“Pequeño buzo somnoliento” es un libro para zambullirse en las palabras, para soñar en mundos ilustrados. Poesía infantil que nos habla de los sueños, de la noche, de la luna y de lo que ocurre bajo su influjo. Un libro para que compartáis con los más pequeños, para leerles en voz alta, para pasearos por él en la vigilia que antecede a los sueños.
Así definen este proyecto sus promotores en la plataforma de micromecenazgo en la que buscan los fondos para que este libro vea la luz. Los poemas son obra de Alex Nogués, y tras las ilustraciones encontramos seis nombres, Silvia Cabestany, Jacqueline Molnár, Esther Gómez, Ana Yael, Delphine Labedan y Carmen Queralt. Alex Nogués nos cuenta un poco más de este libro, que será el primero de un nuevo sello editorial, Porkepik. También podemos leer las palabras de algunas de sus ilustradoras.
Alex Nogués: “El proyecto nace al nacer mi hijo Max. No sabría explicar bien el porqué. La palabra dicha, el ritmo, la musicalidad, el universo que se abre ante una rima…algo o todo me llevó a escribir poesía para él y recitársela, a convertir sus ideas y sus pasiones, tan nuevas, en poemas. Quizá la respuesta esté en la definición que Juan Ramón Jiménez hizo de la poesía: “es el encuentro después del hallazgo”. Pronto se convirtió en mi cabeza en un proyecto de libro. Simplemente porque vivo rodeado de ellos y me apasionan, no solo por lo que contienen, sino también como contenedores”.
“En este libro vais a encontrar veinte poemas, cada uno de un tema muy distinto. El libro habla de piratas, de dinosaurios, de insectos, de un buzo que se sumerge, de un robot que duerme y sueña, de si son tres o cuatro los Reyes Magos y de muchas cosas más. Todo hilvanado a través del concepto de sueño, de la noche, de la luna y de lo que acontece bajo su influjo. Vais a encontrar veinte ilustraciones de estilos diversos, preciosos cada uno a su manera. Vais a encontrar una banda sonora para cada poema, música para acompañaros mientras recitáis los poemas a vuestros hijos o para escuchar sin más. Vais a encontrar los poemas recitados por una dulce voz. Y, si participáis en la campaña de micromecenazgo, hasta ¡vuestro nombre en las dos últimas páginas!”
¿Cómo ha ido cobrando forma? “Primero fueron los poemas. Cuando tuve unos cuantos enseguida imaginé un álbum ilustrado. Pensé que sería bonito convertir esos mundos construidos con palabras en imágenes. Busqué ilustradores y la respuesta fue tan buena que me planteé que fueran más de uno. Los poemas son muy diversos; se podían afrontar cada uno por separado. Quizás de hecho se debían afrontar de ese modo. El resultado, a medida que las ilustraciones iban llegando, era sorprendente. Sin ningún trabajo de coordinación, dejando libertad total creativa, las seis ilustradoras iban recreando mundos pero todos con lugares comunes. Equilibrio sería la palabra. Simultáneamente, hablando con mi hermano, que es músico, llegamos a la conclusión que sería precioso incluir una banda sonora. Y una vez tuvimos algunas piezas grabadas, ¿por qué no ponerles la voz?”
“El proyecto ha sido todo un reto creativo. Orgánico y humano. Una experiencia muy edificante. Hablamos de sentimientos, de creatividad, de compañerismo, de descubrimiento, de confianza y cooperación. Un cóctel ganador, ocurra lo que ocurra”.
¿Qué técnicas vamos a encontrar en esas ilustraciones? “La técnica más habitual es el collage, aunque hay un poco de todo. Lápices de color, acuarela, acrílicos…”
¿Por qué optáis por esta fórmula para la edición? “Primero buscamos los caminos convencionales y tuvo muy buena acogida ¡Las editoriales contestaban!¡Nos animaban!¡Y se interesaban! Pero por un motivo u otro no acabó de cuajar. Finalmente creímos que tanto trabajo debía encontrar una salida y la mejor opción era el micromecenazgo. En el fondo, seguramente, la más lógica desde el principio. Se trata de exponer el proyecto y dar la oportunidad a la gente de decidir, convertirse en consumidores activos y así, a través de sus pequeñas aportaciones, no solo recibir recompensas (libros firmados, postales, muñecos…) sino también compartir con ellos los mismos valores, las mismas emociones que nos han permitido llegar hasta aquí: ilusión y confianza en el género humano”.
Hablamos de las ilustraciones…
Esther Gómez: “Trabajé la ilustración a partir de las sensaciones que me sugirió la lectura del poema lo más crudo del invierno, y así surgió la idea de crear un paisaje imaginario en el que los niños actuasen como esos animales descritos del poema donde un aullido rompe el silencio de una noche invernal. En cuanto a la técnica que empleé, fue lápices de colores y collage, ya que me gusta y me siento cómoda trabajando con ella”.
Delphine Labedan: “El poema me remitió a George Mèlies. Me dejé guiar por las sensaciones que eso me produjo. Las técnicas que he utilizado son la acuarela, pinturas acrílicas y lápices de color. Técnica mixta sobre papel”.
Silvia Cabestany: “Para la ilustración de “Pequeño Buzo Somnoliento” la técnica que utilizo es el collage. Mezclo papeles de color, texturas, lápiz y lápiz de color. Intenté plasmar la calma que precede al sueño. Un sueño feliz. El niño ya se ha desprendido de sus pies de plomo, para flotar plácidamente rodeado de algas y espuma de mar. Decidí hacer esta imagen, pero la verdad es que el poema tiene tanta riqueza visual que tenía un abanico de posibilidades para escoger”.
El proyecto se puede apoyar en este enlace.