Según Luana, la joven protagonista de este libro, no es fácil vivir con un tigre blanco, aunque ella sí se acostumbró enseguida. Ahora nos cuenta como el tigre blanco, que es su mejor amigo, la acompaña en cada uno de sus estados de ánimo y la escucha, cuando Luana tiene miedo y habla sin parar, porque el tigre blanco es más valiente que la oscuridad. Pero el tigre blanco es muy suyo y a veces se va de viaje, dejándola sola con las hormigas de la impaciencia que le crecen en la barriga. Con estas palabras nos presenta la editorial A buen paso ‘Mi tigre y yo’, en el que página tras página, Mar Benegas va trazando el mapa de sentimientos de su joven protagonista, la cual, gracias a la ayuda del tigre blanco, aprende a habitar el mundo. Acompañan a la prosa poética de Mar Benegas, las ilustraciones de Francisca Yáñez, con la que hemos charlado un poquito más sobre este libro.

¿Cómo nace este proyecto? Francisca Yáñez: “Es el segundo libro que trabajo con Mar Benegas y, tal como la primera vez, a Arianna Squilloni se le ocurrió que mis dibujos se acoplan a sus atmósferas. Su tono poético construye mundos que me gusta explorar por lo que antes de leerlo ya quería volver a trabajar con ella. Arianna me envió el texto de sorpresa con el enunciado: “es un texto especial” y apenas lo leí lo confirmé. Llegó en medio de la pandemia, en un contexto muy duro en Chile, diría que por primera vez enfrentaba un bloqueo creativo importante y me llega este proyecto que conectaba muy profundamente con las emociones y la honestidad”.

Francisca Yáñez

¿Qué se encontrarán los lectores en sus páginas? “Una historia a la cual no se puede entrar a medias ni leer por encima, contada con recursos muy austeros que no imponen una sola lectura. Cosas que probablemente no van a encontrar: estridencia, inmediatez, soluciones. Algo que encontrarán en abundancia: preguntas. Es un libro que explora lugares misteriosos que visitamos en algunos momentos de la vida. Recorre las distintas caras de lo bello y lo triste. El motor es la ternura”.

¿Qué te pareció el texto la primera vez que lo leíste? “Me pareció un texto sumamente complejo porque tiene un registro muy distinto a lo que había leído antes de Mar –nos confiesa Francisca Yáñez-. El tono lúdico de “Versos como una casa” me permitía contrapuntos, había siempre una vía de escape que era el humor y el juego. En el Tigre la mano venía diferente, es pura introspección y honestidad de la voz narradora del texto y tenía que completar una historia a la que no le falta ni le sobra nada, contada en capas, donde las imágenes principalmente se nutren de conceptos, incluso sensaciones y no de paisajes”.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este proyecto? “Después de una búsqueda frenética tratando de llenar los silencios del texto con mucha vida y colores, concluí que las imágenes no podían ser decorativas. A veces como ilustradora quieres hablar tanto como la autora y en el proceso te vas dando cuenta de que no todos los textos necesitan ser explicados con imágenes. Hay subtextos, silencios, cosas que no están enunciadas, sino flotando en el aire que no podían ser escuchadas con la saturación. A riesgo de que me despidieran decidí partir de cero con una propuesta mucho más minimalista y silenciosa y creo que se complementó mucho mejor con el tono introspectivo y misterioso del relato. La ilustración no podía ser protagonista ni participar todo el tiempo, debía ser un instrumento que aparece de vez en cuando para reforzar una idea dejando espacio para la voz narradora tal como para con las orquestas”.

Francisca Yáñez

¿Qué hay de diferente respecto a otros libros? “Lo principal cuando se hace un libro a 2 voces es conseguir que se potencien ambas autorías para crear un mundo único que permita ser completado por cada lector o lectora -asegura Francisca Yáñez-. La voz de la editora es fundamental para afinar los instrumentos. Diría que es un libro que nos lleva a terrenos que no siempre queremos visitar. El texto de Mar daba indicios acerca de cómo acompañar ese recorrido en la lectura: intensidad y delicadeza en partes iguales. Respecto a mi trabajo es uno de los libros donde he trabajado con el mínimo de recursos gráficos y también uno de los más difíciles por lo mismo”.

Háblanos un poco de cómo tratas al tigre y a Luana, y el uso de las rayas en ambos personajes. “Creo que el personaje principal de esta historia es la ausencia. Cuando nos falta alguien deseamos constantemente que venga a habitar nuestro mundo y en este caso la ausencia toma forma de tigre: con la persona que nos falta, nos falta también quiénes éramos junto a ella y no sabemos bien cómo vamos a seguir sin ese vínculo. El tigre le entrega a Luana algunas cosas de su abuelo, ella misma lo teje en su memoria y en sus dibujos que también están construidos con rayas. El dibujo no es otra cosa que llenar un vacío (representar). El tigre y Luana se intercambian el rol del abuelo ausente y ese existir en diferentes planos es consecuencia de aferrarnos a todos los recuerdos para convertirlos en presente. Esa sucesión de rayas probablemente se trata solamente de una niña intentando explicarse a ella misma qué es no estar. Entre medio se teje la voz de la madre que es la conexión con la realidad, la certeza de que el amor permanece”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Dibujé solo con tinta negra sobre papel satinado y en la digitalización agregué pequeños acentos de color optando por paleta de colores muy acotada”, nos cuenta Francisca Yáñez.

¿Cómo fue el proceso de elaboración de este libro? “Fue particular y tuvo momentos duros porque nunca tuve el control sobre lo que estaba haciendo. Al comienzo fue el clásico editora envía texto y acepto. Todo me parecía familiar ahí. Después de un trabajo dedicado y fluido, cuando estaba prácticamente listo, no me terminaba de convencer. Estaba tratando de traer al mundo visual todas las posibilidades de imagen que presentaba el texto y, como ilustradora, estaba llenando de vida y color todos los vacíos de la protagonista. Cuando notas eso viene la aceptación de que ese no es mi rol, mi rol es ayudar a contar la historia, no hacerla “bonita”. En los dos días que me quedaban de entrega reformulé todo y le pasé a Arianna las dos versiones, la primera llena de detalles y colores, casi barroca y otra donde casi me anulo como dibujante. Pensé que la respuesta iba a ser un “no” rotundo pero ella como editora ve bajo el agua y también se jugó por la versión más arriesgada que es lo que finalmente se imprimió. De lo que más trato de escapar es de repetir fórmulas que ya sé que funcionan y trato de trabajar con editores que me lo permiten”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Siempre estoy trabajando en varios proyectos al mismo tiempo pero mi concentración está más inclinada a un libro en el que también escribí la historia que explora el antagonismo entre la creación y el autoritarismo a través de la biografía de un músico chileno. El mundo siempre necesita música”.