Los niños y las niñas necesitan tiempo para aprehender el mundo que habitan. La abuela de Martina siempre escribe sus poemas por la noche. Dice que por el día no tiene tiempo. Pero el tiempo es Martina escribiendo su nombre. Ni muy rápido, ni muy lento. Solo el tiempo de Martina. Hay muchos tiempos diferentes. Todos tenemos uno. Ni muy rápidos, ni muy lentos.Los adultos viven apurados, y se olvidan de respetar esos tiempos de aprendizaje tan fundamental. Así nos presenta la editorial Pípala este álbum ilustrado, ‘El tiempo tiene nombre’, un trabajo de Laura Romero, con la que hemos charlado un poquito más sobre este libro.

Laura Romero

¿Cómo nace este proyecto? Laura Romero: “Pues este proyecto nace de observar a los niños y niñas. De cuando empecé como maestra en un aula y convivía con ellos tal y como ellos viven el mundo. Realmente no surgió así de primeras, sino que el día a día hizo que yo viera el tiempo de otra manera. Y me vi valorando ese tiempo como un tesoro… y en consecuencia respetarlo muchísimo. Pienso que ese fue el momento en el que, al integrarse tan natural en mí, se convirtió en algo que necesitaba contar. Contar que el tiempo, vivido por ellos, era muy diferente a como lo vive un adulto. Y que para permitir que el niño o la niña crezca plenamente, es necesario respetar su tiempo… a la velocidad que sea necesario”.

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Encontrarán una reflexión. Una serie de escenas cotidianas en las que se irán contraponiendo cómo las viven los adultos y cómo las viven los más pequeños. Encontrarán imágenes que llaman a replantearse el valor del tiempo, cómo lo vivimos, qué relación tenemos con él, cual es nuestro lenguaje de adultos frente al de los niños y niñas. Verán la sencillez y el presente de un niño cuando hace algo, la presencia y voluntad que emplean en cada acto cotidiano. Y sobretodo encontrarán muchos tiempos… tantos como personas existen”.

¿Qué nos cuentas en este libro? “Cuento que hay muchos tiempos diferentes, y todos tenemos uno. Ni muy rápido, ni muy lento… sencillamente el nuestro. Y eso está bien. Cuento, aunque textualmente, que sería muy bello el pararnos a observar cómo viven los niños y niñas cualquier momento de su día a día -continúa Laura Romero-. Lo esencial e importante que es el que nos paremos, y permanezcamos presentes dedicándoles a los más pequeños el tiempo que necesiten y requieran para hacer algo. Sin poner adjetivos a ese tiempo, a ese momento. Sólo esperar, vivirlo… disfrutarlo. Porque mi tiempo no es el tuyo… y el tuyo no es el mío”.

¿A qué no te suele dar tiempo? ¿Cómo es el tiempo de Laura? Imagino que ni muy rápido ni muy lento… “Jajajaja, ¡exacto! Mi tiempo no es ni muy lento ni muy rápido…sólo es el mío. ¡Y me encanta! Recuerdo que de pequeña había personas que consideraban que mi ritmo era lento… y según se mire, a día de hoy creo que mucha gente podría decir lo mismo todavía de mi… Pero es que eso siempre es relativo y nace de comparar con otros ritmos… Pero bueno, si tuviera que definir de alguna manera mi tiempo, más que llamarlo según la velocidad, creo que lo definiría según a lo que tiendo a dedicarlo. Así que mi tiempo puede que sea “buscador” y muy “reflexivo”. Tiempo que dedico a buscar, a expresar… y a reflexionar, preguntarme. También a observar. Y aunque tengo muy buenas intenciones, no consigo que me de tiempo a leer un ratito antes de dormir”. 

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? “Bueno, son ilustraciones sencillas. Que buscan expresar un concepto abstracto y profundo con imágenes con pocos elementos. Creo que, sobretodo en las ilustraciones donde salen las escenas de los niños y niñas, se caracteriza el que sucede mucho con poco”, afirma Laura Romero.

¿Qué hay de diferente respecto a otros trabajos? “Por una parte, la técnica, por otra parte, la historia, y por otra parte el público al que va dirigido, que además del infantil, también lo acoge el adulto. Siempre había planteado historias con inicio, nudo y desenlace. En cambio, en este libro, aunque existe una mini historia que el lector puede ir siguiendo a través de las páginas, realmente es un libro que en su mayoría nos muestra escenas que van calando para reflexionar”.

¿Con qué técnicas trabajaste? “Es una mezcla de estampación de “sellos” y gouache. Los decorados y otros elementos, están hechos a base de formas recortadas que han sido utilizadas para estampar con tintas de colores. Después, encima, están los personajes y objetos hechos con gouache”.

Háblanos un poco del proceso de elaboración de este libro. “La idea surgió de una manera muy fuerte. Como muy arrolladora -confiesa Laura Romero-. Será porque llevaba tiempo gestándola, y cuando surgió, fue muy impulsiva. Al principio nació como una sucesión de imágenes. Sólo las que contaban las escenas de los niños y niñas. Y así pasó un tiempo en la recámara. Esperando… porque sentía que le faltaba algo, que todavía no estaba listo para enseñarlo. Necesitaba más tiempo. Qué paradójico”.

“Recuerdo un día comiendo en un restaurante con Irene. Le conté el avance del proyecto, y las dudas que tenía porque sabía que algo había en la historia que no había encontrado todavía. Siempre es muy enriquecedor y bonito compartírselo. Fue un momento clave en la historia de este libro. Y entonces fue ahí donde surgió la idea de incorporar las escenas de los adultos, así como la mini historia de Zoe, para que cogiera un ritmo diferente y que el lector pudiera vivir ese contraste que en definitiva, era más fiel a lo que yo quería mostrar”.

“Esto fue necesario para que el libro no fuera sólo como un álbum de fotos, sino que pudiera mostrar de una manera más potente y dinámica la idea -asegura Laura Romero-. Lo que sí tenía muy claro desde el principio es que las escenas de los niños y niñas tendrían que ser muy sencillas visualmente. Sin distracciones que las recargaran. Esto me parecía lo más coherente… un niño cuando está haciendo algo muy concentrado, no existe nada más alrededor, todo su ser, energía e intención, están en ese momento por y para lo que está haciendo. Sin nada que exista alrededor. En cambio los adultos, tendemos a realizar muchas cosas a la vez, sin estar plenamente en cada una de ellas por separado. Por eso estas ilustraciones debían ser caóticas, llenas de cosas, cosas que al final distraen y no deja observar de primeras lo que realmente están haciendo. El proceso de edición con Clara y el equipo de Pípala… una maravilla. Tratan cada proyecto con tanto cariño y cuidado, que emociona. Este libro siempre sentí que tenía que editarlo con ellos. Es un libro que necesita su tiempo, sin prisas… respetando cada página como si fuera única”.

¿Qué dirías que has aprendido con este proyecto? “Pues quizás de primeras piense que cuando hice este libro, ya tenía muy integrado el tema del que hablo en él. Pero lo cierto es que, en el proceso de realización lo afiancé más, y actualmente hace que sea un anclaje en el que reflexionar -nos cuenta Laura Romero-. Además, supuso un reto para mi el que, por primera vez, intentaba llegar al adulto de igual manera. Y a día de hoy, veo que muchas personas adultas se les encoje algo dentro de las cuando lo leen”.

¿En qué estás trabajando ahora? “Ahora mismo estoy sumergida en un nuevo proyecto personal. Con el texto y el planteamiento de story terminados, estoy con las ilustraciones finales, dándole la forma definitiva. Esta vez me adentro en el humor y en el quiebro de guión. Estoy disfrutando muchísimo haciéndolo”.