de decirme que la llamara, y yo decía, bueno, ya me llamará ella (risas)”.

“Ese mismo día María me llamó y tuvimos una conversación súper larga, me comentó su proyecto, me comentó de qué iba, que era una historia basada en lo que ella había vivido desde su punto de vista ¿no? Quizás era su forma de afrontarlo, y quedamos que le iba a hacer algunos bocetos del personaje y que íbamos hablando”, asegura Sol Ruiz.

“Te miento si te digo que puse un esfuerzo muy grande en crear el personaje, yo lo único que tenía que hacer era estar en silencio, conectarme mucho con mi interior y surgía, surgió el personaje, surgió su nombre, surgió su aspecto, surgió su descripción, surgió su aventura. Yo lo único que tenía que hacer era no traicionarlo, es lo único, y no molestarlo porque si yo le intentaba molestar él se callaba”, confiesa María Belón.

“Yo leí el texto y era esa historia ¿no? Era un viaje del héroe, que vuelve además cambiado de ese viaje. Estuvimos hablando sobre el personaje -afirma Sol Ruiz-. Ella quería que fuera atemporal, que no se supiera muy bien, que no dejara muy claro si era un chico o una chica. Me había pasado una descripción, y Kokoro era sencilla, huele a leña, a hierba fresca, cosas así ¿no? Y claro yo me preguntaba, cuántos años tiene Kokoro o cómo es. Ella decía: tiene que ser inocente, pero a la vez atrevida, una serie de adjetivos que para una ilustradora al final es como campo abierto al máximo ¿no? Pero tenía que encontrar a ese personaje que ella sí sabía cuál era. Me fui a la tinta, que es lo que suelo hacer cuando me pasan ese tipo de cosas, que me atranco. Cojo un pincel, el más viejo que tenga, y me pongo con tinta china y me dejo llevar. Entonces hice un par de bocetos de un par de personajes que a mí ya me decían algo, y antes de seguir trabajando, se lo envié a María. De repente me manda un mensaje, y me dice: es Kokoro, es Kokoro. A partir de ahí fue todo muy rápido”. 

“La idea que tenemos es hacer una colección. Todos sabemos cómo estamos en este mundo, todos sabemos que la única solución que tenemos para continuar y evolucionar como comunidad, como especie, es generar mayor conciencia, y eso lo sabe Kokoro, lo sabe muy bien Kokoro, por eso busca un compañero y que son de alguna manera espejo el uno del otro, que son corazón y conciencia, donde esa conciencia va aprendiendo también a través de la vida y va de alguna manera dándole los secretos y consejos a Kokoro”, comenta María Belón. “Y Shiki es la conciencia que nos genera, que somos, pero que también tenemos que escuchar estando muy callados, porque cuando metemos mucho ruido no puedes escuchar ni al corazón ni a la conciencia. Este cuento tiene muchos momentos de silencio, silencio donde estos personajes se engrandecen, se escuchan para podernos contar de qué va la vida, qué es lo que realmente importa en la vida”. 

“Terminamos la película y yo me quedo absolutamente abrumada. Cómo le puedo regalar a la productora, a las dos productoras y al director, lo que ellos me han regalado a mí, porque el regalo que me han hecho no tiene nombre, una pieza de arte, de una experiencia de tu vida que además hemos conseguido hacer universal -prosigue María Belón-. Entonces se me ocurre pintarles unas acuarelas de este cuento que a ellos tanto les tocó el corazón, porque fue un momento muy bonito cuando yo compartí ese cuento, hubo muchísima emoción. Jota me dijo: este cuento tienes que editarlo, esto hay que hacerlo. Se me ocurrió hacerles unas acuarelas con mi poca habilidad pictórica, pero con mucho corazón, y les regalé a cada uno una acuarela. De alguna manera esa acuarela era como la espera, la espera de que algún día sea un cuento y pueda yo regalaros una pieza de arte, que es lo que ha hecho Sol Ruiz con estas ilustraciones y Gema Sirvent con esta maravillosa edición de Libre Albedrío”.

“Han pasado 16 años, una de las cosas que yo aprendí cuando volví de esta aventura es que la vida tiene sus ritmos y que no puedes forzarlos, no puedes ni adelantarte ni retrasarte, porque entonces la vida te avisa y Kokoro estuvo esperando. Mucha gente me decía tienes que hacerlo, tienes que editarlo, y yo simplemente sentía mi corazón, yo sentía y decía todavía no, todavía no, ¿por qué? No lo sé. Hasta que determinadas cosas que han pasado en la vida y que están pasando y que van a pasar, Kokoro fue el que me dijo, ya tenemos que movernos. Yo desconozco el mundo editorial, desconozco absolutamente todo, y Kokoro no me lo puso fácil, me lo puso facilísimo. Ha sido un proceso bellísimo, rápido, realmente emocionante. Hemos trabajado Sol, Gema y yo como si fuéramos amigas de toda la vida, de toda la vida, que es lo que sentimos, yo creo una por la otra. Todavía no nos hemos podido abrazar físicamente, pero la comunicación ha sido de una fluidez… En realidad Kokoro nos unió a las tres, porque Kokoro sabía quién tenía que hacer cada papel y cada una nos hemos entregado en cuerpo y alma, hemos mantenido el silencio para que él sea el que dicte cómo tienen que ser las cosas y las tres tenemos esa experiencia en la vida de decir las cosas. Las cosas no hay que forzarlas, tienen que ser como tienen que ser”, asegura María Belón

“Ha sido todo a través de videoconferencias, pero es como si nos conociéramos de siempre, la verdad es que la sensación que tenemos, al final el trío, porque no solo he sido yo con María, sino también con Gema Sirvent, que ha sido nuestra directora. Manteníamos conversaciones, fue un trabajo tan intenso, que era todos los días hablando, contando cosas, lo llevábamos también mucho a lo personal, a lo que cada una en nuestra vida habíamos tenido que enfrentarnos, porque es la única manera de ver un trabajo así, si al final tiene algo que te ha hecho sentir, esa sensación de que te arrastra una ola, te agarra eso para poder expresarlo, y tanto yo, a lo mejor, con la ilustración, como Gema en la edición, sabíamos a dónde queríamos llegar para poder hacerlo. Ha sido como unos encuentros muy mágicos, y yo creo que hemos entablado una amistad muy sincera, la verdad, estamos deseando pegarnos un abrazo, yo creo que va a ser un día precioso, lloraremos mogollón, pero sí, yo creo que ahí hay un lazo ya fuerte”, afirma Sol Ruiz.

“Me cuesta mucho hablar de las ilustraciones, me parecen de una belleza, me parecen brutales -comenta María Belón-. Creo que Kokoro está más que feliz de haber sido creado por ella, porque su sensibilidad, su lectura, su movimiento, su profundidad, su inocencia, todo está en las ilustraciones, no hay detalle que le sobre, que le falte, y yo creo que Kokoro es porque Sol está aquí. Cuando viví en Japón, la primera vez que fui a un mercadillo de antigüedades, de repente vi una figura muy lejos, muy lejos, que me llama, me llama, me llama, y yo empiezo a moverme, la cojo, la miro y la compro. Esa figura me enloqueció. Yo siempre la he guardado, está como en mi altar, ese personaje”.

“Cuando yo escribo Kokoro -continúa María Belón-, de alguna manera ese personaje que yo veo en mi altar, es Kokoro, pero yo nunca se lo digo a Sol, jamás se lo digo a Sol… Cuando Sol me envía la imagen de Kokoro, hay un momento que me tengo que parar y decir, pero si yo no le he enseñado esa figura, porque además yo estaba en Asturias y esa figura estaba en Madrid. No te puedo explicar lo que tú has hecho, le digo a Sol, pero cuando yo llegue a Madrid te voy a hacer la foto de esa figua que para mí siempre ha sido Kokoro. Cuando yo se la envío, Sol se queda petrificada, petrificada, porque este personaje es ese muñequito que yo compré la primera semana que yo llegué a vivir a Japón”.

“Estaba claro que Kokoro pedía ser algo muy natural, muy poco perfecto, tenía que ser como un trazo que estuviera roto. Entonces, algunos pinceles que ya tengo como elaborados, tengo manchas, yo trabajo con manchas que hago en el estudio, a lo mejor de tinta y tal, las tengo escaneadas, y esa mancha me sirve para crear pinceles con los que yo trabajo las texturas. Y luego siempre me gusta darle un toquecito, un plus, y eso lo hago ya sobre la imagen, hago una impresión de la imagen, y sobre esa imagen ya hago algunos retoquillos, que los suelo hacer con óleo, con gouache, algún lápiz, le meto algún retoque y ya está. Ha sido un proceso tan intenso, tan emotivo, que eso se vuelca dentro de la página -asegura Sol Ruiz-. Yo creo que a lo mejor otros libros que he trabajado no tienen esta carga, y con Kokoro ha sido así, fue un mes súper intenso de trabajo, manteníamos conversaciones con ella, tenía mucha emotividad detrás, María se emocionaba mucho, porque al final yo tenía que buscar, que expresar lo que ella había sentido, lo que ella seguía sintiendo y cómo había vuelto de ese viaje, qué es lo que se traía a través de Kokoro, del personaje, de los personajes que lo rodean”.

“Para mí era una responsabilidad muy grande, porque tú ves una figura que se ha enfrentado a eso, y que tienes que hacer llegar a la gente lo que ella te está transmitiendo… Es muy difícil ponerte en ese lugar, exigía mucha emotividad. Entonces ha sido muy intenso, y eso yo luego lo he notado. Es verdad que Kokoro lleva muy poquito recorrido, pero cuando lo he narrado ya me pasa eso, que me encuentro con gente que después de escuchar el cuento, mayores que me dicen: “son historias que tenéis que contar, porque hay gente que estamos pasando por historias parecidas”, y eso me gusta un montón. María me decía que igual que la película, y ella hablaba con Bayona, quería hacer algo universal, o sea, algo con lo que todo el mundo pudiera identificarse en algún momento, y todos tenemos en nuestra vida a veces esos periodos en los que te tienes que enfrentar a una ola, más grande o más pequeña, pero para ti siempre va a ser una ola, y tienes que afrontarla y cómo vuelves de esos caminos”. 

“A pesar de lo que la gente cree inocentemente, es llegar a un objetivo, es conseguir algo, cuando en realidad te estás perdiendo la vida, te la estás perdiendo -cuenta María Belón-. Kokoro inocentemente cree al principio que es el objetivo lo importante, y ya muy pronto descubre que no, que es el proceso de vivir lo que importa, y que ese es el truco de la vida, es el no perderte el día a día, porque eso es la vida, ese es el objetivo. Cuando nosotros hicimos la película, yo le decía a Bayona, yo no estaría aquí si tú no fueras a contar mi historia, porque eso no tendría ningún sentido. No tiene ningún sentido leer un libro, un cuento, que no toca todo lo que es universal para todos los seres humanos, entonces, ¿qué hacemos todos? Pues intentar ir superando las dificultades que la vida nos va poniendo, que nos las va poniendo para que aprendamos, y para que finalmente regresemos al hogar. En realidad vivir es una aventura para que cuando termine tu aventura, realmente digas, este soy yo, que en eso nos igualamos todos”.

“Yo creo que ha sido un crecimiento personal, creo que lo más bonito de este proyecto -afirma Sol Ruiz-, quizá para mí también el hecho de que de repente una figura así, alguien reconocido, que tiene una importancia detrás, de repente se fije en una pequeña ilustradora que está en Almería, que esto es como una isla final del mundo, era como… Primero es como una alegría muy grande. Cuando yo recibí la primera llamada, ella me decía, es que yo he visto unas ilustraciones tuyas, y tienes que ser tú. Ella tenía ofertas de editoriales que le decían, elige el ilustrador que quieras, y el hecho de que a ella le había llegado alguna ilustración mía de esa manera, como para que decidiera que después de tanto tiempo, iba a ver este cuento la luz, y que yo se lo iba a ilustrar, pues te llena, es maravilloso, luego te da un ataque de todo, de ansiedad y de todo, pero eso para mí es muy importante. No sé qué libros me vienen por delante o qué proyectos acabaré haciendo, pero creo que Kokoro va a ser como un punto clave en mi trayectoria, porque creo que lo voy a recordar siempre como algo muy especial”. 

“A mí me hablan mucho de la angustia de los creadores, y pienso que cuando eso ocurre es porque estamos poniéndole una cortapisa a la creación, que es, estamos, de alguna manera, poniendo la pantalla del ego, cuando tú quitas el ego y, de alguna manera, te lanzas al río de la creación, lo único que tienes que hacer es obedecer y nada más, y eso es muy bonito, eso es lo que hace el proceso de creación tan bonito, tan honrado y tan responsable como tiene que ser”, concluye María Belón.

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