Álbum Ilustrado
Sergio García y Lola Moral en un ‘Cruce de caminos’

Nos encontramos en un cruce de caminos, y nos adentramos en el Valle Dorado. Lo hacemos de la mano de Sergio García y Lola Moral. Allí conocemos a sus habitantes: un niño que quería un perro y al que le regalaron un gato; un perro que no se sabe comunicar; una niña fantasma atrapada en el mundo y un presidente que no es como los demás, porque en realidad es un cazamonstruos. La casa de cada uno de estos personajes es un libro, y los cuatro libros habitan en una caja, un cofre que contiene estos cuatro álbumes ilustrados que edita Astronave y que ha escrito Lewis Trondheim.

“Sus mentes, que habían coincidido en épocas anteriores, vuelven a reunirse y cuando ellos se juntan siempre sale algo interesante y bueno”, nos cuenta Lola Moral refiriéndose a Lewis y a Sergio. “Siguiendo la estrategia que Sergio siempre adopta para contar historias, entrelazarlas, historias dentro de historias, pues surgió “Cruce de Caminos en el Valle Dorado”, que es este libro tan bonito”.
“Siempre que trabajamos con Lewis Trondheim, la verdad que nuestra intención es hacer algo experimental, y nace después de una reunión que tuvimos en Toronto, que es donde se parió esto. Se trata de una caja, básicamente, que es lo que va a encontrar el lector, que contiene cuatro libritos, y que en realidad son como cuatro visiones del mismo mundo. De hecho, la gracia está en que la portada de los cuatro libros coinciden y conforman otra portada, la portada del propio libro”, comenta Sergio García. “Para diferenciar cada una de las historias, cada una de ellas está tratada con una técnica distinta, tanto a nivel de dibujo como a nivel de color, sobre todo el color. Hay una que está hecha con un color tradicional, otra con bicromía, otra está tratada con tramas de puntos, tramas industriales, y otra con aguadas, básicamente. Y bueno, son, como digo, cuatro historias que están protagonizadas por cuatro personajes, pero que en realidad conforman un mismo universo y a su vez cada uno de los cuatro libros tiene un estilo y una temática diferente y un ritmo narrativo diferente”.

“Es una cosa así como muy poliédrica, pero muy sencilla de leer. Siempre que Lewis hace un guión, son guiones muy sencillos, muy divertidos, hilarantes, irónicos, cínicos y geniales”, sentencia Sergio.
“En realidad es un cofre, es como un tesoro que se mete dentro de un cofrecito y son cuatro historias, cuatro historias que son independientes, que se entrelazan y están contadas de una forma muy divertida y con un humor muy inteligente, dirigido a niños muy listos, a padres muy entregados”, asegura Lola Moral. “Digamos que es un producto muy especial, que se reúne dentro de un formato muy especial, con cuatro tipos de color diferentes, con cuatro estilos gráficos diferentes para cada historia, y aunque tú puedas coger un libro y leerlo de forma independiente, si los unes, hay una historia que recorre los cuatro libros y lo hace súper divertido y entretenido”.

“Un presidente distinto a los demás”, “Una vida perruna”, “La niña fantasma” y “El niño que no quería un gato” son los cuatro títulos que encontramos dentro de “Cruce de caminos en el Valle Dorado”. Para Sergio “son puntos de vista muy distintos. Una de las cosas que son como tabú es tratar el tema de la muerte, por ejemplo. Es como que no se puede matar a nadie en un cómic de niños y menos a la protagonista. Bueno, pues muere, la protagonista muere y de hecho forma parte de una de las historias, el fantasma de la protagonista. Entonces, son ese tipo de rupturas que tanto le gusta hacer a Lewis, porque la verdad es que el concepto narrativo es de él, naturalmente, como no podría ser de otra manera, es eso lo que realmente impacta”.

“O, por ejemplo, el librito del presidente a mí me gusta especialmente. Es como encontrarte de golpe un homenaje al cine de serie B. Creo que había una película por ahí que se llamaba “Abraham Lincoln: cazador de vampiros” o algo así, pues es algo parecido a eso. Aquí hay un presidente de Francia que enseguida te das cuenta que está dotado de una serie de poderes, y va matando bichos por doquier. Son cosas que chocan muchísimo cuando lo lees, pero luego tiene todo como una gran coherencia narrativa -asegura Sergio-. Yo creo que esa es la fuerza del libro. Queríamos que cada uno tuviera una identidad propia, que lo identificara con el personaje al que representa, con el niño, con el perro, con la niña fantasma, con el presidente, que son muy particulares, y de esa forma que se distinguieran de forma independiente, pero que al mismo tiempo tuvieran un nexo de unión entre ellos”.

“Uno de los libros se inspira en las tiras de The New Yorker, en blanco y negro; otro con tramas, otro con color color tradicional… y creo que entre todos ellos forman un conjunto maravilloso, porque expresan lo que quieren, mandan un mensaje sobre cada personaje y al mismo tiempo forman un conjunto espléndido”, afirma Sergio. “Está todo hecho con el Procreate. Lo que pasa es que el dibujo va oscilando un poquito como concepción gráfica. Por ejemplo, el capítulo de la niña fantasma, conceptualmente responde, eso se me ocurrió a mí, a los chistes de The New Yorker, que tienen esa especie de imagen en blanco y negro, que es muy icónica, con un pequeño texto en la parte inferior. A nivel de narración, todo el libro tiene ese concepto. Entonces, es el libro como más espiritual de los cuatro y se prestaba mucho a trabajar con ese tipo de estética. Por ejemplo, la historia del perro está hecha toda con tramas industriales y eso le da un aspecto como muy dinámico, muy vivo. Quedó como muy fresca y muy espontánea, es probablemente la que más me gusta de las cuatro. Es que todas me gustan, cada una tiene su punto y la del Presidente es que es muy divertida. La verdad es que me lo pasé pipa destrozando monstruos, y no importaba que hubiera sangre, porque esa parte es bicromática y ahí se trabaja con una falsa bicromía, en cierto modo, o tricromía, y la gracia que tiene es que, claro, la sangre igual es naranja, es azul y entonces es muy divertido, tiene un punto muy simpático”.

Álbum Ilustrado
Noemí Villamuza y la poesía de ‘Los ecos del viento’

Doce poemas de Antonio García Teijeiro dedicados a doce creadoras, poetas o narradoras de diferentes generaciones y de ambos lados del Atlántico, ilustrados con la sensibilidad de Noemí Villamuza. Así define la editorial Kalandraka‘Los ecos del viento’, y sobre este proyecto charlamos con Noemí en unos jardines de Sevilla, antes de su participación en una magnífica mesa redonda.

Cuéntame un poco el origen de este proyecto. “Pues mira, el origen de este proyecto es la señora Manuela Kalandraka, enamoradísima de las colecciones de poesía de Kalandraka, con quien yo ya había hecho un premio Orihuela. Y habíamos quedado muy contentos todos, ella, la editorial, yo, la autora, bueno, es un librito que es un caramelo. Y entonces me dijo, al cabo del año, tengo una historia con un autor que es un poeta, que es un gran activista en Galicia, que está trabajando con la poesía como herramienta de mediación lectora en muchos centros. Y, bueno, prácticamente te puedo decir que como herramienta terapéutica, porque lo estaba utilizando en entornos de niños con problemas, colegios con índices altos de marginalidad, de todo”, nos cuenta Noemí Villamuza.
“Claro, yo no conocía a este hombre, lo he conocido ahora, a toro pasado, hace nada, hace un mes y medio. Y este hombre, que se llama Antonio Teijeiro, había recopilado unas poesías al estilo de, o sea, tiene construcciones poéticas que son: una evocando la estructura de los poemas de Gloria Fuertes, otra de Gabriela Mistral, otra de Rosalía de Castro, otra,… Pero claro, yo, muy rebelde y muy incómoda, le dije a Manuela, joder, pero es un libro con poesía de mujeres y ¿tiene que recopilarlo un tío? Me puse así… Y ella me dijo, bueno, es que no conoces a Antonio, Antonio ama a estas mujeres y las quiere homenajear. Les quiere agradecer lo que él aprendió de ellas, sobre todo a Rosalía, que la adora y lleva años y años, pues eso, trabajando muy activamente en pro de la poesía por un montón de centros”.

“Y dije: bueno, vale, es un personaje querido, respetado y tal -continúa Noemí Villamuza-. Entonces empecé a leer cosas de él, empecé a meterme un poco en cómo había construido todos esos poemas y pensé, qué bruta que soy, vamos a por esto. En realidad, es más una cuestión de entender que él estaba intentando enseñar a los niños cómo podían construir poemas a la manera de, también, porque es cuando aprendes, cuando ves de qué forma construía los versos, Gloria no tiene nada que ver con Rosalía… Y entonces nos dimos cuenta que todos los poemas versan sobre la vida y las emociones a lo largo de la vida”.
“Y ya que eran todas autoras, que yo creo que es lo que al final me ayudó a estar más inspirada, que siempre buscas como un leitmotiv. Pues empezar con una niña, con un grupo de niñas que juegan, con una niña que descubre un poco su pubertad, con una niña que se enamora, con una niña que se engaña,… Así hasta una niña que crece, que se hace mujer, que es madre y que luego es abuela, porque libros son todas las edades, ¿no?”

“Y bueno, pues no deja de ser un libro en el que trabajo lápiz, pero intento incorporar el color y la acuarela de tal forma que los salpicones de acuarela son un poco las emociones que transitan las diferentes niñas y luego mujeres -nos explica Noemí Villamuza-. Y otra cosa que me enseñó Manuela, a que no dejáramos de lado el mar, el azul, el salpicar con salitre, el que hubiera como ese referente, ¿no? ¿De dónde nace el libro? ¿De qué océano viene? ¿Y de qué costa?”

¿Qué diferencia hay un poco a la hora de ilustrar poesía respecto a ilustrar un álbum ilustrado con una historia? ¿Dónde están un poco las diferencias o el reto? “Pues mira, ilustrar poesía tiene una cosa muy agradecida y es que cada poema empieza y termina. Es decir, tú creas ahí una cápsula y no tienes que estar pensando si ese personaje en tres cuartos se parecerá lo mismo que frontal, qué perfil, si tienes que respetar, como el raccord en cine, ¿no? De, ostras, he dibujado la habitación desde este ángulo y ahora voy a hacer que el personaje gire. No, cada ilustración es un entorno, entonces cada ilustración es su propia atmósfera, su propia frecuencia”, concluye Noemí Villamuza.

Álbum Ilustrado
Eva Sánchez Gómez y la profunda historia que hay en ‘De nombre… Mariola’

Mariola era una niña feliz que había ido creciendo entre risas, canciones y arrullos de mar.
En las noches claras, jugaba con sus padres a contar estrellas. Le gustaba pisar la arena dejando huellas, saltar las olas, hacer castillos cerca del agua. Un día, algo se rompió en ella y nadie fue capaz de arreglarlo, pero sus padres supieron que Mariola querría formar parte de la magia de la vida. Con estas palabras la editorial Degomagom nos presenta ‘De nombre… Mariola’, un trabajo de Antonia Rodenas y Eva Sánchez Gómez. Con ésta última charlamos un poquito más alrededor de este libro.

¿Cómo nace este proyecto? “El proyecto me llega a través de Octavio Ferrero, editor de Degomagom. El doctor Miguel Perdiguero, coordinador de la unidad de trasplantes de Alicante, tuvo la idea de hacer un álbum ilustrado abordando el tema de la donación de órganos infantiles y rindiendo homenaje a Mariola y a su familia. La donación de órganos es un acto de gran generosidad y de vital importancia para muchos niños y familias y la divulgación más allá del ámbito médico y académico es crucial para crear conciencia. Él contactó con Antonia y le encargó el texto. Juntos se lo presentaron a Octavio y él me propuso ilustrar la historia. Con Octavio habíamos trabajado juntos previamente en “El burrito que quería aprender a leer” e ilustrar una historia así me pareció un gran reto y una oportunidad muy bonita de volver a colaborar”, nos cuenta Eva Sánchez Gómez.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Encontrarán una historia de amor y generosidad. La historia de Mariola es por supuesto trágica, pero también es sobrecogedor cómo de esa profunda tristeza surge una gran esperanza para otras niñas y niños y también para sus familias”.

¿Qué te pareció la historia de Antonia la primera vez que la leíste? “La primera vez que la leí, me impactó -confiesa Eva Sánchez Gómez-. Me pesó mucho la tristeza y me pareció un reto el pensar cómo abordarlo. Cómo hacer para que, sin evitar la tristeza que debe ocupar su espacio, ésta no nublara por completo la esperanza, la magia y el amor”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “El color tiene un especial protagonismo. El naranja y el azul encarnan la vitalidad y la tristeza y me han ayudado a tejer el hilo narrativo de las ilustraciones. Los dos colores conviven durante todo el libro. A veces gana uno y a veces otro. Como la paleta y el elenco de personajes es más limitado creo que tiene un peso especialmente importante. En este libro uso algunos elementos del texto como el mar o el pez payaso y los colores para desarrollar una historia paralela que relata lo que imagino que sienten los personajes más que los hechos. La ilustración funciona como una metáfora y es menos literal que en otros trabajos”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Con carboncillo, pastel y lápiz de color sobre papel”, nos cuenta Eva Sánchez Gómez.
Háblanos un poco del proceso de realización de este libro. “Procuré apoyarme en la magia del texto de Antonia. La casa flotante, las estrellas, el mar… Son todo grandes espacios para imaginar. A partir de que Mariola enferma, pensamos en llevar más allá los elementos mágicos y explicar a través de ellos las emociones de los personajes. Decidimos que queríamos huir de la literalidad porque el texto cuenta una historia real y difícil y queríamos apoyarnos al máximo en la poesía para poder hacer justicia también a toda la luz de la historia de Mariola. A partir de ahí todo fluyó fácilmente y todos remamos para acercarnos al máximo a este objetivo. Ha sido un placer trabajar con este equipo”.



Y unas pinceladas sobre el álbum ilustrado como vehículo para contar estas historias… “Creo que no hay historias que no puedan ser contadas. Siempre que nazcan de una emoción, un interés o una inquietud reales -afirma Eva Sánchez Gómez-. Las historias trágicas, tristes o duras forman parte de la vida igual que las alegres, tiernas y divertidas. Nos interpelan a todos los habitantes de este mundo. Es más, rara es la historia en la que muchas de ellas no convivan de alguna manera. El intríngulis siempre está en cómo contarlas. El álbum ilustrado me parece un terreno lleno de posibilidades para ello, porque ofrece la literatura de las palabras y la de las imágenes. Tampoco pienso que el álbum ilustrado sea solamente para niñas y niños, pero siendo este todavía su público mayoritario me parece precioso que ellos pongan el listón alto que merecen y que conviertan el álbum ilustrado en un campo ancho para imaginar sobre cualquier historia humana”.
“El álbum ilustrado, como otras formas de expresión artística, me parece una gran forma de compartir nuestras dudas, miedos, ilusiones, sueños, obsesiones, alegrías… y, en definitiva, de conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Justo acabo de empezar a trabajar en la ilustración de dos cuentos de Ana María Matute, un proyecto que me hace mucha ilusión”.
Álbum Ilustrado
Sara Stefanini y su ‘Pequeño manual de navegación’

‘Pequeño manual de navegación’ es una historia de mar, una metáfora de la vida, con sus cambios de rumbo y puntos de vista, en la que disfrutar con el mejor destino de todos: el propio viaje. Si es la primera vez que te haces a la mar, es necesario que te acompañe un marinero experimentado. Alguien como Aldo, que por ejemplo sabe que lo primero que hay que hacer a la hora de navegar es fijar un destino. Y llegamos a esa meta con imprevistos e ingenio, con dificultades y cooperación. Aldo dice que siempre se llega a alguna parte. Pero que lo más importante, es disfrutar del viaje. Con estas palabras la editorial Pípala presenta este álbum ilustrado de Sara Stefanini. Ella nos da algunas pinceladas más sobre este trabajo.

¿Cómo nace este proyecto? “Este proyecto empezó hace 10 años, al principio eran solo unas cuantas imágenes y no había historia. Estaba investigando composición y diseño gráfico y creé una pequeña serie sobre el mar. Luego vi que las imágenes funcionaban y me esforcé por poner un texto al lado de ellas sin poder encontrar la combinación adecuada. También encargué las ilustraciones a un autor, y aunque el autor era muy bueno y había hecho una historia hermosa, no me convencía el libro en su conjunto. Así que trabajé un poco más en él y finalmente añadí ilustraciones y encontré a Aldo”, nos cuenta Sara Stefanini.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Un viaje”.

¿Qué dirían que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Abordo cada proyecto de manera diferente. Estas ilustraciones son antiguas en comparación con mi trabajo actual, pero puedo decir que sin este libro no estaría donde estoy ahora, por eso era necesario crear este libro así”.

¿Con qué técnicas trabajas? “Una técnica mixta de collage digital, escaneé texturas hechas en acuarela y acrílico y las ensamblé digitalmente”, afirma Sara Stefanini.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Acabo de entregar un nuevo libro y otro salió hace unos días. Mi cajón está lleno de proyectos esperando la luz, a ver qué camino tomarán”.
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