Luciano Lozano y “Burro (el origen)”: “Yo diría que en este libro he jugado más con los blancos, que me apetecía mucho, y he usado menos texturas, las ilustraciones están más desnudas”

“El protagonista de esta historia es un burro triste que vive al pie de un sauce llorón. Y cuando el sauce llora, llora el burro. Un buen día decide que está harto de tanta pena y se va. En cuanto se pone en marcha, asistimos al nacimiento de un héroe: Burro, que se verá inmerso en la popular historia de una conocida ratita, a la que intentará ayudar con humor y astucia”. Así nos presenta la editorial A Buen Paso “Burro (el origen)”, una historia de Juan Arjona que ilustra Luciano Lozano. Con éste último hemos charlado para conocer un poco más qué hay detrás de este simpático burro y sus “habilidades”.

¿Cómo nació este proyecto? “Bueno, hace tiempo que conozco a Arianna, y tenía muchas ganas de trabajar con ella porque hace unos libros muy cuidados y con mucha sensibilidad. Me pasó el texto, me gustó mucho, y me puse a hacerlo”.

¿Qué te pareció la historia la primera vez que la leíste? “Me pareció muy divertida y con muchas posibilidades. Es curioso, la primera vez que la leí no caí que era una versión del cuento de la ratita presumida, y la verdad es que es bastante obvio. Me pareció también un reto hacer que un burro hiciera tantas cosas, se disfrazara tanto, y siguiera pareciendo un burro. Creo que eso es lo que más me costó”.

¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro? “La verdad es que fue todo muy rápido. Creo que es el libro que menos tiempo he tardado en hacer. Hice bocetos de los personajes en una semana, bocetos de las escenas en otra, y lo acabé en dos semanas. Es curioso, al principio pensaba que tenía que ser más realista, y me estaba costando mucho. Y hablando con Arianna (son estas cosas que habladas se ven muy claramente, pero que por email hubiera sido un proceso más largo), me quedó claro que tenía que llevarlo a mi terreno, que tenía que dedicarle más tiempo a la expresividad de los personajes y al sentido del humor que a la técnica. Después de esto, que parece muy sencillo, pero no lo es tanto, todo fue muy fluido”.

¿Qué dirías que tienen de característico las ilustraciones de este libro? Es decir, ¿se distancian mucho de trabajos anteriores? “Yo creo que hay una evolución, sobre todo de mi trabajo anterior, que se publica próximamente sobre serpientes, y de un libro que se llama ‘Lo que más me gusta del mundo’, con el que disfruté mucho. Me lo pasé genial con los personajes porque al dibujarlos me ponía en su lugar y pensaba en cómo actuarían. Creo que con ese libro encontré mi forma de aproximarme al proyecto, y se parece mucho a la forma en que he enfocado éste”.

¿Con qué técnica están hechas? ¿Es la que utilizas habitualmente? “Sí. También es una evolución pero todas están hechas con la misma técnica, tinta china, lápices acuarelables, acrílicos, ceras acuarelables. Aunque siempre las monto y las retoco con ordenador, aunque intento que se vea lo menos posible. Yo diría que en este libro he jugado más con los blancos, que me apetecía mucho, y he usado menos texturas, las ilustraciones están más desnudas, de alguna forma”.

¿Qué papel juegan los pajaritos? Siempre están presentes en toda la historia… “Bueno, es una forma de darle más profundidad a la historia, con una narrativa secundaria que no sale en el texto, de que los personajes interactúen con el entorno, que es algo que me encanta hacer. En cierto modo hacen el papel del espectador. Es algo que Disney hace muy bien con los personajes secundarios, que dan la réplica a los protagonistas”.

Este es un burro, modernete, diría yo. ¿Te costó mucho encontrar su estilismo?  “Eso es un ejemplo claro de cómo uno se dibuja siempre a sí mismo. Es una proyección total. Viste como vestiría yo”.

¿En qué te inspiraste para crear a este burro? “Estuve mirando muchos burros diferentes. Estuve de vacaciones en Nápoles en agosto del año pasado y estuve unos días en Amalfi. Al ser una zona muy escarpada, el símbolo es el burro y hay burros por todas partes en cerámicas y objetos. Me estuve fijando mucho cómo lo representaban. Empecé a hacer los artes finales justo cuando volví del viaje, así que de alguna forma tengo la sensación de que me inspiraron esos burros”.

¿En qué estás trabajando ahora? ¿Algo nuevo? “Estoy con un proyecto al que llevo dándole vueltas como 8 años, y parece que ya por fin he encontrado el tono. Se llama ‘El podador de bonsáis’. Es un texto precioso de José Campanari. La idea es presentar el proyecto a alguna editorial, y verlo editado algún día”.