Tengo nueve años, un balón del que no me separo jamás y un amigo que es cabo del Regimiento de Dragones de Alcalá. En mi ciudad vive la mujer más guapa que conozco: Carmen. Todos la quieren, también mi amigo don José, pero ella prefiere volar. Mi vecina Carmen trabaja en la fábrica de cigarros de mi ciudad. Es una mujer tan deslumbrante que, cuando suena la sirena indicando el fin de la jornada, la plaza se llena de admiradores. Sin embargo, Carmen es un espíritu libre, y siempre repite: “El amor es un pájaro rebelde que nadie puede domesticar, y llamarlo es en vano, si él prefiere rehusar”.

El clásico de Mérimée que Bizet trajo a la ópera se presenta aquí en una nueva versión, inspirada en la coreografía de Johan Inger para la Compañía Nacional de Danza. Esta ‘Carmen’ de Margarita del MazoConcha Pasamar y la editorial Cuento de Luz, es una historia que acerca a los más pequeños al mundo de la ópera y la danza y nos invita a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del amor. Margarita y Concha nos cuentan muchos más detalles de lo que hay detrás de este proyecto.

¿Cómo nace este proyecto? Margarita del Mazo: “El proyecto nace del afán de la Compañía Nacional de Danza, que dirige Joaquín de Luz, por acercar su trabajo a niños y jóvenes. Es la propia CND la que le encarga a Ana Eulate, editora de Cuento de Luz, un álbum ilustrado para apoyar ese fin. Se trataba de hacer un libro inspirado en la coreografía que Johan Inger había creado para la Compañía. Ana pensó en Concha y en mí para realizar ese trabajo. Me emocionó enormemente que depositara su confianza en mi manera de contar historias. Cuando me llamó con la propuesta, daba botes de contenta al otro lado del teléfono. El proyecto era precioso, esa ópera es una de mis favoritas, me fascina la danza y admiro la labor de nuestra Compañía Nacional. Inmediatamente dije que sí. No lo dudé ni un segundo. Aunque también reconozco que, después de colgar el teléfono, entré en pánico. Soy muy exigente con mi trabajo y el reto era mayúsculo. ¿Sería capaz de contar la historia de Carmen con la verdad con la que a mí me gusta contar las historias? ¿Sería capaz de contar esa historia alejándome de todas las historias que se han escrito sobre esa historia? Me sentí feliz y muerta de miedo al mismo tiempo. Hoy, después de ver el resultado, no puedo dejar de agradecer aquella llamada”.

Concha Pasamar: “Ana Eulate, la editora de Cuento de Luz, me llamó para hacerme la propuesta. Habían contactado con ella desde la Compañía Nacional de Danza, que bajo la dirección de Joaquín de Luz desarrolla un interesante proyecto educativo con distintas vertientes. Querían realizar un álbum a partir de su coreografía y montaje de Carmen, y Ana pensó enseguida que Margarita y yo podríamos hacer un buen tándem. Los plazos eran algo ajustados para mí y, aunque me parecía un proyecto fascinante, de los que no se pueden rechazar, le pedí unas horas para decidirme, porque temía no llegar a tiempo con todos los asuntos que me esperaban ese verano. Al comentarlo en casa me dijeron que no me lo pensara, porque quien me conoce sabe que confluyen ahí muchos de mis gustos (la danza y también la música) y que lo iba a disfrutar. En definitiva, que no tardé más que un rato en aceptar”.

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? Margarita del Mazo: “Una montaña rusa de emociones. Un regalo para los sentidos que se presenta sobre unas páginas con tacto de seda debido a ese papel de piedra que utiliza Cuento de Luz para sus libros. Un trabajo impecable de edición. La elegancia de las ilustraciones de Concha Pasamar. Y la voz de un niño que, sin pretenderlo y como mero espectador, nos cuenta la historia. Los lectores encontrarán una Carmen totalmente diferente. Aquí no hay juicios. La frescura de esa mirada infantil, aún sin contaminar, nos sacará la sonrisa, la lágrima y alguna que otra carcajada, nos hará enfadar con cada uno de los personajes y también a empatizar con ellos. Y todo eso puede suceder en una sola de sus páginas. Su lectura no va a dejar indiferente a ningún lector”.

Cuéntanos algo del proceso de elaboración de este libro. ¿Cómo ha sido el trabajo con Concha? Margarita del Mazo: “El proceso, en sus comienzos, no fue fácil, todo lo contrario que trabajar con Concha. La propuesta llegó a mi vida en un momento personal un tanto complejo. Desde que supe de ella, se instaló en mi cabeza. El tiempo que nos marcaron para acabar el encargo era escaso y eso lo complicaba aún más. En mi caso, el proceso creativo nace con la invitación que nos hizo la CND para ver su último ensayo en Madrid antes de salir de gira con Carmen. El cuerpo de baile estaba apenas a dos metros de distancia, su sentir se convirtió en el nuestro. He vivido pocos momentos tan emocionantes. Después, tuve la suerte de asistir a su función en Sevilla como una espectadora más. Esa Carmen me enganchó. No sé cuántas veces pude ver la grabación que nos facilitó la CND de una de sus muchas representaciones. Kayoko Everheart, en el papel de Carmen, y Dean Vervoort, en el papel de Don José y su desgarradora historia hicieron que no pudiese resistirme a verla sin parar. Se volvió adictivo. Con cada visionado descubría detalles que no había visto en el anterior. Leí todo lo que encontré sobre la novela de Mérimée y sobre la ópera de Bizet. Pude ver varias entrevistas de Johan Inger. Supe de su forma de interpretar aquella ópera. Descubrí lo que cada uno de ellos quiso contar. Investigando sobre la ópera, tropecé con detalles que me permitieron jugar con las palabras y palabras que ofrecían metáforas visuales que daban mucho juego”.

“Empecé a escribir -continúa Margarita del Mazo-. Después de varias páginas tiradas a la papelera (mis cuentos siempre nacen sobre papel), encontré lo que quería contar y cómo quería contarlo. Como dicen los cantaores de flamenco, cuando el duende llega, todo fluye. Eso fue lo que ocurrió: en plena ola de calor madrileña, con varios ventiladores alrededor y el brazo derecho recién escayolado, no podía parar de escribir, bueno, de dictarle al ordenador, que soy diestra. Puede decirse, literalmente, que parí ese texto con sudor y lágrimas”.

“Aquella noche de agosto, no pude dormir hasta ver acabado el primer manuscrito. Ya era de día. Había nacido Carmen. Igual que un recién nacido, necesitaba de cuidados y amor para crecer y yo no estaba sola. Allí estaban mis compañeras de viaje. Lo hablábamos todo, comentábamos todo, llovían ideas, se compartían dudas, se consensuaban decisiones. Siempre buscando, hasta encontrar aquello que hiciera brillar a nuestra Carmen. Si lo hemos conseguido, ha sido entre las tres. Cada descubrimiento lo comentaba con Ana y Concha, un trabajo a tres bandas. Lo que no veía una, lo veía otra. Trabajar con Concha ha sido un lujo y le agradezco enormemente cada paso del camino. Fue un proceso agotador, pero no pudo ser más gratificante”.

Concha Pasamar: “En el proceso Margarita y yo nos comunicamos muchísimo, también con la editorial. Curiosamente, las dos acabábamos de hacer un curso de álbum en línea con Marián Lario, donde ella había ejemplificado una cuestión con dos modos de hacer o dos estilos: echao palante (a lo Margarita del Mazo) y tímido (a lo Concha Pasamar). Ahí nos habíamos “conocido”, así que Ana Eulate, sin saberlo, propició una casualidad no casual de esas, al reunirnos al cabo de un mes en un proyecto tan especial. La editora nos concedió total libertad, pero siguió muy de cerca todo el trabajo, dando el visto bueno a las decisiones que íbamos tomando sobre texto e imagen, algunas de ellas de manera consensuada. Fue muy enriquecedor compartir el trabajo, hacer y recibir sugerencias, y hablar detenidamente sobre lo que teníamos entre manos. Este proyecto tenía también la particularidad de que abordaba un clásico muy conocido, pero muy sesgado también culturalmente, que sería traducido y recibido por un público amplio, y se trataba de intentar seguir la línea marcada por la CND: deslocalización, universalidad, actualización, pese a algunas concreciones y detalles imprescindibles”.

¿Cómo ha sido el trabajo de documentación / investigación para este libro? ¿Qué papel ha jugado en el proyecto la Compañía Nacional de Danza? Concha Pasamar: “En relación con la investigación, puede decirse que había una parte básica de documentación que estaba ya hecha: conocía la novela de Mérimée –mucha gente desconoce que Carmen y don José son precisamente navarros-, la ópera de Bizet y varias coreografías, montajes y adaptaciones al cine; incluso uno de mis hijos había formado parte del coro infantil en una puesta en escena de la ópera, pero me faltaba lo esencial: conocer la visión de esta historia en la coreografía de Johan Inger. La CND no solo nos facilitó la asistencia a un pase en la propia sede de la compañía, que fue emocionantísimo, sino que puso a nuestra disposición la grabación de la representación en La Rochelle (2017), con Kayoko Everheart y Daan Vervoort en los principales papeles. Así tuve ocasión de visionar con detenimiento este montaje que incorpora la figura de un niño unas veces como testigo, otras como deseo de futuro (queda ambiguo en el ballet). Volver una y otra vez sobre las escenas facilitó muchísimo el trabajo: permite varias relecturas, prestar atención al detalle y atender a los distintos aspectos: desde la iluminación o la escenografía a los detalles de la interpretación. Las responsables de comunicación de la Compañía, al igual que Cuento de Luz, favorecieron un trabajo libre por nuestra parte, y para mí fue de gran ayuda para tomar ciertas decisiones iniciales que les gustara la línea en que había hecho los primeros apuntes y pruebas cuando acudimos al primer pase. Eso ya me aseguraba un punto de partida en los materiales, el trazo o los fondos, porque lo que sí estaba claro para mí es que el álbum debía reflejar el montaje y atraer al mundo de la danza a los lectores de cualquier edad. La CDN, además, organizó una lectura/presentación con carácter inclusivo, pues la oralización de Margarita contó con intérpretes de signos, y se realizaron copias en braille del texto y algunas ilustraciones, gracias al trabajo de Xisca Rigo, con quien también pude hablar en el proceso de adaptación, algo nuevo para mí, e interesantísimo”.

Concha Pasamar

Háblanos un poco de tus ilustraciones para este proyecto. ¿Con qué técnicas trabajaste? Concha Pasamar: “Me pareció que el personaje, la historia y la danza me pedían un trazo espontáneo, así que recurrí a los materiales que propician que trabaje de una manera suelta. También tomé la decisión de abstraer la mayor parte de los fondos, especialmente en aquellas escenas que remiten al montaje, porque quería, como he dicho, mantenerme fiel al trabajo de la CND y la escenografía es muy sobria, con unos prismas que juegan con las luces y las sombras”. 

Concha Pasamar

“Sin embargo, para quien no conociera bien el relato y para complementar las indicaciones del texto sobre los escenarios, decidí trazar a línea, de manera esquemática, algunos elementos que remitieran a esos lugares concretos: el barrio, la fábrica, la plaza, la taberna… Como digo, de un modo muy esquemático, un poco al modo en que el vestuario de David Delfín se inspira en los 60 pero resulta atemporal. El relato del amor posesivo que culmina en tragedia, por desgracia, se da en todo tiempo y lugar y también debe poder interpretarse así, algo más lejos de los estereotipos –también lícitos, por supuesto- que a menudo acompañan las puestas en escena o versiones de Carmen.

Empleé en esos fondos acrílico mezclado con tinta y acuarelas. Por lo demás, usé lápiz, grafito acuarelable, algo de lápiz de color y también tinta: un batiburrillo, vamos. La paleta está determinada por la del ballet, como otros aspectos; en ella estaca el rojo sobre los neutros, el blanco y el negro. En cuanto a lo representado, he intentado un equilibrio entre las escenas que proceden de la coreografía y le son más fieles, por un lado, frente a algunos recursos expresivos y retóricos, por otro; recursos que a veces se sustentan, como el texto de Margarita, en elementos que ya están en el libreto de Bizet: don José es cabo del Regimiento de Dragones, la famosa Habanera habla del amor como pájaro rebelde e indómito… Otras veces he jugado con la multiplicidad para representar el movimiento, o con la desproporción que puede remitir a los sentimientos de los protagonistas”.

Concha Pasamar

“Para mí -continúa Concha Pasamar– ha sido un auténtico placer, además de una experiencia intensa y compleja, poder ilustrar esta versión de un clásico que remite a temas y pulsiones tan humanas: el amor, la libertad, el afán de posesión, el desamor, la violencia, la muerte… el descubrimiento de la vida en toda su complejidad y con todos sus matices: alegres y oscuros. Estoy profundamente agradecida por ello a la CND, a Cuento de Luz y a Ana Eulate y Margarita, que me han acompañado en este viaje tan cargado de belleza y de momentos inolvidables”. 

¿Qué ha supuesto para ti realizar esta versión del clásico de Bizet? Margarita del Mazo: “Un reto personal y profesional. Personal por todas las emociones que me invadieron a lo largo del proceso y porque tuve que abandonar mi yo para ponerme en otras pieles y, en alguna de ellas, no fue fácil. A nivel profesional, la dificultad radicaba en que es una obra de la que se han hecho miles de versiones, en todas las artes posibles, y con todo tipo de medios. Ya he dicho que era una de mis óperas favoritas y eso me cargaba de responsabilidad. Siempre que he tenido oportunidad de verla, lo he hecho. La disfruté en la gran pantalla, en el Teatro Real como la ópera que es, vi la Carmen de Antonio Gades. Fue todo un reto. Sentí el vértigo de no encontrar la forma de contar lo que quería contar. No puedo dejar de agradecerle a la CND el regalo que nos hizo con este encargo. Y a Ana Eulate, jamás le agradeceré lo suficiente que quisiera mis maneras para este proyecto”. 

¿Y qué papel ha jugado la coreografía de Johan Inger y la Compañía Nacional de Danza en todo este proyecto? Margarita del Mazo: “Sin duda alguna, han jugado un papel esencial. Si Johan Inger no hubiese sacado a escena a ese niño que me llevó a cuestionarme tantas cosas y la coreografía hubiese sido otra, no sé si mejor o peor, pero nuestra Carmen también sería diferente. Si la representación de la obra por parte de la CND no me hubiese revuelto tantas cosas por dentro, seguramente no habría escrito lo que escribí como lo escribí. Lloré, reí, sonreí y sentí rabia cuando vi su Carmen. Creo que es eso mismo lo que siente el lector que se mete en las páginas de nuestro libro. Carmen a pesar de lo trágico de la historia es un canto a la vida y a la libertad de amar”.