Entrevistas
La ilustradora Yael Frankel sale de ‘Excursión’
Para disfrutar plenamente de una excursión es muy importante escuchar atentamente a mamá: ella hace las mejores listas para no olvidar nada y, además, da los mejores consejos. A través de la personalísima estética de la ilustradora argentina Yael Frankel llega “Excursión”, un álbum lúdico y luminoso que nos recuerda lo emocionante de viajar en la infancia, de la insistencia de las madres para que no se olvide nada, y de las distintas percepciones en cuanto al concepto de diversión se refiere. Con estas palabras nos lo presenta la editorial Tres Tigres Tristes. Y estas son algunas de las pinceladas que Yael nos ha dado sobre este libro.
¿Cómo nace este proyecto? Yael Frankel: «Nace como muchos otros: dibujando y viendo que el dibujo invitaba a contar una historia».
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? «Los lectores siempre encuentran cosas que yo ¡no tenía ni pensadas! Pero además de lo que cada uno “lee” en el libro, hay un diálogo divertido entre mamá e hija».
La dedicatoria del libro ya dice mucho: «A todas las mamás hacedoras de listas infinitas». Explícanos. «La dedicatoria es otro chiste. Es que las madres somos bastante fans del “por las dudas” y entonces cargamos a los hijos con mucho más de lo que hace falta (¡y no solo para las excursiones!)», asegura Yael Frankel.
¿Cuál fue la última lista que hiciste? No vale la de la compra. «¿La última? Creo que la de la farmacia. Pero a esta altura mis listas son propias, mis hijos son grandes y hacen sus propias listas».
¿Qué no puede faltar en tu mochila cuando te vas de excursión? «En la mía siempre, pero siempre, vas a encontrar chicles».
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este proyecto? «Es una técnica nueva, que me enseñó una amiga ilustradora venezolana cuando nos encontramos en Chile: necesité papel de calcar y lápices grasos», afirma Yael Frankel.
Háblanos un poco del proceso de elaboración de este libro. «El proceso de elaboración fue como te comentaba: empezó con un dibujo (ahí ya estaba la nena protagonista con su mochila, adentrándose en un bosque). A partir de ahí vi la posibilidad de nombrar todo lo que se llevaba para ir de excursión y me pareció que sería mucho más divertido que fuera la mamá quien hiciera la lista y que ella “le hiciera caso” mientras veíamos otra cosa en las ilustraciones».
¿Qué dirías que has aprendido con este proyecto? «Aprendo con cada nuevo proyecto y más todavía cuando los editores son Bárbara y Guille, que aportan muchísimo con sus sugerencias y su lectura».
¿En qué estás trabajando ahora? ¿Algún proyecto nuevo? «Ahora mismo trabajo en 2 libros nuevos y en la imagen de un festival de literatura infantil para Lituania».
También podéis leer en el blog la entrevista con Yael Frankel sobre su trabajo en ‘Las cosas por su nombre‘.
Álbum Ilustrado
Verónica Fabregat y ‘La sabiduría de los pueblos indígenas’
Los pueblos indígenas son los pueblos originarios. Hoy, muchos de ellos siguen vivos, en una gran diversidad de ecosistemas. Son las sociedades más arraigadas y duraderas. Pero, en muchos lugares, se enfrentan a graves amenazas. En sus territorios se conserva la mayor biodiversidad del mundo. Son maestros de la sostenibilidad. Hablan lenguas complejas, y preservan una gran riqueza de tradiciones y conocimientos. Su sabiduría ancestral abarca todas las dimensiones de la existencia, tanto las visibles como las invisibles, y es una gran fuente de inspiración para nuestras sociedades en crisis. Así nos presenta Akiara Books ‘La sabiduría de los pueblos indígenas’, un álbum ilustrado de Josep María Mallarach y Verónica Fabregat. Con ésta última charlamos un poco más sobre este libro.
¿Cómo nace este proyecto? Verónica Fabregat: “Inês Castel-Branco, editora de Akiara me propuso colaborar en este proyecto, enviándome los textos de Josep Maria Mallarach, biólogo, geólogo y un profundo conocedor de las comunidades indígenas. Con su pasión habitual, Inês me explicó el tipo de libro que tenían en mente, y me gustó mucho la perspectiva que querían ofrecer sobre el tema, así que dije que sí de inmediato”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Aunque diferente, es un libro de conocimientos, así que encontrarán una descripción poética de cómo son estas comunidades, las características generales que todas comparten, así como ejemplos concretos de muchas de ellas. Este libro puede ser un buen punto de partida para la reflexión, ya que estos pueblos viven hoy en día, en el mismo siglo XXI que nosotros, pero con unos valores muy diferentes a los nuestros”.
¿Cómo fue el proceso de investigación y documentación para este libro? “El proceso de investigación fue muy largo y muy exhaustivo, ya que tenía que “aterrizar” en las ilustraciones todo aquello que no se decía en los textos: cómo son estas comunidades, cómo es el entorno natural en el que viven (y que es tan importante para ellas), sus ropajes, sus casas, sus rasgos…todo -nos cuenta Verónica Fabregat-. Para ello, estuve leyendo mucho sobre los modos de vida de cada uno de los pueblos (13 pueblos diferentes), recopilando mucha información en el cuaderno de bocetos, y dibujando mucho. Fue un proceso largo pero muy bonito. El cuaderno de bocetos contiene muchísima información, todo lo que aprendí de estas comunidades, lo guardo como un tesoro”.
Tras ese proceso, ¿qué es lo que más te ha sorprendido o cuál ha sido tu mayor descubrimiento? “Una cosa que me ha sorprendido es saber que los pueblos indígenas se rigen por los mismos principios esenciales, como si estuvieran conectados a una única “fuente” de sabiduría y valores. Otro descubrimiento ha sido saber que hoy en día son millones de personas, y que en sus hábitats albergan la mayor diversidad natural del planeta”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Las ilustraciones tienen un registro menos infantil, ya que este libro se recomienda para niñas y niños más mayores que mis libros anteriores -continúa Verónica Fabregat-. Hay muchísima naturaleza, ya que los pueblos que se nombran se muestran en su mayoría en el hábitat natural en el que viven, y eso hace el libro muy variado, ya que hay páginas de selva, desierto, océano, etc… He disfrutado mucho haciendo estas ilustraciones”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Lápices de colores, únicamente”.
Háblanos un poco del proceso de realización de este libro. “Después del proceso de investigación de cada pueblo en el cuaderno de bocetos, yo proponía las ilustraciones en un boceto más o menos definido. En ese momento siempre nos reuníamos con Inês y Josep Maria, ya que su profunda visión sobre el tema podía corroborar o modificar aquello que yo había planteado. Cuando teníamos clara la propuesta, yo ya iniciaba las ilustraciones finales de cada uno de los pueblos. Como curiosidad, os cuento que empecé por aquellas comunidades con la que yo también había tenido contacto por mis viajes: el pueblo Quechua y los Sami. Me resultaba más sencillo porque había estado en esos lugares, y conocía cómo era esa naturaleza o algunas costumbres”, asegura Verónica Fabregat.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Estoy empezando un nuevo álbum ilustrado para una editorial con la que aún no había trabajado. Estoy en una fase muy inicial pero muy divertida, el estudio de los personajes”.
Álbum Ilustrado
Sergio García y Lola Moral en un ‘Cruce de caminos’
Nos encontramos en un cruce de caminos, y nos adentramos en el Valle Dorado. Lo hacemos de la mano de Sergio García y Lola Moral. Allí conocemos a sus habitantes: un niño que quería un perro y al que le regalaron un gato; un perro que no se sabe comunicar; una niña fantasma atrapada en el mundo y un presidente que no es como los demás, porque en realidad es un cazamonstruos. La casa de cada uno de estos personajes es un libro, y los cuatro libros habitan en una caja, un cofre que contiene estos cuatro álbumes ilustrados que edita Astronave y que ha escrito Lewis Trondheim.
“Sus mentes, que habían coincidido en épocas anteriores, vuelven a reunirse y cuando ellos se juntan siempre sale algo interesante y bueno”, nos cuenta Lola Moral refiriéndose a Lewis y a Sergio. “Siguiendo la estrategia que Sergio siempre adopta para contar historias, entrelazarlas, historias dentro de historias, pues surgió “Cruce de Caminos en el Valle Dorado”, que es este libro tan bonito”.
“Siempre que trabajamos con Lewis Trondheim, la verdad que nuestra intención es hacer algo experimental, y nace después de una reunión que tuvimos en Toronto, que es donde se parió esto. Se trata de una caja, básicamente, que es lo que va a encontrar el lector, que contiene cuatro libritos, y que en realidad son como cuatro visiones del mismo mundo. De hecho, la gracia está en que la portada de los cuatro libros coinciden y conforman otra portada, la portada del propio libro”, comenta Sergio García. “Para diferenciar cada una de las historias, cada una de ellas está tratada con una técnica distinta, tanto a nivel de dibujo como a nivel de color, sobre todo el color. Hay una que está hecha con un color tradicional, otra con bicromía, otra está tratada con tramas de puntos, tramas industriales, y otra con aguadas, básicamente. Y bueno, son, como digo, cuatro historias que están protagonizadas por cuatro personajes, pero que en realidad conforman un mismo universo y a su vez cada uno de los cuatro libros tiene un estilo y una temática diferente y un ritmo narrativo diferente”.
“Es una cosa así como muy poliédrica, pero muy sencilla de leer. Siempre que Lewis hace un guión, son guiones muy sencillos, muy divertidos, hilarantes, irónicos, cínicos y geniales”, sentencia Sergio.
“En realidad es un cofre, es como un tesoro que se mete dentro de un cofrecito y son cuatro historias, cuatro historias que son independientes, que se entrelazan y están contadas de una forma muy divertida y con un humor muy inteligente, dirigido a niños muy listos, a padres muy entregados”, asegura Lola Moral. “Digamos que es un producto muy especial, que se reúne dentro de un formato muy especial, con cuatro tipos de color diferentes, con cuatro estilos gráficos diferentes para cada historia, y aunque tú puedas coger un libro y leerlo de forma independiente, si los unes, hay una historia que recorre los cuatro libros y lo hace súper divertido y entretenido”.
“Un presidente distinto a los demás”, “Una vida perruna”, “La niña fantasma” y “El niño que no quería un gato” son los cuatro títulos que encontramos dentro de “Cruce de caminos en el Valle Dorado”. Para Sergio “son puntos de vista muy distintos. Una de las cosas que son como tabú es tratar el tema de la muerte, por ejemplo. Es como que no se puede matar a nadie en un cómic de niños y menos a la protagonista. Bueno, pues muere, la protagonista muere y de hecho forma parte de una de las historias, el fantasma de la protagonista. Entonces, son ese tipo de rupturas que tanto le gusta hacer a Lewis, porque la verdad es que el concepto narrativo es de él, naturalmente, como no podría ser de otra manera, es eso lo que realmente impacta”.
“O, por ejemplo, el librito del presidente a mí me gusta especialmente. Es como encontrarte de golpe un homenaje al cine de serie B. Creo que había una película por ahí que se llamaba “Abraham Lincoln: cazador de vampiros” o algo así, pues es algo parecido a eso. Aquí hay un presidente de Francia que enseguida te das cuenta que está dotado de una serie de poderes, y va matando bichos por doquier. Son cosas que chocan muchísimo cuando lo lees, pero luego tiene todo como una gran coherencia narrativa -asegura Sergio-. Yo creo que esa es la fuerza del libro. Queríamos que cada uno tuviera una identidad propia, que lo identificara con el personaje al que representa, con el niño, con el perro, con la niña fantasma, con el presidente, que son muy particulares, y de esa forma que se distinguieran de forma independiente, pero que al mismo tiempo tuvieran un nexo de unión entre ellos”.
“Uno de los libros se inspira en las tiras de The New Yorker, en blanco y negro; otro con tramas, otro con color color tradicional… y creo que entre todos ellos forman un conjunto maravilloso, porque expresan lo que quieren, mandan un mensaje sobre cada personaje y al mismo tiempo forman un conjunto espléndido”, afirma Sergio. “Está todo hecho con el Procreate. Lo que pasa es que el dibujo va oscilando un poquito como concepción gráfica. Por ejemplo, el capítulo de la niña fantasma, conceptualmente responde, eso se me ocurrió a mí, a los chistes de The New Yorker, que tienen esa especie de imagen en blanco y negro, que es muy icónica, con un pequeño texto en la parte inferior. A nivel de narración, todo el libro tiene ese concepto. Entonces, es el libro como más espiritual de los cuatro y se prestaba mucho a trabajar con ese tipo de estética. Por ejemplo, la historia del perro está hecha toda con tramas industriales y eso le da un aspecto como muy dinámico, muy vivo. Quedó como muy fresca y muy espontánea, es probablemente la que más me gusta de las cuatro. Es que todas me gustan, cada una tiene su punto y la del Presidente es que es muy divertida. La verdad es que me lo pasé pipa destrozando monstruos, y no importaba que hubiera sangre, porque esa parte es bicromática y ahí se trabaja con una falsa bicromía, en cierto modo, o tricromía, y la gracia que tiene es que, claro, la sangre igual es naranja, es azul y entonces es muy divertido, tiene un punto muy simpático”.
Cómic
Antonia Santolaya nos hospeda en el ‘Hotel Florida’
Situado en la madrileña plaza de Callao, el Florida se convirtió desde su fundación en 1924 en emblema de la modernidad y en atalaya privilegiada de una nueva época. Su imponente fachada fue testigo de la dictadura de Primo de Rivera, de la Segunda República, de la Guerra Civil y del franquismo. Derribado en 1964 y reemplazado por unos grandes almacenes, dejó una huella imborrable en el corazón de Madrid y en el de los huéspedes y empleados que lo ocuparon.
El periodista Carlos García Santa Cecilia y la dibujante Antonia Santolaya conmemoran en viñetas de pulso documental el centenario de esa pequeña colmena humana que fue el hotel Florida, auténtica encrucijada de destinos en la capital de España, en este cómic editado por Norma Editorial.
¿Cómo nace este proyecto? Antonia Santolaya: “El proyecto vino a mí de la mano de Carlos García Santa Cecilia. Carlos es periodista, editor y organizador de las jornadas del Hotel Florida. Felipe Hernández Cava le sugirió mi nombre para llevar a cabo el proyecto. Carlos me expuso la idea y compartió conmigo toda la información con la que contaba. Tuvimos varias reuniones previas y en una de ellas acordamos el personaje que sería el hilo conductor de la trama. A partir de ahí, busqué en internet imágenes de la época y de los personajes para poder trasladarme al momento, a las distintas experiencias y enriquecer los detalles”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Los lectores, al igual que yo misma, podrán descubrir un edificio que con tan sólo 40 años de existencia fue espejo del final de una época e inicio de otra”.
Danos algunas pinceladas sobre el trabajo de investigación y documentación para este libro. “Como te he comentado con anterioridad, Carlos lleva años trabajando e investigando en el tema -continúa Antonia Santolaya-. Creo que ya han realizado 9 jornadas del Hotel Florida con el apoyo del Ámbito Cultural de El Corte Inglés. La colaboración de estos se debe a que el edificio de El Corte Inglés está en el espacio donde estaba situado el Hotel Florida”.
¿Cuál dirías que ha sido el mayor descubrimiento tras ese trabajo? “Desde un inicio, y teniendo en cuenta que yo desconocía la existencia del hotel, todo ha resultado ser un descubrimiento. Me sorprendió mucho el abundante número de reporteras de guerra de otros países que se aventuraron a ser los ojos y la voz de las víctimas para el mundo. Me sorprendió cómo yo misma conocía la fotografía de Robert Capa sin saber que era el seudónimo de Gerda Taro y Endre Friedmann. Así mismo, es el inicio del trabajo como reportera de Martha Gelhorn. El libro está lleno de anécdotas”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Cada trabajo me sugiere una necesidad y un enfoque. Para este trabajo utilicé grafito y Photoshop -nos cuenta Antonia Santolaya-. Elegí limitar el uso del color entre luz y sombra que no respetara los límites de las formas en el dibujo. Hay momentos en los que cambio de registro para, por ejemplo, intensificar la voz infantil que describe la escena. Si necesito que el protagonismo sea lo que siente un personaje, puedo resaltar la desproporción entre las cosas poniendo la forma al servicio de la expresión. Creo que hay similitudes con el trabajo que hice para “Todos o ninguno” con La Camocha, Ponent Mon, o con la historieta que creé sobre el covid en “Efectos secundarios”, editada por Astiberri.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Este año pasado publiqué con el CDN la revista Dramática nº 7 sobre la historia del Centro Dramático desde las anécdotas de sus trabajadores. En 2025 se publicará un cuento infantil en Iglú Editorial. Participo en un proyecto de dibujo Washington-Madrid con el Museo ABC y la Embajada de España en Washington. Además, hay un proyecto nuevo con Felipe Hernández Cava en curso y otro proyecto que tengo congelado por falta de tiempo para abordarlo, pero del que ya tengo unos capítulos terminados”.
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