Wilson, un prestamista pelirrojo, acude a Sherlock Holmes y a Watson para resolver el misterio de la súbita disolución de la «Liga de los pelirrojos», de la que él había sido miembro. El detective londinense no tarda en averiguar que tras esta disolución se encuentra John Clay, uno de los delincuentes más inteligentes y peligrosos de Inglaterra.
Este es el planteamiento de “La liga de los pelirrojos”, que edita Anaya y que ilustra, y de qué manera, Iban Barrenetxea. Con él hemos hablado un poco más sobre este proyecto, y esto es lo que nos ha contado.
“Es uno de esos personajes que uno tiene la sensación de conocer desde siempre -nos dice Iban-. ¿Es posible no conocer al gran Sherlock Holmes? Supongo que mi primer contacto fue a través del cine. Después llegarían los libros, la fascinación por el personaje, por el ambiente victoriano de las historias y también por el propio Conan Doyle, un individuo tan interesante como su propia creación”.
¿Conocías esta historia del detective con anterioridad? “Sí, de hecho la editorial me concedió el privilegio de escoger la historia que me gustaría ilustrar y fue la primera que me vino a la mente. Por si acaso volví a repasar todos los casos, lo cual sirvió para reafirmarme: tenía que ser «La liga de los pelirrojos»”.
¿Qué te llamó más la atención de esta historia? “Es el segundo relato del canon holmesiano y contiene los mejores ingredientes de la genial creación de Conan Doyle: exhibiciones de deducción a primera vista, un problema interesante (posiblemente el más disparatado entre todos los relatos de Sherlock), una escena final de acción para atrapar al villano… Además, incluye una de mis frases sherlockianas favoritas: “It is quite a three pipe problem, and I beg that you won’t speak to me for fifty minutes.” (“Es un problema de tres pipas, así que le ruego que no me dirija la palabra durante cincuenta minutos.”)”
¿Qué fue lo más difícil de ilustrar en ésta, una historia de detectives? “Tuve que tomar algunas decisiones “comprometidas”. Intento mantener al máximo la veracidad de las historias en cuanto a ambientación, vestuario, etc… Si en este libro hubiese sido estricto en ese sentido, jamás hubiese dibujado a Sherlock con su característico atuendo. La capa “Inverness” y el sombrero “deerstalker” son más propios de una excursión de caza por Escocia, resultarían ridículos en una escena londinense. ¡Sherlock Holmes jamás saldría a la calle vestido de esa forma! Pero no fui capaz de resistirme a sacrificar esa veracidad (a costa de contradecir el propio texto) para mostrar a Sherlock en toda su gloria en la escena final. Se trataba de escoger entre la veracidad y el efecto teatral que produce ver a Sherlock como todos esperamos verlo. Por otro lado existen muchísimos ejemplos en los que el propio Conan Doyle hace pequeñas trampas en los textos en busca del “efecto”. En definitiva, fue un problema de tres pipas”.
¿En qué te inspiraste para diseñar a los dos personajes “investigadores”, es decir, a Holmes y a Watson? “Mi planteamiento a la hora de crear personajes -incluyendo los secundarios- siempre es el mismo, ¡y es un planteamiento imposible! No quiero dibujar “un Sherlock Holmes”, tengo que intentar buscar al personaje hasta encontrar al único y verdadero Sherlock Holmes. Así que intento aprender todo lo que puedo sobre el personaje, me zambullo en su mundo leyendo todos los relatos y las novelas, estudiando las miles de encarnaciones que ya ha tenido… En este caso se trata de un personaje muy establecido en el imaginario popular, así que también intento incorporar la tradición. Intento crear algo que no resulte “apolillado” pero sin perder esa conexión con los lectores que se ha establecido durante más de un siglo. El “casting” de personajes devora la mitad de todo el tiempo que me lleva ilustrar el libro. En el caso de Watson es inevitable dibujarlo con cierto parecido al escritor. De todas formas he mantenido muy en segundo plano a este personaje, que de todas formas resulta omnipresente en su figura de narrador. Incluso me planteé omitirlo completamente y mostrar las escenas siempre a través de sus ojos (como en la primera imagen en la que Sherlock está sentado frente a su pelirrojo y voluminoso cliente, Jabez Wilson). Finalmente lo incorporé en un par de escenas”.
¿Tú eres más de Holmes o de Watson? “Eso, querido periodista, es elemental”.
Las ilustraciones vemos que están en la misma línea de otros trabajos pero, ¿hay algo diferente o nuevo en este libro? “Normalmente represento los espacios planos, sin profundidad, casi como si se tratasen de un decorado. Pero en este caso he utilizado algún efecto de perspectiva, aunque tampoco de forma demasiado estricta. Creo que en este libro la atención a los detalles y la ambientación eran especialmente importantes, ¡hubiese necesitado años para incorporar todo lo que quería!”