Un grupo de amigos que viaja en coche son detenidos por exceso de velocidad, llevados ante los tribunales y obligados a pagar una elevada multa. Los desafortunados protagonistas se dan cuenta de que todo forma parte de un complot de los habitantes del pueblo para enriquecerse, y deciden ejecutar un elaborado plan de venganza. Gracias a la complicidad de un empresario teatral y a la caja de resonancia de los periódicos, la situación alcanzará niveles de puro delirio, salpicando incluso al mismísimo Parlamento. Sátira mordaz y aguda, ‘El pueblo que votó que la Tierra era plana’ senutre de las vivencias de Rudyard Kipling en su época como periodista. Con estas palabras nos presenta la editorial Avenauta este libro, ilustrado por El Marquès (Adrià F. Marquès), con el que hemos charlado un poquito más sobre este proyecto.

El Marquès

¿Cómo nace este proyecto? El Marquès: “El proyecto nació de la idea de los editores de Avenauta. Me comentaron que tenían un relato corto de Kipling sobre terraplanismo y que mis ilustraciones tenían un toque “irónico y elegante” que podría encajar perfectamente. Enseguida acepté”.

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Kipling escribió una sátira mordaz sobre el nivel de manipulación de los medios y el poder que pueden ejercer sobre la credulidad popular: mucho delirio, bailes frenéticos, terraplanismo y humor absurdo a raudales”.

¿Cómo era tu relación con el trabajo de Kipling antes de este proyecto? Porque sabemos que esa relación existía… “Siempre me ha gustado mucho Kipling -nos cuenta El Marquès-. Había leído alguno de sus libros de poemas sobre las trincheras de la Primera Guerra Mundial, y pese a algunos desvaríos patrióticos, me parecían muy bellos. Aunque tengo que confesar que descubrí a Kipling de jovenzuelo gracias a la revista el Jueves. Era muy fan de Ivà y sus tiras de Makinavaja. En una de ellas, el Maki le recitaba emocionado el poema de “If” a su sobrino (aquél en que un padre le cuenta a su hijo los caminos a recorrer para llegar a ser un hombre). El sobrino le responde que mejor que el padre se dejase de recitales y le hubiera dejado una herencia “guapa”.

¿Qué fue lo más difícil en este proyecto? “Como cualquier texto de época, el hecho de documentarse. ¿Cómo era una moto sidecar en 1910? ¿Cómo son las vacas de la campiña inglesa de esa zona? Ese tipo de cosas. También reconozco que había momentos en que tenía que leerme varias veces el mismo parágrafo por lo delirante que era”, nos cuenta El Marquès.

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? “En este proyectó intenté darles cierto toque de estampa de principio de siglo. Incluso me documenté con ciertas tramas que se utilizaban en estas épocas para las ilustraciones. El combinar la tinta negra con el naranja también ha ayudado a crear esa atmósfera”.

¿Qué hay de diferente respecto a otros trabajos? “Este aire modernista loco de 1900, de frenesí de teatro y vodevil”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Usualmente dibujo a lápiz y termino trabajando con la tableta gráfica”.

¿Qué dirías que has aprendido con este proyecto? “Pues a trabajar mejor el bitono, jugar con las tramas y a que me caiga aún mejor Kipling”, afirma El Marquès.

¿En qué estás trabajando ahora? “Justo estoy terminando el artwork del próximo disco de Pokey LaFarge, un cantante de blues de Chicago que sigo desde hace mucho tiempo. Estoy muy contento de poder colaborar juntos”.