Entrevistas
Rodrigo Mattioli nos anima a plantar ‘Un árbol’
Alina decidió plantar un árbol y todo comenzó a cambiar. A veces una pequeña decisión es suficiente para transformar todo lo que nos rodea. Así nos presenta Apila Ediciones el álbum ilustrado ‘Un árbol‘, un trabajo de Rodrigo Mattioli. Es el álbum ganador del Premio Apila Primera Impresión 2019. Con su autor charlamos un poco más sobre este proyecto.
¿Cómo nace este proyecto? Rodrigo Mattioli: «Siempre me gustó la naturaleza pero crecí en entornos urbanos. En 2012, después de cinco años viviendo en Londres, me cansé del estilo de vida de la ciudad y el impacto ambiental. Mi pareja y yo decidimos experimentar cómo sería vivir en una comunidad de permacultura. Después de vivir en diferentes lugares y experimentar propuestas de permacultura, me di cuenta de que los humanos también podríamos ser agentes positivos en el medioambiente. Además, fue terrible darse cuenta de cómo perdimos nuestro contacto y nuestros lazos con la naturaleza. ¿Cuántos niños estudian árboles a través de un libro sin plantar un árbol?
Aparte de esto, me encantan páginas dobles con bosques y muchos animales y plantas. Tenía muchas ganas de hacer algo así y encontré la excusa perfecta.La idea del libro surgió de la unión de estos tres puntos.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? «Al principio, un árbol, dos pájaros y 3 huevos. Al final, espero que encuentren ganas para plantar un árbol».
¿Qué importancia tiene para ti el juego en este álbum y en general en tu trabajo? «Para mí, jugar es mantenerse vivo -asegura Rodrigo Mattioli-. No físicamente, sino psicológicamente. En general, no encajo en lo que esperaba y me enseñaron a ser y hacer. Me aburro en los trabajos tradicionales y no estoy de acuerdo con las metas y prioridades más comunes. Jugar, de una manera muy amplia, fue lo que me permitió llevar una vida donde pueda ser yo mismo, o al menos, seguir esta búsqueda. En un mundo lleno de problemas con mucha gente sintiéndose desesperada, jugar es una medicina».
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este proyecto? «Yo no estudié ilustración y por mucho tiempo me creía incapaz de ilustrar. Confundía ilustrar y dibujar. Cuando tuve la idea para mi primer libro, hace unos 10 años ya, yo no sabía dibujar. Entonces, hice los personajes y escenarios con materiales como tela, plastilina, botones, alambre, etc. Fotografié todo y mezcle en photoshop con escenarios reales. Lo hice sin ninguna prisa y me gustó mucho el resultado. Pero tardé más de 5 años para finalizarlo. Después, empecé otro proyecto utilizando la misma técnica. Visualmente queda muy bien pero sería imposible trabajar de esta manera. Y era muy difícil hacer personajes expresivos con esta técnica».
«De ahí empezó la búsqueda por un proceso más simple. Dibujé mucho hasta quedar contento con la forma actual del personaje. Después de esto, todo fluyó de manera más fácil. Creo que esta búsqueda por simplicidad y agilidad al ilustrar se nota en el libro. Me gusta la espontaneidad -asegura Rodrigo Mattioli-. Ahora, siempre que puedo utilizo el personaje que es una mezcla de mis dos hijas (Alice y Nina). De ahí el nombre Alina. Aparte de esto, yo nací y crecí en Brasil. Creo que esto influencia mucho los colores de mi trabajo».
¿Con qué técnicas trabajaste? «Hice casi todos los dibujos con los polychromos de Faber-Castell. Dibujé los elementos aisladamente y después mezclé todo en photoshop. El cielo está hecho con acuarelas».
«Es como si hubiera hecho un collage digital con mis dibujos. Con esta técnica es my sencillo mover los elementos y componer las páginas», nos cuenta Rodrigo Mattioli.
Háblanos un poco del proceso de elaboración de este libro. «La historia es muy sencilla: La niña planta el árbol. Surgen elementos acumulativos pero en algún momento el caos ganaría. La verdad es que no soy un enamorado de los cuentos acumulativos entonces lo tomé un poco como una broma. El primer paso fue decidir qué elementos aparecerán y el orden de aparición. Tenía que buscar elementos para desordenar el conteo. Por ejemplo, los huevos se convertirían en pájaros, de esta manera, tendría que garabatear sobre el texto del conteo. Después, los conejos se multiplican. Ese tipo de cosas. Después de determinar el orden, fue principalmente el trabajo manual. Dibujar, escanear y mezclar todo en photoshop. La verdad es que he sido un proyecto fácil de realizar. Hay ideas que estoy intentando terminar hace años y no logro. Este cuento ha sido un regalo».
¿Qué supuso el premio Apila? «Ha sido un cambio maravilloso. Yo ya estaba haciendo libros y metido en esto hace unos años. Pero hasta ganar el premio era algo que hacía en el poco tiempo libre que tengo. La possibilidade de hacer esto como trabajo es una bendición. Además, me sentí muy en casa con la línea editorial de Apila. Cuando estaba en Zaragoza para recibir el premio me regalaron el libro ¨Imágenes de Cuento. Diez años de ilustración infantil¨ que tiene un resumen de los 10 años de la editorial. Sentí que cuadraba bien con lo que hago».
¿Qué dirías que has aprendido con este proyecto? «A llevar ideas a cabo. A veces estoy trabajando en una idea que no me gusta y surge otra idea que me agrada más. Es tentador dejar de lado una idea y siempre saltar a un nuevo proyecto sin terminar algo que se inició. Inicialmente, no estaba 100% contento con la idea, pero no quería dejarla sin terminar. Como ya lo había comenzado, terminé lo que solicitaba las bases del premio y fue una excelente decisión».
¿En qué estás trabajando ahora? ¿Algún proyecto nuevo? «El próximo libro ya está terminado y sale en marzo. De momento sigo pensando en nuevas historias para Alina. También estoy desarrollando mejor su universo. Pensando en los detalles de su casa, sus vecinos, cosas así. Siempre hay algún proyecto».
Álbum Ilustrado
Isidro Ferrer y su ‘No’ rotundo a la guerra
“Un día el mundo deja de tener sentido. Te ves empujado a jugar al escondite alrededor de un agujero sin fondo. La guerra”. ‘No’ es un grito silencioso. ‘No’ es un libro que habla de lo esencial, de salvaguardar la infancia, de no rendirse pese a todo. Con muy pocas palabras, la escritora Paula Carbonell cuenta la historia de una hermana y un hermano, que podrían ser cualquiera de nosotros, atrapados en el absurdo de la guerra. El ilustrador Isidro Ferrer construye lo inimaginable con apenas unos trozos de madera, creando un contundente lenguaje visual con una escalera que cambia de forma y funciones y un agujero en el suelo que no para de crecer. ‘No’ nace de la impotencia, la rabia y la pena, pero sobre todo es un no querer mirar a otro lado, incluso cuando al mundo leda igual. En definitiva, un no visceral al horror de la guerra. Con estas contundentes palabras la editorial A buen paso nos presenta este álbum ilustrado, del que hemos hablado con su ilustrador, Isidro Ferrer.
¿Cómo nace este proyecto? “El proyecto nació hace tiempo, mucho tiempo. Hace más de 16 años. Paula Carbonell, coautora del libro, cuenta en sus presentaciones que el texto nació fruto del impacto que le produjo ver en TV las imágenes de un autobús bombardeado lleno de civiles durante la guerra de Irak. Cuenta que verlas le provocó el vómito y que a las pocas horas regurgitó “NO” como un segundo vómito. Inicialmente el texto estaba dirigido a otro ilustrador, pero no llegó a materializarlo. Desconozco las causas. Pasaron 2 años desde que lo escribiese hasta que me lo enviara. Antes de recibirlo, el escritor Grassa Toro, con quien he trabajado en múltiples proyectos y en quien confío plenamente, me había hablado muy bien de la propuesta de Paula y me había animado a ilustrarlo. El texto me gustó de inmediato y supe que albergaba un libro duro y comprometido. Un libro difícil pero apasionante”.
“El paréntesis se abrió en el instante de asumir el reto de ilustrar “No”. Soy un ilustrador titubeante -confiesa Isidro Ferrer-. Los proyectos que asumo son de combustión lenta. Por una razón u otra el momento de abordar las ilustraciones no terminaba de concretarse. ¿Qué pasó durante estos 16 años? Pasó todo lo que había entre un extremo y el otro del paréntesis. Pasó la vida. Y pasaron muchos otros proyectos de ilustración y de diseño. Durante este tiempo de barbecho el libro fue permutando, fue múltiples libros. Imaginariamente fue resuelto de formas diferentes. El proyecto evolucionó conmigo, maduró pacientemente conmigo. Creo sinceramente que el tiempo es un factor esencial en la concreción de las ideas y creo que estos 16 años fueron necesarios. El libro es cómo es gracias al tiempo de espera”.
“El proyecto se reactivó motivado por la invasión de Gaza. Frente a la pantalla, y conforme avanzaba el conflicto, experimenté una estupefacción, rabia e indignación similar a la que condujo a Paula a vomitar el texto. Mi visceral reacción fue producto de la urgencia por manifestar mi enojo y mi repulsa. La parte gráfica del libro, que elaboré de forma inmersiva en apenas 3 meses, es la respuesta al genocidio sufrido por el pueblo palestino. Detrás de las imágenes silenciosas de “No” están las atroces imágenes que durante año y medio de exterminio se han ido acumulando en la retina, imágenes donde la población civil, fundamentalmente niños y mujeres, son víctimas de esta atrocidad”.
¿Qué te pareció el texto cuando lo tuviste en tus manos? “El texto es extraordinario: es sencillo, es poético, es conciso, es preciso, es brillante, es un texto escrito desde la renuncia, esa una de sus grandezas. Otro de sus aciertos es que rehúsa la descripción y deja espacios para que la ilustración se independice de las palabras”, afirma Isidro Ferrer.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Encontrarán un posicionamiento ético frente a los conflictos bélicos, encontrarán lo que con precisión Ximo Palau ha escrito para la revista Llegir.cat: “No” es una obra que apela directamente a nuestra conciencia y sensibilidad, recordándonos la importancia de la infancia y el derecho de todos los niños a vivir en paz. Esta historia nos interpela a no ser indiferentes ante la tragedia de la guerra y levantar la voz para decir no a la violencia y la destrucción. Es un llamamiento a la responsabilidad colectiva ya la necesidad de construir un mundo en el que los juegos infantiles no sean sustituidos por los horrores del conflicto. NO. Isidro Ferrer & Paula Carbonell. A buen paso. El título es lo más claro que se le puede decir a una Guerra, ¿no?… Y se hace aún más grande con la actualidad…”
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Creo que hay una dramaturgia que en otros trabajos anteriores no había desarrollado -continúa Isidro Ferrer-. El estrecho vínculo que existe entre algunas de mis propuestas gráficas y el arte escénico es evidente; de forma deliberada vengo abundando en esta interacción desde hace mucho tiempo. A pesar de ello, o precisamente por ello, “No” es el trabajo más teatral que he realizado hasta el momento. Desde la concepción hasta la realización, todo el proceso y el desarrollo, se nutre de una profunda esencia dramática. Es la primera vez que concibo la narrativa visual enteramente desde la óptica de un director de escena, en lugar de hacerlo desde un punto de vista plástico. El resultado estético es consecuencia de esta decisión. “No” se puede percibir como una pieza teatral”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Más que con técnicas he trabajado con herramientas, con las herramientas propias del teatro; he trabajado con el espacio, con la dirección de personajes, con la construcción escenográfica, con el movimiento, con la coreografía, con el tiempo, pero sobre todo he trabajado con la luz. La luz es esencial en este libro. La luz es la que define las situaciones, la construye la realidad, la que genera desasosiego, la que da corporeidad a la angustia”.
¿Con qué materiales has trabajado para los personajes? “Los personajes, al igual que el resto de elementos, están construidos en madera, papel y cartón”, asegura Isidro Ferrer.
Háblanos un poco del proceso de realización de este libro. “En el proyecto he recurrido a mi experiencia en el teatro, también al trabajo de algunos escenógrafos, iluminadores y directores en los que he encontrado un discurso plástico que encaja perfectamente con mi intención narrativa: Adophe Appia, Gordon Craig, Bertolt Brecht, Tadeusz Kantor, Robert Wilson. Me he alejado deliberadamente del lenguaje habitual de la ilustración para abrazar desde la simplicidad, el lenguaje de la representación. Hay una búsqueda deliberada de reducir al máximo los elementos escénicos para dejar espacio expresivo a los actores. La ausencia de color, el vacío, el silencio, son elementos que potencian la angustia, el desamparo y la fragilidad de los personajes que se mueven perdidos sobre el escenario”.
Cómic
Alicia Jaraba y su road movie intimista ‘Lejos’
Apenas comienza el verano Ulises y Amanda salen de vacaciones hacia Cabo de Gata en su furgoneta camperizada. Todo parece perfecto, pero… puede que la furgo sea un espacio demasiado pequeño para albergar todo lo que les está pasando. Ulises se siente muy perdido con respecto al futuro y ve en el buceo su única terapia. Por su parte, Amanda, después de un año alienada por su tesis, se siente muy culpable por no haber estado al lado de su pareja. Él sueña con ver un pez luna en su hábitat natural. Ella tiene fobia al agua… pero acepta este viaje y decide silenciar sus miedos. Sin embargo, cuanto más se acercan al Cabo de Gata, más oscuro parece el fondo del mar… Así nos presenta la editorial Nuevo Nueve este cómic, ‘Lejos’, un trabajo de Alicia Jaraba, con la que hemos charlado un poquito más sobre este proyecto.
¿Cómo nace este proyecto? “Lejos nace de una pareja de amigos míos de hace años que llevaban mucho tiempo juntos y estaban un poco mal, estaban en crisis y un verano decidieron irse a pasarlo viajando en su furgoneta, y a mí simplemente me resultó muy inspirador esta decisión que les apretaba en un espacio tan pequeño con toda su crisis de pareja”, nos cuenta Alicia Jaraba.
“A mí hacer una road movie me encanta, porque me encantan los road movies, pero necesitaba algo un poquito más original. Entonces un día que estaba en Alicante con unos amigos, me estaba bañando en el mar y se me ocurrió la idea del miedo al agua. Entonces a través de la metáfora del buceo, pues ya me daba un poco un punto narrativo original para poder aportar algo diferente a lo que sería una road movie de crisis de pareja, sin más. Entonces así nace”.
¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Pues ‘Lejos’ es una road movie intimista donde una pareja que está en crisis se va de viaje con la intención de hacer buceo en Cabo de Gata, y más en concreto de ver un pez luna, que es algo que obsesiona al chico que no está bien, está pasando una mala época. El único problema es que la chica le tiene pánico al agua. Entonces no todo va a ser tan fácil como parece”.
¿Nos podrías dar algunas pinceladas sobre el trabajo de investigación y documentación para este trabajo? “Pues bueno, fue fácil la verdad -asegura Alicia Jaraba-. Después de hacer ‘Soy la Malinche’, que es mi cómic anterior, pues quise hacer algo más, no voy a decir ligero, porque al final el tema también es grave, pero quise hacer algo más rápido sobre todo, y que saliese de manera más sencilla, de modo que decidí ambientarlo en la actualidad, con lo cual, ya me quita todo tipo de investigación histórica. Así que simplemente tenía que investigar un poquito sobre equipo de buceo, cosas de buceo, cursos de buceo, lo que es bucear, etc. Tuve gente que me asesoró, la verdad”.
“Y en Cabo de Gata lo decidí porque de hecho el chico de la pareja que mencioné en la primera pregunta efectivamente está también muy obsesionado con el buceo y él me habló de muchos puntos en donde hacer buceo, y de hecho él fue el primero que me habló de Cabo de Gata y el primero que me habló de los peces Luna. Así que la decisión de Cabo de Gata probablemente se la debo a él que sabe mucho de dónde hay que ir a bucear, y dónde hay que ir a buscar cada especie y todo”.
¿Qué hay de Alicia en esta novela gráfica? “Pues bastante. Hay mucho. Por un lado, de los dos personajes principales que son Amanda y Ulises ella es una persona miedosa, controladora, que necesita tenerlo todo previsto y planeado, que cualquier cosa que se salga del plan la va a poner muy nerviosa, le da miedo todo, etc. Y él es una persona que busca la aventura, que busca precisamente lo contrario, improvisar, viajar, conocer el mundo, explorar, etc. y cambiar un poco de aires. Entonces yo me identifico mucho más con él, la verdad, aunque no es el protagonista. Mi manera de ser es mucho más parecida a la de él, como más optimista, más de improvisar, etc. Entonces de mí hay mucho en el personaje de Ulises”.
“Yo sé que son dos personajes que intenté hacer que fuese fácil empatizar con cualquiera de los dos, y de hecho ha habido mucha gente que me ha dicho que se identificaba mucho con ella y mucha gente que me ha dicho que se identificaba mucho con él. Mucha gente que me ha dicho que le caía fatal ella, y mucha gente que me ha dicho que le caía fatal él. Entonces la verdad que depende mucho de la persona, y esto para mí es un piropo porque quiere decir que conseguí hacer que fuesen creíbles los dos personajes”, afirma Alicia Jaraba.
“Y de Amanda, de todas maneras, aunque yo no soy ella, no me parezco nada a ella, soy bastante contraria a ella, aún así hay cosas mías también. Yo en algún momento tuve que aprender a salir de la zona de confort y tuve que aprender a plantearme inercias de pareja, a plantearme si era adecuado continuar con una pareja con quien las cosas estaban regular, etc. O sea que también hay de mí en ella, en el conflicto principal, seguir o decidir más, ponerme yo por delante como individuo frente a la pareja, o poner la pareja por delante o tomar decisiones, ¿qué hago? ¿Me voy a trabajar fuera a un puesto de trabajo de mis sueños o me quedo aquí con esta pareja y apuesto por ella? O sea, son decisiones que yo en algún momento tuve que afrontar y también alguien, o sea que también quiero pensar que mucha gente que lo haya leído también ha tenido que enfrentarse a este tipo de decisiones”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones? “Pues yo creo que me centro mucho en el acting de los personajes, o sea, para mí es muy importante que se note lo que están sintiendo, lo que están pensando y entonces trabajo mucho la manera en la que actúan, sus expresiones, sus posturas. Esto para mí siempre es algo que quiero que caracterice mi obra y así lo es también igualmente en ‘Lejos’. Y también el color, para mí lo utilizo de una manera muy expresiva, intento expresar las emociones a través de él”.
¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “En cuanto a ‘Soy la Malinche’, que es mi cómic anterior, había mucho más trabajo de diseño de personajes mientras que en Lejos -continúa Alicia Jaraba-, como ya dije, quería hacer algo un poquito más rápido, de manera que no me pude parar tanto con el diseño de personajes, y por lo tanto no están tan trabajados, no son tan coherentes quizá, pero bueno, simplemente lo hice de una manera más natural quizás”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Trabajé con técnicas digitales. En este caso introduje algo que nunca había utilizado antes, que es iPad con el programa Procreate para hacer tanto el Storyboard como el lápiz y la tinta, mientras que luego lo pasaba a Photoshop y ya el resto del color y el acabado final ya lo daba con Photoshop. Estas son mis técnicas. Me encantaría decir que son tradicionales y manuales y artesanales, pero por ahora, con el tiempo que se tarda en hacer una página, claro, necesito rapidez. Entonces la técnica digital es lo que me aporta”.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Sí, tengo un proyecto nuevo, estoy trabajando en él y la verdad es que todavía prefiero no hablar de él, porque todavía no está ni firmado el contrato ni nada, pero quiero pensar que va a salir. Entonces prefiero cruzar los dedos y más adelante ya empezaré a contarlo un poquito”.
Cómic
De niño soldado a náufrago, una pesadilla cotidiana en viñetas
Además de ser una inagotable fábrica de fantasías, la novela gráfica siempre se ha caracterizado por contar lo que sucede en el mundo. La pesadilla cotidiana de los migrantes que naufragan en el Mediterráneo no ha sido una excepción, pero pocas veces se ha narrado de un modo tan impactante y conmovedor como el de ‘El cielo en la cabeza’, la obra de Antonio Altarriba, Sergio García y Lola Moral, que vio la luz en Norma editorial.
‘El cielo en la cabeza’ pone nombre y rostro a la tragedia abstracta de la emigración clandestina de África a Europa: Nivek, un chico que trabaja en condiciones de esclavitud en una mina de la República del Congo, es reclutado para convertirse en kadogo, en niño soldado. Antes, será sometido a algunas crueles pruebas para despersonalizarlo y hacer de él una fría máquina de matar. Pero el muchacho logra escapar a tiempo de ese destino, y emprende una travesía a través del corazón de África erizada de peligros y de encuentros asombrosos. Así, “la peripecia del personaje central acaba siendo para el lector no solo una revelación de la realidad que viven miles de personas en este continente, sino también una ventana para descubrir su compleja diversidad y sus violentos contrastes”, nos cuenta la editorial.
Sin embargo, la explotación, los abusos y el ejercicio de la fuerza no dejan de abatirse sobre todos aquellos que sueñan una vida mejor. Nivek consigue llegar a Libia, donde la vida humana no vale mucho más que en el lugar del que procede. Cuando el protagonista se lanza en una lancha neumática junto a otros seres desesperados con el objeto de alcanzar la orilla europea, no piensan que navegan sobre una enorme fosa común, de la que pueden formar parte en cualquier momento.
Con Sergio García y Lola Moral charlamos una tarde, en Granada, sobre este trabajo. Y aunque ya lo escuchasteis en el podcast, ahora lo podéis leer y ver algunas de sus ilustraciones.
“Nace de una serie de discusiones creativas que tuvimos mucho tiempo después de terminar ‘Cuerpos del Delito’. Había una serie de proyectos que intentabamos desarrollar y no acababan de cuajar, hasta que Antonio conoció a Idoia Moreno, que es la fundadora de una ONG que se llama Jambo Congo, y le contó toda la historia de las minas de Coltán. Y él ahí vio una historia, claramente”, nos cuenta Sergio García.
¿Cómo fue el proceso de construcción de este libro entre los tres? “Pues, en principio, él nos pasó un copión, así corto, de x páginas, con el conjunto de la historia, pero muy resumida y de forma como muy somera, con lo que iba a pasar aproximadamente. Y, a partir de ahí, ya iba pasándonos capítulo por capítulo -continúa Sergio García-. Son siete capítulos, vamos a capítulo por capítulo, con un guión bastante cerrado, de hecho. Y, entonces, llegamos al acuerdo de que yo así no podía trabajar, porque no me gusta trabajar nada con guiones cerrados, y, de hecho, yo quería aportar mi propio punto de vista a la composición de las páginas, que es justo lo que Antonio, por otro lado, buscaba”.
“Entonces, pues era así, él me pasaba capítulo a capítulo, yo lo que hacía era que cada escena me la leía, cerraba para no dejarme influir demasiado, porque quería tener mi propia visión, y empezaba a trabajar directamente. Y luego iba colocando los bocadillos, los textos, como a posteriori. Y, entonces, ya le pasaba el trabajo ya acabado, después de chequearlo con Antonio, básicamente, por si había alguna escena que no quedara clara. Y ya pasaba a Lola que aporta el color”.
“Bueno, yo empiezo a trabajar casi al final, porque prefiero que haya un volumen grande de trabajo, porque así, de esta forma, veo de forma global la historia, la entiendo, la conceptualizo, y, entonces es cuando yo llego -nos cuenta Lola Moral-. Empiezo a hacer las primeras pruebas de color, que van transformándose poco a poco ya en las definitivas, pero de una forma muy natural. Va entendiendo los colores porque entiende la historia, conoce los personajes, y poco a poco se van formando, van tomando forma”.
En su trabajo, siempre nos ha gustado esa idea de salirse de la página con las ilustraciones. En esta ocasión, no hay opción de salirse de la página, pero sí la ilustración, podríamos decir, que se sale de las viñetas. “Sí, sobre todo se trataba de trabajar con la metáfora visual, porque el guión en sí era muy complejo, a niveles de violencia y de situaciones complicadas de dibujar, sobre todo si se seguía al pie de la letra lo que decía el guión -afirma Sergio García-. Entonces, algunos, porque realmente pensábamos que se podía realizar un ritmo distinto a la historia, yo le proponía a Antonio y, al final, siempre resultó, la verdad que ha sido súper generoso, y otras porque había cosas que simplemente no podía dibujar. Hay alguna escena de alguna violación, concretamente, que tal cual estaba escrito en el guión, era muy duro de dibujar. Se planteó mediante ese uso de metáforas visuales”.
“Y, en general, si te das cuenta, casi todas las historias de combate o de dureza están resueltas así. No hay una recreación a lo Gore, en cómo se ha matado tal o cual persona, sino que hay una imagen que predomina de forma jerarquizada y luego a su alrededor orbitan el resultado de esa acción. Esa acción-reacción está de modo presente, con lo cual se plantea una forma muy distinta de generar esa narración, que suele ser viñeta 1, disparo, muere una persona, me muevo, viñeta 4, vuelvo a disparar, muere otra persona. Pone al protagonista disparando de una sola vez y luego vemos la acción de lo que ha producido su disparo”.
“Es contar lo mismo de una forma distinta. Como ese ejemplo, hay muchísimos a lo largo del libro. Y siempre me ha gustado mucho jugar con composiciones de páginas y, curiosamente, este último libro recuerda mucho a mi primer libro, ‘Amura’, en el que ya había una gran carga de experimentación visual”, asegura Sergio García.
“Paradojicamente, pero de forma no consciente, he vuelto, en este caso, a nivel compositivo-narrativo, como a esos orígenes. Ya que no podíamos hacer formato expandido y se trataba de hacer un cómic más o menos convencional, lo que pasa es que, en nuestro caso, si alguien trabaja con nosotros sabe que eso no va a ser así. Primaba la legibilidad, ante todo, que el lector que esté leyendo el libro en todo momento comprenda qué está pasando”.
“Así que, ese equilibrio difícil de guardar es el que ha supuesto la composición y la narrativa del libro, a partir del guión de Antonio, que es magnífico, claro”.
Se utilizan esas metáforas visuales, esos recursos, pero, aun así, hay escenas realmente duras. “Sí, son bastante duras -afirma Lola Moral-. Lo que pasa es que yo creo que ha pasado un filtro, ha pasado un filtro, tres filtros, digamos, el filtro de Antonio para no caer en el estereotipo de la historia, y pasar, que no quedara como una historia déjà vu y más de lo mismo, demagógica y tal. Pasado ese filtro, llega Sergio, que con él dibujo ha sido una maravilla, o sea, que concentra toda la violencia en viñetas que son belleza, y ya pasa, después de ese segundo filtro, aporto el color, que intenta también huir de colores estridentes y aportar un cierto equilibrio a toda la historia, evitando, por ejemplo, la sangre, que hubiera sido un detonante horroroso, y es siempre negra, evitamos el color rojo y, luego, intentamos también que haya una coherencia en todo el libro, a pesar de que el color se adapta a todos los capítulos que hay a lo largo del libro y a los personajes y a la historia”.
¿Y con qué técnicas han trabajado en este libro tanto Lola como Sergio? “Yo siempre digo que uso Photoshop analógico, porque soy una matada de la informática. El programa lo conozco básicamente como lo conoce un usuario básico, Sergio me prepara las páginas y yo las coloreo de la misma forma que podría colorear una acuarela o podría fabricar otro tipo de obra, porque me fabrico una paleta de color, voy haciendo mezclas, pero siempre tengo como la mentalidad en un dibujo clásico, no parto de la base del conocimiento informático”, nos cuenta Lola Moral.
“Trabajo con Procreate en el iPad, pero da igual, sí es que es lo mismo, es un lápiz que tiene una gran sensibilidad, que responde muchísimo a los impulsos que tú le das y recuerda mucho a una plumilla, de hecho, siempre cuento la anécdota que en los primeros trabajos que hice para el New York Times, me preguntaban cómo había hecho eso, que cómo se veía tan bien el lápiz y la tinta al mismo tiempo, que era muy difícil de reproducir, y ya les dije que lo hacía con iPad, porque realmente da igual, no hay una gran diferencia. Al igual que pasa con Lola, yo sigo concibiendo, y de hecho trabajo el Procreate como si fuera una plumilla tradicional, y solo trabajo con dos herramientas, bueno, en este caso con una, porque es la plumilla, en otro tipo de trabajo uso un lápiz digital, pero es que no hay más, el resto de alumnos míos o mis propios hijos, por ejemplo, trabajan con mil pinceles distintos, capas, nosotros no, tenemos una capa de boceto y una capa de dibujo, fin de proyecto. Igual que Lola, Lola usa la paleta de color, yo uso una paleta de acrílico, de guacho, de acuarela”, afirma Sergio García.
“Entonces tenemos conocimientos clásicos del dibujo y del color, que los aplicamos con nuevas tecnologías, sobre todo por la facilidad, por trabajar con el escalado. Las mesas de luz, por ejemplo, son más sencillas en digital, porque no tienes realmente que estar escalando el dibujo en la fotocopiadora y luego, no, aquí simplemente escalas el boceto base según te conviene y luego ya calca con tu propia mesa de luz, que es tu capa de dibujo, con lo cual usamos métodos muy tradicionales y no nos salimos de la tradición, pero siempre dentro de los métodos digitales”.
“Sobre todo porque se reproduce muchísimo mejor, porque nosotros hemos hecho muchos libros, pero algunos no se han reproducido bien, porque la acuarela, el gouache… -prosigue Lola Moral-. O la propia tinta, pierde tonalidades, entonces luego para el colorista es un drama. Y la verdad es que con este último libro estamos súper contentos, porque Norma ha hecho un trabajo excelente, los colores se han reproducido perfectamente, yo estoy muy contenta, creo que es el libro que mejor se ha reproducido de todos los que hemos hecho y es un alivio, porque son muchos meses de trabajo y luego te gusta ver tu trabajo”.
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