Dibujando un cuento
Natalia Salvador: «Tengo una especie de lucha entre lo digital y la acuarela, pero me gustan mucho las acuarelas»
No nos conocemos. Hemos quedado junto a la Facultad de Arquitectura Técnica, en los conocidos “paseillos” universitarios. Estoy llegando y le mando un mensaje de texto diciéndole que llevo una camiseta de Lego que va de “LEGOlas”, el del Señor de los Anillos. Pero llego antes de que lo lea. Está en la puerta, leyendo un libro. Es ella, no hay duda. Me acerco (nada que ver con “Españoles por el mundo”, cuando se acercan a la persona y le preguntan si es a quién buscan cuando ya tiene el micro de solapa bien colocado) y le pregunto, ¿eres Natalia? Y acierto.
Natalia Salvador es de Granada. Buscamos un banco a la sombra para poder charlar, por allí hay varios. No recuerda cuándo empezó a dibujar. “Sé que tengo algún libro de mi madre garabateado, y hay dibujos de pequeña en casa”.
Sobre la técnica con la que se encuentra más cómoda. Nos habla de los lápices, pero sobre todo, de la acuarela. “Cuando no hago digital, con las acuarelas. Tengo una especie de lucha entre lo digital y la acuarela. Ahora tira mucho lo digital, pero me gustan mucho las acuarelas”.
¿Cómo ese cambio de dibujar manga a realizar otro tipo de ilustración? “Cuando era pequeña me daba vergüenza comprar cómics, porque lo veía como una cosa más de chicos. Entonces me tiré hacia el manga porque era donde había más chicas, y también me parecía mucho más fácil el tipo de dibujo. Poco a poco cuando me fui metiendo más en el mundo de la ilustración me fui acercando más a lo que me gusta y hago ahora”.
¿Crisis? “En España la situación está muy chunga. Básicamente las editoriales raramente responden y, cuando lo hacen, no están buscando a alguien con tu perfil. En cuanto un ilustrador tiene éxito, lo fichan. Y cuando buscan a gente…, ya no sé si es que la gente paga por trabajar…“(risas).
¿La imagen o la palabra? “Es difícil. Depende de cada caso. Si la ilustración es buena… Mitad y mitad. La ilustración te puede decir cosas que con el texto no entiendes, o algo que el ilustrador puede aportar, pero en la mayoría de los casos la ilustración parte de las palabras”.
“Me gustan muchos ilustradores. Alan Lee, sobre el que hice la tesina. Pero es menos accesible que otra gente. Suelo seguir a Stephanie Law, que tiene un estilo muy mágico y trabaja con acuarelas. Lo que yo hago ahora. También me gusta mucho Gerald Brom, que ahora ilustra sus propios textos. Quizá sea éste el camino”.