El campamento al que nos han traído es como una gran ciudad de tiendas de campaña. Todo está lejos, siempre hay mucha gente en todas partes y para cualquier cosa hay que esperar en una cola muy larga. Papá no lo sabe, pero con lo que yo sueño de verdad, de verdad, es con una cola que nos lleve de vuelta a casa. ‘Colas de sueños’ es un cuento sobre la crisis de los refugiados a través de los ojos de un niño encerrado en un campo de acogida. Inspirado en el pequeño Alan, que apareció ahogado en una playa de Turquía. Este trabajo de Rita Sineiro y Laia Domènech está editado por Akiara Books. Con Laia hemos charlado un poquito más sobre este trabajo.

Laia Domènech

¿Cómo nace este proyecto? Laia Domènech:“Estábamos cerrando el libro ‘Bajo las piedras’, publicado por la misma editorial AKIARA, cuando Inês, la editora, me propuso este proyecto. Pensó que encajaba con mi sensibilidad”.

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Una historia sobre refugiados, narrada en primera persona por un niño que transportado en una maleta, debe abandonar su hogar por culpa de la guerra y que a pesar de las duras circunstancias y gracias a las historias que le cuenta su padre, nunca pierde la esperanza y el sueño de alcanzar una vida mejor. Un relato real y emocionante”.

Laia Domènech

¿Qué te pareció el texto de Rita la primera vez que lo tuviste en tus manos? “Precioso. Me lo leyó y tradujo Inês del portugués sentada a mi lado el día que me hizo la propuesta, al final de la lectura no pude contener la emoción. Me pareció conmovedor y no dudé en aceptar el encargo”, nos cuenta Laia Domènech.

En la guía de lectura, Rita hace referencia a la historia del pequeño Alan, y que ahí empezó a escribir esta historia. ¿Cómo recuerdas tú esa imagen? “Durísima, sentí una sensación de impotencia enorme, tristeza y vergüenza. Enseguida se volvió viral y se convirtió en la imagen icónica de la crisis de los refugiados. Pienso también que el impacto duró poco, que la tragedia continuó y continúa, que siguieron muriendo niños, que muchas personas siguen todavía atrapadas y olvidadas en lugares inhabitables. Creo que la guía de lectura es una parte importantísima en este libro. Es conmovedor que Rita se hiciera la promesa de no olvidar a Alan y escribiera esta historia”.

Laia Domènech

¿Cómo se afronta un proyecto de estas características? “Con mucha responsabilidad, la verdad es que me sentía abrumada -confiesa Laia Domènech-; temía hacer un trabajo superficial, intenté enfocarlo con la mayor honestidad posible. Además, ya existían varios libros, algunos incluso premiados sobre la misma temática, el reto era dar una visión distinta, una imagen gráfica nueva”.

Laia Domènech

¿Qué diríais que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Llevaba bastante tiempo con encargos en que los animales y el bosque eran los protagonistas, así que este iba a ser para mí el primer libro íntegramente con personajes humanos. En ‘Colas de sueños’ hay mucha más pintura que en otros libros, en los que siempre predominaba el fondo blanco del papel; las ilustraciones están cubiertas de pintura y con mucha textura. La figuración es muy esquemática y sobre el color, no quería limitarme a tonos grises y dar una sensación excesiva de tristeza. Creo que son imágenes muy sólidas y frágiles a la vez”.

Laia Domènech

¿Con qué técnicas trabajaste? “Mayoritariamente con pasteles al óleo, grafito y lápices de color. Trabajé bastante los fondos; aplicaba la pintura y la rascaba varias veces con espátulas, punzones o rasquetas que yo misma me fabriqué hasta conseguir el color y la textura que quería. Algunos papeles maltratados fueron a parar a la basura. Fue un trabajo muy manual, de mancharse las manos, con algunos retoques digitales al final”, afirma Laia Domènech.

Háblanos un poco del proceso de elaboración de este libro. “Me documenté muchísimo, vi todos los documentales que encontré sobre refugiados, todos muy tristes e impactantes: Nacido en Siria, Para Sama, Fuego en el Mar, Marea Humana…, guardé un montón de fotografías, leía noticias y libros sobre la materia. Simultáneamente, trazaba el story, hacía esbozos de los personajes y las pruebas de color. También descubrí un pintor inglés que me acompañó durante todo el proceso: L.S. Lowry. Sentía los pies mojados y fríos”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Hace muy poquito que he terminado un nuevo poemario: ‘Ruidos y ruiditos’ para Bookolia, con textos de Mar Benegas. Así que ahora toca descansar y recargar pilas para encarar nuevos proyectos”.