El gallo canta, y con su pequeño acto desencadena un efecto dominó de proporciones épicas, ¡cataclísmicas! Una retahíla de situaciones sorprendentes en la que el lector participa de manera activa, completando con su imaginación todo aquello que no se cuenta con palabras. Así nos define un poco la editorial Tres Tigres Tristes el álbum ilustrado ‘El gallo canta‘, un trabajo de Nono Granero. Con Nono hemos charlado un poquito más sobre lo que ha supuesto este libro, lo que contienen sus páginas, y lo que canta este gallo.
¿Cómo y por qué nace este libro? Nono Granero: “Es un paso más en la búsqueda de hacer libros en los que el lector juegue un papel determinante. Porque suele decirse, casi como si fuese un lugar común, que es quien sostiene el libro quien construye la historia. Pero no siempre me parece que sea así. Y yo quería llevar este propósito lo más lejos posible. De modo que, en esta ocasión, si nos limitamos a hacer una lectura del texto sin relacionar las palabras con lo que observamos en las ilustraciones y sin tener en cuenta el desarrollo temporal de la obra, el cómo unas imágenes desencadenan acciones que se continuarán en las siguientes páginas, probablemente no entenderemos nada. Nos parecerá que el libro no es más que una lista de sonidos. Pero si, por el contrario, somos capaces de prestar atención a los detalles y de relacionar lo que vemos con lo que va apareciendo a continuación, el libro cuenta historias de modo frenético y divertido. Y cobra todo su sentido”.
“Aparte de eso, también está presente la idea de cómo algunas cosas muy sencillas, muy rutinarias, con apariencia de anodinas son las que hacen que el mundo entero gire y cambie a nuestro alrededor. Ya sabes: cada día es único y hay que aprovecharlo… Y, por supuesto, como todos los demás, para divertirme haciéndolo y compartir esa diversión con quien quiera acercarse a él”.
¿Qué se va a encontrar el lector a medida que pase sus páginas? “Creo que se verá metido en algo así como la vagoneta de una montaña rusa. Comenzará la lectura despacio, viendo cosas que ya conoce, cotidianas, tranquilas y poco a poco, sin darse cuenta, irá encontrado sorpresas, extrañándose con lo que aparece y tomando velocidad hasta que no pueda parar de pasar páginas mientras se pregunta qué será lo próximo que aparezca en el libro que sostiene -nos cuenta Nono Granero-“.
¿Quién es este gallo que canta? “Pues es todo un personaje. A menudo ocurre -y no todo el mundo lo sabe- que algunos de los personajes que aparecen en los libros, aunque no intervengan más que un poquito, tienen detrás una enorme historia. Este gallo la tiene. Y en esta ocasión es, como decía más arriba, un personaje que, aún con su acción, a priori muy consabida, desencadena una avalancha de reacciones para nuestro disfrute”.
De todos los sonidos que aparecen en el libro, ¿cuántos te sabías y cuántos has tenido que investigar? “Pues conocía bastantes, no te creas. Me gusta mucho la fauna y me encantan los libros sobre animales, las guías de campo y todas esas cosas. Aún así, es cierto que tuve que ir a alguna enciclopedia para buscar alguno en concreto y, sobre todo, a comprobarlos. Por ejemplo, estaba empeñado en que el pavo “glogloteaba”, cuando lo que hace es gluglutear (se ve que lo confundo con el sapito Glo-glo-glo)”.
¿Cuál es el que te resulta más raro? “A mí, quizá porque como te digo he estado buscándolos y conviviendo con ellos todo este tiempo, no me parecen especialmente extraños -asegura Nono Granero-. Quizá de los más raros que conozco sea uno que no sale en el libro. ¿Sabías que los patos paran? ¡Qué palabra! ¿no? Y luego, cuando he tenido ocasión de ver a algunas personas leyendo el libro, me ha llamado bastante la atención la reacción que provoca saber que los peces son silentes. Pero no sé si es porque no se sabe o porque el término queda algo exótico…”
¿Cómo te lo has pasado con la elaboración de este libro? “Bien, claro. Uno es el primer lector de sus proyectos y, en este caso, cada revisión me llevaba a sentir ese vértigo, esa excitación que este libro provoca una vez que lo inicias. Tenía que controlarme un poco para no dejarme llevar. Aparte de eso, buscar el lenguaje corporal, por ejemplo, de un cerdo enamorado por un sonido tiene una parte de diversión y cachondeo que no puedes dejar pasar… Suelo tomar como un síntoma de que el trabajo va bien el sorprenderme de pronto a mí mismo, mientras trabajo, riéndome de lo que veo; y eso aquí me ha pasado bastante”.
¿Qué ha sido lo más difícil en un proyecto como este? “Buscar el ritmo, sin duda. Pero también lo más interesante. Trabajar en vertical, con todo el libro a la vista para tomarlo como si fuese una partitura que se desarrolla en el tiempo y en la que vas decidiendo cuándo acelerar o cuando frenar, ir cambiando de lugar las diferentes tramas que componen esta historia que es muchas en una, probar soluciones que luego se abandonan…”
¿Qué nos cuentas de las ilustraciones de este libro? ¿Qué dirías que tienen de característico? “Las ilustraciones las planteé de un modo muy sencillo: dado que pedía al lector, como ya he comentado, que armara la historia, no debía ofrecer ilustraciones complejas -nos dice Nono Granero-. De ese modo, podría centrarse bien en lo que se muestra, porque, aún no siendo mucho, exige atención. Como, además, el libro es un poco loco, los personajes tienen también ese aire un poco de dibujo animado, sencillo de aceptar al tiempo que muy expresivo”.
¿Y del uso del fondo blanco? “Pues precisamente por lo que te decía en la anterior, por esa búsqueda de limpieza sin interferencias”.
¿Con qué técnicas has trabajado en este libro? “Está planteado con rotulador y acuarela, todo muy fluido. También hay algunas imágenes en las que la témpera interviene para hacer los fondos más densos, lo que convenía en esa parte del libro en que todo da un giro buscando el final. Y luego, como siempre, que para eso estamos en el siglo XXI, un repasito digital, por si algo se ha escapado o necesita encajarse un poco mejor -concluye Nono Granero-“.