El 8 de julio de 1822, el poeta Percy Bysshe Shelley moría ahogado junto a su amigo Edward Williams al naufragar el barco en que navegaban ambos durante una repentina tormenta frente a la costa toscana. Su esposa, Mary Shelley, que ya había sufrido poco antes la muerte de dos de sus hijos, Clara y William, tenía que afrontar aquel nuevo y desgarrador duelo en su vida a solas con su único hijo superviviente, Percy Florence Shelley, que por entonces contaba tres años de edad.

La poesía de Mary Shelley consta de un corpus de una veintena de poemas que, a pesar de haber permanecido prácticamente olvidada, alberga joyas de tan inmensa calidad poética como este extenso poema sobre la muerte de Percy, su elegidoAvenauta edita este precioso libro, “El elegido”, que cuenta con unas maravillosas ilustraciones de Beatriz Martín Vidal. Con ella hemos charlado un poquito más sobre este proyecto.

¿Cómo surge este proyecto? Beatriz Martín Vidal: “Como sucede en todos los encargos, la iniciativa partió de la editorial, en este caso Avenauta. Bárbara y Guillermo se pusieron en contacto conmigo porque habían encontrado un texto de Mary Shelley que nunca se había traducido al español y estaban entusiasmados con la posibilidad de convertirlo en un libro ilustrado. En el momento en que contactaron conmigo, la traducción ni siquiera estaba completa aún. Ellos estaban muy emocionados con el texto y la traducción, y además tenían muy claro que querían que yo pusiera las imágenes a ese texto. Fue hermoso estar ahí desde casi el principio, y sobre todo, recibir el encargo de personas que estaban tan enamoradas del proyecto”. 

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “En el libro hay una pequeña introducción que contextualiza el texto principal, y un fragmento de una carta que también ayuda a tener una visión global, pero el corazón del libro es el poema que Mary Shelley escribe cuando su marido muere ahogado en la costa italiana. En él intenta describir el terrible desgarro que supone su pérdida, especialmente cuando ellos apostaron tanto por su relación, al punto de quedar excluidos de la sociedad de su época. A la tragedia se suma la juventud de ambos y el hecho de que esta tragedia ocurre tras la pérdida de todos sus hijos excepto el más joven. El poema -continúa Beatriz Martín Vidal– es un grito de dolor de alguien que ha aguantado demasiado ya, y conocer el momento en que se escribió y las circunstancias de Mary Shelley ayudan a entender el sentido de esos versos. De hecho es justamente este contexto el que inspiró las ilustraciones del libro”.

Beatriz Martín Vidal

¿Conocías el poema de Mary Shelley? ¿Es la primera vez que ilustras poesía? “No, no conocía el poema. De hecho no creo que lo conozca mucha gente en España. Nunca había sido publicado en castellano y ni siquiera creo que sea fácil encontrarlo en inglés. He ilustrado poesía antes, poemas del XIX y algún álbum ilustrado en verso. Recuerdo con especial cariño una antología de poemas de Lorca que ilustré para Anaya hace unos años y con la que disfruté muchísimo. La poesía es fantástica para un ilustrador. Al menos para mí. Te libera de la tentación de atarte a la literalidad del texto y te deja jugar con la representación de sentimientos, sensaciones, ideas abstractas. Puede ser algo muy delicado y a veces requiere mucho esfuerzo, pero cuando sale bien es maravilloso”, asegura Beatriz Martín Vidal.

¿Qué diríais que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Cada trabajo que he hecho es diferente. Puede que mis trabajos se relacionen entre sí, pero cada uno me da la experiencia de empezar de cero. Cada proyecto es un universo propio, un nuevo texto, una nueva estructura. En cada uno creas un juego visual, como un engranaje que se articula con el texto para que de ese juego surja la experiencia que hace único cada libro. Creo que esa es la base y el motivo para ilustrar un texto, porque de la alquimia que forman palabras e imágenes surge una tercera cosa, algo indefinible que es lo que caracteriza a ese libro ilustrado concreto, algo que convierte en única cada edición de un texto independientemente de cuántas veces se haya publicado”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Acuarela tradicional y acuarela japonesa (gansai), que es ligeramente más opaca -nos cuenta Beatriz Martín Vidal-. Quería jugar con esa liquidez característica de las acuarelas, pero al mismo tiempo necesitaba un poco más de oscuridad y contundencia en ciertas partes de la imagen. Quería que la parte inferior de cada ilustración tuviera esa parte más pesada, más opaca, porque de ahí van surgiendo los seres amados que ya están muertos, y que la parte superior fuera más luminosa y transparente”.

Cuéntanos algo del proceso de elaboración del libro. Háblanos de ese trabajo con el agua, el papel que va jugando lo que está sumergido… “El proceso ha sido fantástico. Como en casi todos los proyectos que salen bien, tuve bastante tiempo para asimilar y dar vueltas al texto. Durante varios meses lo tuve en mi cabeza, incluso cuando trabajaba en otras cosas, de vez en cuando pensaba en qué estructura podría crear para acompañar a este texto que es un lamento por la pérdida de los seres amados. También de vez en cuando leía cosas sobre Mary Shelley, su personalidad, su vida, el camino que había recorrido hasta llegar al punto en que escribe el poema. Creo que eso me inspiró mucho”, afirma Beatriz Martín Vidal

“El poema habla de la muerte de su marido, pero también hace referencia a sus niños perdidos. No es sólo una pérdida, es la culminación de años de golpes muy duros. Curiosamente, el único rayo de esperanza es uno del que ella no era consciente en su momento, y es que el único bebé que le queda es el que llegará a ser adulto y la acompañará toda la vida. La pérdida de Percy Shelley en realidad es el último golpe de una vida que, a partir de ese momento sería al parecer mucho más tranquila, con menos tragedias. Había estado pensando en todo ese dolor acumulado y un día, de repente, me vino a la cabeza la idea del agua, del dolor como una marea que crece hasta que te sumerge y casi te ahoga como el mar ahogó a Percy. La secuencia de imágenes se me apareció de pronto e incluso la resolución, aferrándose a ese último hijo, el único de los seres amados que no se le escapa de las manos. Ese hijo que es como un ancla en la realidad y que la sostiene hasta que baja la marea. El libro empieza con un retrato convencional, clásico y acaba con un retrato doble de los dos, mojados, después de la marea”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Estoy a punto de terminar un proyecto que ya se ha retrasado demasiado, “En la Escuela”, para Thule. Es un álbum ilustrado al óleo sobre la importancia de estar abierto a aprender cosas nuevas y encontrar tu camino y tu identidad. También estoy preparando una exposición de obra original para una galería de Taiwan. Últimamente estoy volviendo a los lienzos y al formato grande, pero eso no quiere decir que vaya a abandonar la ilustración y los álbumes, a los que sigo amando con pasión”.