Entrevistas
‘El bosque es nuestra casa’ de Sara Fernández

‘El bosque es nuestra casa’ nos abre la puerta a conocer los bosques, su funcionamiento y sus ciclos naturales con un enfoque científico y ecológico. Pero también a entender nuestra relación pasada con ellos y la importancia que tienen en nuestro día a día -nos cuenta la editorial, A buen paso-. Este libro es, ahora más que nunca, necesario para entender que necesitamos tener un futuro junto a los bosques y qué podemos hacer para que nos sigan cuidando y dando tanto sin ponerlos en peligro. En este libro –escrito e ilustrado por dos ingenieras de montes–, cada detalle, cada hoja, cada árbol dibujado tiene una función específica. Las autoras (Sara Fernández y Sonia Roig) indican algunas, pero otras no son nada más que pistas para que el lector atento emprenda su propia labor de investigación y descubrimiento. Nosotros hemos hablado un poquito más con Sara sobre su trabajo en este libro.

¿Cómo nace este proyecto? Sara Fernández: “El germen de ‘El bosque es nuestra casa’ nace hace diez años. A raíz de los talleres de ciencia y bosques que de vez en cuando hacía en colegios me di cuenta de cómo las niñas y niños, incluso muy pequeños, son capaces de deducir cosas muy complicadas si se les plantean las preguntas adecuadas, de lo orgullosos que se sienten cuando lo consiguen por sí mismos, de cómo se fijan en los detalles y los conectan con aspectos generales y con su día a día… Les interesaba muchísimo lo que les contaba sobre los bosques. Y algunas de las cosas que íbamos viendo eran también un descubrimiento para los profesores. Recuerdo perfectamente la cara de uno de ellos: «¿En serio los árboles tropicales no tienen anillos?».
“Cuando tras varios años trabajando como ingeniera de montes decidí “reformarme” como ilustradora y escritora sabía que en algún momento haría coincidir mis dos pasiones: los libros y los bosques. Pero claro, ya había muchos libros muy buenos sobre bosques. Así que le di bastantes vueltas para ver qué podía ofrecer yo de diferente y que valiera la pena. Finalmente a principios de 2019 pensé que quizás (sólo quizás) había encontrado cómo se podría enfocar, lo comenté con Sonia Roig, una amiga que es profesora en la UPM, le planteamos el proyecto a Milrazones y nos pusimos al lío. Este libro nos ha exigido muchísimo esfuerzo y, seguramente por eso, también mucho reposo durante las primeras fases, así que por el camino se metieron otros libros que nacieron antes, aunque el trabajo de El bosque es nuestra casa seguía adelante. Durante el confinamiento este bosque fue, literalmente, mi refugio y a partir de ese momento empezó un intenso trabajo de 9 meses. Cuando ya lo teníamos todo muy armado, Milrazones buscó la colaboración de A buen paso, y allí fue donde, tras otros 9 meses de embarazo más, ha visto la luz este libro”.

¿Qué se encontrarán los lectores en sus páginas? “El bosque es nuestra casa es un libro en el que hay muchísima información sobre los bosques y los árboles, su ecología, su funcionamiento, su variedad, etc. Pero también sobre nuestra relación con ellos -nos cuenta Sara Fernández-. Hablamos del pasado, del presente, de nuestro impacto, de cómo los cuidamos, de incendios forestales… Sin embargo, y esto es una de las cosas que más nos ha costado, hemos intentado que esa información se entendiera sin darla demasiado masticada. Queríamos que nuestros lectores se pusieran “en modo científico” a observar, leer indicios (los paisajes y la madera también se leen y nos cuentan muchísimas cosas), conectar información que está dispersa en diferentes páginas o no es evidente y deducir por sí mismos a partir de preguntas que hacemos pero no respondemos directamente. Buscar ese equilibrio entre lo que contamos, lo que callamos y que se nos entendiera ha sido muy complicado”.
¿Cómo fue el trabajo de documentación / investigación para este libro? “En realidad para este libro hemos tenido que hacer un trabajo de “desdocumentación”. Creo que es generalizado que cuando sabes de un tema, todo te parece interesantísimo e importantísimo, y te cuesta mucho decidir de qué prescindir. Sonia y yo tenemos bastante experiencia como ingenieras de montes, en aspectos muy diversos, además. Ella lleva muchísimos años investigando en ganadería extensiva, ecosistemas de pastos, dehesas, cambio climático… y también es profesora de repoblaciones en la UPM. Yo he trabajado en etnobotánica (una rama muy bonita que mezcla botánica y antropología), en desarrollo rural, en gestión forestal sostenible, evaluando proyectos de impacto ambiental desde la administración, como técnico de apoyo en incendios, en un centro de investigación de agua y también dando talleres sobre bosques en colegios -afirma Sara Fernández-. Y claro, hay un montón de temas, de curiosidades, de anécdotas de las que queríamos hablar. El problema es que no todo puede caber en un libro informativo. Y, además, entorpece. Y, además, sería un auténtico ladrillo. Así que elegir qué contábamos y cómo lo hacíamos fue, definitivamente, lo que más nos costó”.
“Aun así, es verdad que también hemos tenido que pegarle un repaso considerable a algunas materias que teníamos más olvidadas (y ha sido un gusto volver a ellas) y buscar información de temas de los que no sabíamos tanto. Para ello hemos pedido ayuda a amigos que son grandes expertos en algunos temas y ha sido un lujo poder consultar el trabajo de grandes investigadores y divulgadores que de forma tan generosa comparten sus conocimientos”.

¿Cómo fue el trabajo con Sonia Roig? “Sonia y yo somos amigas desde hace mucho tiempo y trabajar con ella ha sido muy cómodo. Además, El bosque es nuestra casa tiene una fuerte componente vocacional, el bosque es muy importante en nuestras vidas y creo que sin ese sentimiento no hubiéramos podido hacer este libro en la forma en que lo hemos hecho. Lo primero que hicimos fue elaborar una lista (infinita) de aspectos relacionados con los bosques que queríamos tratar (por supuesto, “todos importantísimos e imprescindibles”) y a partir de ahí, todo lo demás. O sea, rendirnos a la evidencia. O sea, que no cabe. ¿Y si lo apretamos un poquito? Tampoco. Vamos, que ni siquiera sentándonos las dos juntas a la vez encima éramos capaces de cerrar esa maleta. Y a partir de ahí empezó el trabajo de decidir con qué nos quedábamos y con qué no, qué iba en texto y qué con imágenes, cómo organizábamos toda la información, cómo conseguir que cada capítulo fuera independiente pero que a la vez estuviera conectado con los demás (igual que todo está conectado en un bosque)”.
“El trabajo de edición ha sido fundamental, y este libro es como es gracias también a nuestros editores Jesús Ortiz y Arianna Squilloni y al diseñador Miquel Puig que han tenido una paciencia infinita con nosotras”, asegura Sara Fernández.

¿Dónde está ese bosque que es tu casa? “Yo tengo la suerte de vivir a escasos metros de un bosque. Así que el bosque está muy presente en mi día a día. Pero realmente esto nos sucede a todos, aunque vivamos en una ciudad. Todos tenemos un bosque que nos cuida. Si podemos beber agua es porque hay un bosque que está protegiendo la cuenca del río en su parte más alta. Si podemos tener alimentos es porque hay bosques en la montaña o alrededor de los cultivos que protegen ese suelo fértil. Si podemos vivir en casas es porque los bosques nos han proporcionado la madera para hacer los encofrados de la cimentación y de las estructuras, y nuestros muebles. Incluso si podemos ir al W.C. teniendo la seguridad de que al terminar nos envolverá “una sensación de suavidad” como dice el anuncio (por cierto, el confinamiento nos dejó claro que el papel higiénico es un bien preciadísimo en nuestra sociedad) es porque los bosques también nos lo proporcionan. Aparte, claro está, de que podamos ir a pasear y disfrutar en ellos y de un montón de cosas más que aparecen en nuestro libro”.
“Los bosques son ecosistemas maravillosos, conocer cómo funcionan, las relaciones ecológicas que tienen lugar, todo lo que sucede en un bosque al margen de nosotros es impresionante. Pero nuestra realidad es que nosotros no podemos vivir al margen de ellos. Llevamos viviendo gracias a los bosques desde hace miles de años, nuestra existencia tal y como la concebimos no sería posible sin los bosques. Como recogemos en El bosque es nuestra casa, todos somos “bosquedependientes” -afirma Sara Fernández-. Por eso es tan importante gestionarlos de forma sostenible, intentar por todos los medios prevenir los grandes incendios que son una de las mayores amenazas a las que nos enfrentamos. Realmente, a una “escala de naturaleza”, los bosques no nos necesitan. Mañana podrían desaparecer miles de hectáreas por un incendio bestial y, sin embargo, al cabo de unos 200 ó 1.000 años volver a ser un bosque. Pero nosotros no nos lo podemos permitir, nuestra supervivencia como especie depende de que sigan ahí en el corto plazo. Por eso hay que seguir cuidando de los bosques para que ellos nos puedan seguir cuidando”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este proyecto? ¿Qué hay de diferente respecto a otros libros? “Las ilustraciones de este libro tienen una gran carga de información científico-técnica, creo que esa es la diferencia fundamental con otros proyectos que he hecho anteriormente -continúa Sara Fernández-. En El bosque es nuestra casa, no hay nada que esté dibujado que no sea “cierto”, no hay nada puesto al azar (¡y hay muchísimas cosas!, ¿eh?) y, aunque yo utilice un estilo algo naïf, todos los elementos, animales, plantas, hongos (en total aparecen más de 180 especies), tienen el aspecto que les corresponde en la realidad. Y además, “están donde tienen que estar y comen lo que tienen que comer”: por ejemplo, si hay níscalos es porque hay un pino cerca, el ruiseñor que aparece está posado en una zarza y, sí, los erizos también comen víboras. En algunos casos me he servido de un estilo más realista para imitar las láminas de los libros de botánica. Sin embargo, para facilitar los conceptos más abstractos, como la fotosíntesis o los procesos físico-químicos en la erosión de las rocas sí he utilizado metáforas o comparaciones visuales y ahí sí que me he tomado licencias… por ejemplo, no es real una gota de agua vaya por la vida con un pico, una probeta o una retroexcavadora”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Todas las ilustraciones están hechas a mano y para ello utilicé rotuladores de alcohol para hacer las masas de color y luego lápices de colores para definir, matizar, aportar texturas y detalles. También hay detalles que imitan a ilustración científica en lo que utilicé lápices de grafito”.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Un gran divulgador al que admiro mucho me ha propuesto una colaboración preciosa. También tengo ganas de sacar del cajón un par de proyectos y comprobar si ya han reposado lo suficiente como para poder volver a ellos. Además, nos están demandando muchas actividades con El bosque es nuestra casa, así que ahora mismo Sonia y yo estamos diseñando nuevos talleres temáticos, para poder ofrecérselos a colegios, bibliotecas, etc”.
Cómic
Elva Lombardía nos habla de su trabajo en ‘Roncas’

Mujer de 30 años, ilustradora de vocación, vivo en Barcelona y trabajo en un call center a media jornada para pagar las facturas del piso que comparto con una amiga (es la única forma de pagar los locos alquileres de esta ciudad). Me gusta viajar (aunque de normal me cuesta siglos ahorrar pasta para el viaje), quedar con los amigos para salir de cervezas, ir al cine y disfrutar de un buen libro o un cómic en mi sofá. ¿Qué por qué me he apuntado a “adopta a un lerdo”? Porque me apetece conocer a un tío con el que pasarlo bien, echar un buen polvo y ¿quién sabe? Quizás llegar a algo más. ¿Defectos? Pues lo de siempre, soy un poco desordenada, y cuando me enfado… Ah, sí, lo olvidaba, ronco un poco pero bueno… no creo que nadie considere que eso es un defecto ¿no?
Con estas palabras Grafito Editorial nos presenta ‘Roncas’, un cómic de Elva Lombardía. Obra ganadora del Premio “Josep Sanchis Grau” de cómic, de los XLII Premios Literarios “Ciutat de València”, y del que hablamos con Elva en las siguientes líneas.

Lo primero, cuéntanos cómo nace este proyecto. “Este proyecto nace de una recopilación de diarios personales, libretas en donde tengo anotadas cosas que me pasan, ideas, etc. En un principio iba a ser una especie de libro de viaje y a través de él, explicar una ruptura, pero luego, cambié a una cosa más biográfica y personal, ya que me resultaba más fácil y fresco”, nos cuenta Elva Lombardía.
¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Las lectoras y lectores se encontrarán con una historia costumbrista, llena de humor e ironía, de las desgracias sentimentales de una treintañera milenial. Lerda, la protagonista, estará en búsqueda de pareja a través de las apps mientras lo combina con varios trabajos, comparte piso, y en ocasiones siente que no todo es como nos lo habían prometido”.

¿Qué hay de Elva en este cómic? “Prácticamente todo, es una historia autobiográfica, aunque guionizada y con pequeños cambios para que tenga una coherencia y ritmo de lectura, ya que la realidad a veces supera la ficción”, asegura Elva Lombardía.
¿Cómo fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de documentación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “El trabajo previo fue ordenar bien las libretas, la historia de Roncas son varios años de mi vida. Hice varias relecturas para extraer las situaciones que a mí me parecían más interesantes y con esto empecé un esquema del guión general de las cosas que irán pasando a lo largo del libro”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Mis ilustraciones son sencillas y muy expresivas acorde al guión, es un estilo que ha nacido de años de búsqueda y de referentes del cómic que me encantan como Aude Picault o Guy Delisle -continúa Elva Lombardía-. La diferencia con respecto a otros trabajos, es que es mi primera historia secuencial, mi anterior cómic diario de un confinamiento de Saïm Edicions, son historias cortas sobre la pandemia, en ‘Roncas’, el libro demandaba un ritmo y cronología”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Ilustración digital”.

Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. “Una vez hice el esquema de guión, con posits fui incorporando las situaciones que me parecían más interesantes y le di una cronología. Con esta guía empecé ya el proceso de storyboard, dibujo muy sencillo y esquemático de cómo será la página junto a la escritura del texto. El guión y el boceto nacieron a la vez, una vez terminado todo el story del libro, empecé la fase de dibujo final y posteriormente el color”, afirma Elva Lombardía.



¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Actualmente estoy con algunos encargos de libro de texto y junto a otra escritora, estamos trabajando en un álbum infantil para presentarlo a diferentes editoriales. A nivel historias mías, tengo bastantes ideas para el futuro pero todo es cuestión de tener tiempo de irlas desarrollando y combinando con el trabajo”.
Cómic
Joaquín López Cruces, Enrique Bonet y ‘El otro mundo’

Verano de 1933. Un reducido grupo de estudiantes y maestros llega a Neveros, una remota aldea de la Alpujarra, enviados por el gobierno de la Segunda República para desarrollar allí uno de sus proyectos culturales más ambiciosos: las Misiones Pedagógicas, con las que quiere hacer llegar a los campesinos un inmenso patrimonio cultural al que nunca han tenido acceso -la música, el teatro, la poesía, el arte…-. En sesiones cargadas de magia, les descubrirán el cine y sus asombrosas proyecciones; les ofrecerán charlas sobre sus derechos y deberes como ciudadanos de la República, y les dejarán el rastro imperecedero de una biblioteca de libros y discos de pizarra. Con mucho esfuerzo, los viajeros se irán ganando la complicidad y el entusiasmo de los aldeanos, especialmente de los niños; pero también la hostilidad y la desconfianza de quienes ven amenazadas sus ideas, sus creencias y sus formas tradicionales de vida…

‘El otro mundo’, editado por Astiberri, se inspira en la experiencia real de la Misión Pedagógica desarrollada en varios pueblos de la Alpujarra granadina en agosto de 1933, entre cuyos miembros se encontraban el cineasta José Val del Omar y el escritor y poeta Antonio Sánchez Barbudo. Enrique Bonet y Joaquín López Cruces indagan en los efectos del choque cultural entre dos mundos que siempre se habían dado la espalda, y en el enfrentamiento entre los anhelos de transformación social y la feroz resistencia al cambio y la pérdida de privilegios. Con ellos hablamos una mañana, en una cafetería junto al Arco de Elvira, en Granada, en una cafetería con libros que gestiona una familia gazatí. En las siguientes líneas tenéis algunas pinceladas y reflexiones alrededor de este trabajo.
¿Cuántos encuentros como este, aunque solo entre los dos, ha habido? “Alguna que otra, pero también muchas digitales, evidentemente, con mucho WhatsApp y mucho correo electrónico”, comenta Enrique Bonet. “Recuerdo que tuvimos la primera reunión, eso ya lo hemos contado varias veces, y esto fue por culpa de Munuera, fue el que nos lió. Fue en una reunión con varios dibujantes y cerveza -continúa Joaquín López Cruces-. Llevaba tiempo queriendo hacer un cómic largo, porque desde el primero que hice, hace más de 30 años, solo había hecho cosas más pequeñitas. Tenía mi propio proyecto, pero nada, eso de trabajar en solitario es muy complicado. Y fue Munuera el que me dijo que Enrique tenía un proyecto muy interesante”.
‘Le pedí a Enrique que me contara, pero me extrañó también un poco, porque siendo dibujante, y le dije: “¿no lo quieres hacer tú?” Y me dijo, no, no, estupendo”. “Yo llevaba tiempo dándole vueltas a la cabeza, con esta idea, con este proyecto de las misiones. Llevaba casi un año reuniendo documentación, pero no arrancaba con el guión”, apunta Enrique. “Si lo dibujas tú, no me lo pienso.Porque Joaquín, él lo sabe, ha sido uno de mis referentes o de mis maestros”.

¿El proceso de documentación? Enrique Bonet: “Yo había reunido mucha documentación escrita, empecé a informarme sobre las misiones, porque en internet había muchísima información, muchos artículos, y luego un libro que fue la fuente fundamental de información, tanto para mí como para Joaquín, que es un catálogo de una exposición que hizo la Residencia de Estudiantes hacia 2006, muy rico en imágenes y fotos. Es un libro muy bien editado. Fue un incentivo también para empezar a meterme en el mundo gráfico. Porque a mí esta idea surge gráficamente. La primera idea fue viendo imágenes que encontré por casualidad, y vi las primeras imágenes de un pequeño documental rodado por Val del Omar. Y esas primeras imágenes fueron las que me abrieron la pista y lo que me motivó a hacer la historia”.
“También unida al tema de la Alpujarra -continúa Joaquín López Cruces-, que es un mundo que conozco bastante. He ido muchas veces y me parece también muy sugerente para dibujarlo”. En este momento comentamos cómo se refleja la singularidad de esta comarca granadina en una doble página, en la que Joaquín nos traslada casi a vista de pájaro a la plaza del pueblo… “Sí, eso fue gracioso, hacer la doble página fue una sugerencia de un amigo, de Javier de Isusi, el dibujante. Le enseñé las páginas que llevaba, y esa ilustración era una media página. Y me dijo, “estás loco, ponlo más grande, eso merece más”. Entonces, empecé a pensar, hice la prueba, y claro, tenía razón. Pero eso me obligó a retroceder, para que eso fuera una doble página, tuve que volver al principio y rehacer muchas cosas. Pero se lo agradezco, porque es una doble página que le gusta mucho a la gente. Además al lector le ayuda a descansar un poco, a situarse, a entender ese momento, hay como un cambio de ritmo, narrativamente funciona muy bien”.

Una de las esencias de la historia es ese momento previo a la Guerra Civil, en el que ya algo se palpa en el ambiente. “Realmente el objetivo de la historia es contar ese momento en el que ya la gente no se ponía de acuerdo, la gente no hablaba, sino que empezaba a haber un enfrentamiento en el que el diálogo parece que era imposible”, señala Enrique Bonet. Y, claro, el papel de las misiones era todo lo contrario, era la idea de llevar la cultura, el diálogo, la razón, de extenderla a todos los rincones, y te encuentras con esa realidad donde el país ya empezaba a estar dividido y partido. Que, además, tiene unas lecturas muy contemporáneas también, desgraciadamente. Quizás no era la intención, alprincipio, no teníamos esa idea, pero luego te das cuenta de que estamos casi reflejando un momento”.
“Una cosa que me ha gustado mucho, a la hora de todo el desarrollo del libro, es que muchas de las cosas que han ido ocurriendo con el libro han sido, no digo casuales, sino que la propia estructura de la historia, los propios elementos que Joaquín iba aportando, van construyendo la historia. Al final, es todo como muy orgánico”.

“No había cosas premeditadas, sino que han sido hallazgos que hemos ido encontrando, conforme el guión se iba construyendo y la historia iba creciendo también gráficamente. Aparte que yo he hecho una cosa que creo que no hay que hacer, que es que lo he dibujado por orden y página por página, y la primera parte incluso sin que se hubiera acabado el guión. Por eso, quizás, tiene ese aspecto orgánico, que ha ido desarrollándose”, indica Joaquín López Cruces.
“Él me ha sugerido cambios de dibujo, yo le he sugerido cambios de guión… Yo tenía una estructura básica desde el principio, que fueran tres días, tres actos, sabía cómo empezaba, cómo acababa, sabía más o menos lo que pasaba en medio, pero el desarrollo de todo eso lo fui desgranando poco a poco. Lo del color, también fue surgiendo. Me gustó mucho cuando Álex Romero dijo que parecía hecho por una sola persona, lo lees y no se nota que hay dos autores, y eso me encanta porque yo también lo veo así, y además pienso que esa es la magia de trabajar con alguien”.

Después hablaremos un poco más del uso del color, pero me gustaría también que habláramos de la figura del maestro. “Hay una frase cuando llegan al pueblo y los recibe el maestro, es el que recibe a la misión, porque las autoridades estaban en otras cosas, y uno de los componentes de la misión dice: “nadie mejor que un maestro para representar a la República”. Creo que esa es una de las claves también de la historia, el papel que hizo la República en ese sentido”, nos comenta Enrique Bonet. “Era un apoyo, todo ese suministro de libros, era para apoyar a la escuela y al maestro, para que tuviera herramientas. Las misiones, yo las veía como una extensión de la escuela pública, de ese intento que hizo la República y en el que invirtió muchísimo esfuerzo en dignificar el papel de los maestros, en crear escuelas, y que esas escuelas enseñaran de una determinada manera. Y las misiones eran un poco una extensión de esa política”.

“A mí lo que me gustaba de los proyectos de las misiones, entre otros, como el de La Barraca, que es más conocido, es que éste era un plan sistemático y un plan muy bien pensado, muy bien programado, muy planificado, y con una intención a muy largo plazo -continúa Enrique-. Lo que siempre pedimos en las políticas culturales, que no se suele hacer, aquí era una cosa muy a largo plazo, sabiendo que esto no iba a dar un resultado inmediato. Eran semillas. Y lo que contamos nosotros, la misión ha pasado por ese pueblo, ha dejado una semilla, y algo va a pasar ahí, personificado en esta niña, en Lucía, lo que recibe, pero no solo ella, porque el resto de los niños también, al final cambia su vida”.

Vamos con el color, que lo marcan la niña, Lucía, el pelo de María y el fantasma… “Es como una V, porque es Lucía la que se relaciona con las otras dos -nos cuenta Joaquín López Cruces-. Fíjate que ni siquiera en el guión estaba eso, tampoco son exactamente protagonistas, porque María es una más de las misiones. Pero a mí me gustó, ya que teníamos una pelirroja, que es la que da ese color rojo, unirla con las otras, me parecía que era interesante. Al principio, yo pensaba hacerlo en blanco y negro, pero claro, una pelirroja en blanco y negro, cómo se indica, cómo se cuenta, es relevante que sea pelirroja, porque también añade ese punto de extrañeza a los lugareños… Pensé hacerla a dos tintas, hice bastantes pruebas, a ver cómo quedaba, pero en el fondo era como un reto para mí, porque siempre he sido más dibujante de líneas, de blanco y negro. Al final me obligué a trabajar con una paleta pequeña. Que no fuera blanco y negro, pero mitigarlo de manera que el rojo destacara”.

¿Y las técnicas? “Hice bocetos a lápiz, pero en una libreta aparte, y luego las páginas están dibujadas directamente en un iPad. A veces fotografiaba los bocetos con el mismo iPad o escaneaba alguna cosa, si lo tenía muy trabajado prefería escanearlo y lo calcaba”, afirma Joaquín López Cruces.
¿Y el fantasma? “Bueno, esta es una historia de ficción, estamos fabulando, estamos en un mundo donde se van a mezclar elementos mágicos con elementos reales y quería jugar desde el principio en ese terreno, no de la fantasía, pero sí donde, como fabulador, nos permitía hacer cualquier otra cosa. Y si conseguíamos que el lector ya desde el principio entrara en ese juego, pues ya eso nos daba una herramienta. Tenía claro desde el principio que quería mezclar el tema de la magia, quería que aparecieran elementos mágicos y en la Alpujarra eso también estaba muy presente”, asegura Enrique Bonet. “Y en ese mundo pensé rápidamente en este fantasma, que nos permitía, por un lado, tener el contacto con la niña, como la niña era muda, la niña no hablaba, el único personaje con el que mantiene cierto diálogo es con este fantasma, aunque ella no habla, pero hay un diálogo entre las dos, y permitía introducir esas pinceladas de lo que está por venir, del futuro y también esa referencia al pasado sangriento de la Alpujarra. Con todas esas claves se va construyendo ese personaje. Y luego la aportación de Joaquín, que fue fundamental, a la hora de darle forma a ese fantasma, que yo lo había imaginado de una manera totalmente distinta…”.

“Yo, en vez de poner a una señora andando, la envolví en sudarios, me documenté en esculturas griegas, porque era lo que me sugería a mí alguien envuelto así, en vendas, no iba a poner a la momia, pero tampoco a una señora muy bien arreglada. Esta mujer se ha despertado, la han sacado de ahí, pues estará envuelta así… Y luego, no sé, la primera vez que la puse andando, la subí unos centímetros por encima del suelo, y ya la hice que volara y todo. Pero yo pienso que sí, que si eres un fantasma, qué menos que puedas volar, no tienes esas limitaciones que tenemos en vida”, sonríe Joaquín López Cruces.
‘El otro mundo’ cuenta además con un sugerente apéndice de 16 páginas escrito por Enrique Bonet, que incluye diverso material gráfico y ubica lo que fueron las Misiones Pedagógicas que se desarrollaron en la Segunda República española. Un extra sobre el qué, y el quién es quién de aquel proyecto de promoción de la cultura que llegó a miles de pueblos y aldeas de España y que se desmanteló con la instauración de la dictadura franquista al fin de la guerra civil. También en esta parte del libro podemos disfrutar de los bocetos de Joaquín… “Tenía claro que quería meter algún tipo de complemento, de contextualización de las misiones -afirma Enrique Bonet-. Porque eso me permitía, también, no tener que explicar cosas en el tebeo. Habrá gente que se lea esto y quiera saber algo más, pero no se lo voy a contar en la historia”.


“La mayoría de bocetos son de la libreta, claro. Así es como yo trabajo, subo aquí las paginitas que hago antes de meterme en faena. Primero los hago sin páginas ni nada para ver si funciona la lectura de las viñetas, luego ver cómo encajan en la página… Tiene una parte que siempre es más rica el boceto”, añade Joaquín López Cruces.
Cómic
Marina Velasco y su trabajo en ‘Mientras sea verano’

El verano es una época de oportunidades, capaz de crear situaciones que en ningún otro momento se darían. En Almajadilla, un pequeño pueblo ficticio que aúna la cultura mudéjar aragonesa y la herencia andalusí del sur, coinciden dos mujeres de generaciones y vidas muy distintas. Lejos de chocar, crean un fuerte vínculo gracias a la búsqueda conjunta del amor propio: Fina, vecina y trabajadora del pueblo, nunca lo ha conocido; a Berta, recién llegada de la ciudad, se le ha arrebatado a la fuerza. ‘Mientras sea verano’, editado por Salamandra Graphic, es una historia que homenajea la cultura popular, celebra la diversidad y pone en valor el conocimiento transmitido entre mujeres. Con su autora, Marina Velasco, hablamos en las siguientes líneas.

¿Dónde está el origen de este proyecto? “El proyecto surge de las ganas de reflexionar sobre las posibles relaciones que se darían si nos detuviéramos a conocer verdaderamente a las personas de nuestro entorno (compañeras de trabajo, vecinas, etc…). Personas con las que compartimos gran parte de nuestro día y, sin embargo, apenas conocemos”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Encontrarán dos historias de crecimiento. Dos mujeres, totalmente opuestas, que coinciden en un pueblo recóndito de España. Movidas por su necesidad mutua de compañía, entablan una relación que les hace reflexionar y aprender sobre el cuidado. Todo ello contado desde la cotidianeidad y el humor. Acompañado de las sorpresas, el color y la magia que una DragQueen inesperada trae a sus mundos”, nos cuenta Marina Velasco.

¿Cómo fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “Esta obra se aleja del carácter documental de «Que no se olvide«, introduciéndose en la ficción. Por ello el inicio del proceso tuvo que ser muy diferente. El primer trabajo era dar vida y personalidad a los personajes. Algo que, para mí, empieza en mi mente: creé tres personajes que dejé habitar mis pensamientos a su modo; observando la manera en que interactuarían unos con otros en la vida real y planteando situaciones ficticias con las que ir desarrollando su personalidad y su forma de expresarse -continúa Marina Velasco-. Una vez tuve los personajes y las motivaciones de la historia claras, llegó la hora de materializarlo. Para ello tengo un cuaderno, reservado exclusivamente a esta obra, que fui llenando de bocetos, ilustraciones, anotaciones de guion, etc.”.
Háblanos un poco más sobre cómo nacen estos personajes. “A pesar de ser personajes o historias ficticias, me gusta que mi trabajo nazca siempre de la realidad y de mi percepción del mundo. Observo el entorno, buscando detalles y fragmentos de historias que llamen mi atención y las anoto en mi cuaderno. Los personajes de «Mientras sea verano» nacieron de una de esas observaciones. Una breve situación en la que pude ver cómo el mundo de una mujer rural, que apenas conocía lugares fuera de su pueblo, se puso patas arriba al chocar, de manera inocente y genuina, con la comunidad LGTB”

¿Con cuál te identificas más? o ¿Qué hay de Marina en estos personajes? “Por edad, me es más fácil identificarme con Berta. Pero tengo un cariño enorme a Fina. Podría afirmar que Fina ha ido absorbiendo su ternura desbordante de mujeres imprescindibles en mi vida. Creo que es imposible descubrir a Fina y no quererla”, confiesa Marina Velasco.
¿Qué relación tienes (si la hay) con ese mundo rural que se muestra en el cómic? “Los veranos de mi infancia han trascurrido en un pequeño pueblo aragonés. Un lugar perdido en el monte, en el que la vida sucede ajena a la velocidad y la locura de las ciudades. Conforme crecí, mi vida se desplazó a Madrid y ninguno de los pueblos que yo veía a su alrededor se parecía a los pueblos de mi memoria. Eran grandes, con carreteras recorriendo sus calles y con tantos habitantes que no podían conocerse todos entre ellos. Por trabajo, me marché una temporada a la zona rural de Almería. Y para mi sorpresa, allí, en la otra punta de la península, los pueblos eran iguales a los que tanto conocía. Pueblos pequeñitos, llenos de cuestas, de rincones en los que ni los coches ni las prisas pueden entrar, con una historia propia en la que todos sus habitantes son protagonistas. De esa gran sorpresa surge el pueblo de esta historia, Almajadilla. En el que se mezcla la herencia Andalusí con la Mudéjar, el sur con el norte y nos da como resultado un lugar que podría estar en todos y en ningún sitio de España”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Mis ilustraciones están siempre marcadas por la búsqueda de la expresividad. No pretenden ser anatómicamente correctas o fieles a la realidad, sino que deforman la perspectiva y las proporciones para ganar expresividad y narrar a través de los cuerpos. En esta obra, busco además explorar con mayor profundidad el lenguaje del cómic. Parto de las composiciones de viñetas más clásicas y juego con ellas para crear páginas dinámicas llenas de color y movimiento”, afirma Marina Velasco.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Al igual que en mi obra anterior, parto del dibujo analógico. Me gusta mucho la fuerza y la expresividad que los materiales dejan sobre el papel. Creo todas las ilustraciones en papel, empleando lápiz y manchas de tinta. Seguidamente escaneo los dibujos y les añado el color de manera digital”.

Nos ha llamado mucho la atención y nos ha encantado ese recurso que has utilizado en algunas viñetas para describir algunas acciones o movimientos, a través de flechas discontinuas, y nos gustaría que nos hablaras un poco de este recurso. “Ese recurso viene de mi pasión por el movimiento. Me encanta jugar con las diferentes maneras de representarlo -comenta Marina Velasco-. Por ello, en la obra podemos ver figuras que se duplican, como si se superpusieran los fotogramas de una animación tradicional. O cuerpos de los que salen numerosos brazos, siguiendo el movimiento que realizan cuando gesticulan al hablar. Las flechas acompañan estas estrategias. En algunos casos enfatizan el dinamismo y guían el movimiento de la propia ilustración. En otros, adquieren un valor más irónico, recalcando detalles que ya son obvios para el espectador”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Después de haber publicado dos libros en 2025 («Mientras sea verano» y «Luna por encima de todo«), ahora estoy tomándome un pequeño descanso antes de ponerme manos a la obra con los siguientes proyectos editoriales que tengo en mente. Mientras tanto, sigo trabajando en proyectos artísticos de otra índole, como mi colaboración con La Pulpería, espectáculo de la DragQueen Lucy Octopussy, que dibujo en directo y para el que realizo toda la cartelería; el diseño del cartel del XXIV Salón del Cómic de Zaragoza; o intervenciones artísticas para el Festival Asalto de arte urbano”.
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