Hoy no ha pasado nada. Ni hoy. Tampoco hoy. ¿Lo veis? Aquí nunca pasa nada. Tal vez un mosquito, pero nada. Los días son como los pinos. Parecen todos iguales. ¿Será siempre así? ‘El tiempo del gigante’ es un libro sobre el paso del tiempo. Silencioso, en apariencia; inane, en apariencia; tramposo, vibrante y majestuoso, el mundo nos habla al oído y la vida palpita a nuestro alrededor con su infinita variedad…
De este modo nos presenta la Editorial Fulgencio Pimentel este gran libro, ‘El tiempo del gigante‘, que tiene dentro de sus páginas el trabajo de Manuel Marsol y de Carmen Chica. A Manuel lo conocemos desde hace tiempo y seguimos su trabajo (de hecho muy pronto volveremos a hablar con él sobre otro interesante libro, muy kafkiano), y contactamos con él para que nos contara un poco más de este proyecto. Ya sabíamos algo, porque le escuchamos hablar del mismo en IlustraTour en Madrid, cuando presentó la primera edición de este álbum, en portugués, un trabajo de la editorial portuguesa Orfeu Negro. Ahora en español, lo encontramos en las librerías de la mano de la Editorial Fulgencio Pimentel.
¿Cómo surgió este proyecto? “Surge a partir de las ilustraciones que fueron premiadas en el V Catálogo Iberoamericano en 2014. Al principio no había una historia, solo un tema del que me apetecía hablar: el tiempo. Luego Carmen Chica y yo nos juntamos para escribirlo a cuatro manos. El detonante que nos dio la pista para hacer el álbum fue recordar los veranos de cuando éramos pequeños donde no parabas de aquí para allá durante 3 meses. Sin embargo, cuando volvías al cole en septiembre y te preguntaban por lo que habías hecho durante el verano, solías responder “¡nada!”.
¿Qué nos vamos a encontrar en este libro? “Eso depende de la prisa que uno tenga al leerlo, de la propia mirada. Puede que unos pasen por el libro de puntillas con la sensación de no haber visto nada. Pero es un libro que guarda recompensas al que lo ve con calma. El libro en parte habla de las cosas imperceptibles de la vida que suceden a nuestro alrededor sin que nos demos cuenta de ellas. De las cosas que miramos pero no vemos, de la importancia de “estar” sin más, del dolce far niente. Por eso podemos decir que no encontrarán nada o que lo encontrarán todo”.
Háblanos un poco del proceso de elaboración de este proyecto. “Por un lado yo había ido apuntando muchas ideas en mis cuadernos y también tenía las 5 ilustraciones acabadas del Catálogo. Con todo eso me junté con Carmen Chica y empezamos a hablar sobre el concepto del álbum, sobre qué queríamos contar y el tono. Nos iban saliendo frases a uno y a otro, había que encajar las ilustraciones en lo que iba surgiendo, pero también había que ir dibujando otras en función de lo que nos pedía la historia. Fue como ir uniendo los puntos de un dibujo, unos puntos hechos de frases, dibujos, ideas e intuiciones. Lo bueno de esta manera de trabajar es que no había un plan inicial, más allá de una vaga idea para hablar sobre el tiempo, y por ello la historia siempre se mantuvo con frescura y con capacidad de sorpresa para nosotros mismos a lo largo de todo el proceso. Por supuesto hubo momentos de atasco. Ahí dejábamos reposar al gigante una semana y luego volvíamos a él”.
“Luego hubo una parte importante de reestructurar las imágenes, de moverlas de sitio. El libro estaba casi acabado pero no fue hasta que cambiamos de lugar unas ilustraciones cuando todo de repente hizo clic. Para que eso suceda creo que tiene que haber mucho trabajo detrás. Y esto, más que casualidad, creo que tiene más que ver con saber distanciarse y saber renunciar a ideas preconcebidas que a veces nos condicionan y nos atascan los libros casi desde el principio sin que nos demos cuenta. En ese sentido, al haber trabajado los dos en publicidad estamos acostumbrados a saber descartar ideas que no funcionan sin temor a tomárnoslo como un ataque personal. En el mundo de la literatura infantil a veces tengo la sensación de que hay gente (ilustradores, escritores) a la que le cuesta entender que descartar ideas y señalar los fallos es necesario para hacer un buen trabajo. No se trata de defender a muerte nuestro estilo sino de intentar hacer entre todos (editores, autores) el mejor libro posible. El extremo opuesto es la publicidad, donde casi nunca valía nada de lo que proponías. Por eso Carmen y yo no tenemos problema en decirnos “no, esa idea no vale. Siguiente”.
“Una vez acabado el proyecto se lo mostramos en pdf a la editorial portuguesa Orfeu Negro en la Feria de Bolonia de 2015 y se enamoraron de él, sin tocar una sola coma para el libro final. Tiempo después dejamos un ejemplar del libro en el stand de Fulgencio Pimentel en el Festival Graf de Madrid y tampoco dudaron un segundo en hacerlo. También hay editores que lo han visto y no le han encontrado el punto. Es un libro arriesgado en su estructura y narrativa, profundo en significado, pero al mismo tiempo extremadamente sencillo, que da valor a un mosquito que pasa o a una rama que se mueve. Al que no entre en él le podrá dejar indiferente. Pero el que entre, ay del que entre. Porque es un libro que también habla de la falta de prisa en la vida. Pienso que el álbum es un lugar para mirar despacio, con todo el tiempo del mundo, y hay gente que todavía lee los álbumes como si fueran el muro de Facebook. Cuando precisamente es el lugar ideal para bajar las revoluciones. Si algo me gustaba de niño (y de mayor) al mirar un libro ilustrado, era perderme en el mundo que tenía delante, siguiendo con el dedo el camino que hacía un dinosaurio, volviendo atrás, recorriendo la nave de un astronauta de arriba abajo o imaginando cómo sería el mar debajo de un barco pirata”.
-Respecto a las ilustraciones, ¿qué dirías que tienen de característico? ¿Qué hay de nuevo o distinto respecto a otros trabajos? ¿Y la técnica utilizada? “Creo que en mi trabajo siempre hay un gusto por los detalles y las atmósferas. Como decía, me gustan las ilustraciones donde te puedes detener y que te permiten regresar a ellas y encontrar cosas nuevas cada vez. Es evidente que la técnica digital supone un contraste con mi primer álbum, ‘Ahab y la ballena blanca’, aunque éste tenía también un importante trabajo digital detrás de retoque y composición. Pero en este caso el dibujo está hecho directamente en digital y solo hay algunas texturas escaneadas para darle calidez. Me apetecía hacer algo menos barroco, más gráfico y más medido en elementos y en composición. Es un libro que habla también de la sencillez, así que la decisión de hacerlo menos recargado, que en un primer momento respondía a una apetencia mía, luego cobró sentido”.
El formato del libro es digno de su contenido… “Sí, me estoy malacostumbrando a hacer álbumes grandes. Es lo que tiene cuando van sobre ballenas o gigantes. Ahora en serio, es un álbum muy contemplativo, donde la atmósfera y sobre todo el espacio y el ritmo son muy importantes. El formato grande es también parte del contenido y ayuda a contar mejor el mensaje. Es un libro donde hay que disfrutar del paisaje, de mirar a las nubes o abrir la boca mirando al cielo cuando llueve en verano. Por eso le va bien el gran formato, porque requiere que uno pueda estar a sus anchas y con espacio de sobra dentro del propio espacio del libro”.
Cuéntanos también algo sobre el uso del color… “Aquí lo más importante era que el color rojo o anaranjado del gigante se llevase bien con el paisaje que le rodea. Y que transmitiese cierta paz o tranquilidad. Al fin y al cabo estamos hablando de atardeceres, de un día de sol en el campo o de la luz reflejada en un lago. Es verdad que hay colores saturados pero mi intención era que no chillasen. Y luego me gustaba que la temperatura de color general del libro fuese cálida, por eso hay muchos colores llevados hacia los amarillos como pasaba con el revelado de las fotos en color antiguas”.
El tiempo del gigante, de Carmen Chica y Manuel Marsol from fulgenciopimentel on Vimeo.