Los quince poemas de “Los días liebre” nos remiten al pulso de la vida cotidiana, a veces tan intenso y fugaz, con la añoranza de una cadencia más pausada y serena. Los recuerdos, la fantasía y una cierta cercanía con el modo de razonar propio de la infancia conforman el universo simbólico de este diario que no sigue tanto el paso del tiempo como el acopio de emociones y experiencias. Con estas palabras nos presenta la editorial Kalandraka este trabajo de Clara López ilustrado por Marcos Viso. Con Marcos hemos charlado sobre sus ilustraciones para este libro.
¿Cómo surgió este proyecto? Marcos Viso: “El original escrito por Clara fue finalista del premio Orihuela, por lo que Kalandraka tenía en su plan editorial la publicación. Yo llevaba un tiempo hablando con Silvia, la editora, presentándole mis proyectos e ideas para colaborar con ellos hasta que un día me llamó y me envió el texto. Me encantó desde un primer momento y acepté el encargo. El texto estuvo sobre mi mesa cerca de un año y medio hasta que entró en el Plan Editorial de Kalandraka. Empecé a trabajar en el texto de inmediato, pero con tanto tiempo de espera y con la evolución de mi trabajo en otros encargos editoriales decidí posponerlo hasta recibir la orden de encargo definitiva”.
¿Era la primera vez que ilustrabas poesía? “Si, al menos la primera vez que una editorial me encargaba ilustrar poesía. Tenía muchas ganas de desarrollar un proyecto así y últimamente me había embarcado en varios proyectos personales en los que la característica principal era jugar con un texto poético y unas ilustraciones un tanto oníricas. Pero si la poesía siempre lo ha tenido difícil aún más acompañada de ese tipo de ilustración. Por eso la colección Orihuela de Kalandraka me parece de una tremenda valentía merecedora de un gran aplauso -afirma Marcos Viso-“.
¿Qué supone ilustrar un poema? “Tiene una cosa en especial y es que la poesía tiene un ritmo más definido, más rotundo. Que marca de alguna manera el tempo y la atmósfera. Convirtiéndose en un elemento gráfico más, igual que la línea o el color. De todas maneras supone ilustrar un texto. Salvo la musicalidad de la que hablaba antes, no veo mucha diferencia a ilustrar otro trabajo. Me supone el mismo trabajo de investigación, de empatía o de introspección que cualquier otro texto. En mi caso, el enfoque, la técnica y otras decisiones las tomo siempre después de la lectura, de muchas lecturas…”
¿Qué te parecieron los textos de Clara cuando llegaron a tus manos? “Me sorprendieron, me encantaron, me parecieron dinámicos, muy dinámicos, muy ágiles pero que contenían en ellos una tremenda amabilidad. Serenidad. Un enorme contraste -señala Marcos Viso-“.
¿Cuál es tu favorito del libro y por qué? “Si tengo que decidirme por uno diría ‘A las restas’. Porque me he tenido que pelear muchísimo con él. No podría decir cuantas veces lo leí, y en cada lectura descubría una Clara López distinta”.
¿Qué nos cuentas de las ilustraciones? ¿Qué dirías que tienen de característico? “Me gusta pensar que complementan muy bien la serenidad que emana del texto rompiendo un poco el ritmo para reforzar una lectura más pausada -nos cuenta Marcos Viso-. Pensé que para ello tendría que romper con la verticalidad del libro buscando una horizontalidad que acompañase a la lectura unificándola todavía más. El empleo del color y la división vertical en tres planos simbólicos; las constelaciones, la niña, y finalmente el río”.
¿Cómo fue el proceso de elaboración de las mismas? “Como contaba al principio el texto estuvo casi un año y medio encima de la mesa de trabajo hasta obtener la orden de encargo. Así que técnicamente se fue abriendo un amplio abanico de opciones porque disfruto buscando y probando cosas. Cuando recibí el texto me encantaba el resultado de mezclar el grafito de un portaminas con el color plano aplicado digitalmente y desarrollé un par de ilustraciones. En una primera lectura el enfoque estaba claro: se trataba de personificar los días, como una especie de catálogo. Me centraba en la personificación de las emociones del texto. Guiado bastante por el poderoso primer poema. Varias lecturas después el ritmo me hizo entender que el color debía ganar al lápiz, así que me quedé únicamente con el trabajo en digital. Eso también me posibilitaba realizar bocetos y composiciones de manera más rápida. Aunque seguía con la idea del catálogo ya incluía de alguna manera los tres planos verticales. Pero en una tercera fase -prosigue Marcos Viso-, me di cuenta que aquel catálogo de días no servía más que para habitar la papelera. Estaba compitiendo con el texto por conseguir la metáfora más ingeniosa, había caído en la redundancia. Me alejé de aquel planteamiento y fue cuando el plano inferior adquirió todo el valor. Así los tres planos componen un lugar, onírico donde la protagonista puede pararse a reflexionar o a reconocerse, más allá del ritmo de su vida “social”.
Cuéntanos con qué técnicas las trabajaste. “La obra final está realizada en digital, texturas digitalizadas y colores planos”.
¿En qué andas metido ahora? “En organizar una expo, charlas y algún encuentro de las que pronto habrá noticias. Y en desarrollar un par de proyectos propios que fueron naciendo durante este verano. Y no sé…seguir en esto”.