Juanjo Megías: “La novela gráfica es como una película de cine independiente en la que eres libre de crear lo que quieras”

Juanjo Megías: “La novela gráfica es como una película de cine independiente en la que eres libre de crear lo que quieras”

Juanjo Megías es el ilustrador que nos trae la entrega número 24 de nuestra reportera Valentina. Quedamos con él para la entrevista y unos segundos antes de encontrarnos, hablábamos por teléfono para concretar el lugar donde nos íbamos a ver. Él me dijo, “yo soy el que mide dos metros”. Y allí estaba este gran tipo (en muchos sentidos). Me propuso acercarnos al cercano Hospital Real de Granada. Y hasta allí nos fuimos.

Lo primero que hicimos fue pasar al crucero del Hospital Real, donde echamos un vistazo a la exposición “500 años del Hospital Real de Granada”, en la que Juanjo participa con una audiovisual en el que él se ha encargado de la animación. Nuestra conversación nos lleva al patio de al lado, en el que se encuentra la cafetería. Un café con leche y un descafeinado para seguir charlando, ahora con la grabadora como testigo.

“Conservo dibujos de toda la vida -nos cuenta Juanjo Megías-. Me gusta ordenarlo y clasificarlo todo. Tengo dibujos de cuando tenía tres o cuatro años guardados. De ahí enfoqué mis estudios a las Bellas Artes. También estudié piano, pero al final siempre me había gustado dibujar y acabé en la Facultad de Bellas Artes, donde se abrió un gran abanico para mí. Yo siempre había querido dibujar cómics… y al cuarto año de carrera dije, llevo aquí todo este tiempo y no he dibujado ni un cómic. Pero bueno, aprendí mucho, también sobre animación, aunque soy bastante autodidacta también”.

“En el último año de carrera presenté un fanzine, más participativo, hablando de la Facultad y de lo que pasaba dentro de ella. Y el resultado fue genial, le gustó mucho a la gente. Y como proyecto fin de carrera hice una especie de novela gráfica sobre mis experiencias en la Facultad que salió bastante bien. Seguí trabajando como dibujante, haciendo dibujos animados, y, en fin, los proyectos que iban saliendo. También hice un Máster de dibujo en la Facultad que tenía la ampliación a doctorado, que es lo que estoy haciendo ahora, doctorado en Arte”.

“También estuve con una beca como dibujante en Egipto. Solicité la beca, y acabé ilustrando piezas de hace 3.500 años, porque como los derechos de autor de las fotografías de la excavación los tiene el Museo de El Cairo…, pero si se pueden publicar dibujos. Entonces tenemos futuro los dibujantes en las excavaciones arqueológicas, una cosa curiosísima. (Risas). Salió ese proyecto y me lo pasé genial en Egipto dibujando”.

“En el doctorado estoy haciendo una investigación ardua en el campo del cómic y las nuevas tecnologías. Quiero enfocarlo a los nuevos dispositivos, como las tabletas, los móviles, y también ordenadores e Internet. Los webcómics. Cómo esa parte del sector editorial se está desarrollando en España de forma incipiente. Ha tenido que venir gente de fuera, como Amazon con su Kindle, para que la gente se ponga aquí las pilas. Hay que investigar muy rápido porque siempre está el concepto de la renovación. Yo creo que es el futuro, el tema del soporte digital. Entiendo ese cariño por el libro, que yo mismo tengo, pero dentro de unos años manuales, revistas y periódicos van a desaparecer y todo será digital. Y ahí está el dilema de la cuestión, si los cómics van a adaptarse, si van a ser tradicionales, si van a ser también multimedia, si van a ser dinámicos, si de una viñeta puedes ir a otra historia que no te esperabas, si va a haber interacción, o si vas a pasar las páginas como en el cómic tradicional…”

“Yo soy tradicional, a pesar de que trabajo mucho con lo digital. Al final no hacen falta gafas de 3D, ni animación en el cómic. La imaginación es algo que tenemos los seres humanos y, que tenemos que explotar. A veces, nos dan los contenidos tan masticados, que sólo nos queda verlo y no lo vemos, no lo asimilamos ni lo valoramos”.

“Mis dibujos son, mayormente, humorísticos, aunque trato de captar una psicología de los personajes. Los personajes que creo son estereotipos de personas que me encuentro por la calle. Unos personajes que se comportan en la vida real de una manera que va en función del personaje que ellos mismos se han construido. Dentro de ellos son un personaje, y me gusta captar sus ‘tics’. Con esos personajes creas la historia. Personajes con los que mucha gente luego se identifica”.

“Trabajando con el malo de la película, por así decirlo, lo vas dibujando, y te vas metiendo dentro de su psicología y creando la historia, y al final descubres por qué piensa así. Si yo fuera esta persona también actuaría así. Al final, son estereotipos que se repiten en todos los sitios, y por eso las historias funcionan, porque te sientes identificado. Se podría decir que creo más las historias partiendo de los personajes”.

¿Qué personaje recuerdas? “En mi proyecto final de carrera usé a un profesor mío del conservatorio que no me gustaba nada, vago, pasota, que miraba el móvil en clase, que iba desaliñado, … Era un personaje. Y lo atrapé, me gustó y dije, me voy a vengar. Lo usé en esa historia de la Facultad y la gente me decía que era el personaje que les encantaba. Nunca supo que era él”.

¿Y la técnica? “Depende del proyecto. La historia de Valentina está hecha íntegra en digital. Últimamente las ilustraciones las estoy trabajando con la tableta gráfica, ahora las paletas de pinceles que traen las últimas versiones de Photoshop son geniales. Antes se quejaban de que los colores digitales quedaban muy planos, y ahora se está saltando esa barrera y el lápiz de tu tableta se convierte más en un pincel. Pero para un cómic grande, de más páginas, me lo tomo con tranquilidad, con cariño, entintando con rotuladores calibrados, … me gusta investigar sobre técnicas antiguas, conseguir tramas que se usaban en el mundo editorial hace 30 o 40 años, para colorear los personajes, que ya sólo la hacen en Japón, donde sigue esa cultura. Y lo voy introduciendo de vez en cuando. Es un proceso creativo que gusta”.

“Da un poco de pena el trabajo digital, que se te queda en la pantalla, a menos que lo imprimas con calidad… No es como un pintor que vas a su casa y te enseña sus cuadros. La carencia del medio digital, por parte del público se tiende a valorar menos, porque se pierde el proceso y como no existe de forma física…”

“Mis ilustraciones o dibujos han acabado en la revista el Batracio Amarillo, en algunos periódicos locales, en la Universidad participé en unos cómics participativos, unos relatos para Finlandia, que acabaron allí en una exposición. En esta exposición del Hospital Real del 500 aniversario…”

¿Cuál sería tu proyecto ideal? “Una novela gráfica es para lo que tengo muchas ideas en la cabeza. Tres o cuatro historias con las que me siento identificado y que podrían funcionar bien. La novela gráfica es como una historia única, una película de cine independiente en la que eres libre de crear lo que quieras. Y también siempre estoy trabajando con el humor. Quiero hacer un personaje, amante de las tecnologías, una especie de tira cómica para periódico o revista digital”.

“De pequeño leí muchos cómics de Bruguera. De Vázquez, de Ibáñez, de Escobar… Para la época estaban muy bien. Eran graciosos. Pero poco a poco me fui aburriendo y dejé de leer cómics. Al llegar a la Facultad me topé con unas páginas de Daniel Clowes, un dibujante independiente americano, de novela gráfica, y las tiras iban también sobre las Escuelas de Arte. Me llegó mucho y empecé a investigar sobre él y descubrí el cómic independiente americano, que es lo que más me ha gustado”.

“Hay también autores europeos que me gustan, que trabajan con novelas gráficas. Me gusta mucho ‘Polina’, una historia de una bailarina que tiene una especie de amor platónico con su profesor. Y de Daniel Clowes, ‘Ghost world’”.

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