“Los zapatos de Fred Astaire y otras historias increíbles” es un álbum que recoge historias contadas. Historias que pasan generación tras generación y que se convierten en entrañables recuerdos de quienes nos las contaron. Historias que se mueven entre la realidad y la ficción y que, ilustradas desde la ingenuidad de los recuerdos de un niño, nos transmiten la importancia de la tradición oral en la educación de la infancia.
Apila Ediciones nos trae estas historias de la mano de Edu Flores, autor del texto y de las ilustraciones. Con él hemos hablado sobre este proyecto, cómo surgió, cómo evolucionó y, en definitiva, cómo es un poco por dentro.
“A finales de 2011 escribí un texto sobre los recuerdos que tenía de la casa de mis abuelos -nos cuenta Edu-. Realicé unas cinco ilustraciones hasta que me di cuenta de que el libro que estaba construyendo ya existía. Ediciones Ekaré acababa de publicar “En casa de mis abuelos” de Arianna Squilloni y Alba Marina Rivera. Así que decidí empezar de nuevo. La relación entre los niños y sus abuelos se ha tratado frecuentemente en literatura infantil. Es recurrente para tratar la enfermedad o la superación de la pérdida de un ser querido (para la mayoría de los niños la muerte de los abuelos es el primer impacto emocional serio que experimentan). Pero otras veces sirve para valorar la estrecha relación afectiva que se da entre nietos y abuelos. En este proyecto la historia se reescribió para enfatizar esa relación, pero desde un punto de vista concreto: el del valor de la tradición oral. El álbum estaba listo en noviembre y fue publicado a primeros de marzo”.
¿Qué nos cuentas en este libro? “La relación que tuve con mi abuelo Antonio a través de las historias que él me contaba. Algunas de ellas tienen un carácter público ya que son las mismas que les han contado a muchos niños: el Hombre del saco, el Narizotas, el Bú, la historia de la nieve asada, etc. Sin embargo otras son del universo particular de mi abuelo, como La Señora de Estropajosa o el delirante Juramento de la Servilleta. He querido asociar a cada historia algún elemento del cine o la televisión de mi infancia y adolescencia para poder evocar los recuerdos de aquellos que, como yo, conocieron la tele en blanco y negro, y de dos canales”.
¿Por qué ese título? “El título de este álbum es muy importante. Durante el desarrollo del álbum el texto y la imagen juegan con la ambigüedad de la verdad y la mentira. Qué es cierto y qué es inventado o, mejor dicho, qué te crees y qué pones en duda desde la perspectiva de un niño. Mi abuelo salió de su casa en el año 36 y regresó en el 43. Sabemos que cuando acabó la Guerra Civil estuvo en campos de concentración en Francia, pero del resto apenas decía nada. Era como si en su vida hubiese un paréntesis de misterio. Mi abuela me contó que Fred Astaire había donado un montón de zapatos a los republicanos refugiados en Francia y que, por eso, el abuelo siempre había sentido una especial simpatía por él. La verdad es que me he intentado informar al respecto y no he encontrado ningún dato que ratifique esta donación. Pero da lo mismo. Yo me creo lo que mi abuela me contó, faltaría más (volvemos al valor de la tradición oral). Entonces pensé: ¿Y si a mi abuelo le hubieran “caído” uno de esos pares de zapatos? Es más: ¿Y si hubiese conocido personalmente a Fred Astaire?, siete años dan para mucho”.
“Es una historia increíble que tiene ciertos aspectos reales que la hacen muy atractiva literariamente. Es la historia clave del álbum, con la que se abre y cierra el mismo. Donde lo increíble y lo real se funden para dar sentido a todo”.
¿Cómo definirías las ilustraciones para este libro? “Quizás no sea yo la persona más indicada para hacer una definición. Lo que sí puedo explicar es cuál es mi intención. Son ilustraciones que intentan contar más cosas que las que dice el texto. Creo que es necesario que las imágenes sostengan varias lecturas. Que permitan descubrir elementos que ayuden a asimilar mejor el texto: una verja de parque que sugiera la cárcel o el exilio, una tapia de cementerio mellada por disparos, una expresión ufana que transmita un sentimiento de orgullo aun en la derrota. También intento mantener cierto equilibrio cromático en las ilustraciones y facilitar en cada composición el sentido narrativo del álbum”.
“Técnicamente son ilustraciones mixtas, con fondos pintados con acrílicos y acuarelas sobre los que se integran figuras recortadas, pegadas y pintadas con acuarela y lápices de color. Hay una búsqueda premeditada de que prevalezca un original. No reniego de las aplicaciones informáticas, de hecho las utilizo para diseñar los personajes, para integrar texturas y para corregir errores, pero quiero que la ilustración se sustente en un soporte físico, en un terreno en el que se pueda sentir el valor y el riesgo de cada trazo, de cada decisión. Es un método de trabajo con el que me siento muy cómodo y que ya utilicé en mi álbum anterior ‘El pájaro de las dos jaulas’”.
¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro? “Bastante fluido salvo para la cubierta (que fue un auténtico dolor hasta que nos decidimos). En primer lugar distribuí el texto en trece dobles páginas y dos guardas. A partir de la guarda que abre el álbum fueron articulándose las ilustraciones una detrás de otra. Es cierto que, una vez acabadas, tuve que rehacer por completo cinco de estas dobles páginas hasta que encontré el equilibrio que buscaba. Lo que dio más trabajo fue todo el proceso de edición del libro. Sobre todo la digitalización de los originales y su puesta a punto para la imprenta. Y es que, en este álbum Apila Ediciones optó por un papel offset de bastante gramaje para dotarle de un aroma antiguo que le venía muy bien a la historia. Esto supuso un trabajo extra muy cuidado en la imprenta ya que el papel absorbe mucha más tinta y es necesario ralentizar el ritmo de impresión para asegurar que no haya ningún barrido de la misma. Tanto la editorial como yo estamos muy contentos del resultado final del álbum”.
¿En qué estás trabajando ahora mismo? “Estoy trabajando en un álbum sobre un texto clásico adaptado. Ando más o menos en la mitad del mismo aunque me faltan muchas dudas que descubrir y que resolver, me temo”.