Álbum Ilustrado
Cristina Sardà y las vacunas en ‘La vaca, el médico y el hijo del jardinero’
Cristina Sardà, autora de más de una treintena de obras, comienza con ‘Lal vaca, el médico y la hija del jardinero’, que podría subtitularse «una historia de las vacunas», una serie de libros ilustrados divulgativos para todos los públicos. Ahora que algunos de los sectores más reaccionarios de la sociedad cuestionan la eficacia de las vacunas, conviene recordar cuándo y cómo surgieron, qué significaron para la sociedad y el modo en que transformaron el mundo en un libro dirigido tanto a jóvenes como, por su rigor histórico y científico, a adolescentes y adultos. Este libro editado por Fulgencio Pimentel pretende contrarrestar la ola negacionista tan en boga en nuestros días, especialmente tras la pandemia del covid, a través de una historia contada de manera rigurosa y amena, sembrada de una multitud de otras pequeñas historias, de conexiones inesperadas y de casualidades que enriquecen la lectura y aportan una perspectiva sorprendente. Con Cristina charlamos un poquito más sobre este trabajo.

¿Dónde está el origen de este proyecto? “En septiembre de 2019 decidí dejar de lado un tiempo la docencia para desarrollarme como ilustradora y a los pocos meses llegó la pandemia de COVID-19 -nos cuenta Cristina Sardà-. En esas fechas todos pensábamos mucho en vacunas, y empecé a hacerme preguntas. Yo soy profesora de educación primaria y gran parte de mi trabajo (la que más me gusta) consiste en responder las fantásticas e inesperadas preguntas del alumnado. Leyendo sobre la vida de Edward Jenner y sus descubrimientos, me asaltaban algunas que podrían aparecer en clase: ¿Cómo se le ocurrió eso? ¿Se vacunó a sí mismo? ¿Cómo se llamaba la vaca? ¿Qué pasó luego? A partir de ahí, empecé a buscar información y ya no pude parar. Hice una primera versión rápida con dibujos cercanos al cómic humorístico, pero al cabo de pocos días decidí que esa historia merecía más atención. Reescribí el texto, ampliándolo bastante, y empecé a dibujar de nuevo, esta vez buscando un tono diferente. Al terminar presenté una maqueta a la editorial Fulgencio Pimentel y tuve la suerte de que se mostraran interesados”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Este libro no es un tratado sobre medicina, ni una biografía de Edward Jenner -continúa Cristina Sardà-. A mí me interesa reconstruir la red, buscar las conexiones de personajes, hechos históricos, casualidades, anécdotas… que hacen que el mundo cambie. Todo y todos estamos conectados, y espero que los lectores encuentren en el libro este placer que se siente cuando aprendes algo nuevo que conecta con el resto de tus conocimientos. Es como añadir una pieza nueva al puzzle que hace que la imagen se vuelva más clara”.

¿Cómo ha sido el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de pruebas, no sé si de dibujos en algún cuaderno… “Han sido horas y horas de saltar de página web a página web, de rebuscar en la biblioteca, de acumular datos, corroborarlos, ordenarlos, conectarlos, eliminar lo que sobra… El texto ha ido avanzando a la par que el dibujo, porque mientras escribía iba montando las imágenes en mi cabeza, de manera que ya surgía un storyboard a medida que avanzaba”.
Tras ese trabajo de documentación, ¿cuál fue tu mayor descubrimiento? “¡Casi todo! Más allá de los rudimentos básicos de cómo funcionan las vacunas, desconocía su origen y la figura de Jenner, que en mi opinión debería tener una estatua en la plaza de todos los pueblos del mundo”, asegura Cristina Sardà.
De toda la información que recoge el libro, ¿qué es lo que más te llama la atención o te sorprende? “Descubrir que la viruela fue erradicada el mismo año que nací. Me hizo darme cuenta de golpe de una cosa muy simple: La personas mayores que yo tenían una cicatriz muy característica que dejaba esa vacuna en concreto en el hombro, y yo ya no la llevaba. El triunfo de la campaña de erradicación mundial en mi propia piel”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Mucho de mi trabajo previo está en el mundo de la ilustración infantil. Aquí quería que las imágenes tuvieran un aspecto más atractivo para público de todas las edades, ya que la historia no está destinada únicamente a jóvenes. He buscado ser más sintética y que las ilustraciones tuvieran una base conceptual. Además, me gusta siempre incluir homenajes a obras de arte o pequeños guiños (que a veces solo entiendo yo) en mis trabajos. En este libro he usado muchas referencias artísticas que el lector puede identificar con más o menos facilidad”, nos cuenta Cristina Sardà.
Háblanos del uso del color en este libro. “Al encarar el proyecto sabía que iba a hacer muchas ilustraciones, así que me puse unas normas muy estrictas para que no se me fuera de las manos y tuviera un aspecto caótico. El usar solo cuatro tintas me ha obligado a ser muy estratégica, y eso ha dado coherencia y estilo al libro”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Siempre parto de unos esbozos sencillos en papel. A partir de ahí, busco referencias fotográficas (me gusta ser precisa cuando retrato escenarios, vestimentas… del pasado) y hago la mayor parte del trabajo con dibujo digital”.
Cuéntanos un poco más sobre el trabajo de elaboración de este libro. “Ha sido un proyecto apasionante. Me he lanzado a escribir (cosa que había hecho muy tímidamente hasta ahora) simplemente porque no podía dejar que todo eso se quedara dentro de mi cabeza, y he disfrutado mucho (y sufrido también) el proceso”, afirma Cristina Sardà.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Este libro es el inicio de una colección en la que quiero explorar otras historias relacionadas con el mundo del arte, la ciencia, la historia… de una manera similar a “La vaca, el médico y el hijo del jardinero”. El segundo volumen ya está terminado y estoy en fase de documentación para el tercero”.
Álbum Ilustrado
Carmen Segovia y los ‘Cuentos oscuros’ de Shirley Jackson
Shirley Jackson, autora de obras maestras como La maldición de Hill House y Siempre hemos vivido en el castillo, firmó también numerosos relatos; no solo «La lotería» (1948), cuya célebre aparición en The New Yorker causó tanto revuelo y que, durante décadas, fue la única obra verdaderamente conocida de una autora por lo demás relegada, durante largo tiempo, a los rincones del «género» (llámese horror gótico o terror). Autora cuyo genio literario por fin aflora con la fuerza que merece ante lectores de todo tipo.
‘Cuentos oscuros‘ es una selección, coeditada entre Libros del Zorro Rojo y la editorial Minúscula e ilustrada por Carmen Segovia que reúne once cuentos que revelan una mirada penetrante sobre la oscuridad que permea la vida cotidiana, combinada con un talento peculiar para valerse de narradores poco fiables y crear personajes tan retorcidos como aparentemente ordinarios y hasta respetables. Sobre este proyecto hablamos en las siguientes líneas con Carmen.

Lo primero, cuéntanos cómo nace este proyecto. «Para mí este libro es un proyecto muy deseado que viene de lejos. En el verano de 2018, en una conversación con las editoras de Libros del Zorro Rojo, me preguntaron a qué autor de narrativa me gustaría ilustrar, y enseguida les respondí que a Shirley Jackson. Ahí quedó la idea sobre la mesa, nada más. Tenía clara la respuesta, porque ya llevaba tiempo con esa pequeña obsesión, la de ilustrar a esta autora».
«Había descubierto a Shirley a través de otras autoras. En 2014 estaba viviendo en México. Allí había descubierto otras maneras de entender el espacio entre lo real y lo fantástico, y cómo lo representaban artistas como Leonora Carrington, Remedios Varo.. pero a raíz de un duelo buscaba literatura que explorara lo inexplicable, y así fue como me topé con la antología de cuentos “Pájaros en la boca” de Samantha Schweblin editado por Almadía. Este libro me voló la cabeza y empecé a tirar del hilo. Así fue como descubrí a Shirley Jackson, una amiga me recomendó “Siempre hemos vivido en el castillo” y ya no pude parar de leerla. Quería ilustrarla para meterme de lleno en sus historias», confiesa Carmen Segovia.

«En el 2015, cuando se iba a cumplir el centenario del nacimiento de Shirley Jackson, junto con una agente literaria, estuvimos moviendo un proyecto de su cuento “La bruja”, uno de mis favoritos, pero no prosperó. Después intenté ilustrar sus cubiertas, pero tampoco se materializó nada. Paralelamente a los proyectos con editoriales, que no había manera que salieran, su referencia me iba acompañando de una manera u otra en proyectos personales de aquella época como en los fanzines “Hiedra Venenosa” o “Haunted House”, un experimento escénico con una amiga música».
«Pero no fue hasta hace tres años que Libros del Zorro Rojo me pregunta si todavía seguía interesada en ilustrar a Shirley Jackson. La respuesta fue un sí, claro. Y el proyecto se convirtió en el libro que tenemos entre manos “Cuentos Oscuros”, publicado finalmente en 2024 en coedición con Minúscula y traducido por Maia Figueroa Evans».


¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? «Yo creo que encontrarán el universo de una de las mejores escritoras de relatos, más allá del género con el que se la quiera etiquetar. Esta edición reúne once relatos, y cada relato contiene una ilustración a doble página, que propongo como un momento de pausa en la lectura, para poder entrar en la historia desde otro lugar. Encontrarán personajes que deambulan entre la ingenuidad y la crueldad, casas que son refugio y cárcel, escenas domésticas donde se abren grietas a lo insólito. Personajes, en su mayoría femeninos, con problemas de adaptación a una casa, a un marido, a una familia, a un pueblo, a una sociedad opresora. Historias inquietantes contadas con maestría, humor, humor negro, sutileza e inteligencia, o sea, pura diversión», afirma Carmen Segovia.
¿Que te parecieron estos cuentos de Shirley Jackson la primera vez que los leíste? «Yo los disfruté muchísimo, como la misma autora dijo “I delight in what I fear”. Creo que es una selección interesante, todos los relatos son diferentes entre sí, una buena muestra de las distintas aproximaciones al terror que tiene esta autora -nos cuenta Carmen Segovia-. Algunos ya los conocía y otros no. “Los del verano” ya estaban entre mis favoritos, pero otros no, como “Louisa, por favor, vuelve a casa” o “El desconocido”, que me dejaron KO. Los cuentos de Shirley tienen ese poder increíble de acompañarte durante mucho tiempo una vez leídos, muestran contradicciones morales sin ser moralista, propone más preguntas que respuestas».


¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? «Aunque, en su mayoría, los cuentos están ambientados en un contexto muy concreto, el de las grandes mansiones decadentes, pequeñas poblaciones y suburbios estaudounidenses de posguerra (1940-1960), mi intención no era hacer un retrato realista del mundo de Shirley Jackson, sino intentar captar la esencia de sus temas y dejarme llevar por mi propia interpretación, crear imágenes que dialogaran con los relatos desde una visión de síntesis más que mostrar escenas en particular», afirma Carmen Segovia.

«Ilustrar una antología de cuentos es diferente a ilustrar una única historia en un álbum ilustrado. Los personajes, los escenarios, son diferentes, pero los temas o el tono de la autora son recurrentes, así que hay que buscar ideas visuales que también atraviesen y cohesionen todos los cuentos y que al mismo tiempo muestren lo particular de cada historia. Después de muchas vueltas, encontré los elementos recurrentes que iba a usar: las casas, los reflejos, las flores y el contraste entre colores brillantes y oscuros. Estos elementos pretenden ser la representación visual de los temas, para mí, importantes de los cuentos de Shirley: la ambivalencia entre el bien y el mal, la crueldad cotidiana, la opresión doméstica y social, la locura…».
¿Con qué técnicas trabajaste? «Los bocetos y estudios previos a lápiz, las ilustraciones finales están realizadas con acrílico y luego intervenidas mínimamente en digital».

Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. «El proceso fue todo un reto, precisamente porque me gustaba mucho y quería hacer algo que me pudiera interesar como lectora, o que le interesara a alguien que no conociese a Shirley Jackson. Aproveché para empaparme bien de la autora, biografías, películas… y de otras autoras/pintoras que me resonaban en el mismo universo, como Gertrude Abercrombie. En una libreta del proyecto iba tomando notas, bocetos… También tomo fotos y voy montando un archivo que me sirve de referencia. Ahí fui llegando a las conclusiones que os explicaba antes y ya me lancé a los bocetos más definitivos», continúa Carmen Segovia.

«Tenía claro que quería que todas las ilustraciones fueran a página doble, que no se mezclaran visualmente con el texto, para abrir un paréntesis entre las dos experiencias. Así que todas las ilustraciones tienen el mismo formato. Mi editora Diana Hernández me iba acompañando en los diferentes pasos. Luego pasé a la fase de pintura. Era verano y una parte de este proceso me tocó en la casa familiar de Galicia. Para concentrarme y no verme tentada por las tentaciones vacacionales me encerraba a trabajar en la buhardilla o fallado, como se dice allí. Un escenario muy de novela gótica. Acabaron las fiestas y la mayoría de veraneantes empezaron a irse menos nosotros. Cuando bajaba del fallado, bromeaba con risa nerviosa al observar que todo empezaba a parecerse sospechosamente a los cuentos de Shirley».
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? «Sigo con mis encargos de ilustración y clases. En cuanto a libros, desde hace un tiempo estoy más metida en la poesía, veremos si sale algo en forma de libro».
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Marco Chamorro nos presenta a ‘Cara de Hollín’
Cuenta la leyenda que las aguas del río Skeena y del océano Pacífico –en la parte noroccidental de Canadá– han visto crecer a los hombres más fuertes del mundo. En ellas se han entrenado cientos de hombres del pueblo tsimshian, aunque ningún otro como ‘Cara de Hollín’, el sobrino más joven de Jefe Acantilado de Piedra. Un joven en el que nadie tenía puesta ningún tipo de esperanza ni expectativa. Pero entonces, ¿qué pasó con Cara de Hollín?, te preguntarás. Eso es algo que sólo las chispas del fuego te pueden explicar. Este libro que edita A buen paso cuenta un mito que es al mismo tiempo la historia de un héroe reacio, un mito que tiene que ver con las cenizas del hogar, con el mensaje de los pájaros, con la fuerza del mar, con las tres pruebas de los cuentos de siempre. En fin, un mito que tiene que ver con cada uno de nosotros. Un libro de Arianna Squilloni y Marco Chamorro. Con ésta último charlamos en las siguientes líneas sobre su trabajo en este libro.

¿Lo primero cuéntanos cómo nace este proyecto? “Desde hace algunos años venía conversando con Arianna sobre mis ganas de trabajar con A buen paso. Le envié un proyecto, pero no terminaba de encajar en el catálogo de la editorial. Tiempo después, Arianna me propuso ilustrar ‘Cara de Hollín’, y así comenzó la aventura”.
¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Cara de Hollín es una leyenda del pueblo tsimshian que cuenta la historia de un niño perezoso al que lo que más le gusta es quedarse en casa, junto al fuego, durmiendo todo el día con su piel de ciervo. Como ocurre en muchos mitos o cuentos populares, el protagonista atraviesa una transformación -nos cuenta Marco Chamorro-. Cara de Hollín no es la excepción, a lo largo de la historia deberá enfrentar distintas pruebas que lo harán cambiar, hasta convertirse en la persona más fuerte del mundo. Cargará sobre su espalda todo el peso del universo y lo hará con gusto, incluso con una sonrisa”.

¿Qué te pareció el texto de Arianna la primera vez que te lo envió? “El texto me gustó mucho. Entré fácilmente en la historia y me dejé llevar por los personajes, por las situaciones y las pruebas que enfrentan a lo largo del libro. La construcción de Cara de Hollín me encantó, es tan niño, tan humano, con sus claros y oscuros, que le dan credibilidad al personaje”.
¿Cómo fue el trabajo previo al libro? Me refiero a esa fase de investigación, de documentación, de pruebas, quizá de dibujos en algún cuaderno… “Esta es una de las etapas que más disfruto al ilustrar un libro -confiesa Marco Chamorro-. Es ese momento en que todo es posible, en que se puede experimentar con distintas técnicas, sabiendo que con cada una ganas ciertas cosas y pierdes otras. Pero justamente en esa búsqueda el libro empieza a hablarte, y los diferentes elementos van encontrando su lugar”.

“La documentación la hice primero en internet, y después fui profundizando en la biblioteca, buscando materiales más específicos. Tuve la suerte de encontrar un catálogo de una exposición realizada en 2018 en el Museo de Bellas Artes de Rennes, dedicada a la artesanía, vestimenta, juegos y danzas de varios pueblos indígenas de Canadá, entre ellos el pueblo tsimshian. Ese material fue un hallazgo y me ayudó muchísimo”.
“El primer dibujo que hice fue a grafito, y durante un buen tiempo Arianna y yo pensamos que ese sería el estilo del libro: en blanco y negro, con un tono más “realista”. Pero mientras intentaba dibujar a Cara de Hollín, tratando de descubrir cómo dibujar su ternura, sus miedos, su fuerza, fui conversando con Arianna y decidimos cambiar de técnica. En resumen, creo que una vez que logré dibujar a Cara de Hollín y ambos quedamos contentos con el resultado, el resto del libro fluyó de una manera mucho más fácil y natural”, asegura Marco Chamorro.


¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Creo que algo que me gusta mucho de estas ilustraciones es la presencia del trazo, tienen fuerza. Por otro lado siento que los dibujos te meten de lleno en la historia, te acompañan y eso me encanta. La técnica que utilicé me permitió jugar con distintos registros: en las partes donde la historia se mueve en lo real, la usé de una forma; y cuando aparece ese lado más mágico o místico, la llevé hacia otro lugar, buscando nuevas texturas y sensaciones. Esa posibilidad de cambio dentro de la misma técnica fue algo muy enriquecedor para mi y es algo que no lo había explorado en otros libros”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Trabajé con linograbado, usando dos placas de color para cada imagen. Es una técnica que vengo explorando desde hace algunos años y me gusta mucho el resultado que da, tiene algo artesanal, la huella de la tinta, no se puede controlar todo al milímetro o yo no lo logro… y justamente eso es lo que más me atrae”, afirma Marco Chamorro.




Háblanos del uso del color en este proyecto. Es muy característico. “Escogí el color negro por el hollín, por la ceniza y el naranja por el fuego. El fuego es muy importante para Cara de Hollín y para todo el pueblo tsimshian, la vida en las casas gira en torno a ese pequeño fuego donde se calientan, cocinan y se reúnen. El blanco del papel, en cambio, me ayuda a que la imagen respire, no se vuelva demasiado pesada y para su composición”.
Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. “He tenido la suerte de ilustrar algunos libros, y con el tiempo me doy cuenta de que lo que más disfruto como artista es el proceso, todo el trabajo, la reflexión y las decisiones que hay detrás de cada dibujo. En este proyecto, los mensajes y las conversaciones con Arianna fueron fundamentales. Estaban la Arianna amiga, la Arianna autora y la Arianna editora, con sus preguntas necesarias, que me abrían varias puertas y posibilidades para orientar el rumbo de los dibujos, sin imponerme nunca nada. Esa parte fue muy importante para mí”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Sí, estoy ilustrando un libro, Lorombo, del poeta guatemalteco Julio Serrano. Lo publicará Amanuense el año que viene”.
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Laura Agustí y el recorrido íntimo de ‘Furor botánico’
Cansada de la estresante vida de la ciudad, Laura decide trasladarse con su pareja a una casa en Nevà, un pequeño pueblo de los Pirineos. La idea es pasar tres meses de prueba antes de atreverse a dar el gran salto y, tal vez, mudarse de forma definitiva. Pronto se reencontrará con todo un ecosistema muy familiar y que casi había olvidado: el de su infancia en la fría tierra de Teruel rodeada del lenguaje de las flores, los árboles y las plantas, así como el de toda una estirpe de mujeres comprometidas con el amor y el conocimiento de la naturaleza que le inocularon el «Furor botánico». Su bisabuela Pilar, que curaba los desánimos con azafrán y la planta de San Juan; su abuela Carmen, con la que Laura recogía la aceituna; su madre, que sigue mandándole alcoholes para friegas, y su hermana Marina, que calma las rabietas de su hija con aceites esenciales.
Entre recuerdos entretejidos con espléndidas ilustraciones, paseos por los senderos de los bosques para recoger setas, proyectos para su nueva casa y consejos para ajardinar nuestras vidas, Laura Agustí nos descubre la exuberante bondad del universo de las plantas. Editado por Lumen, en las siguientes líneas hablamos un poquito más sobre este proyecto con Laura.

Lo primero, cuéntanos cómo nace este proyecto. “‘Furor botánico’ comenzó hace varios años, a partir de una idea sencilla: quería hacer un libro que hablara de las plantas que me recordaban a mi abuela y, a través de ellas, de todas las mujeres de mi familia. Con el tiempo, esa semilla fue creciendo hasta convertirse en un proyecto más amplio, que habla de la herencia femenina, del cuidado y de la memoria. De cómo las plantas, a veces, son un hilo que nos conecta con quienes ya no están”.
¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Un recorrido íntimo y visual por el vínculo entre las personas y las plantas. No es un libro de botánica al uso, sino una reflexión ilustrada sobre el cuidado, el paso del tiempo, la calma y la observación. También hay historias familiares y esa forma de entender la naturaleza como algo muy cercano, casi doméstico”, nos cuenta Laura Agustí.

¿Qué hay de Laura en todo este libro? “En realidad, en todos mis libros hay mucho de mí. ‘Historia de un gato’ también era muy personal. Creo que, como autora, siempre parto de lo que vivo o he vivido, de lo que siento y me interpela. En ‘Furor botánico’ está mi entorno, mi familia, mis rutinas y esa forma de mirar las cosas pequeñas que muchas veces se pasan por alto”.
¿Es más fácil o más difícil cuando una habla de cosas más personales? “Para mí es más fácil hablar de lo que he vivido o de lo que vivo y siento. Cuando algo te atraviesa, escribir o dibujar sobre ello se convierte en una forma de ordenar y comprender. No me resulta tan complicado como puede parecer, porque hablo desde la experiencia, y eso siempre aporta una cierta verdad”, confiesa Laura Agustí.

¿Cómo fue el trabajo previo al libro? “El trabajo previo lo hice junto a mi hermana y mi madre, que siempre me ayuda mucho en mis libros y, sobre todo, tienen más memoria que yo. Estuvimos recordando historias, conversaciones y remedios caseros que habían pasado de mi abuela a mi madre y luego a nosotras. Fue un proceso de recopilar recuerdos y también de observar las plantas que tengo alrededor”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “El color -asegura Laura Agustí-. En mis libros anteriores predominaba el negro, y aquí me atreví con una paleta mucho más viva, más vegetal. También hay más detalle y textura, porque quería que las ilustraciones respiraran como si fueran parte de un herbario emocional”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Todo el libro está hecho en digital. Me llevó tiempo encontrar una manera de reproducir con Procreate la textura del rotring y una forma de colorear que se pareciera a lo manual. Para trabajar editorialmente resulta mucho más práctico hacerlo en digital: te ahorras escanear, limpiar y ajustar cada dibujo, y el resultado mantiene igualmente esa sensación manual”.
Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. “Primero escribí el texto. Cada doble página trata un tema, y luego pensé qué imagen podía acompañarlo. El proceso fue lento, muy de laboratorio -afirma Laura Agustí-. Poder hacerlo desde la paz de los Pirineos ayudó a que esa calma se perciba al leerlo; no hubiera sido lo mismo hacerlo en Barcelona, donde los ritmos son otros. ‘Furor botánico’ me enseñó a trabajar con calma, a dejar que las ideas maduren, igual que crece una planta”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “El mes pasado entregué las ilustraciones para ‘Hamnet’, de Maggie O’Farrell, que se publicará en noviembre. Es un proyecto muy distinto, pero igual de exigente y emocionante. Mientras tanto, sigo dibujando para otros encargos y tomando notas para el próximo libro, sin prisa, dejando que las ideas crezcan poco a poco, como las plantas”.
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