Cómic
‘Chris Ware. Dibujar es pensar’ en el CCCB hasta el 9 de noviembre

El norteamericano Chris Ware es uno de los autores más innovadores del cómic contemporáneo. Sus dibujos y viñetas emocionan porque abordan la existencia humana con gran profundidad. La exposición ‘Chris Ware. Dibujar es pensar’ repasa la obra y el pensamiento artístico de un historietista fundamental.
Comisariada por Jordi Costa, jefe de exposiciones del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), la muestra recorre cronológicamente la obra de Chris Ware a través de piezas originales, audiovisuales, objetos, libros y esculturas, y pone el foco en su invención de lenguaje. Producida por el CCCB y Ficomic, con la colaboración de la Galerie Martel, se puede visitar en la sala -1 del CCCB hasta el 9 de noviembre de 2025.

Chris Ware (Omaha, Nebraska, 1967) dibuja desde pequeño o, como él mismo dice, escribe con viñetas. Ware ha experimentado e innovado con el lenguaje y la narrativa del cómic durante toda la vida: desde los cuadernos de dibujo, pasando por las icónicas portadas de la revista ‘The New Yorker’, hasta sus tres obras esenciales: ‘Jimmy Corrigan’, ‘Building Stories’ y ‘Rusty Brown’.
Esta exposición nos acerca al universo creativa de un artista emotivo, artesano y minucioso, influido por los orígenes del cómic, la música ragtime y la arquitectura, que ha narrado de forma brillante las emociones humanas, el racismo, el consumismo o los efectos de la política en la vida cotidiana. Según Ware, “dibujar es pensar”, porque el dibujo nos conecta con el pensamiento y la memoria.

La exposición se completa con una programación de actividades paralelas entre las que destacan la participación de Ware en la próxima edición de la bienal de literatura Kosmopolis en octubre.
La muestra es una adaptación ampliada de “Building Chris Ware”, comisariada por Benoît Peeters y Julien June Misserey, con la colaboración de Chris Ware, y presentada en el Festival Internacional de Cómic de Angoulema, en 2022. Posteriormente, ha itinerado por Francia, Suiza, Italia, Países Bajos y Alemania. La muestra del CCCB, clausura europea de la itinerancia, amplía los contenidos aportando, entre otros, nuevos originales y objetos de la colección privada de Chris Ware.

Para Judit Carrera, directora del CCCB, “Chris Ware es el autor de cómic más radical de la contemporaneidad y una figura que ha marcado profundamente su época. Max habló de la era Ware por su enorme influencia en los creadores situados en la vanguardia y las comparaciones con Joyce, Nabokov y Tolstói nunca han sido gratuitas. De Tolstói, Ware saca la fuerza para hacer de la ficción un fidedigno reflejo de la vida. La convicción de Nabokov de que palabras e imágenes se entrelazan en nuestra mente para formar el tejido de la memoria sostiene toda la poética visual del historietista. Y Joyce es su referente explícito a la hora de aportar una formulación visual a la subjetividad de los personajes y su corriente de conciencia”.

Apartados de la exposición
1. ACME NOVELTY LIBRARY. UNA CORPORACIÓN UNIPERSONAL
En 1993 apareció el primer número de Acme Novelty Library, en una edad de oro del cómic independiente norteamericano donde muchos autores nuevos controlaban sus propias cabeceras y convertían las páginas en un laboratorio de experimentación. Acme Novelty Library fue el proyecto que llevó más lejos este impulso, con ejemplares que cambiaban radicalmente de formato y aventurándose a una posmodernidad firmemente comprometida con sus raíces en la cultura popular. Todos los personajes principales de Chris Ware nacieron en estas páginas y se fueron integrando en narrativas cada vez más complejas. Los últimos ejemplares de Acme Novelty Library fueron autoeditados por Ware, adoptando la forma de libros objeto donde portadas, lomos y texturas formaban parte del mensaje y el sentido integral sumaba fragmentos de las obras en proceso Building Stories y Rusty Brown.

En este apartado se presenta una selección de los cómics publicados de la serie Acme Novelty Library, así como algunos objetos. Entre ellos, un dispensador de libros en miniatura que los suministra a cambio de llaves, un visor en 3D de imágenes en movimiento publicado como recortable en una de sus ediciones, muñecos de los personajes hechos por el artista y dibujos originales de algunas historietas.
2. JIMMY CORRIGAN. EL PADRE QUE (CASI) NUNCA ESTUVO
‘Jimmy Corrigan, the Smartest Kid on Earth’ es una historia sobre la soledad, el abandono y las relaciones familiares complejas, con un fuerte componente emocional y autobiográfico. Publicado como libro el año 2000, Chris Ware afirmaba que las cuatro o cinco horas que había que invertir en su lectura equivalían al tiempo que él había pasado con su padre, que abandonó la familia cuando Ware era muy pequeño y no se puso en contacto hasta muchos años después.
Una ciudad imaginaria de Michigan en 1993 y la Chicago de la Exposición Universal de 1893 son los principales escenarios en este relato de fracasos y soledades que traza un árbol familiar marcado por el abandono. Con un deslumbrante despliegue de recursos, la obra destaca por su representación de los tiempos muertos, la armonía de sus arriesgadas transiciones narrativas y la precisión gestual de sus personajes.

Este apartado está dedicado a su primera gran obra. Incluye la publicación original del libro Jimmy Corrigan. The Smartest Kid on Earth, la maqueta del libro, una selección de cómics de la serie Acme Novelty Library con historietas protagonizadas por Jimmy Corrigan, un audiovisual en el que se analiza en detalle un fragmento del libro, los dibujos originales de algunas páginas y figuras de los personajes hechas por Ware. Además, se ha recuperado para la exposición un interactivo de Jimmy Corrigan, creado en el año 2000.
3. QUIMBY THE MOUSE. LA MUSICALIDAD DEL SLAPSTICK
‘Quimby the Mouse’ son historietas donde Chris Ware rinde homenaje a las formas más libres de los cómics de los orígenes que más le han influido, especialmente Krazy Kat de George Herriman. Están protagonizadas por un ratón bicéfalo o por la excéntrica pareja formada por un ratón y una cabeza de gato. Ware creó la mayoría de estas páginas cuando estudiaba en Austin y su substrato autobiográfico es la nostalgia por la casa donde pasó la adolescencia con su abuela. La memoria, un interiorizado sentido de la pérdida y un pulso contra el olvido conviven en las peripecias de Sparky y Quimby con un trabajo formal y metalingüístico radical. La historieta es un mensaje visual donde las imágenes han de ser leídas como signo. El tratamiento extremadamente simplificado de los personajes, los acerca a la forma de piezas de una fuente tipográfica o de notas de una partitura musical que la mirada del lector activa y pone en movimiento.
Este apartado incluye dibujos originales con historietas del personaje, una animación de Quimby The Mouse realizada por John Kuramoto, publicaciones con el ratón como protagonista y una figurita de Quimby The Mouse. También se incluye un audiovisual en el que se analiza un fragmento de la obra.
4. VIAJE A LAS RAÍCES. LA INSPIRADORA VANGUARDIA DE LOS ORÍGENES
La obra de Chris Ware se sustenta en un profundo conocimiento de la historia del cómic, reivindicando la libertad expresiva de sus orígenes cuando, antes de que se consolidase su lenguaje hegemónico, vivió en Norteamérica una gran efervescencia de formas y posibilidades. Ware se transforma ocasionalmente en historiador y teórico del cómic y ha sido el rescatador editorial de obras de aquella edad de oro, como Krazy Kat de George Herriman o Gasoline Alley de Frank King. Herriman, King y Cliff Sterrett, autor de la serie Polly and Her Pals, son los grandes referentes de Chris Ware, que se inspiró en sus soluciones formales y narrativas para reactivar todos los potenciales del medio. El surrealismo poético de Herriman, el realismo humanista de King y los diálogos de Sterrett con las formas del arte de vanguardia se combinan en Ware en una fórmula transformadora que define el futuro de la historieta.
El apartado está dedicado a tres grandes influencias del artista. Se presenta un dibujo original de Cliff Sterrett, un cuaderno de bocetos de Frank King y los dibujos de Krazy Kat que George Herriman estaba preparando justo antes de su muerte. También se muestran dibujos e historietas publicadas en los periódicos de Polly and Her Pals de Cliff Sterrett y de Gasoline Alley de Frank King, así como diferentes objetos de los personajes de Gasoline Alley.
El apartado también cuenta con la obra Historie d’Albert, de Rodolphe Töpffer, considerado el padre del cómic por su pionera creación de libros satíricos ilustrados a mediados del siglo XIX. Además, este apartado incluye una entrevista realizada a Chris Ware expresamente para la exposición por Brian Ashby, así como los dibujos originales de la sobrecubierta creada por Ware para la publicación MeSweeney’s Quarterly Concern, núm. 13, la revista de Dave Eggers.
5. BUILDING STORIES. LA ARQUITECTURA DE LA EXISTENCIA
Chris Ware, amante de los edificios viejos y muy crítico con la arquitectura moderna más formalista, ha profundizado en las similitudes entre la construcción de un edificio, el diseño de una página y la articulación de un relato en uno de sus proyectos más singulares y complejos. Fruto de diez años de trabajo, Building Stories (‘Fabricar historias’) (2012) es una caja con catorce objetos editoriales de distintos formatos que no imponen un determinado orden de lectura: libros con lomo de tela, periódicos de grandes dimensiones, comic-books, tiras que forman bucles tableros de juego y otros. El centro de gravedad de este laberinto de destinos e historias entrecruzadas es un viejo edificio de apartamentos de Chicago de tres plantas que dispone de voz propia.

El tema de la renuncia recorre el conjunto de la obra y Ware despliega una madurez que le permite capturar las sutilezas y la complejidad de toda una existencia, dando tanta importancia a los entornos y a los objetos como a los pensamientos, a las emociones e incluso a las cosas nunca dichas.
En este apartado se presentan los dibujos de las páginas, una libreta de anotaciones y la publicación de Building Stories: una caja con 14 elementos -libros de diferentes formas y otros elementos- que conforman la historia. También, un audiovisual con el análisis de un fragmento de la publicación, una animación del interactivo Touch Sensitive, diseñado para la app iOS de McSweeney’s en 2011, una maqueta hecha de papel y un puzzle, ambos del edificio en el que se sitúan las historias.
6. RUSTY BROWN. EL UNIVERSO EN UN COPO DE NIEVE
Rusty Brown es una obra monumental y una auténtica (tragi)comedia humana donde Ware amplía su vocabulario narrativo hasta explorar territorios inéditos en el lenguaje de la historieta. La primera parte, la única publicada, contiene cuatro largos capítulos. El de apertura pone en relación los personajes principales a partir de la descripción del primer día de instituto de los hermanos Chalky y Alison. Ware juega de manera virtuosa con la temporalidad y las acciones paralelas, otorgándose el papel poco favorecedor de un pomposo profesor de arte. El segundo capítulo se centra en la juventud del padre de Rusty Brown, marcada por un tortuoso descubrimiento de la sexualidad y por sus vanas aspiraciones como escritor de ciencia ficción. Los dos capítulos restantes son los grandes descubrimientos de la propuesta. Uno retrata la vida del exacosador escolar Jordan Lint y da forma visual a la corriente de conciencia joyceana. El otro retrata a Joanna Cole, solitaria profesora afroamericana aficionada al banjo, poniendo el foco en la verdadera esencia del arte de Ware: la generosidad de su mirada humanista y la fuerza de la empatía para hacer de la ficción un instrumento de comprensión.

El apartado incluye la maqueta del libro y la publicación de Rusty Brown, una selección de cómics de la serie Acme Novelty Library donde aparecen historietas protagonizadas por los personajes del cómic y una amplia selección de dibujos originales, además de muñecos de los personajes hechos por el artista. También se muestra un tráiler animado hecho para presentar la publicación y el análisis detallado de un fragmento de la obra.
7. THE NEW YORKER
Desde 1999, Chris Ware colabora regularmente con la revista The New Yorker. A través de estos encargos, ha podido establecer un diálogo más directo y fructífero con el presente de su país. Sus portadas para la revista dialogan entre sí, comparten personajes o muestran una misma situación desde diferentes puntos de vista. El resultado es un fascinante work in progress que elabora una crónica desgarradora sobre un país sometido a cambios y transformaciones radicales: sus ilustraciones hablan de la América polarizada, de la sociedad pospandémica, de tensiones raciales y crisis económicas, de desajustes generacionales, de la inseguridad en los institutos y de la forma en que la tecnología digital acaba teniendo un coste en la comunicación y la percepción del mundo, entre muchas otras cosas.

Este apartado presenta un audiovisual con la secuencia cronológica de todas las portadas diseñadas por Chris Ware para The New Yorker, dibujos originales de algunas portadas y una selección de las revistas publicadas. También se muestra la animación de una de las portadas de The New Yorker hecha en colaboración con el programa de radio de Ira Glass This American Life y una entrevista a la escritora Zadie Smith sobre la obra de Chris Ware, grabada expresamente para la exposición.

8. ÉTICA DE LA OBSERVACIÓN. CUADERNOS DE DIBUJO Y VIEJOS EDIFICIOS
La publicación de los cuadernos de dibujos de Robert Crumb, padre fundador de la historieta underground norteamericana, causó un gran impacto en Chris Ware, que también ha acabado publicando sus cuadernos en tres volúmenes que muestran un interesante reverso de su producción editorial: aquí el estilo es más visceral, menos sintético y hay que interpretarlo como un pulso productivo con una realidad exterior que el artista quiere interiorizar destilando su observación cuidadosa en forma orgánica.
La selección de páginas de los cuadernos de dibujo de Chris Ware que se presenta se centra en la representación arquitectónica, sea del natural o de materiales documentales recogidos en el proceso de creación de Jimmy Corrigan. El estilo de estos dibujos contrasta con la estética más nítida y depurada de otros trabajos de tema arquitectónico, como los dibujos preparatorios de la animación Lost Buildings sobre la preservación de los viejos edificios de Chicago y las ilustraciones para la Historical Society of Oak Park and River Forest.

Este apartado incluye Lost Buildings, un audiovisual hecho por Chris Ware también en colaboración con el programa de radio This American Life y dibujos originales de este proyecto; así como esbozos hechos por el artista y posteriormente publicados en la serie Acme Novelty Datebook. Además, hay otros dibujos hechos para la Historical Society of Oak Park and River Forest.
9. RAGTIME. LOS SONIDOS DE UN TIEMPO RECUPERADO
Intérprete aficionado de piano y banjo, Chris Ware cayó bajo la seducción del ragtime cuando el éxito de la película El golpe (1973) de George Roy Hill revitalizó la popularidad de la música de Scott Joplin. Más tarde, una pareja sentimental de su madre, columnista del periódico donde ambos trabajaban, lo introdujo de manera más minuciosa en este género musical que tardó en ser reconocido como uno de los grandes tesoros de la cultura popular norteamericana del cambio de siglo.

Amigo de músicos como Reginald R. Robinson, que recuperan la esencia del ragtime, Ware ha diseñado portadas de discos del género, ha dibujado historietas que rinden homenaje a piezas concretas y ha canalizado parte de esta pasión a través de su inolvidable personaje de Joanna Cole de Rusty Brown. Ha sido también editor del fanzine The Ragtime Ephemeralist, que representa un buen testimonio de su condición de coleccionista obsesivo de memorabilia relacionada con este universo.
Aquí se presentan originales de fanzine The Ragtime Ephemeralist, los dibujos de algunas portadas de figuras destacadas de este género musical, como Scott Joplin y Reginald R. Robinson, además de una lista de reproducción de música ragtime. Este espacio también expone los carteles de las seis sedes europeas que han mostrado la obra de Chris Ware durante los últimos cuatro años.
10. PEDANTRY & PEDAGOGY. LA CUARTA DIMENSIÓN DE LA GRÁFICA
En 2015, la School of the Art Institute of Chicago invitó a Chris Ware como corresponsable de la asignatura «Medios Impresos». En sus materiales didácticos empezó un nuevo registro gráfico de acusada radicalidad que en 2018 dio forma al proyecto Pedantry & Pedagogy, materializado en una exposición en la Galerie Martel de París y en un dosier de edición limitada. Aquí el artista abraza el límite con la abstracción practicada por autores de cómic experimental como Yüichi Yokoyama, Jochen Gerner, Oscar Raña o Cynthia Alfonso para proponer el diálogo entre una serie de objetos de madera e intrincados diagramas murales que reflexionan sobre el acto creativo en un juego que consigue armonizar metalenguaje y humor visual. Las figuras deconstruidas de Pedantry & Pedagogy son, al mismo tiempo, personajes de historieta, lectores y autores en un laberíntico juego de espejos que disloca perspectivas y rompe las leyes físicas del espacio. Aquí se podría estar esbozando la próxima frontera en la trayectoria de Ware: la de la inmersión en una forma pura que no es necesariamente críptica e indescifrable, sino imposible de ser reducida a palabras.

En este apartado se presenta una caja con los objetos diseñados por Ware para la School of the Art Institute of Chicago, así como dibujos originales y una litografía de la serie. Este espacio también muestra algunos materiales relacionados con la publicación Monograph, editada por el propio artista.
Cómic
Joaquín López Cruces, Enrique Bonet y ‘El otro mundo’

Verano de 1933. Un reducido grupo de estudiantes y maestros llega a Neveros, una remota aldea de la Alpujarra, enviados por el gobierno de la Segunda República para desarrollar allí uno de sus proyectos culturales más ambiciosos: las Misiones Pedagógicas, con las que quiere hacer llegar a los campesinos un inmenso patrimonio cultural al que nunca han tenido acceso -la música, el teatro, la poesía, el arte…-. En sesiones cargadas de magia, les descubrirán el cine y sus asombrosas proyecciones; les ofrecerán charlas sobre sus derechos y deberes como ciudadanos de la República, y les dejarán el rastro imperecedero de una biblioteca de libros y discos de pizarra. Con mucho esfuerzo, los viajeros se irán ganando la complicidad y el entusiasmo de los aldeanos, especialmente de los niños; pero también la hostilidad y la desconfianza de quienes ven amenazadas sus ideas, sus creencias y sus formas tradicionales de vida…

‘El otro mundo’, editado por Astiberri, se inspira en la experiencia real de la Misión Pedagógica desarrollada en varios pueblos de la Alpujarra granadina en agosto de 1933, entre cuyos miembros se encontraban el cineasta José Val del Omar y el escritor y poeta Antonio Sánchez Barbudo. Enrique Bonet y Joaquín López Cruces indagan en los efectos del choque cultural entre dos mundos que siempre se habían dado la espalda, y en el enfrentamiento entre los anhelos de transformación social y la feroz resistencia al cambio y la pérdida de privilegios. Con ellos hablamos una mañana, en una cafetería junto al Arco de Elvira, en Granada, en una cafetería con libros que gestiona una familia gazatí. En las siguientes líneas tenéis algunas pinceladas y reflexiones alrededor de este trabajo.
¿Cuántos encuentros como este, aunque solo entre los dos, ha habido? “Alguna que otra, pero también muchas digitales, evidentemente, con mucho WhatsApp y mucho correo electrónico”, comenta Enrique Bonet. “Recuerdo que tuvimos la primera reunión, eso ya lo hemos contado varias veces, y esto fue por culpa de Munuera, fue el que nos lió. Fue en una reunión con varios dibujantes y cerveza -continúa Joaquín López Cruces-. Llevaba tiempo queriendo hacer un cómic largo, porque desde el primero que hice, hace más de 30 años, solo había hecho cosas más pequeñitas. Tenía mi propio proyecto, pero nada, eso de trabajar en solitario es muy complicado. Y fue Munuera el que me dijo que Enrique tenía un proyecto muy interesante”.
‘Le pedí a Enrique que me contara, pero me extrañó también un poco, porque siendo dibujante, y le dije: “¿no lo quieres hacer tú?” Y me dijo, no, no, estupendo”. “Yo llevaba tiempo dándole vueltas a la cabeza, con esta idea, con este proyecto de las misiones. Llevaba casi un año reuniendo documentación, pero no arrancaba con el guión”, apunta Enrique. “Si lo dibujas tú, no me lo pienso.Porque Joaquín, él lo sabe, ha sido uno de mis referentes o de mis maestros”.

¿El proceso de documentación? Enrique Bonet: “Yo había reunido mucha documentación escrita, empecé a informarme sobre las misiones, porque en internet había muchísima información, muchos artículos, y luego un libro que fue la fuente fundamental de información, tanto para mí como para Joaquín, que es un catálogo de una exposición que hizo la Residencia de Estudiantes hacia 2006, muy rico en imágenes y fotos. Es un libro muy bien editado. Fue un incentivo también para empezar a meterme en el mundo gráfico. Porque a mí esta idea surge gráficamente. La primera idea fue viendo imágenes que encontré por casualidad, y vi las primeras imágenes de un pequeño documental rodado por Val del Omar. Y esas primeras imágenes fueron las que me abrieron la pista y lo que me motivó a hacer la historia”.
“También unida al tema de la Alpujarra -continúa Joaquín López Cruces-, que es un mundo que conozco bastante. He ido muchas veces y me parece también muy sugerente para dibujarlo”. En este momento comentamos cómo se refleja la singularidad de esta comarca granadina en una doble página, en la que Joaquín nos traslada casi a vista de pájaro a la plaza del pueblo… “Sí, eso fue gracioso, hacer la doble página fue una sugerencia de un amigo, de Javier de Isusi, el dibujante. Le enseñé las páginas que llevaba, y esa ilustración era una media página. Y me dijo, “estás loco, ponlo más grande, eso merece más”. Entonces, empecé a pensar, hice la prueba, y claro, tenía razón. Pero eso me obligó a retroceder, para que eso fuera una doble página, tuve que volver al principio y rehacer muchas cosas. Pero se lo agradezco, porque es una doble página que le gusta mucho a la gente. Además al lector le ayuda a descansar un poco, a situarse, a entender ese momento, hay como un cambio de ritmo, narrativamente funciona muy bien”.

Una de las esencias de la historia es ese momento previo a la Guerra Civil, en el que ya algo se palpa en el ambiente. “Realmente el objetivo de la historia es contar ese momento en el que ya la gente no se ponía de acuerdo, la gente no hablaba, sino que empezaba a haber un enfrentamiento en el que el diálogo parece que era imposible”, señala Enrique Bonet. Y, claro, el papel de las misiones era todo lo contrario, era la idea de llevar la cultura, el diálogo, la razón, de extenderla a todos los rincones, y te encuentras con esa realidad donde el país ya empezaba a estar dividido y partido. Que, además, tiene unas lecturas muy contemporáneas también, desgraciadamente. Quizás no era la intención, alprincipio, no teníamos esa idea, pero luego te das cuenta de que estamos casi reflejando un momento”.
“Una cosa que me ha gustado mucho, a la hora de todo el desarrollo del libro, es que muchas de las cosas que han ido ocurriendo con el libro han sido, no digo casuales, sino que la propia estructura de la historia, los propios elementos que Joaquín iba aportando, van construyendo la historia. Al final, es todo como muy orgánico”.

“No había cosas premeditadas, sino que han sido hallazgos que hemos ido encontrando, conforme el guión se iba construyendo y la historia iba creciendo también gráficamente. Aparte que yo he hecho una cosa que creo que no hay que hacer, que es que lo he dibujado por orden y página por página, y la primera parte incluso sin que se hubiera acabado el guión. Por eso, quizás, tiene ese aspecto orgánico, que ha ido desarrollándose”, indica Joaquín López Cruces.
“Él me ha sugerido cambios de dibujo, yo le he sugerido cambios de guión… Yo tenía una estructura básica desde el principio, que fueran tres días, tres actos, sabía cómo empezaba, cómo acababa, sabía más o menos lo que pasaba en medio, pero el desarrollo de todo eso lo fui desgranando poco a poco. Lo del color, también fue surgiendo. Me gustó mucho cuando Álex Romero dijo que parecía hecho por una sola persona, lo lees y no se nota que hay dos autores, y eso me encanta porque yo también lo veo así, y además pienso que esa es la magia de trabajar con alguien”.

Después hablaremos un poco más del uso del color, pero me gustaría también que habláramos de la figura del maestro. “Hay una frase cuando llegan al pueblo y los recibe el maestro, es el que recibe a la misión, porque las autoridades estaban en otras cosas, y uno de los componentes de la misión dice: “nadie mejor que un maestro para representar a la República”. Creo que esa es una de las claves también de la historia, el papel que hizo la República en ese sentido”, nos comenta Enrique Bonet. “Era un apoyo, todo ese suministro de libros, era para apoyar a la escuela y al maestro, para que tuviera herramientas. Las misiones, yo las veía como una extensión de la escuela pública, de ese intento que hizo la República y en el que invirtió muchísimo esfuerzo en dignificar el papel de los maestros, en crear escuelas, y que esas escuelas enseñaran de una determinada manera. Y las misiones eran un poco una extensión de esa política”.

“A mí lo que me gustaba de los proyectos de las misiones, entre otros, como el de La Barraca, que es más conocido, es que éste era un plan sistemático y un plan muy bien pensado, muy bien programado, muy planificado, y con una intención a muy largo plazo -continúa Enrique-. Lo que siempre pedimos en las políticas culturales, que no se suele hacer, aquí era una cosa muy a largo plazo, sabiendo que esto no iba a dar un resultado inmediato. Eran semillas. Y lo que contamos nosotros, la misión ha pasado por ese pueblo, ha dejado una semilla, y algo va a pasar ahí, personificado en esta niña, en Lucía, lo que recibe, pero no solo ella, porque el resto de los niños también, al final cambia su vida”.

Vamos con el color, que lo marcan la niña, Lucía, el pelo de María y el fantasma… “Es como una V, porque es Lucía la que se relaciona con las otras dos -nos cuenta Joaquín López Cruces-. Fíjate que ni siquiera en el guión estaba eso, tampoco son exactamente protagonistas, porque María es una más de las misiones. Pero a mí me gustó, ya que teníamos una pelirroja, que es la que da ese color rojo, unirla con las otras, me parecía que era interesante. Al principio, yo pensaba hacerlo en blanco y negro, pero claro, una pelirroja en blanco y negro, cómo se indica, cómo se cuenta, es relevante que sea pelirroja, porque también añade ese punto de extrañeza a los lugareños… Pensé hacerla a dos tintas, hice bastantes pruebas, a ver cómo quedaba, pero en el fondo era como un reto para mí, porque siempre he sido más dibujante de líneas, de blanco y negro. Al final me obligué a trabajar con una paleta pequeña. Que no fuera blanco y negro, pero mitigarlo de manera que el rojo destacara”.

¿Y las técnicas? “Hice bocetos a lápiz, pero en una libreta aparte, y luego las páginas están dibujadas directamente en un iPad. A veces fotografiaba los bocetos con el mismo iPad o escaneaba alguna cosa, si lo tenía muy trabajado prefería escanearlo y lo calcaba”, afirma Joaquín López Cruces.
¿Y el fantasma? “Bueno, esta es una historia de ficción, estamos fabulando, estamos en un mundo donde se van a mezclar elementos mágicos con elementos reales y quería jugar desde el principio en ese terreno, no de la fantasía, pero sí donde, como fabulador, nos permitía hacer cualquier otra cosa. Y si conseguíamos que el lector ya desde el principio entrara en ese juego, pues ya eso nos daba una herramienta. Tenía claro desde el principio que quería mezclar el tema de la magia, quería que aparecieran elementos mágicos y en la Alpujarra eso también estaba muy presente”, asegura Enrique Bonet. “Y en ese mundo pensé rápidamente en este fantasma, que nos permitía, por un lado, tener el contacto con la niña, como la niña era muda, la niña no hablaba, el único personaje con el que mantiene cierto diálogo es con este fantasma, aunque ella no habla, pero hay un diálogo entre las dos, y permitía introducir esas pinceladas de lo que está por venir, del futuro y también esa referencia al pasado sangriento de la Alpujarra. Con todas esas claves se va construyendo ese personaje. Y luego la aportación de Joaquín, que fue fundamental, a la hora de darle forma a ese fantasma, que yo lo había imaginado de una manera totalmente distinta…”.

“Yo, en vez de poner a una señora andando, la envolví en sudarios, me documenté en esculturas griegas, porque era lo que me sugería a mí alguien envuelto así, en vendas, no iba a poner a la momia, pero tampoco a una señora muy bien arreglada. Esta mujer se ha despertado, la han sacado de ahí, pues estará envuelta así… Y luego, no sé, la primera vez que la puse andando, la subí unos centímetros por encima del suelo, y ya la hice que volara y todo. Pero yo pienso que sí, que si eres un fantasma, qué menos que puedas volar, no tienes esas limitaciones que tenemos en vida”, sonríe Joaquín López Cruces.
‘El otro mundo’ cuenta además con un sugerente apéndice de 16 páginas escrito por Enrique Bonet, que incluye diverso material gráfico y ubica lo que fueron las Misiones Pedagógicas que se desarrollaron en la Segunda República española. Un extra sobre el qué, y el quién es quién de aquel proyecto de promoción de la cultura que llegó a miles de pueblos y aldeas de España y que se desmanteló con la instauración de la dictadura franquista al fin de la guerra civil. También en esta parte del libro podemos disfrutar de los bocetos de Joaquín… “Tenía claro que quería meter algún tipo de complemento, de contextualización de las misiones -afirma Enrique Bonet-. Porque eso me permitía, también, no tener que explicar cosas en el tebeo. Habrá gente que se lea esto y quiera saber algo más, pero no se lo voy a contar en la historia”.


“La mayoría de bocetos son de la libreta, claro. Así es como yo trabajo, subo aquí las paginitas que hago antes de meterme en faena. Primero los hago sin páginas ni nada para ver si funciona la lectura de las viñetas, luego ver cómo encajan en la página… Tiene una parte que siempre es más rica el boceto”, añade Joaquín López Cruces.
Cómic
Marina Velasco y su trabajo en ‘Mientras sea verano’

El verano es una época de oportunidades, capaz de crear situaciones que en ningún otro momento se darían. En Almajadilla, un pequeño pueblo ficticio que aúna la cultura mudéjar aragonesa y la herencia andalusí del sur, coinciden dos mujeres de generaciones y vidas muy distintas. Lejos de chocar, crean un fuerte vínculo gracias a la búsqueda conjunta del amor propio: Fina, vecina y trabajadora del pueblo, nunca lo ha conocido; a Berta, recién llegada de la ciudad, se le ha arrebatado a la fuerza. ‘Mientras sea verano’, editado por Salamandra Graphic, es una historia que homenajea la cultura popular, celebra la diversidad y pone en valor el conocimiento transmitido entre mujeres. Con su autora, Marina Velasco, hablamos en las siguientes líneas.

¿Dónde está el origen de este proyecto? “El proyecto surge de las ganas de reflexionar sobre las posibles relaciones que se darían si nos detuviéramos a conocer verdaderamente a las personas de nuestro entorno (compañeras de trabajo, vecinas, etc…). Personas con las que compartimos gran parte de nuestro día y, sin embargo, apenas conocemos”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Encontrarán dos historias de crecimiento. Dos mujeres, totalmente opuestas, que coinciden en un pueblo recóndito de España. Movidas por su necesidad mutua de compañía, entablan una relación que les hace reflexionar y aprender sobre el cuidado. Todo ello contado desde la cotidianeidad y el humor. Acompañado de las sorpresas, el color y la magia que una DragQueen inesperada trae a sus mundos”, nos cuenta Marina Velasco.

¿Cómo fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “Esta obra se aleja del carácter documental de «Que no se olvide«, introduciéndose en la ficción. Por ello el inicio del proceso tuvo que ser muy diferente. El primer trabajo era dar vida y personalidad a los personajes. Algo que, para mí, empieza en mi mente: creé tres personajes que dejé habitar mis pensamientos a su modo; observando la manera en que interactuarían unos con otros en la vida real y planteando situaciones ficticias con las que ir desarrollando su personalidad y su forma de expresarse -continúa Marina Velasco-. Una vez tuve los personajes y las motivaciones de la historia claras, llegó la hora de materializarlo. Para ello tengo un cuaderno, reservado exclusivamente a esta obra, que fui llenando de bocetos, ilustraciones, anotaciones de guion, etc.”.
Háblanos un poco más sobre cómo nacen estos personajes. “A pesar de ser personajes o historias ficticias, me gusta que mi trabajo nazca siempre de la realidad y de mi percepción del mundo. Observo el entorno, buscando detalles y fragmentos de historias que llamen mi atención y las anoto en mi cuaderno. Los personajes de «Mientras sea verano» nacieron de una de esas observaciones. Una breve situación en la que pude ver cómo el mundo de una mujer rural, que apenas conocía lugares fuera de su pueblo, se puso patas arriba al chocar, de manera inocente y genuina, con la comunidad LGTB”

¿Con cuál te identificas más? o ¿Qué hay de Marina en estos personajes? “Por edad, me es más fácil identificarme con Berta. Pero tengo un cariño enorme a Fina. Podría afirmar que Fina ha ido absorbiendo su ternura desbordante de mujeres imprescindibles en mi vida. Creo que es imposible descubrir a Fina y no quererla”, confiesa Marina Velasco.
¿Qué relación tienes (si la hay) con ese mundo rural que se muestra en el cómic? “Los veranos de mi infancia han trascurrido en un pequeño pueblo aragonés. Un lugar perdido en el monte, en el que la vida sucede ajena a la velocidad y la locura de las ciudades. Conforme crecí, mi vida se desplazó a Madrid y ninguno de los pueblos que yo veía a su alrededor se parecía a los pueblos de mi memoria. Eran grandes, con carreteras recorriendo sus calles y con tantos habitantes que no podían conocerse todos entre ellos. Por trabajo, me marché una temporada a la zona rural de Almería. Y para mi sorpresa, allí, en la otra punta de la península, los pueblos eran iguales a los que tanto conocía. Pueblos pequeñitos, llenos de cuestas, de rincones en los que ni los coches ni las prisas pueden entrar, con una historia propia en la que todos sus habitantes son protagonistas. De esa gran sorpresa surge el pueblo de esta historia, Almajadilla. En el que se mezcla la herencia Andalusí con la Mudéjar, el sur con el norte y nos da como resultado un lugar que podría estar en todos y en ningún sitio de España”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Mis ilustraciones están siempre marcadas por la búsqueda de la expresividad. No pretenden ser anatómicamente correctas o fieles a la realidad, sino que deforman la perspectiva y las proporciones para ganar expresividad y narrar a través de los cuerpos. En esta obra, busco además explorar con mayor profundidad el lenguaje del cómic. Parto de las composiciones de viñetas más clásicas y juego con ellas para crear páginas dinámicas llenas de color y movimiento”, afirma Marina Velasco.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Al igual que en mi obra anterior, parto del dibujo analógico. Me gusta mucho la fuerza y la expresividad que los materiales dejan sobre el papel. Creo todas las ilustraciones en papel, empleando lápiz y manchas de tinta. Seguidamente escaneo los dibujos y les añado el color de manera digital”.

Nos ha llamado mucho la atención y nos ha encantado ese recurso que has utilizado en algunas viñetas para describir algunas acciones o movimientos, a través de flechas discontinuas, y nos gustaría que nos hablaras un poco de este recurso. “Ese recurso viene de mi pasión por el movimiento. Me encanta jugar con las diferentes maneras de representarlo -comenta Marina Velasco-. Por ello, en la obra podemos ver figuras que se duplican, como si se superpusieran los fotogramas de una animación tradicional. O cuerpos de los que salen numerosos brazos, siguiendo el movimiento que realizan cuando gesticulan al hablar. Las flechas acompañan estas estrategias. En algunos casos enfatizan el dinamismo y guían el movimiento de la propia ilustración. En otros, adquieren un valor más irónico, recalcando detalles que ya son obvios para el espectador”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Después de haber publicado dos libros en 2025 («Mientras sea verano» y «Luna por encima de todo«), ahora estoy tomándome un pequeño descanso antes de ponerme manos a la obra con los siguientes proyectos editoriales que tengo en mente. Mientras tanto, sigo trabajando en proyectos artísticos de otra índole, como mi colaboración con La Pulpería, espectáculo de la DragQueen Lucy Octopussy, que dibujo en directo y para el que realizo toda la cartelería; el diseño del cartel del XXIV Salón del Cómic de Zaragoza; o intervenciones artísticas para el Festival Asalto de arte urbano”.
Cómic
Ken Niimura habla de la vida en Tokio en ‘Henshin’

‘Henshin’ significa “transformación” en japonés, y en las trece historias que componen este manga, las decisiones y los acontecimientos -ya sean trascendentales o aparentemente insignificantes-, cambian la vida de las personas que buscan su camino en el Tokio moderno, desplegando a su paso una visión única de la vida japonesa. La imaginativa narración gráfica de Ken Niimura -ganador un Premio Eisner por ‘Umami’ y, junto con el guionista Joe Kelly, del Premio lnternacional de Manga por ‘Soy una matagigantes’ (Astiberri, 2024)- se adentra en las vidas emocionales de sus personajes, desde un niño con poderes peculiares o un empleado que pierde el último metro, hasta una chica solitaria que busca una nueva vida en la gran ciudad… Historias que van del costumbrismo al thriller y de la comedia al drama para reflexionar sobre la constante transformación que supone la vida.
Esta edición de Astiberri actualizada cuenta con una nueva portada y 32 páginas de extras con una muestra del proceso de creación desde el primer storyboard, los diseños de personajes y un capítulo completo a lápiz, que no estaban en la edición original de 2013. Sobre este trabajo hemos charlado un poquito más con Ken Niimura, y este es el resultado.

¿Dónde está el origen de este proyecto? “Este proyecto se serializó en la web de la revista Ikki, de la editorial Shogakukan, porque conocí a Taiyo Matsumoto, que es un autor que me encanta y trabajaba en esta revista, en el salón del manga de Barcelona del 2009 . “Henshin” se realizó en 2013, a lo largo de un año entero, a razón de un capítulo por mes”, nos cuenta Ken Niimura.
“Me presentó a su editor, al que le gustó mi trabajo. Habían visto sobre todo ‘I kill Giants’, y me propusieron hacer algún proyecto juntos. Después de varias pruebas con algunos proyectos fallidos, que al final no acabaron de cristalizar, me propusieron trabajar en un proyecto compuesto de 12 capítulos, a lo largo de un año entero, que se publicarían en su página web. Después de dar muchas vueltas, decidí que quería hacer un proyecto que hablara un poco del día a día de mi vida en Tokio, que fuera una especie de diario de mis experiencias allí”.

¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Son historias cortas, de corte costumbrista, con un punto un poco fantástico y a veces surrealista, que hablan de la vida en la gran ciudad, y en la que sus personajes pasan todos por un proceso de cambio. La palabra Henshin en japonés quiere decir transformación o cambio, y es de alguna manera también la premisa de toda historia corta, donde un personaje atraviesa un cierto tipo de transformación”, asegura Ken Niimura.
“En Japón es muy habitual que a los autores nóveles se les encarguen historias cortas antes de comenzar a hacer un proyecto largo. Con mi editor llegamos a la conclusión de que merecía la pena trabajar en historias cortas para ir viendo un poco cómo me defendía con ellas, y el resultado fue este libro”.
¿Qué hay de Ken en estas historias? “Creo que estas historias funcionan un poco a modo de diario. Comparo un poco a veces el proceso de creación de este cómic con lo que se llama comida de mercado, como los chefs que van a un mercado, ven los ingredientes que hay frescos ese día y con eso preparan un plato. Eso en este proyecto se traduce en que yo estaba viviendo en Tokio, y lo que hacía era un poco tomar elementos de cosas que había visto y vivido, y trataba de crear una historia nueva con cada uno de ellos. Lo que hay de mí es, probablemente, mi mirada sobre el Japón de ese momento”, confiesa Ken Niimura.

¿Con cuál de ellas te quedas? ¿Cuál es tu favorita? “Creo que mi favorita es una que creo que en español se llama ‘El gatito y yo’, que es una historia semi-autográfica. Yo vivía en ese momento en una casa, y había un gato que venía a menudo a mearse fuera de mi casa, y de alguna manera se estableció una relación entre yo y este gato que nunca veía, porque siempre venía cuando estaba durmiendo, fuera o trabajando. Fue la primera historia de corte semi-autobiográfico que realicé para este proyecto, y si te digo la verdad, lo realicé con bastante miedo, pensando que el editor me lo iba a echar atrás”.
“Sin embargo, -continúa Ken Niimura-, fue una de las pocas historias que casi me aprobó de manera automática. Es una historia de las que más me gustan, quizás por el elemento personal”.

En alguna de ellas prescindes de las palabras, ¿por qué? “Estas historias cortas se publicaron inicialmente en la web de la revista. Daba por hecho que cuando se publicaran, y yo anunciara la publicación de cada historia en mis redes sociales, la gente vendría a verla, incluso lectores que no hablaban japonés. Uno de los objetivos que me establecí fue tratar de que cada historia tuviera un elemento visual divertido o interesante, para que incluso aunque la gente que no hablara el idioma encontrara algo que les divirtiera, al margen de lo que se transmite a través de los textos. Con mi editor lo que acordamos fue, por lo menos, hacer una historia que fuera completamente sin palabras para que todos pudieran disfrutarla”.
“Se trata de la historia que se llama ‘La primera nevada’, que en su versión original online la hicimos en formato webtoon, un scroll vertical continuo en el que las diferentes viñetas se iban encadenando, como una manera de aprovechar las ventajas de publicar en formato digital”.
¿Cómo fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, documentación, de pruebas, no sé si de dibujos, en algún cuaderno, etc. “Hubo mucho más de lo que se puede apreciar a simple vista, porque con este editor creamos dos proyectos previos a ‘Henshin’ que al final no cuajaron. Creo que estos proyectos, que eran muy diferentes en su temática y naturaleza a ‘Henshin’, fueron el trabajo previo, porque decidí hacer ‘Henshin’ como reacción a estos dos proyectos. En Japón el trabajo con el editor se hace todo en torno al storyboard, y por lo tanto lo que hacía en cada caso era realizar un storyboard, presentárselo al editor, discutir con él el contenido, e irlo puliendo poco a poco. Una vez que teníamos el story, es cuando ya me ponía a trabajar en la parte visual, con lo cual el guión o la idea de fondo era un poco el germen de cada una de las historias”, afirma Ken Niimura.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de diferente con respecto a otros trabajos? “Cada historia tiene un estilo diferente, hechas con técnicas distintas, un poco en la extensión de esta idea que te comentaba, de que se utilizan mucho aquí en Japón las historias cortas como elemento para ir fogueando a los autores. Aproveché esa premisa a fondo y lo que me planteé fue que cada historia tuviera un estilo diferenciado, una técnica diferente, para poder probar cosas en estas historias.”
¿Con qué técnicas trabajaste? “Hay historias que están hechas todas con rotuladores, otras con plumilla, a lápiz y pincel también. Están todas acabadas en digital, en Photoshop”.
¿Por qué decidiste incluir al final unas páginas dedicadas a la creación de los personajes y el proceso? “Me gusta pensar no solamente en los lectores, sino en gente a la que le guste conocer el proceso de creación de una obra, como quien mira un poco los extras de una película, y también para posibles futuros autores que, o bien quieran ver un poco cómo trabajo”, asegura Ken Niimura.

“Tanto en ‘I Kill Giants’ (‘Soy una Matagigantes’), como en Sargento Inmortal, hay una sección bastante extensa de extras, hablando del proceso creativo, y apliqué esta misma filosofía en ‘Henshin’. Lo que hay aquí son bocetos preparatorios y el story completo de la primera historia, así como los lápices de esta misma historia. Me encantaría que la gente vaya mirando la versión final y la versión bocetada, y, viendo las diferencias, se hagan una idea de cómo ha ido evolucionando esa historia”.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Sí, estoy preparando un proyecto de cómic nuevo, guionizado y dibujado por mí. Llevo un año trabajando en ese proyecto, y todavía no tiene fecha de salida. Espero poder tener noticias en breve”.
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