¿Cómo escribe un oso? Según el papá del pequeño protagonista de esta historia hay que escribir con sensibilidad de oso, poesía de oso y delicadeza de oso. Sin embargo su hijo no está de acuerdo y aprovechará el silencio de la noche para retocar los cuentos de su padre… ¿Cómo reaccionarán oso y su hijo a las inesperadas consecuencias de este acto? Así nos presenta la editorial A buen paso esta historia, “que celebra la complicidad de un padre y un hijo, mientras que las imágenes que la ilustran rebosan del humor visual de Gustavo Roldán“. Con Gustavo hemos charlado sobre ‘Cuentos de osos‘, este libro con el que nos lo pasamos tan bien, y de su mano conocemos un poquito más sobre su proceso de creación.
¿Cómo nació esta historia? Gustavo Roldán: “Es una broma, una pequeña venganza contra cierta gente que se pasa la vida en “estado de espíritu y auto ayuda”, por decirlo de alguna manera. En especial un señor que vive en mi antiguo barrio, que es escritor y no para de darle la lata a su hijo dándole explicaciones sobre de qué va la vida al pobre crío. Me lo cruzaba en el supermercado y el tipo estaba dale que dale, venga explicarle cosas profundas a su hijo de cinco años, mientras iba cogiendo latas de tomates, fideos y esas cosas para llenar la olla. Otras muchas veces me pasó que coincidimos en el semáforo. Esperando a que cambie de color, escuché las más variadas dilaciones acerca de cómo la vida te va llevando por tortuosos caminos que estás obligado a transitar, lo que no habría estado del todo mal si aquel señor no fuese tan espeso en su manera de hablar, absolutamente monótono, monocromo y despiadadamente aburrido. La carita del crío lo atestiguaba. Debe estar grabada en alguna de esas cámaras que la policía pone por todos lados”.
“Otro caso es el de un padre con dos gemelos que se montaron en el mismo vagón del tren a Valencia que cogimos mi mujer y yo hace un par de años. El tipo se pasó todo el viaje hablándoles a los gemelitos sin parar, alto tremendamente embolante y tan pesado que, como el tipo estaba en el primer asiento del vagón, poco a poco todos los demás pasajeros, aprovechando que el vagón estaba bastante vacío, nos fuimos sentando en los asientos del fondo, lo más lejos posible. En fin, que las ideas para contar historias, en mi caso, siempre tienen algo que ver con cosas que me pasaron y por algo me llamaron la atención. Eso queda archivado en mi memoria y un buen día salen en forma de cuento, así puedo traerlas a mi territorio y darle la forma que me interesa -asegura Gustavo Roldán-“.
¿Por qué osos? “¿Por qué no? Tal vez hay demasiados libros con osos, supongo que por eso me haces esta pregunta, pero también los hay por millones con niños y adultos humanos. El caso es que no me gusta dibujar niños, prefiero dibujar animales, me encantan todos, hasta las cucarachas. Los osos eran una asignatura pendiente, algo que tenía ganas hace tiempo. Para este cuento que, al principio, escribí sin saber quienes serían los protagonistas, me cayó la ficha una tarde en que estaba garabateando en el cuaderno y aparecieron algunos osos. Ahí estaban los personajes del cuento”.
¿Cuántas veces te ha pasado lo que a papá oso con sus cartas a editores? “Unas cuantas, pero solo con las editoriales grandes, las multinacionales, que han perdido la cercanía con los autores y se escudan en cartas standard para rechazar propuestas. Eso no me pasa con editoriales pequeñas, con las que hay un trato cercano, conversable. Las prefiero absolutamente -afirma Gustavo Roldán-. Siempre que no les interesa una propuesta, te lo dicen y lo argumentan. Eso no me molesta en lo más mínimo”.
¿Qué querías transmitir con esta historia? “No es que quisiera transmitir nada en especial. Cuando una idea se me instala en la cabeza, tengo que escribirla, pero no es que quiera decir algo en particular. Como te dije antes, las ideas vienen de recuerdos y cosas que viví, muchas veces cosas que me gustaron o me molestaron se transforman en historias que quiero contar, pero no es muy racional que digamos. Normalmente cuando la historia está terminada, recién ahí, caigo en la cuenta que me estaba refiriendo a algo en particular. Nunca, jamás, me propongo escribir un cuento sobre un tema en especial. Cuando escribí “El río de los cocodrilos” no tenía claro que estuviese haciendo un libro “anti desahucios”, pero salió así porque uno viene cargado de tantas cosas que te repugnan que al final las terminas soltando o revientas. Con “Cuentos de osos” pasa otro tanto. No me propuse hacer algo crítico contra nadie, pero ese run-run estaba dando vueltas por ahí y me divertía mucho pensándolo, caminando por la calle. Después me divertí muchísimo escribiendo el cuento, y aún más dibujándolo. Creo (y espero) que si un autor se divierte mientras hace su trabajo, los lectores lo notan -dice Gustavo Roldán-“.
En cuanto a las ilustraciones, siguen la línea de otros trabajos anteriores, ¿qué dirías que tienen de característico las realizadas para este libro? ¿Hay algo nuevo? “Siguen la línea de otros libros en cuanto al despojo de escenarios, de escenografía, más bien. La escenografía no me sirve si no aporta algo necesario para que la historia se entienda bien. En este caso me remito a unas cuantas piedras que representan la cueva y algunas plantas. Con eso es suficiente. En cuanto a los personajes, tanto el oso padre, como el osito, podría decirte que son menos monigotes, un poquito más “realistas”, con un tratamiento plumoso en el pelo de los bichos, para que sus actitudes y gestos reflejaran la ternura que me importaba imprimirles”.
¿Qué importancia tiene el humor en un libro? Aunque seguramente a papá oso haya varias cosas que no le hagan tanta gracia… “Para mí, el humor es imprescindible. Tanto para la charla con amigos, como para los libros que escribo. Es mi manera de conducir las historias que quiero contar”.
¿Hay alguna intención en el sutil uso del color que haces en este libro? “No, no. No hay ninguna intención. Solo uso el color según me lo pide el instinto”.