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Elena Odriozola, ‘Lecciones de cosas’ y alguna cosa más
Un botón, un dado, el frisbee, el matamoscas, la hucha… son objetos cotidianos en los que pocas veces reparamos. Sin embargo, cuando los observamos con atención resultan verdaderamente fascinantes. ‘Lecciones de cosas’ es una invitación al juego, la especulación y la creación. Tomando como inspiración el género pedagógico de las «Lecciones de cosas», que gozó de gran popularidad a finales del s. XIX y principios del XX, en sus páginas se entrecruzan el libro informativo, el de actividades, la meditación filosófica y el humor tontorrón. Una lectura que no acaba en la última página, sino que, por el contrario, llevará a los chavales a escribir, dibujar, pensar, imaginar… Un libro de Elena Odriozola y Gustavo Puerta Leisse que edita Ediciones Modernas El Embudo. Con Elena hemos charlado un poco más sobre este proyecto, y de alguna cosilla más.

¿Dónde está el origen de este proyecto? “Me resulta difícil decirlo. La idea surgió de Gustavo Puerta, el editor de Ediciones Modernas El Embudo. Es un libro inspirado por aquellas Lecciones de cosas que fueron habituales por los años 30. Él había tenido algún ejemplar en casa y lo leyó desde pequeño. Tengo la sensación de que es un libro que siempre quiso hacer, le hacía especial ilusión. Y luego esa ilusión me la contagió a mí. La idea del libro es que veamos los objetos cotidianos como si nunca antes los hubiéramos visto”, nos cuenta Elena Odriozola.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Encontrarán cosas maravillosas: desde cuáles son las partes de un frisbee (y te puedo asegurar que son muchas y sorprendentes) a cómo coser un botón a cuatro manos, o cómo hacerte un amuleto egipcio con una pastilla de jabón, cómo hacer un arreglo floral… y montones de cosas más. Hice más de 600 ilustraciones. También encontraréis 10 páginas de bibliografía comentada y un bonito colofón”.

¿Cómo fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “Lo más importante fue dar con los dos personajes. Estaba claro desde el principio que al ser un libro tan ilustrado, con dibujos de todo tipo, esas figuras tenían que ser muy sencillas, de líneas muy limpias -continúa Elena Odriozola-. No tengo muchas pruebas de esos personajes, la verdad. Desde el principio los tuve bastante claros. No suelo usar cuadernos para hacer pruebas, aunque tengo unos cuantos, todos están en blanco. No es mi forma de trabajar. Directamente empiezo a dibujar en el papel de boceto, de poco gramaje. Luego lo paso a limpio utilizando una mesa de luz”.

“En cuanto a la investigación, esta se fue dando a medida que avanzábamos en el libro, e iba desde buscar los árboles con los que se pueden fabricar las cucharas de madera para hacer un bosque, a determinar cuál es la función de cada una de las herramientas de una navaja suiza, pasando por adentrarnos en la iconografía del juego de la oca”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Son ilustraciones que están hechas a rotulador, una técnica que apenas había utilizado y que no controlaba. O que no controlo. Simplemente porque no me llamaba mucho la atención, no tenía mucho interés para mí. Estaba claro desde el principio que sería un libro a dos tintas, y creo que era la mejor forma de hacerlo. Una de ellas tenía que ser bastante oscura, sobre todo al tener que utilizarla también para el texto, y decidir que sería el color marrón fue bastante fácil. Escoger la otra tinta costó algo más, pero estaba claro que tenía que ser un color cálido -confiesa Elena Odriozola-. Resulta curioso que me acabe de dar cuenta, mientras estoy escribiendo ahora, de que el lápiz también hubiera sido una buena opción. Pero ni me lo planteé”.

“He tenido que hacer cosas como una cesta, un cuadro de Caravaggio o del Bosco…entre otras muchas cosas, y sin un método concreto. Cada vez que empezaba a pasar a rotulador una de estas imágenes pensaba que no iba a ser capaz, pero me ponía a ello y disfrutaba mucho haciéndolo. Una de las cosas más difíciles del libro fue que requería distintos tipos y géneros de ilustración: científica, descriptiva, pictórica, humorística… y tenía que haber una coherencia entre todas ellas, de modo que nada pareciera estar fuera de lugar. Creo que para mí esto fue algo totalmente nuevo, porque nunca había hecho libros así”, asegura Elena Odriozola.

Cuéntanos un poco más sobre el trabajo de elaboración de este libro. “Fue un libro que nos llevó mucho tiempo hacer, creo que unos cuatro años. Yo de vez en cuando tenía que dejarlo para hacer otros trabajos. Y también hubo épocas en las que se me atascaba, me costaba muchísimo ponerme con él, para desesperación de Gustavo. No fue fácil, tuve bastantes resistencias. Pero en la etapa final, cuando todavía quedaba algo menos de la mitad para acabarlo, me metí de lleno sin darle demasiadas vueltas a la cabeza, pensando sólo que lo tenía que terminar… y la cosa cambió. A partir de ahí fue todo más rodado”.
Nos gustaría que nos contaras también algo sobre tu trabajo en ‘En el bosque’, del que la editorial ha publicado recientemente una nueva edición. “Desde la editorial Libros del Zorro Rojo me propusieron, allá por el año 2017, ilustrar un texto de Ana María Matute: el extracto del discurso leído el 18 de enero de 1998 con motivo de su ingreso en la Real Academia Española. Se titulaba ‘En el bosque’ y me pidieron que hiciera un álbum. Una vez leído, y aunque me gustó mucho, me di cuenta de que yo no era capaz de hacer un álbum con ese texto. Después de leerlo muchas veces, supe que lo que quería contar se resumía en la última frase del texto: Es la historia de todas las historias que siempre quise y quiero contar. A mi entender, la mejor forma de contar esa historia era a través de un miriorama”, afirma Elena Odriozola.

“¿Hay una fórmula mejor de contar tantas historias? Hice nueve tarjetas. Da igual en qué orden se pongan, todas juntas forman una sola ilustración. Depende de en qué orden se pongan, la historia que cuenta cambia. Las distintas combinaciones dan lugar a más de trescientas mil escenas. También hice un cuadernillo que va aparte, donde va el texto acompañado de unas pocas ilustraciones, a una sola tinta. Las tarjetas y el librito van metidos en una caja. Utilicé pinturas acrílicas para pintar la historia, sobre papel sumi-e (imprescindible para mí desde hace mucho tiempo). Lo apliqué con pincel y con el dedo (algo también habitual en mi trabajo, lo del dedo). El color dorado de fondo, el camino naranja y las copas de los árboles azules unifican todas las tarjetas. La parte trasera también está ilustrada, al modo de las cartas de una baraja. En cuanto al cuadernillo, tanto el texto como las ilustraciones las dibujé con un lápiz de color azul oscuro”.

“Este año, coincidiendo con el 100 aniversario del nacimiento de Ana María Matute, se ha publicado una nueva edición conmemorativa. Me pidieron que renovara la portada: utilicé un color más vivo para el fondo e hice una ilustración que es una continuación de la anterior: el árbol que era un retoño ahora ha crecido, con la presencia de los mismos personajes. Para mí era importante que las dos portadas tuvieran relación, no le hubiera visto ningún sentido a hacer algo completamente distinto -asegura Elena Odriozola-. También se ha mejorado la aplicación del dorado del fondo de las ilustraciones. Es muy de agradecer que, al proponer mi visión del proyecto, la editorial me dijera “adelante”.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Estoy trabajando en un nuevo libro para la editorial, todavía estamos empezando y va para largo. Tanto, que le llamamos nuestro pequeño Escorial. Aunque quiero creer que pueda salir a finales del año que viene. Por ahora sólo puedo decir que es un proyecto que me propuso Gustavo y que me entusiasmó (como tantas otras veces cuando me propone ideas y que para mí es tan necesario). Te puedo adelantar que lo estoy pintando con lápices de colores, van a ser más de 365 ilustraciones y está inspirado en los frescos de un edificio del Renacimiento”.
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Carmen Segovia y los ‘Cuentos oscuros’ de Shirley Jackson
Shirley Jackson, autora de obras maestras como La maldición de Hill House y Siempre hemos vivido en el castillo, firmó también numerosos relatos; no solo «La lotería» (1948), cuya célebre aparición en The New Yorker causó tanto revuelo y que, durante décadas, fue la única obra verdaderamente conocida de una autora por lo demás relegada, durante largo tiempo, a los rincones del «género» (llámese horror gótico o terror). Autora cuyo genio literario por fin aflora con la fuerza que merece ante lectores de todo tipo.
‘Cuentos oscuros‘ es una selección, coeditada entre Libros del Zorro Rojo y la editorial Minúscula e ilustrada por Carmen Segovia que reúne once cuentos que revelan una mirada penetrante sobre la oscuridad que permea la vida cotidiana, combinada con un talento peculiar para valerse de narradores poco fiables y crear personajes tan retorcidos como aparentemente ordinarios y hasta respetables. Sobre este proyecto hablamos en las siguientes líneas con Carmen.

Lo primero, cuéntanos cómo nace este proyecto. «Para mí este libro es un proyecto muy deseado que viene de lejos. En el verano de 2018, en una conversación con las editoras de Libros del Zorro Rojo, me preguntaron a qué autor de narrativa me gustaría ilustrar, y enseguida les respondí que a Shirley Jackson. Ahí quedó la idea sobre la mesa, nada más. Tenía clara la respuesta, porque ya llevaba tiempo con esa pequeña obsesión, la de ilustrar a esta autora».
«Había descubierto a Shirley a través de otras autoras. En 2014 estaba viviendo en México. Allí había descubierto otras maneras de entender el espacio entre lo real y lo fantástico, y cómo lo representaban artistas como Leonora Carrington, Remedios Varo.. pero a raíz de un duelo buscaba literatura que explorara lo inexplicable, y así fue como me topé con la antología de cuentos “Pájaros en la boca” de Samantha Schweblin editado por Almadía. Este libro me voló la cabeza y empecé a tirar del hilo. Así fue como descubrí a Shirley Jackson, una amiga me recomendó “Siempre hemos vivido en el castillo” y ya no pude parar de leerla. Quería ilustrarla para meterme de lleno en sus historias», confiesa Carmen Segovia.

«En el 2015, cuando se iba a cumplir el centenario del nacimiento de Shirley Jackson, junto con una agente literaria, estuvimos moviendo un proyecto de su cuento “La bruja”, uno de mis favoritos, pero no prosperó. Después intenté ilustrar sus cubiertas, pero tampoco se materializó nada. Paralelamente a los proyectos con editoriales, que no había manera que salieran, su referencia me iba acompañando de una manera u otra en proyectos personales de aquella época como en los fanzines “Hiedra Venenosa” o “Haunted House”, un experimento escénico con una amiga música».
«Pero no fue hasta hace tres años que Libros del Zorro Rojo me pregunta si todavía seguía interesada en ilustrar a Shirley Jackson. La respuesta fue un sí, claro. Y el proyecto se convirtió en el libro que tenemos entre manos “Cuentos Oscuros”, publicado finalmente en 2024 en coedición con Minúscula y traducido por Maia Figueroa Evans».


¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? «Yo creo que encontrarán el universo de una de las mejores escritoras de relatos, más allá del género con el que se la quiera etiquetar. Esta edición reúne once relatos, y cada relato contiene una ilustración a doble página, que propongo como un momento de pausa en la lectura, para poder entrar en la historia desde otro lugar. Encontrarán personajes que deambulan entre la ingenuidad y la crueldad, casas que son refugio y cárcel, escenas domésticas donde se abren grietas a lo insólito. Personajes, en su mayoría femeninos, con problemas de adaptación a una casa, a un marido, a una familia, a un pueblo, a una sociedad opresora. Historias inquietantes contadas con maestría, humor, humor negro, sutileza e inteligencia, o sea, pura diversión», afirma Carmen Segovia.
¿Que te parecieron estos cuentos de Shirley Jackson la primera vez que los leíste? «Yo los disfruté muchísimo, como la misma autora dijo “I delight in what I fear”. Creo que es una selección interesante, todos los relatos son diferentes entre sí, una buena muestra de las distintas aproximaciones al terror que tiene esta autora -nos cuenta Carmen Segovia-. Algunos ya los conocía y otros no. “Los del verano” ya estaban entre mis favoritos, pero otros no, como “Louisa, por favor, vuelve a casa” o “El desconocido”, que me dejaron KO. Los cuentos de Shirley tienen ese poder increíble de acompañarte durante mucho tiempo una vez leídos, muestran contradicciones morales sin ser moralista, propone más preguntas que respuestas».


¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? «Aunque, en su mayoría, los cuentos están ambientados en un contexto muy concreto, el de las grandes mansiones decadentes, pequeñas poblaciones y suburbios estaudounidenses de posguerra (1940-1960), mi intención no era hacer un retrato realista del mundo de Shirley Jackson, sino intentar captar la esencia de sus temas y dejarme llevar por mi propia interpretación, crear imágenes que dialogaran con los relatos desde una visión de síntesis más que mostrar escenas en particular», afirma Carmen Segovia.

«Ilustrar una antología de cuentos es diferente a ilustrar una única historia en un álbum ilustrado. Los personajes, los escenarios, son diferentes, pero los temas o el tono de la autora son recurrentes, así que hay que buscar ideas visuales que también atraviesen y cohesionen todos los cuentos y que al mismo tiempo muestren lo particular de cada historia. Después de muchas vueltas, encontré los elementos recurrentes que iba a usar: las casas, los reflejos, las flores y el contraste entre colores brillantes y oscuros. Estos elementos pretenden ser la representación visual de los temas, para mí, importantes de los cuentos de Shirley: la ambivalencia entre el bien y el mal, la crueldad cotidiana, la opresión doméstica y social, la locura…».
¿Con qué técnicas trabajaste? «Los bocetos y estudios previos a lápiz, las ilustraciones finales están realizadas con acrílico y luego intervenidas mínimamente en digital».

Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. «El proceso fue todo un reto, precisamente porque me gustaba mucho y quería hacer algo que me pudiera interesar como lectora, o que le interesara a alguien que no conociese a Shirley Jackson. Aproveché para empaparme bien de la autora, biografías, películas… y de otras autoras/pintoras que me resonaban en el mismo universo, como Gertrude Abercrombie. En una libreta del proyecto iba tomando notas, bocetos… También tomo fotos y voy montando un archivo que me sirve de referencia. Ahí fui llegando a las conclusiones que os explicaba antes y ya me lancé a los bocetos más definitivos», continúa Carmen Segovia.

«Tenía claro que quería que todas las ilustraciones fueran a página doble, que no se mezclaran visualmente con el texto, para abrir un paréntesis entre las dos experiencias. Así que todas las ilustraciones tienen el mismo formato. Mi editora Diana Hernández me iba acompañando en los diferentes pasos. Luego pasé a la fase de pintura. Era verano y una parte de este proceso me tocó en la casa familiar de Galicia. Para concentrarme y no verme tentada por las tentaciones vacacionales me encerraba a trabajar en la buhardilla o fallado, como se dice allí. Un escenario muy de novela gótica. Acabaron las fiestas y la mayoría de veraneantes empezaron a irse menos nosotros. Cuando bajaba del fallado, bromeaba con risa nerviosa al observar que todo empezaba a parecerse sospechosamente a los cuentos de Shirley».
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? «Sigo con mis encargos de ilustración y clases. En cuanto a libros, desde hace un tiempo estoy más metida en la poesía, veremos si sale algo en forma de libro».
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Berta Páramo nos hace viajar en el tiempo en ‘Momias egipcias’
Descubre cómo los egipcios lograban transformar un cuerpo en inmortal. Las momias no son solo cuerpos envueltos en vendas. Se forman cuando el ambiente impide la descomposición natural, conservándolos durante siglos. Los antiguos egipcios perfeccionaron la técnica de la momificación con rituales complejos para garantizar la vida eterna. En las páginas de “Momias egipcias” aprenderás cómo se preparaban para el viaje hacia el más allá. Un trabajo de Berta Páramo que coeditan Zahorí Books y la editorial del CSIC, y que cuenta con la supervisión científica del egiptólogo José Manuel Galán.

Lo primero, cuéntanos cómo nace este proyecto.“Momias egipcias” es el tercer número que hago con CSIC y Zahorí Books en coedición para la colección Mentes curiosas-Curiosas mentes y tras “Oler” y “Bichos”. La editorial del CSIC tiene varias colecciones de adultos y tenían pendiente la idea de llevar la ciencia a los más pequeños. Así se pusieron en contacto con Zahorí Books, editorial especialista en libros informativos con la que yo ya había trabajado con“Robotland”, y surgió mi nombre para comenzar. La idea además era presentar a un investigador del CSIC con cada número que es el experto que revisa mi trabajo científicamente, lo que es un lujo. Como en el CSIC investigan de todo barajamos muchos temas. Egipto me ha atraído siempre, he estado allí por turismo y trabajando como arquitecta en una excavación arqueológica, así que encantada. Además, las momias tienen algo especial y muy particular en mi familia. Entre mis primos no nos mandamos caramelos o felicitaciones al uso en los cumpleaños, nos mandamos momias. ¡Somos así! (risas)”.
¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Encontrarán un pedacito del Egipto Antiguo, el origen de la momificación, de cómo se convirtieron en maestros momificadores, por qué momificaban a sus muertos y cómo lo hacían paso a paso y alguna otra curiosidad”, afirma Berta Páramo.

Como ya nos decías, no es el primer libro informativo en el que trabajas… “Por el momento todos mis libros son informativos, de alguna manera parece que me estoy especializando, aunque no descarto la ficción. El primero fue ‘Cambio climático’ (Litera Libros) para el que hice las ilustraciones con textos de Yayo Herrero y María González. El resto los ilustro y escribo: ‘Fluidoteca’ (Litera Libros) sobre los fluidos corporales que se llevó Mención Especial en la categoría de Opera Prima en los Bologna Ragazzi Awards 2022 ; ‘Robotland’ (Zahorí Books) sobre la historia de los robots; ‘Manual de supervivencia para piojos’ (Litera libros) sobre los piojos de la cabeza, un libro que me está dando muchas alegrías entre ellas el prestigioso premio Jugendliteraturpreis en la categoría de no ficción que recibí el mes pasado en la Feria de Fráncfort; ‘Oler’ (Zahorí Books y CSIC) sobre el olfato; y ‘Bichos’ (Zahorí Books y CSIC)”.
“Siempre cuento que me gusta investigar, me gusta dibujar, me gustan los libros…¡así que hago todo lo que me gusta! No está nada mal. He descubierto que con mis libros hago lo que hacía de pequeña para estudiar: buscar mi propia manera de entender las cosas. Si yo lo entiendo así pienso que otros también pueden hacerlo”, confiesa Berta Páramo.
¿Cómo fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de documentación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “Siempre comienzo mis libros investigando qué hay en el mercado sobre el mismo tema. Imagínate, de Egipto hay muchísimo. La idea es no hacer más de lo mismo. Este es un libro exclusivo sobre momias egipcias, así que es una parte muy concreta de la historia de Egipto en la que podía centrarme. José Manuel Galán, el egiptólogo que luego revisó mis textos me sugirió algunos libros con los que comenzar y luego llegaron más”.

“También busco documentales. Una vez que tengo una idea amplia del tema decido qué es lo que quiero contar y cómo. ¿Dibujos? Sí, para pensar, componer…pero como método de trabajo… En este caso no los recopilé, no suelo hacerlo”.
¿Cuál ha sido tu mayor descubrimiento tras ese proceso o qué te ha sorprendido más? “Quizá la industria que se montó en torno a la momificación. Los antiguos egipcios pensaban que el ser humano estaba formado por un cuerpo físico y unas entidades espirituales. Al morir el cuerpo esa unión se rompía. Para poder vivir en el Más Allá tenían que recomponerla. El cuerpo físico era el soporte y por eso había que conservarlo, había que momificarlo. Eso sí, existían distintos tipos de momificación según lo que pudieras pagar… así que con dinero tu supervivencia en el Más Allá era más fácil”, nos cuenta Berta Páramo.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Diría que no soy una ilustradora típica con un estilo reconocible. Seguro que se ve la misma mano en todos mis libros, pero cada proyecto, cada libro, me pide algo distinto. En este caso las ilustraciones tienen mucho que ver con el arte egipcio y la paleta de colores también. Pero, por ejemplo, la parte en la que explico los pasos de la momificación es una vista cenital. No lo he visto nunca así explicado y supongo que tiene mucho que ver con mi formación como arquitecta. Me he dado cuenta de que hay muchos “planos” en mis libros”.
“Además, siempre me gusta meter historias paralelas, cosas que a veces no son muy evidentes en una primera lectura o bien para algunos lectores, aunque los más pequeños suelen verlo. En este caso, en los pasos de la momificación hay un gato que acompaña todo el proceso y cuando ya está acabada la momia que la llevan en procesión a la tumba, aparece el gato momificado también. Resulta que también momificaban animales por diversas razones y una de ellas era llevarse a sus mascotas para seguir teniéndolas en la vida en el Más Allá”, continúa Berta Páramo.

“También introduzco elementos que muy pocos verán pero que me hacen gracia. Aquí, en los textos que lee el sacerdote lector en el ritual de la momificación escribo en jeroglíficos “¡que la fuerza os acompañe!”, que vi traducido en la cuenta de la egiptóloga Marina Escolano-Poveda por el día de Star Wars y que me parece muy propio para decir a alguien que se va a la vida de ultratumba”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Suelo hacer bocetos a mano y trabajar en digital. Como he dicho, no soy muy cuidadosa con los bocetos y además me he mudado, de modo que de este libro no os puedo mostrar nada del proceso”.

Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. Bueno, creo que ya lo he ido desgranando un poco: primero investigo, leo, leo y leo hasta que me hago una idea del tema. Luego paro para pensar qué quiero contar y cómo, y me pongo manos a la obra. En este caso la extensión del libro está definida por la colección, así que planteo un alzado del libro completo. Escribo e ilustro al mismo tiempo porque necesito ver la página compuesta. Luego hablo con los editores y discutimos temas. La diseñadora Joana Casals maqueta. Una vez hechas correcciones editoriales se lo envían al investigador, en este caso José Manuel Galán, egiptólogo, que lo revisa. Incorporamos, si hay, correcciones y ¡a imprenta!”, asegura Berta Páramo.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Sí, estoy trabajando en un libro sobre el Más Allá con Zahorí Books.Me he embarcado en un proyecto titánico pero que me está gustando muchísimo y creo que será un libro que refleje mucho cómo soy como autora”.
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Marco Chamorro nos presenta a ‘Cara de Hollín’
Cuenta la leyenda que las aguas del río Skeena y del océano Pacífico –en la parte noroccidental de Canadá– han visto crecer a los hombres más fuertes del mundo. En ellas se han entrenado cientos de hombres del pueblo tsimshian, aunque ningún otro como ‘Cara de Hollín’, el sobrino más joven de Jefe Acantilado de Piedra. Un joven en el que nadie tenía puesta ningún tipo de esperanza ni expectativa. Pero entonces, ¿qué pasó con Cara de Hollín?, te preguntarás. Eso es algo que sólo las chispas del fuego te pueden explicar. Este libro que edita A buen paso cuenta un mito que es al mismo tiempo la historia de un héroe reacio, un mito que tiene que ver con las cenizas del hogar, con el mensaje de los pájaros, con la fuerza del mar, con las tres pruebas de los cuentos de siempre. En fin, un mito que tiene que ver con cada uno de nosotros. Un libro de Arianna Squilloni y Marco Chamorro. Con ésta último charlamos en las siguientes líneas sobre su trabajo en este libro.

¿Lo primero cuéntanos cómo nace este proyecto? “Desde hace algunos años venía conversando con Arianna sobre mis ganas de trabajar con A buen paso. Le envié un proyecto, pero no terminaba de encajar en el catálogo de la editorial. Tiempo después, Arianna me propuso ilustrar ‘Cara de Hollín’, y así comenzó la aventura”.
¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Cara de Hollín es una leyenda del pueblo tsimshian que cuenta la historia de un niño perezoso al que lo que más le gusta es quedarse en casa, junto al fuego, durmiendo todo el día con su piel de ciervo. Como ocurre en muchos mitos o cuentos populares, el protagonista atraviesa una transformación -nos cuenta Marco Chamorro-. Cara de Hollín no es la excepción, a lo largo de la historia deberá enfrentar distintas pruebas que lo harán cambiar, hasta convertirse en la persona más fuerte del mundo. Cargará sobre su espalda todo el peso del universo y lo hará con gusto, incluso con una sonrisa”.

¿Qué te pareció el texto de Arianna la primera vez que te lo envió? “El texto me gustó mucho. Entré fácilmente en la historia y me dejé llevar por los personajes, por las situaciones y las pruebas que enfrentan a lo largo del libro. La construcción de Cara de Hollín me encantó, es tan niño, tan humano, con sus claros y oscuros, que le dan credibilidad al personaje”.
¿Cómo fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de documentación, de pruebas, quizá de dibujos en algún cuaderno… “Esta es una de las etapas que más disfruto al ilustrar un libro -confiesa Marco Chamorro-. Es ese momento en que todo es posible, en que se puede experimentar con distintas técnicas, sabiendo que con cada una ganas ciertas cosas y pierdes otras. Pero justamente en esa búsqueda el libro empieza a hablarte, y los diferentes elementos van encontrando su lugar”.

“La documentación la hice primero en internet, y después fui profundizando en la biblioteca, buscando materiales más específicos. Tuve la suerte de encontrar un catálogo de una exposición realizada en 2018 en el Museo de Bellas Artes de Rennes, dedicada a la artesanía, vestimenta, juegos y danzas de varios pueblos indígenas de Canadá, entre ellos el pueblo tsimshian. Ese material fue un hallazgo y me ayudó muchísimo”.
“El primer dibujo que hice fue a grafito, y durante un buen tiempo Arianna y yo pensamos que ese sería el estilo del libro: en blanco y negro, con un tono más “realista”. Pero mientras intentaba dibujar a Cara de Hollín, tratando de descubrir cómo dibujar su ternura, sus miedos, su fuerza, fui conversando con Arianna y decidimos cambiar de técnica. En resumen, creo que una vez que logré dibujar a Cara de Hollín y ambos quedamos contentos con el resultado, el resto del libro fluyó de una manera mucho más fácil y natural”, asegura Marco Chamorro.


¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Creo que algo que me gusta mucho de estas ilustraciones es la presencia del trazo, tienen fuerza. Por otro lado siento que los dibujos te meten de lleno en la historia, te acompañan y eso me encanta. La técnica que utilicé me permitió jugar con distintos registros: en las partes donde la historia se mueve en lo real, la usé de una forma; y cuando aparece ese lado más mágico o místico, la llevé hacia otro lugar, buscando nuevas texturas y sensaciones. Esa posibilidad de cambio dentro de la misma técnica fue algo muy enriquecedor para mi y es algo que no lo había explorado en otros libros”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Trabajé con linograbado, usando dos placas de color para cada imagen. Es una técnica que vengo explorando desde hace algunos años y me gusta mucho el resultado que da, tiene algo artesanal, la huella de la tinta, no se puede controlar todo al milímetro o yo no lo logro… y justamente eso es lo que más me atrae”, afirma Marco Chamorro.




Háblanos del uso del color en este proyecto. Es muy característico. “Escogí el color negro por el hollín, por la ceniza y el naranja por el fuego. El fuego es muy importante para Cara de Hollín y para todo el pueblo tsimshian, la vida en las casas gira en torno a ese pequeño fuego donde se calientan, cocinan y se reúnen. El blanco del papel, en cambio, me ayuda a que la imagen respire, no se vuelva demasiado pesada y para su composición”.
Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. “He tenido la suerte de ilustrar algunos libros, y con el tiempo me doy cuenta de que lo que más disfruto como artista es el proceso, todo el trabajo, la reflexión y las decisiones que hay detrás de cada dibujo. En este proyecto, los mensajes y las conversaciones con Arianna fueron fundamentales. Estaban la Arianna amiga, la Arianna autora y la Arianna editora, con sus preguntas necesarias, que me abrían varias puertas y posibilidades para orientar el rumbo de los dibujos, sin imponerme nunca nada. Esa parte fue muy importante para mí”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Sí, estoy ilustrando un libro, Lorombo, del poeta guatemalteco Julio Serrano. Lo publicará Amanuense el año que viene”.
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