Increíble, organización maravillosa, buen ambiente, contacto con otros y otras profesionales, feedback de tu trabajo,… Así definen su experiencia las personas que han participado en alguna de las primeras cuatro ediciones del Mazoka, el Mercado de Dibujo e Ilustración de Vitoria-Gasteiz. Sus puertas se vuelven a abrir en unos días. Llega el quinto aniversario de este interesante encuentro, que entre el 20 y el 22 de diciembre llenará el Centro Cultural Montehermoso de actividades. Pero además este año se suman otros espacios: el Palacio Villasuso, el BIBAT, Museo de Arqueología y Naipes Fournier, las librerías Zuloa y Mara-Mara y la Sala de Conciertos The Garage.

 

Retrocedemos en el tiempo a los inicios del Mazoka, y visitamos sus diferentes ediciones a través de los ojos y la experiencia de algunos y algunas de las mazokalaris que han participado desde 2015 en este Mercado de Dibujo e Ilustración. “Mi experiencia en Mazoka, las dos veces que he participado, han sido increíbles. La maravillosa organización es lo que más destaco, forman un equipo que lo da todo, se dejan la piel en que lo tengamos todo cubierto y con mucho mimo. El feedback con el público sería lo segundo que más me gustó. Acostumbrada a estar sola en mi estudio e interaccionar con él sólo a través de las redes, sentir sus miradas de asombro, sus palabras de reconocimiento, su calorcito, se convierten en una gran motivación para seguir dibujando”. Son las palabras de Natalia López de Munain. Ella participó como mazokalari en la primera edición del mercado, y repitió el año pasado, en la cuarta. “La primera vez, como gran novata, fui con todo originales y la acogida, sorprendentemente, fue brutal. Recuerdo que vendí un dibujo de 50×60 antes de colocarlo en la mesa. No llevé tarjetas (las hacía a mano en el momento si me las pedían), ni reproducciones, ni bolsas, ni página web, ni blog….nada de nada…”, nos cuenta. Natalia ahora está metida de lleno en un proyecto que se llama ‘miss rayas’. “Retrato a gente metamorfoseándola. Para hacer la transmutación les paso una batería de preguntas que comienzan con un “y si fueras…” un animal, una flor… una vez recogida la información, doy forma al retrato introduciendo elementos que definen a la persona, creando una obra que va más allá de un mero retrato. Por otro lado sigo haciendo obra propia y preparo exposición para el año que viene”.

 

Con Natalia coincidió en la primera edición la ilustradora Yolanda Mosquera. Esa ha sido su única participación como mazokalari en el mercado, aunque también está detrás de la imagen gráfica de la edición de 2017 del Mazoka. Yolanda recuerda aquella primera edición “con los nervios e incertidumbre de lo que se estaba fraguando. Recuerdo con mucho cariño el éxito de público, el ambiente distendido con la música en directo y el espacio tan bonito. También recuerdo los momentos compartidos con los compañeros, en los momentos de descanso. Para mi lo mejor fue el cuidado de la exquisita organización, que además hizo que me sintiera apreciada y partícipe de un evento tan especial”.

 

En su rinconcito en la primera edición del Mazoka encontrábamos prints, algún calendario y libro. “Al ser la primera edición todo lo preparé con mucha inocencia y sin grandes pretensiones, porque no sabía lo que iba a pasar ni la repercusión que tendría, pero recuerdo colocar la mesa expositiva con mucho mimo e ilusión -confiesa Yolanda-. Y nervios, también. Ahora, viendo la repercusión que tiene, tendría otra estrategia”. Yolanda ha trabajado este año sobre todo para instituciones, y en breve se publicará un librito ilustrado para el Departamento de Restauración de la Diputación Foral de Álava. “Tengo algún proyecto de álbum ilustrado a la vista súper emocionante y estoy preparando una exposición que presenta mi trabajo como oficio. Por lo demás, siempre con los proyectos personales y los encargos del día a día”.

 

El éxito de la primera edición desembocó como no podía ser de otra manera, y gracias al gran esfuerzo de la organización, en la segunda edición del Mazoka, en diciembre de 2016. Esa segunda edición fue la primera experiencia de Celsius Pictor en el mercado. “Mi experiencia en el Mazoka siempre ha sido una maravilla (repitió también en la tercera edición). Desde la organización, que vela porque no te falte de nada y estés a gusto, hasta la propia ciudad que me tiene enamorado desde el primer año que fui. Mi primer Mazoka fue en 2016, el segundo año que se organizó, y era mi tercer mercado de ilustración. Recuerdo que además de disfrutar de Vitoria, que estéticamente me recuerda mucho a mi Ourense natal, me sorprendió la afluencia de público y el interés de la gente. Hice algunos amigos y en general lo disfruté. Volví el año siguiente, en 2017, por la buena experiencia vivida”.

 

Esa segunda edición del Mazoka fue también destacada para Celsius Pictor porque para el evento inició su colección de porcelana. “Para aprovechar que iba al mercado a llevar mis animales mecánicos, probé a aplicar mis ilustraciones en algunas piezas de porcelana en el horno de una amiga y su éxito en Mazoka hizo que lleve desde entonces metido en ello. Vendí todas las piezas el sábado, así que me hace ilusión pensar que mis primeras porcelanas están repartidas por hogares de Vitoria”. Actualmente está trabajando mucho con marcas de moda de fuera de España, aplicando sus ilustraciones a campañas y productos. “Además para Bolonia del año que viene publicaré un libro ilustrado con la editorial Thule que va a ser un bombazo porque es espectacular. Y mientras, mi marca paralela de porcelana ilustrada ha ido creciendo, aumentando las piezas y desarrollando su propia identidad y a partir de esta navidad se va a hacer más grande y con posibilidad de hacer encargos. Este año he creado varias piezas para el Orgullo por encargo de un hotel rural y estoy creando varias piezas como regalo de boda, así que el universo de Monsterkompendium que estaba en pañales en el primer Mazoka está ahora en plena preadolescencia”.

Con Celsius coincidió en la segunda (2016) y tercera edición del Mazoka (2017) la ilustradora Calle. “La primera vez que participé en el Mazoka era también la primera vez que participaba en un mercado de ilustración de estas características, y recuerdo que fue una experiencia muy emocionante. Viajaba sola y no conocía a nadie. No sabía qué podía pasar. Lo mejor sin duda fue conocer a tantas compañeras y compañeros de profesión y hacer piña como colectivo. Compañeras con las que colaboré en proyectos posteriores como Vireta o Pili Aguado”.

En su primera participación expuso sobre todo originales y prints. “En aquella ocasión estaba experimentando. No tenía un registro de ilustración marcado y estaba empezando a familiarizarme con la acuarela y la tinta. También probé con la ilustración aplicada a objetos como puzzles de madera pintados a mano”, nos cuenta Calle.

Ahora Calle sigue experimentando en otros medios. “Soy una persona que se ahoga en su círculo de confort, necesito constantemente aprender y probar cosas nuevas. Mi primer objetivo fue especializarme en la acuarela y la tinta, y ahora que me manejo bien en técnicas tradicionales, me estoy centrando en la edición de vídeo y la animación”. En la tercera edición, Calle coincidió con Elena Odriozola, Premio Nacional de Ilustración en 2015. “Sobre todo tengo un recuerdo por comparación -nos cuenta Elena-. Antes de ir, recuerdo pensar que sería duro estar tantas horas seguida… y que luego no se me hizo pesado en absoluto, se pasó sin sentir. También recuerdo pensar que me daría vergüenza estar de cara al público y vender… al final fue todo lo contrario, lo disfruté mucho. Fue un poco como jugar a las tiendas. Me gustó mucho el ambiente que había, hablar con los que se paraban en el puesto, el resto de participantes, la parada para el café… todo son buenos recuerdos”.

En el stand de Elena en 2017 había sobre todo impresiones digitales de muy buena calidad, algunos dibujos originales, serigrafías, una pieza de madera para montar y ejemplares de la revista ¡La leche! Ahora Elena Odriozola está ilustrando un texto de Clarice Lispector para la editorial Nórdica y “dando vueltas a un cartel”. Aparte de eso, “el resto del tiempo se lo dedico a la editorial que he creado junto a Gustavo Puerta Y Marta Ansón: Ediciones Modernas el Embudo”. En esa tercera edición, la de 2017, junto a Celsius Pictor, Calle y Elena, estaba Juanjo Gasull. “Mi paso por el Mazoka ha sido quizá de los viajes relacionados con la ilustración que más me ha influido a nivel personal. Quizá sea por las grandes amistades que se han generado estos dos años o también por el buen rollo que se vive en la ciudad durante esos días”, nos cuenta. “Creo que explicar lo mejor del Mazoka es complicado. Una organización de oro y un entorno totalmente enigmático te obliga a que desciendas hasta las profundidades de un antiguo deposito de aguas de la ciudad, para vender ilustraciones y arte la semana previa a las Navidades. La combinación perfecta”. “La primera vez que llegue a Vitoria, acababa de terminar mis estudios y estaba enfrentándome al mundo laboral con mis primeros encargos y publicaciones”, confiesa Juanjo. “Me pareció fantástico poder conocer a gente que del mismo modo y desde puntos muy distintos al mio, se dedicaban a lo mismo que yo. Quise ser ambicioso como cualquier novato y llevé de todo. Muchas láminas y también algunos muñecos que por aquel entonces estaba haciendo en un taller fallero utilizando mis ilustraciones. También camisetas y algunas lámparas que hice ilustrando botes de cristal. Y un proyecto de libro ilustrado que mi pareja y yo estábamos haciendo por aquel entonces”.

Juanjo repitó en la cuarta edición, la pasada, en 2018. “El segundo año mi trabajo estaba dirigiéndose hacia otra dirección pero sin perder la línea de ilustración conceptual. Este segundo año llegué con un trabajo mucho más profundo y dado a la reflexión, elegancia y estética. También llevé algunas camisetas con una ilustración muy concreta que funcionaron a la perfección. Preferí llevar menos cantidad, pero con la lección aprendida del primer año de lo que podía o no funcionar.” Desde principios de año Juanjo está representado por la agencia Colagene Creative Clinic, con sede en París. “Ellos en cierta manera están haciendo que mi trabajo esté madurando y cobrando presencia a un ritmo mucho más rápido de lo normal. Trabajando para medios editoriales y prensa, aprendes a ser rápido y a solucionar problemas de una manera casi instantánea. Pronto publicaré en mis redes sociales uno de los mejores proyectos que he realizado hasta el momento, consta de 4 portadas de sección para la revista francesa del Centro Nacional de investigación científica o CNRS”.

Con Juanjo coincidió en las ediciones de 2017 y 2018 la ilustradora Bea Enríquez. “Cualquiera de las ediciones del Mazoka en las que he estado, me he encontrado como en mi casa. Recuerdo días agotadores, pero llenos de conversaciones con la gente que pasaba por allí, con personas interesadas en tu obra y en seguir tu trayectoria, comprando las cosas que haces y aguantando la enorme cola para poder entrar al recinto donde estábamos todos los compañeros”, recuerda Bea. “También recuerdo en la segunda edición en el 2018, primer día sin dormir (rematando últimos detalles) y viaje desde Madrid. ¿Cómo aguanté despierta? Yo creo que por la gente y el movimiento del primer día, montar el puesto y organizarte con todo el material. Toda la organización del Mazoka siempre me ha parecido de 10, mucho cuidado hacia nosotros por parte de todo el equipo y la información de todo el funcionamiento siempre bastante clara. Un dato importante para mi es el coste de este Festival y las facilidades que te ofrecen como mercado, con una tarifa bastante asequible sin ser el negocio que se han convertido muchos eventos de este tipo”.

“La segunda edición en la que particié (2018) la recuerdo con especial cariño porque varios compañeros hicimos piña, cada uno veníamos de una parte de España y hasta de otros países. Mucho intercambio de obra y mucho apoyo para poder descansar durante las jornadas. Una maravilla. Además desde mi stand, pude hacer el llamamiento de la presentación en la librería Mara-Mara de mi Novela Gráfica premiada ese mismo año ‘¿Dónde estás?’, XI Premio Internacional Fnac-Salamandra Graphic. Fue un éxito porque gran parte de la gente que pasó por el Mazoka, después se desplazó a la presentación”. En su primera edición, en 2017, llevó láminas impresas de exposiciones anteriores celebradas en Madrid, junto con sus cuentos-caja, y “algún experimento que me gustaba siempre llevar y ver cómo reaccionaba el público. Experimentos que te ayudan a tener más información sobre el impacto de lo que creas en los demás. Otra maravilla”.

“Ahora estoy escribiendo la segunda parte de ‘¿Dónde estás?’ y mientras tanto moviendo nuevos proyectos de Cómic adulto y para niños con intención de publicarlos en Francia y EEUU. Por cierto, el año que viene en el mes de enero ‘¿Dónde estás?’ llegará a las librerías en Francia, publica Editorial Cambourakis. También estoy actualizando mi página web junto con la tienda online y como siempre, dándole vueltas a la cabeza para crear cosas nuevas. A fin de cuentas, un no parar constante y necesario para seguir desarrollando nuestra obra y crecer hacia nuevos lugares.”. El año pasado en Mazoka también estaba Patricia Gutiérrez, aunque al contrario de Bea, esa era su primera participación. “La experiencia fue muy positiva. El evento tiene una organización estupenda y eso se nota. Nos acogieron muy bien y en todo momento estuvieron pendientes de nosotros. Poder compartir momentos con otros ilustradores fue igualmente muy positivo, en general el ambiente era genial y los compañeros estupendos. Desde mi punto de vista es necesario para nuestro trabajo salir un poquito de la cueva y poder compartir espacios y opiniones con otros compañeros. Para mi lo mejor fue el público que acudió al evento, gente muy interesada y respetuosa con el trabajo que llevaba y muy amable. También me encantó conocer a Noemí Villamuza a la que admiro mucho y que es una persona maravillosa”.

En el rinconcito del Mazoka de Patricia encontrábamos diversas ilustraciones originales enmarcadas y sin enmarcar, láminas de varios formatos, tazas decoradas con sus personajes y ejemplares de uno de sus libros, “Me das un beso”. “También conté con unas lámparas hechas con material reciclado para iluminar el puesto que mis hermanos fabricaron y que agradaron a bastante público. Y por supuesto a mi marido y a mi hijo, que disfrutaron un montón”. Ahora Patricia está tomándome un descanso debido a su segunda maternidad. “Junto con la crianza de mi hijo de 2 años, ocupa todo mi tiempo. Quiero pensar que este reposo me hará ver las cosas con perspectiva y coger impulso para retomar este trabajo, que me encanta”.

Como decía Patricia, en la cuarta edición coincidió con Noemí Villamuza. Para Noemí “participar en el Mazoka tiene mucho encanto, de repente eres parte de un colectivo en el que se mantiene la singularidad pero predomina el equipo. Imagino que esto es por el espíritu de sus organizadoras, yo me sentí parte de una comunidad de artistas. Lo mejor fue reflexionar sobre mi propio trabajo a partir de lo que el público comentaba, porque estás allí, en una tiendecita sin puertas, y desprovista de palabras, de guión… de la historia que estructura tus imágenes habitualmente. Vender ilustraciones originales fue un gesto muy liberador”.

“En la edición pasada, llevé una tela roja sobre la que resaltar mis dibujos de grafito sobre fondo blanco, y acompañaban para dar ambiente, algunos pequeños objetos fetiche, que forman parte de mi estudio, una muñeca Heidi, cajitas, muebles diminutos, lápices, hojas secas…”.
Ahora Noemí está ilustrando un proyecto editorial literario y otro musical, “no puedo contar gran cosa todavía, salvo que son trabajos dirigidos a la infancia, que verán la luz en primavera, espero que transmitan el humor y la sensibilidad de quienes los han creado”.

En la última edición, junto a Patricia y Noemí, también estaba Luis F. Sanz. “Recuerdo la experiencia con bastante cariño y extremadamente positiva. Es difícil seleccionar lo mejor porque fueron muchas cosas, sin duda la organización: la atención y trabajo de Marta y compañía. También destacaría el espacio y el ambiente”. Era su primera vez en Mazoka, y llevó ilustraciones originales de un proyecto personal de Humor Gráfico llamado “Oscuras Razones. Razones Métricas”, un par de publicaciones y algunos prints.

Actualmente Luis está realizando un par de libros para Anaya que aparecerán el próximo año y otros libros para el mercado americano. “También estoy con un proyecto de cómic que espero publicar el próximo año e ilustraciones varias para clientes diversos”. Junto a Patricia y Luis, Sara Betula también participaba por primera vez en la pasada edición, en diciembre de 2018. “Es un festival que seguía desde sus inicios porque como ilustradora me  parecía muy interesante. Mazoka ha sido una experiencia increíble, una oportunidad que pude disfrutar a tope, ¡me traje mucho más de que lo que lleve! Fue la primera vez que participaba en un mercado de este tipo y me sorprendió gratamente las redes que pude crear con mis compañeros. Lo mejor de Mazoka es sin duda acercar la ilustración a un público receptivo, involucrado y con ganas de conocer, todo esto gracias a una organización que cuida todos los detalles”.

Sara trajo al Mazoka mucha ilusión. “Ilusión en forma de láminas de la colección “Animales Singulares”, cuadernos cosidos a mano, chapas donde se podían apreciar las siluetas de algunos de mis dibujos, ilustraciones originales de pequeño formato y piezas únicas de cerámica en forma de platos, tazas o lámparas de la serie “COSMOS”. En estos momentos Sara está trabajando “en la nueva imagen de BAFFEST 2020 (Barakaldo Foto Festival) como ilustradora en mi faceta más gráfica, además de dos álbumes ilustrados que próximamente verán la luz y como colofón a este año inauguro en diciembre una exposición en Palencia (El Cafetín) donde di a conocer mi primeras obras”.