El barón Heyst vive solo en la isla de Samburan hasta que rescata a la joven Lena de una vida funesta. Desde entonces, ambos compartirán una existencia tranquila e idílica, en un bungalow de la antigua Compañía Tropical de Carbones, a los pies de un volcán. Pero la calma se verá rota de golpe con la llegada de tres extraños personajes que llevaran el drama a la isla. Publicada originalmente en 1915, Joseph Conrad creó una novela de viajes en la que los rumores y las calumnias se convierten en personajes principales y destructores de la existencia del protagonista.
Ediciones Jaguar, en su colección “Entintados”, nos trae esta historia, “Victoria”, con las ilustraciones de Javier Lerín. Con él hemos hablado sobre este proyecto y sus ilustraciones.
“La editorial Jaguar lanzó un mailing entre ilustradores y agencias pidiendo bocetos y estableciendo las líneas generales del proyecto -nos cuenta Javier-. A mí me llegó el email porque me lo reenvió mi amiga y también ilustradora Mariana Laín, que tenía varios proyectos en ese momento y no daba para más. Además de remitírmelo me animó a presentarme pues le parecía que el trabajo me encajaba mucho. Parece que tenía razón y se lo agradezco mucho”.
¿Qué te pareció la historia la primera vez que la leíste? “Muy interesante. Narración en estado puro y personajes muy atractivos, con mucho carácter. La novela te engancha desde las primeras páginas”.
“Es casi una tragedia griega, en el sentido de que los acontecimientos van avanzando imparables hacia el desenlace final (no desvelo gran cosa, se barrunta desde el principio). El barón Heyst, una especie de aventurero sueco y nihilista, se verá arrastrado hacia su destrucción, precisamente por faltar a su lema de ser en la vida solamente un espectador”.
¿Cómo son los dibujos que has preparado para este libro? “Son de corte realista, aunque de trazo rápido y casi abocetado, y tratan sobre todo de construir bien los personajes, por un lado, y por otro, sumergir al lector en la atmósfera tropical y colonial en que se sitúa la acción: el mar, los barcos y las islas se revelan como personajes con derecho propio. En este sentido, la editora tuvo la idea, muy acertada, de extraer detalles de algunas ilustraciones y “salpicarlos” por las páginas para que acompañaran constantemente al lector”.
“El plazo de entrega era muy limitado, con una fecha de entrega inamovible, así que, en efecto, me propuse trabajar con una técnica que me resultara muy cómoda y natural. En este caso el dibujo a lápiz. Yo soy sobre todo hombre de línea. Admiro mucho a los ilustradores que trabajan más con texturas o con manchas, pero mi medio natural es la línea, ya sea de lápiz, rotulador, pluma… Al no contar con texturas o fondos, el lápiz me sirvió para valorar las líneas yendo de grises a negros, líneas finas y gruesas, y sombreados rayados”.
“A los dibujos a lápiz les añadí luego una capa de un solo color, ya en el ordenador. Me gusta mucho combinar técnicas manuales y digitales, tratando de extraer lo mejor de cada mundo. Este color plano (azul) me sirvió para dar profundidad, transmitir atmósferas o focalizar la mirada en los puntos de interés. Además permitió que el libro se imprimiera a dos tintas, simplificando la producción”.
“En realidad es la primera vez que me enfrento con las ilustraciones de un libro entero, así que tuve que crearme la dinámica de trabajo sobre la marcha. Primero conseguí (bendito internet) un resumen del libro bastante amplio (unos cuatro folios, bastante más que una simple sinopsis), que me situó en la estructura de la narración, me dio las localizaciones y personajes fundamentales y las escenas clave. Luego me documenté (otra vez bendito internet), por ejemplo para saber distinguir entre un bergantín y una goleta; encontré imágenes de una película de la época del cine mudo en la que me inspiré para algunas escenas, aprovechando la expresividad tan intensa del momento. Y después fui dibujando a medida que leía, haciendo bocetos muy esquemáticos que luego desarrollaba por tandas, tres o cuatro cada vez. Los iba colgando en la pared para poder verlos todos juntos y asegurar la consistencia del trabajo”.
¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto ahora? “Estoy preparando unas ediciones limitadas para Masquelibros, la feria del libro de artista que se celebra por segunda vez en Madrid. Será a mediados de mayo en el Colegio de Arquitectos de Madrid. Son unos libritos de grabados, collages o grabados digitales con el grupo LibroZ formado por Mela Ferrer, Mariana Laín, Miluca Sanz y yo mismo”.