Carlitos es un niño pequeño y bajito que solo tiene ojos para Inés. Sin embargo, ella, una niña alta y guapa que atrae todas las miradas, nunca lo ve. Él hace todo lo que está a su alcance para hacerse notar, pero no hay manera: para Inés es como si él no existiera. La esperanza le llega el día que Inés anuncia en la escuela que le van a poner “gafas de ver” y Carlitos se convence de que sus miradas por fin se cruzarán…
Así nos presenta Ediciones La Fragatina “Las gafas de ver”, un trabajo de Margarita del Mazo y el ilustrador Guridi. De sus cabezas y sus manos también ha salido “El rebaño”, publicado por la misma editorial, y ganador del Premio Álbum Ilustrado 2014 del Gremio de Libreros de Madrid. En las siguientes líneas Guridi nos habla de su trabajo en estos dos títulos, que a pesar de su aparente sencillez, encierran mucho…
¿Utilizas gafas de ver? ¿Qué se te pasó por la cabeza la primera vez que leíste la historia de Margarita? “Si, en realidad, las utilizo cada vez más, y lo que ocurrió en realidad fue que le conté a Margarita una anécdota con mis alumnos sobre la “magia” de mis gafas de ver que hacían que dibujase mejor”.
¿Qué es lo primero que viste (con o sin gafas) en la historia? “La historia comienza a trabajarse entre los dos, con aspectos comunes, como el enamoramiento desenfrenado de Carlitos, y a partir de ahí Margarita desarrolló todo el universo Carlitos con sus ‘particularidades’”.
¿Qué dirías que tienen de característico las ilustraciones para esta historia? “Es un libro sencillo, con ilustraciones hechas a lápiz, sin intención de recrearse en la imagen, buscando el mensaje directo”.
¿Con qué técnica trabajaste? “Lápiz, collage y tratamiento digital posterior”.
¿Quién es ese pajarito que sobrevuela la historia? “Se podría decir que es el “amigo invisible”, el alma de Carlitos que vuela gracias al amor”.
¿Gafas de ver, de sol, de buzo o 3D? (Por algo que he visto en Facebook últimamente igual las de buzo, antiguas…. -risas-). “Buzo, por supuesto, o 3D de las de color Rojo y azul, era alucinante cuando en el cine mirabas hacia atrás y todo el mundo las llevaba puestas jajaja”.
La idea de invitar al lector a dibujar “sus gafas” al protagonista, ¿de quién fue? “Fue mía (aunque no me gusta eso de decir de quién es tal o cual), siempre pienso en las portadillas con algo especial que me permita dedicar el libro, utilizando algo de lo existente ya”.
Y ahora nos quitamos las gafas de ver, cerramos los ojos, y contamos ovejas… ¿Has contado ovejas para dormir alguna vez? “La verdad es que no, yo era más de aguantar hasta que caía rendido”.
De nuevo una historia de Margarita, ¿qué te llamó más la atención de esta? “Fue amor a primera vista, el texto me pareció tan divertido que esa misma tarde empecé a dibujar”.
Por cierto, ¿cuántas veces habéis publicado juntos? “Pues ya llevamos tres”.
¿Qué hay de diferente entre las ilustraciones de este libro y las de “Las gafas de ver”? “La verdad es que los dos álbumes van casi en la misma línea, salvo que en el rebaño hay menos “minimalismo” que en las gafas de ver”.
¿Utilizaste la misma técnica? “Si”.
¿En qué te inspiraste para crear esas ovejas? ¿Y el cartero? A mi me molaría que un cartero así trajera las cartas… “Pufff, comencé a dibujar ovejas y llegué a dibujar al menos unos 50 o 60 tipos hasta que un día, dibujando en el tren hice un boceto rápido, que me dio la clave para las ovejas. Las ovejas debían ser un poco etéreas, el cuerpo tenía que ser irreal, porque estas ovejas no eran reales, y a la vez, tenían que serlo más tarde. Cuando uno se plantea dibujar ovejas es fácil caer en conclusiones gráficas parecidas por lo que tuve que hacer un esfuerzo por llevarlas ‘a mi terreno’”.
“En cuanto al cartero, trabajé sobre la base de personajes de época, los primeros carteros”.
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