Entrevistas
Viajamos a ‘Isla Calamidad’ con Simone Spellucci
En ‘Isla Calamidad‘ el día a día no es fácil: nubes, ríos, árboles, pájaros y otras criaturas han de aprender a convivir en armonía si no quieren despertar la ira del terrible Hura. Una metáfora repleta de humor sobre el equilibrio de los ecosistemas y el impacto que nuestros actos pueden tener en la naturaleza. Un trabajo de Ámina Pallarés y Simone Spellucci editado por Tres Tigres Tristes. Con Simone hemos charlado un poquito más sobre este libro.
¿Cómo nace este proyecto? Simone Spellucci: «El proyecto nace de una experiencia real. En el 2016 estuve trabajando en un proyecto de cooperación internacional en una pequeña isla del Caribe, llamada Dominica. Estuve viviendo allí casi un año. Es un lugar muy exquisito y caracterizado por una naturaleza espantosa pero también por una gran fragilidad ambiental y por el pasaje periódico de huracanes devastadores. Un lugar donde la población esta prácticamente obligada en empezar su vida de cero cada cuatro o cinco años. El contacto con este lugar ha inspirado en mí las ganas de contarlo de una forma diferente».
¿Qué se encontrarán los lectores en sus páginas? «Bueno, depende de quién se entienda por lectores. Con Ámina quisimos desde el principio crear un producto que tuviera diferentes niveles de lectura y una ausencia total de juicio, algo así como registrar una serie de hechos encadenados entre ellos. Nos interesaba la idea de que hubiera conexiones entre eventos que aparentemente no las tienen -nos cuenta Simone Spellucci-. El resultado es un cuento divertido y surrealista sobre un lugar de fantasía pero que existe en la realidad y que de alguna forma nos está contando algo sobre la época que estamos viviendo: la crisis climática que conlleva una crisis social y de valores. Obviamente los niños se quedan con los personajes divertidos, los colores vivos y el dinamismo de la narración, mientras sus padres, quizás, van a tener la posibilidad de introducir temas complejos, sin necesariamente pasar por la cruda realidad».
¿Cómo fue el trabajo con Ámina? «Ámina es compañera de trabajo y también amiga. Nos conocemos desde bastante tiempo, en el 2017 junto con María Moreno y Laura Ardila fundamos Espacio Campingás un espacio/colectivo artístico que se ocupa de la promoción de las artes plásticas en el ‘desierto’ cultural de Almería. Últimamente el grupo se está concentrando más en el álbum ilustrado como herramienta artística y divulgativa, gracias sobre todo a la colaboración con la asociación ¡Álbum!. Cuento todo esto para decir que el libro es hijo de un caldo de cultivo y de un trabajo prácticamente cotidiano. Con respecto al trabajo hay una relación de gran confianza y ligereza, espero que esto se note en las páginas del libro».
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este proyecto? ¿Qué hay de diferente respecto a otros libros? «Creo que las imágenes tienen un poder narrativo en sí. He trabajado a diferentes escalas y con diferentes personajes, algunos de ellos están apenas abocetados, otros, los principales, se nombran en el texto también -asegura Simone Spellucci-. El lector, en este caso el niño, es continuamente invitado a buscar detalles y, en el mejor de los casos, inventar su propia historia. Hay mucho material, por así decir, añadido a la atmósfera caótica y tensa del libro, y todo contribuye a dar un aire de eventos simultáneos a potenciar la idea de que mientras hay un hilo narrativo principal, a la vez puede haber otros no desarrollados, pero no por esto menos interesantes. Con respecto a las diferencias con otros libros, creo que la más evidente es su final abierto, o su no final, junto al hecho de que el protagonista literalmente abandona la historia. Este lenguaje metaficcional no es nuevo, pero a la vez me parece muy atrevido, porque descoloca el lector».
¿Con qué técnicas trabajaste? «La imágenes finales están completamente trabajadas con técnicas digitales. Los bocetos son primariamente a lápiz, rotuladores o los dos mezclados. Al momento de generar cosas intento ser lo más experimental posible. Aun así la técnica de la serigrafía en que me formé y crecí como ilustrador tiene mucho peso en las varias elecciones que he tenido que tomar a lo largo del proceso. Mancha plana, colores muy vivos y una forma de montar las imágenes por capas superpuestas son las características básicas de esta maravillosa técnica, que, siendo muy versátil, me permite incluso poder estampar manualmente las mismas páginas del libro como ilustraciones sueltas».
Háblanos del uso del color, que nos parece muy singular. «Si te soy sincero, encontrar la paleta adecuada no ha sido difícil -confiesa Simone Spellucci-. La conexión con la técnica serigráfica, me hizo optar por dos tintas cuya superposición produce una tercera, más oscura. Luego hay dos colores de ‘acompañamiento’, amarillo y rojo, el primero sirve para potenciar detalles, el segundo para acompañar el ‘crescendo’ del libro. En las escenas más caóticas hay mucho rojo, que luego desaparece al restablecerse un nuevo orden y al volver a empezar un ciclo. Ahora bien, es evidente que mi trayectoria de ilustrador no incluye el dibujo realista, ando buscando colores que generen un alejamiento de la realidad y que sirvan para abarcarla desde otra dirección o perspectivas. Los niños a veces se extrañan y te preguntan ‘¿por qué tan pocos colores y tan raros?’ Otras veces se sienten completamente a gusto con el estilo. Más de un amigo me ha comentado cómo le recordaban a un viaje lisérgico. Escuchar cómo cada uno lo lleva a su campo perceptivo y de experiencia me parece fascinante, y de alguna manera me hace pensar que en este caso el color cumple con su función: estimular consideraciones y sobre todo preguntas».
¿Cómo fue el proceso de elaboración de este libro? «Volví de Dominica con mucho material, bocetos e ideas sobre cómo desarrollar ‘algo’. Sobre todo tenía personajes (dibujados y escritos) que habían ido surgiendo con el tiempo y que en principio iban a ser parte de una especie de guía mitológica sobre las criaturas de la isla. Al optar por un álbum ilustrado, me di cuenta de que el trabajo necesitaba de una verdadera narración -continúa Simone Spellucci-. Así comencé la búsqueda de alguien que construyera la historia, y allí apareció Ámina. En el momento en que aceptó ser parte del proyecto la cosa empezó a tener un nuevo rumbo. Ideas y soluciones empezaron a moverse entre nosotros como en un partido de tenis. Cuando en junio de 2020 entran en juego nuestros queridos editores Bárbara y Guillermo de Tres Tigres Tristes, el partido ha pasado de ser de dos a cuatro jugadores y no se acabó hasta el verano 2021. Pero en realidad hay muchos más jugadores, muchas personas involucradas en tan pocas páginas, personas cuya opinión y amor hacia el proyecto han sido determinantes».
¿Y qué pasó con Bozú? ¿Cuál es su historia? Nos hemos quedado con ganas… «Bozú es un tipo bastante imprevisible y si quiere puede ser muy antipático. No es el tipo de personaje que te dice dónde va, ni por qué. A la pregunta de dónde se ha ido siempre dejamos que respondan los niños que han leído el libro. Según algunos se ha ido de vacaciones a Almería y si vas al Zapillo, la playa de la ciudad, lo verás allí tomando el sol con sombrilla y refrescos que le gustan mucho; según otros fue a visitar su familia de ríos que se ha ido a vivir al norte porque allí hay más trabajo y mejor calidad de vida. Según nosotros puede que se haya escondido en algún lugar de la isla porque estaba realmente cansado de trabajar y de las responsabilidades que tenía, eso pasa a veces en la vida de muchos. De todas formas nadie sabe verdaderamente qué le ha pasado, pero si el Huracán no lo hubiera encontrado, igual hubiera vuelto, porque nadie puede estar mucho tiempo lejos de la Isla Calamidad sin echarla mucho de menos».
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? «Varias cosas, los proyectos de libros ilustrados necesitan bastante tiempo para concretarse. Estoy a punto de empezar un bonito libro con una editorial italiana, me hace mucha ilusión porque sería el primero en mi lengua. Con Ámina tenemos varias cosas cocinándose. Efectivamente una historia sobre Bozú, no estaría nada mal».
Álbum Ilustrado
Verónica Fabregat y ‘La sabiduría de los pueblos indígenas’
Los pueblos indígenas son los pueblos originarios. Hoy, muchos de ellos siguen vivos, en una gran diversidad de ecosistemas. Son las sociedades más arraigadas y duraderas. Pero, en muchos lugares, se enfrentan a graves amenazas. En sus territorios se conserva la mayor biodiversidad del mundo. Son maestros de la sostenibilidad. Hablan lenguas complejas, y preservan una gran riqueza de tradiciones y conocimientos. Su sabiduría ancestral abarca todas las dimensiones de la existencia, tanto las visibles como las invisibles, y es una gran fuente de inspiración para nuestras sociedades en crisis. Así nos presenta Akiara Books ‘La sabiduría de los pueblos indígenas’, un álbum ilustrado de Josep María Mallarach y Verónica Fabregat. Con ésta última charlamos un poco más sobre este libro.
¿Cómo nace este proyecto? Verónica Fabregat: “Inês Castel-Branco, editora de Akiara me propuso colaborar en este proyecto, enviándome los textos de Josep Maria Mallarach, biólogo, geólogo y un profundo conocedor de las comunidades indígenas. Con su pasión habitual, Inês me explicó el tipo de libro que tenían en mente, y me gustó mucho la perspectiva que querían ofrecer sobre el tema, así que dije que sí de inmediato”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Aunque diferente, es un libro de conocimientos, así que encontrarán una descripción poética de cómo son estas comunidades, las características generales que todas comparten, así como ejemplos concretos de muchas de ellas. Este libro puede ser un buen punto de partida para la reflexión, ya que estos pueblos viven hoy en día, en el mismo siglo XXI que nosotros, pero con unos valores muy diferentes a los nuestros”.
¿Cómo fue el proceso de investigación y documentación para este libro? “El proceso de investigación fue muy largo y muy exhaustivo, ya que tenía que “aterrizar” en las ilustraciones todo aquello que no se decía en los textos: cómo son estas comunidades, cómo es el entorno natural en el que viven (y que es tan importante para ellas), sus ropajes, sus casas, sus rasgos…todo -nos cuenta Verónica Fabregat-. Para ello, estuve leyendo mucho sobre los modos de vida de cada uno de los pueblos (13 pueblos diferentes), recopilando mucha información en el cuaderno de bocetos, y dibujando mucho. Fue un proceso largo pero muy bonito. El cuaderno de bocetos contiene muchísima información, todo lo que aprendí de estas comunidades, lo guardo como un tesoro”.
Tras ese proceso, ¿qué es lo que más te ha sorprendido o cuál ha sido tu mayor descubrimiento? “Una cosa que me ha sorprendido es saber que los pueblos indígenas se rigen por los mismos principios esenciales, como si estuvieran conectados a una única “fuente” de sabiduría y valores. Otro descubrimiento ha sido saber que hoy en día son millones de personas, y que en sus hábitats albergan la mayor diversidad natural del planeta”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Las ilustraciones tienen un registro menos infantil, ya que este libro se recomienda para niñas y niños más mayores que mis libros anteriores -continúa Verónica Fabregat-. Hay muchísima naturaleza, ya que los pueblos que se nombran se muestran en su mayoría en el hábitat natural en el que viven, y eso hace el libro muy variado, ya que hay páginas de selva, desierto, océano, etc… He disfrutado mucho haciendo estas ilustraciones”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Lápices de colores, únicamente”.
Háblanos un poco del proceso de realización de este libro. “Después del proceso de investigación de cada pueblo en el cuaderno de bocetos, yo proponía las ilustraciones en un boceto más o menos definido. En ese momento siempre nos reuníamos con Inês y Josep Maria, ya que su profunda visión sobre el tema podía corroborar o modificar aquello que yo había planteado. Cuando teníamos clara la propuesta, yo ya iniciaba las ilustraciones finales de cada uno de los pueblos. Como curiosidad, os cuento que empecé por aquellas comunidades con la que yo también había tenido contacto por mis viajes: el pueblo Quechua y los Sami. Me resultaba más sencillo porque había estado en esos lugares, y conocía cómo era esa naturaleza o algunas costumbres”, asegura Verónica Fabregat.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Estoy empezando un nuevo álbum ilustrado para una editorial con la que aún no había trabajado. Estoy en una fase muy inicial pero muy divertida, el estudio de los personajes”.
Álbum Ilustrado
Sergio García y Lola Moral en un ‘Cruce de caminos’
Nos encontramos en un cruce de caminos, y nos adentramos en el Valle Dorado. Lo hacemos de la mano de Sergio García y Lola Moral. Allí conocemos a sus habitantes: un niño que quería un perro y al que le regalaron un gato; un perro que no se sabe comunicar; una niña fantasma atrapada en el mundo y un presidente que no es como los demás, porque en realidad es un cazamonstruos. La casa de cada uno de estos personajes es un libro, y los cuatro libros habitan en una caja, un cofre que contiene estos cuatro álbumes ilustrados que edita Astronave y que ha escrito Lewis Trondheim.
“Sus mentes, que habían coincidido en épocas anteriores, vuelven a reunirse y cuando ellos se juntan siempre sale algo interesante y bueno”, nos cuenta Lola Moral refiriéndose a Lewis y a Sergio. “Siguiendo la estrategia que Sergio siempre adopta para contar historias, entrelazarlas, historias dentro de historias, pues surgió “Cruce de Caminos en el Valle Dorado”, que es este libro tan bonito”.
“Siempre que trabajamos con Lewis Trondheim, la verdad que nuestra intención es hacer algo experimental, y nace después de una reunión que tuvimos en Toronto, que es donde se parió esto. Se trata de una caja, básicamente, que es lo que va a encontrar el lector, que contiene cuatro libritos, y que en realidad son como cuatro visiones del mismo mundo. De hecho, la gracia está en que la portada de los cuatro libros coinciden y conforman otra portada, la portada del propio libro”, comenta Sergio García. “Para diferenciar cada una de las historias, cada una de ellas está tratada con una técnica distinta, tanto a nivel de dibujo como a nivel de color, sobre todo el color. Hay una que está hecha con un color tradicional, otra con bicromía, otra está tratada con tramas de puntos, tramas industriales, y otra con aguadas, básicamente. Y bueno, son, como digo, cuatro historias que están protagonizadas por cuatro personajes, pero que en realidad conforman un mismo universo y a su vez cada uno de los cuatro libros tiene un estilo y una temática diferente y un ritmo narrativo diferente”.
“Es una cosa así como muy poliédrica, pero muy sencilla de leer. Siempre que Lewis hace un guión, son guiones muy sencillos, muy divertidos, hilarantes, irónicos, cínicos y geniales”, sentencia Sergio.
“En realidad es un cofre, es como un tesoro que se mete dentro de un cofrecito y son cuatro historias, cuatro historias que son independientes, que se entrelazan y están contadas de una forma muy divertida y con un humor muy inteligente, dirigido a niños muy listos, a padres muy entregados”, asegura Lola Moral. “Digamos que es un producto muy especial, que se reúne dentro de un formato muy especial, con cuatro tipos de color diferentes, con cuatro estilos gráficos diferentes para cada historia, y aunque tú puedas coger un libro y leerlo de forma independiente, si los unes, hay una historia que recorre los cuatro libros y lo hace súper divertido y entretenido”.
“Un presidente distinto a los demás”, “Una vida perruna”, “La niña fantasma” y “El niño que no quería un gato” son los cuatro títulos que encontramos dentro de “Cruce de caminos en el Valle Dorado”. Para Sergio “son puntos de vista muy distintos. Una de las cosas que son como tabú es tratar el tema de la muerte, por ejemplo. Es como que no se puede matar a nadie en un cómic de niños y menos a la protagonista. Bueno, pues muere, la protagonista muere y de hecho forma parte de una de las historias, el fantasma de la protagonista. Entonces, son ese tipo de rupturas que tanto le gusta hacer a Lewis, porque la verdad es que el concepto narrativo es de él, naturalmente, como no podría ser de otra manera, es eso lo que realmente impacta”.
“O, por ejemplo, el librito del presidente a mí me gusta especialmente. Es como encontrarte de golpe un homenaje al cine de serie B. Creo que había una película por ahí que se llamaba “Abraham Lincoln: cazador de vampiros” o algo así, pues es algo parecido a eso. Aquí hay un presidente de Francia que enseguida te das cuenta que está dotado de una serie de poderes, y va matando bichos por doquier. Son cosas que chocan muchísimo cuando lo lees, pero luego tiene todo como una gran coherencia narrativa -asegura Sergio-. Yo creo que esa es la fuerza del libro. Queríamos que cada uno tuviera una identidad propia, que lo identificara con el personaje al que representa, con el niño, con el perro, con la niña fantasma, con el presidente, que son muy particulares, y de esa forma que se distinguieran de forma independiente, pero que al mismo tiempo tuvieran un nexo de unión entre ellos”.
“Uno de los libros se inspira en las tiras de The New Yorker, en blanco y negro; otro con tramas, otro con color color tradicional… y creo que entre todos ellos forman un conjunto maravilloso, porque expresan lo que quieren, mandan un mensaje sobre cada personaje y al mismo tiempo forman un conjunto espléndido”, afirma Sergio. “Está todo hecho con el Procreate. Lo que pasa es que el dibujo va oscilando un poquito como concepción gráfica. Por ejemplo, el capítulo de la niña fantasma, conceptualmente responde, eso se me ocurrió a mí, a los chistes de The New Yorker, que tienen esa especie de imagen en blanco y negro, que es muy icónica, con un pequeño texto en la parte inferior. A nivel de narración, todo el libro tiene ese concepto. Entonces, es el libro como más espiritual de los cuatro y se prestaba mucho a trabajar con ese tipo de estética. Por ejemplo, la historia del perro está hecha toda con tramas industriales y eso le da un aspecto como muy dinámico, muy vivo. Quedó como muy fresca y muy espontánea, es probablemente la que más me gusta de las cuatro. Es que todas me gustan, cada una tiene su punto y la del Presidente es que es muy divertida. La verdad es que me lo pasé pipa destrozando monstruos, y no importaba que hubiera sangre, porque esa parte es bicromática y ahí se trabaja con una falsa bicromía, en cierto modo, o tricromía, y la gracia que tiene es que, claro, la sangre igual es naranja, es azul y entonces es muy divertido, tiene un punto muy simpático”.
Cómic
Antonia Santolaya nos hospeda en el ‘Hotel Florida’
Situado en la madrileña plaza de Callao, el Florida se convirtió desde su fundación en 1924 en emblema de la modernidad y en atalaya privilegiada de una nueva época. Su imponente fachada fue testigo de la dictadura de Primo de Rivera, de la Segunda República, de la Guerra Civil y del franquismo. Derribado en 1964 y reemplazado por unos grandes almacenes, dejó una huella imborrable en el corazón de Madrid y en el de los huéspedes y empleados que lo ocuparon.
El periodista Carlos García Santa Cecilia y la dibujante Antonia Santolaya conmemoran en viñetas de pulso documental el centenario de esa pequeña colmena humana que fue el hotel Florida, auténtica encrucijada de destinos en la capital de España, en este cómic editado por Norma Editorial.
¿Cómo nace este proyecto? Antonia Santolaya: “El proyecto vino a mí de la mano de Carlos García Santa Cecilia. Carlos es periodista, editor y organizador de las jornadas del Hotel Florida. Felipe Hernández Cava le sugirió mi nombre para llevar a cabo el proyecto. Carlos me expuso la idea y compartió conmigo toda la información con la que contaba. Tuvimos varias reuniones previas y en una de ellas acordamos el personaje que sería el hilo conductor de la trama. A partir de ahí, busqué en internet imágenes de la época y de los personajes para poder trasladarme al momento, a las distintas experiencias y enriquecer los detalles”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Los lectores, al igual que yo misma, podrán descubrir un edificio que con tan sólo 40 años de existencia fue espejo del final de una época e inicio de otra”.
Danos algunas pinceladas sobre el trabajo de investigación y documentación para este libro. “Como te he comentado con anterioridad, Carlos lleva años trabajando e investigando en el tema -continúa Antonia Santolaya-. Creo que ya han realizado 9 jornadas del Hotel Florida con el apoyo del Ámbito Cultural de El Corte Inglés. La colaboración de estos se debe a que el edificio de El Corte Inglés está en el espacio donde estaba situado el Hotel Florida”.
¿Cuál dirías que ha sido el mayor descubrimiento tras ese trabajo? “Desde un inicio, y teniendo en cuenta que yo desconocía la existencia del hotel, todo ha resultado ser un descubrimiento. Me sorprendió mucho el abundante número de reporteras de guerra de otros países que se aventuraron a ser los ojos y la voz de las víctimas para el mundo. Me sorprendió cómo yo misma conocía la fotografía de Robert Capa sin saber que era el seudónimo de Gerda Taro y Endre Friedmann. Así mismo, es el inicio del trabajo como reportera de Martha Gelhorn. El libro está lleno de anécdotas”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Cada trabajo me sugiere una necesidad y un enfoque. Para este trabajo utilicé grafito y Photoshop -nos cuenta Antonia Santolaya-. Elegí limitar el uso del color entre luz y sombra que no respetara los límites de las formas en el dibujo. Hay momentos en los que cambio de registro para, por ejemplo, intensificar la voz infantil que describe la escena. Si necesito que el protagonismo sea lo que siente un personaje, puedo resaltar la desproporción entre las cosas poniendo la forma al servicio de la expresión. Creo que hay similitudes con el trabajo que hice para “Todos o ninguno” con La Camocha, Ponent Mon, o con la historieta que creé sobre el covid en “Efectos secundarios”, editada por Astiberri.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Este año pasado publiqué con el CDN la revista Dramática nº 7 sobre la historia del Centro Dramático desde las anécdotas de sus trabajadores. En 2025 se publicará un cuento infantil en Iglú Editorial. Participo en un proyecto de dibujo Washington-Madrid con el Museo ABC y la Embajada de España en Washington. Además, hay un proyecto nuevo con Felipe Hernández Cava en curso y otro proyecto que tengo congelado por falta de tiempo para abordarlo, pero del que ya tengo unos capítulos terminados”.
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