Martina es ligera como una pluma. Le encanta volar de un lado a otro de su cuarto rugiendo como si fuese una avioneta. De mayor quiere ser la mejor piloto del mundo mundial. Adriana es redondita como el punto de la i. Siempre sube los escalones de su casa de tres en cinco porque tiene prisa por abrazar a su queridísimo violín. Sabe que de mayor será una súper violinista. Jimena es silenciosa y se pasa el día entre libros. Le gusta escribir cuentos y va con su cuaderno de acá para allá imaginando historias alucinantes. Tiene clarísimo que será una escritora reconocida en todo el planeta y un poco más allá.
Ellas son tres, pero podrían ser diez, o cien, o una, o todas las niñas del planeta. Así nos presenta Lumen Infantil este álbum ilustrado, ‘Cuando las niñas vuelan alto‘, un trabajo de Raquel Díaz Reguera. Con ella hemos charlado un poco más sobre este libro.
¿Cómo nació este proyecto? Raquel Díaz Reguera: “Este proyecto nace, como casi todos mis cuentos, de mis reflexiones como madre, y cuando digo como madre, digo realmente como observadora del desarrollo de mis hijos, de sus problemas, de sus conflictos, de sus relaciones. Del de ellos y su entorno, de sus compañeros y compañeras de colegio. ¡Los he ido viendo crecer a todos y a todas! ‘Cuando las niñas vuelan alto’ es el fruto de mi búsqueda de respuestas ante la conducta que poco a poco y unas más que otras, van adoptando las niñas a medida que van creciendo. Sólo hay que documentarse un podo para ver hasta qué punto la sociedad (en cosas sencillas y cotidianas, detalles que hemos interiorizado y a los que nos hemos acostumbrados sin cuestionarlos ) va ninguneando a las niñas y minimizando sus capacidades”.
¿Qué se van a encontrar los lectores en sus páginas? “Un cuento de niñas entusiastas y apasionadas que no entienden de límites, como cualquier niña, hasta que una pandilla de malos malísimos (todos nuestros prejuicios) se encarga de enseñárselos -nos cuenta Raquel Díaz Reguera-. La banda de NOLOCONSEGUIRÁS quiere que ellas no puedan levantar el vuelo rumbo a sus sueños. ¿Cómo? Cargándolas de piedras, diminutas piedrecillas que irán llenando sus bolsillos, sus zapatos, sus mochilas, hasta hacerlas pesadas, tanto que ni sus alas no podrán ayudarlas a levantar el vuelo”.
¿Cómo fue el proceso de elaboración de este libro? “El proceso: me llama la atención una noticia que afirma que a partir de los ocho años las niñas empiezan a ocupar la periferia de los patios de los colegios, dejan de ser dinámicas y comienzan a dejar el espacio a los varones y a sus juegos, por supuesto al fútbol. Se suma un comentario de Violeta mientras estudia literatura: ‘mamá ¿por qué casi todos los personajes importantes de la historia son hombres?’. Estuve unos días leyendo sobre en qué momento las niñas comienzan a sentir el peso de nuestros prejuicios, cuándo empiezan a preocuparse por la belleza y por la estética de una forma infinitamente más trascendente de la que le preocupa a los niños -continúa Raquel Díaz Reguera-. ¿ Y por qué? A esa altura del proyecto, no hubo nada como permanecer sentada frente a la televisión, un par de horas, viendo anuncios o trailers de series preadolescentes, o telediarios… ¡Es deprimente la imagen y el concepto de mujer que aparece por todas partes! ¡TODO ES POR NUESTRA CULPA! Una niña de cinco años no siente que haya nada que no pueda hacer y sin embargo, a medida que van creciendo, les vamos recortando las alas”.
¿Y cómo es la respuesta de los lectores? “La respuestas de los lectores ha sido buenísima. En los colegios y las Bibliotecas, como siempre, lo han tratado maravillosamente bien ¡Me miman mucho! Han realizado actividades, talleres, incluso obras de teatro. En las librerías, también increíble. El álbum llegó a finales de noviembre y en marzo ya estaba en la calle la cuarta edición en castellano y la segunda en catalán”.
Háblanos un poco de las ilustraciones para este proyecto. ¿Qué dirías que tienen de característico o diferente respecto a otros proyectos? “En casi todos mis álbumes, los personajes, los colores, los ambientes, las texturas… aparecen a la par que los escribo. En mi cabeza dibujo mentalmente a la vez que creo la trama. En este caso también. De distinto: es un cuento con mucho color y con personajes de ojos grandes. Tal vez un target más infantil que en Cenicienta, o por supuesto que en ‘¿Qué le pasa a Uma?’. Lo que más tiempo me llevó es la creación de los malos -asegura Raquel Díaz Reguera-. Necesitaba que fueran muy cómicos, unos malos que invitan a reírse de ellos y a los que finalmente el lector minimizara a la vez que lo hacen las protagonistas, cuando comprenden que las piedras solo hay que arrojarlas fuera de los bolsillos para que dejen de pesar y que en cuanto cambian la perspectiva, resultan unos malos de lo más ridículos”.
¿Con qué técnicas trabajaste en este libro? “Boceté a los personajes en papel, busqué los colores con goache. Y con lo escaneado, trabajé en digital hasta acabar el cuento”.
¿Qué has aprendido con este proyecto? “He aprendido que hay cuentos que no se acaban cuando parece que han acabado y que inevitablemente te llevan a una continuación, al menos en tu cabeza”, afirma Raquel Díaz Reguera.
¿Cómo se presenta este año? “El 2018 está lleno de proyectos, tantos que estoy retirada del mundo, muy retirada. A veces creo que un día voy a salir a la calle y voy a descubrir que vivo dentro de un cuento o que no me van a reconocer mis amigos. El 2019 quiero dedicarlo a impartir talleres, a visitar Bibliotecas, Colegios… A disfrutar de mis cuentos y del recorrido que estos tienen en las aulas. Me pierdo demasiado con esta manera de trabajar. Es verdad que soy afortunada y me surgen los cuentos y mis editores me dicen que “ Si” y ahí voy, sin parar. Porque una vez que tienes un cuento es muy difícil no lanzarse a hacerlo”.