La obra distinguida con el XIV Premio Internacional Compostela para Álbumes Ilustrados es un libro visual que, sin palabras y únicamente a través de sus imágenes, narra el divertido paseo -lleno de inesperados hallazgos- de un niño por un paraje de exuberante vegetación que ocupa la totalidad de la doble página. ‘Selva‘ es una metáfora de la vida, ya que en la trayectoria del protagonista recorriendo caminos, atravesando la espesura, bajando y subiendo por extraños lugares, nada resulta ser lo que parece: ni el sendero, ni los misteriosos ojos que acechan en la jungla multicolor, ni la montaña… una sugerente propuesta para ser partícipes de la aventura, la curiosidad y la fantasía. Hablamos con su autora, Marina Gibert.

Marina Gibert

¿Cómo nace este proyecto? Marina Gibert:Selva nace de un proyecto del Seminario de ilustración que cursé en el Centro de Arte y Comunicación Ar.Co de Lisboa. La propuesta era crear un álbum donde la única palabra fuera el título. Al principio no tenía una idea muy concreta sobre la historia, y empecé por lo que me apetecía hacer: dibujar plantas y animales. Fui esbozando ideas sueltas en torno a eso y empezaron a aparecer algunas imágenes que me sirvieron para empezar a pensar en un hilo narrativo. Durante la búsqueda de un lenguaje gráfico y de una historia, visité la Estufa Fría, un jardín botánico en Lisboa, y creo que allí también salieron algunas preguntas a las que a través de imágenes busqué una respuesta. Mis profesores y compañeros del curso fueron de gran orientación y aportaron su visión más experimentada al libro y eso, sin duda, sumó. Así que supongo que Selva nace de la suma de todo eso y bastantes horas de trabajo”.

¿Qué se encontrarán los lectores en sus páginas? “Como es un libro sin palabras, y puede tener varias capas de lectura, es posible que cada lector encuentre una historia un poco diferente. Pero en general, este libro, te invita a entrar en la Selva a través de los ojos de un niño y recorrer parajes donde hay muchas cosas que descubrir y dónde puede que no todo sea lo que parece”.

Marina Gibert

¿Cómo ha sido trabajar en un libro sin palabras? “Desde el primer momento, me sentí muy motivada con la propuesta. Me encantan los libros silenciosos y como me intimida un poco escribir, me parecía muy bonito poder crear una historia propia sin necesidad de usar las palabras -asegura Marina Gibert-. Trabajar las imágenes fue divertido y desafiante, como no tenía un texto al que ceñirme, el hilo narrativo se fue creando desde lo visual, buscando cómo podía jugar con las formas y los colores”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este proyecto? “Uno de los desafíos que sentí en este proyecto es que quería hacer algo gráficamente más suelto de lo que solía hacer, y me di cuenta que esa soltura me costaba. En los bocetos soy muy libre, dibujo como una forma de pensar, pero a la hora de pasar estas ideas a una ilustración más acabada, perdía mucha de esa espontaneidad principal. Es curioso cómo a veces cuesta simplificar, y lo difícil que a veces es llegar a ello. Fue Catarina Sobral, mi profesora, la que me hizo ver que los esbozos que realizaba para el storyboard eran mas expresivos que las ilustraciones “finales”, y me convenció para explorar esas formas mas desenfadadas. Enseguida empecé a ver que tenía razón y que esa línea gráfica encajaba mejor en ese libro, así que le hice caso y no me arrepiento. Ahora me gusta mucho más trabajar así, quiero seguir explorando la soltura y la sencillez, así que esta forma de trabajar de momento se queda”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Trabaje con acrílicos sobre papel. Ya había trabajado con acrílicos anteriormente y era una técnica que conocía y con la que disfruto”, nos cuenta Marina Gibert.

Háblanos un poco del uso del color en este libro. “Escogí los colores un poco por intuición, quería una Selva de fantasía, donde no importaran los colores “reales” de las cosas. Me gustaba que pudiera haber un tigre azul o una palmera rosa. Y que los tamaños fueran distorsionados también, jugando con esa sensación onírica. Pensé que la ciudad tenía que ser algo opuesto a la selva, un lugar vacío y gris, y con una pequeña casa roja, que a pesar de estar dentro de un espacio tan árido se mantuviera como un refugio, un lugar donde conviven los dos opuestos, la ciudad y la selva, y que contiene todo lo vivido por el protagonista hasta ese punto”.

¿Cómo fue el proceso de elaboración de este libro? “Cuando acabé el seminario, tenía el storyboard, algún original y mucho trabajo descartado -afirma Marina Gibert-. Como estaba contenta con la historia y por fin tenía algo contundente con lo que trabajar, me propuse acabarlo para presentarlo a alguna editorial o a algún concurso. La verdad es que una vez me puse a trabajar por mí misma, no fue fácil. Durante el proceso me surgieron muchas dudas con la técnica y con algunas composiciones y no siempre sabía por dónde ir. Pero aprendí bastante y me ayudó a entender que a veces los procesos creativos son así. Como estábamos en confinamiento, siempre que podía dedicaba parte del tiempo a este proyecto y fue en cierto modo, un salvavidas en ese momento. En unos meses vi el anuncio de la convocatoria del Premio Internacional de Álbum Ilustrado de Compostela y me decidí a participar. A partir de que me dieron la noticia, Manuela, la editora de Kalandraka se puso en contacto conmigo para seguir trabajando en el libro, y fue de gran orientación contar con su visión y su criterio”.

¿Qué supone el Premio Internacional Compostela? “Para mí, representa una gran motivación para seguir y una dosis de confianza en mi trabajo. Supongo que muchos al principio de nuestras carreras como ilustradores nos lanzamos guiados por una especie de mapa intuitivo con el que esperamos poder encontrar alguna oportunidad. Así que ver que esa puerta se abre es una gran satisfacción, porque detrás de cada pasito que di hay mucho trabajo y mucha entrega”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Actualmente estoy trabajando en otro proyecto del Seminario. Esta vez con texto. Aparte, he empezado otro proyecto personal que aún está muy verde. La verdad es que en este punto me cuesta un poco hablar de ellos porque están en una fase tan inicial, que en cualquier momento pueden cambiar de forma”.