“Amarillo” es el título de la nueva historia de Blacksad, en la que está trabajando el dibujante granadino Juanjo Guarnido. Así nos lo cuenta en la entrevista telefónica que hemos mantenido con él, desde su residencia en París.
“Siempre habrá un próximo Blacksad -nos cuenta Juanjo-. Es una serie que funciona. Tener una serie así, que se acople al mercado, es el sueño de todo autor de tebeos. Se trata de una ‘road movie’, una aventura que tiene lugar en la carretera. Sucede en diferentes lugares, y Blacksad se irá desplazando de uno a otro en diferentes medios de transporte”.
“Amarillo” llegará tras las cuatro entregas de Blacksad que se han publicado en España por Norma Editorial, “Un lugar entre las sombras”, “Artic Nation”, “Alma Roja” y “El infierno, el silencio”. Sobre este personaje también se editaron dos volúmenes sobre “La historia de las acuarelas” (una recopilación de las acuarelas de Juanjo Guarnido sobre Blacksad), y un “Cómo se hizo…”.
“Empezó cuando Juan Díaz Canales y yo nos conocimos, en 1990, cuando trabajábamos en dibujos animados, en un estudio que se llamaba ‘Lápiz azul’, en Madrid. Surgió una gran amistad desde el principio, y descubrimos que teníamos en común este amor por los tebeos. Además del trabajo y la pasión por el dibujo, estaba esa pasión por los tebeos, que hizo que congeniáramos. Yo me di cuenta de que tenía un potencial como escritor y guionista muy importante, además del de dibujante. Por entonces ya empezamos a hablar de hacer, alguna vez, algo juntos. La idea no era ambiciosa, más bien hacer una historia corta por divertirnos, sin la idea de publicarlo”.
“Un tiempo más tarde, cuando me vine a Francia para trabajar para Disney, y Juan empezó con su propio estudio de animación en Madrid, volvieron esas ganas, esa intención de hacer algo juntos, y empezó a concretarse. Aquello se amplió y cogió unas dimensiones un poquito desmesuradas, porque ya era un proyecto de hacer un álbum, lo cual era algo arriesgado, un poco utópico, sabiendo que teníamos un trabajo fijo cada uno, que nos ocupaba bastante. Yo trabajaba para Disney, pero, al mismo tiempo, Juan, que es una persona muy persuasiva, me dijo que yo también tenía tiempo libre, que estaba en París, en Francia, en el centro del mercado del tebeo francés, el más importante a nivel de Europa e incluso del mundo. ¿Por qué no? Así, poco a poco, fue convenciéndome de que era un proyecto viable”.
“No sabía muy bien cuál sería el tema. Habíamos tenido ideas para hacer historias cortas, pero no ideas para un álbum. Él me sugirió varias, pero no me gustaron, y, en un momento dado, me atreví a decirle: ‘oye, mira, me gustaría retomar el personaje de Blacksad’, porque él había creado ese personaje y había hecho historias cortas, que no se llegaron a publicar. Él aceptó, y poco a poco fue viendo las posibilidades. Estaba claro que para mí representaba el trabajo ideal, me encantaba la idea de poder retomar ese personaje y dibujarlo a mi manera”.
“Ya por entonces, en esas historias cortas, era una historia policíaca con personajes con cabezas de animales. La idea de base de Juan era mezclar el género negro y la fábula”.
¿Cual fue el toque que le dio Juanjo Guarnido entonces a ese personaje? “Fue mi dibujo en particular. Dos cosas, una mi estilo propio de dibujo, bueno, la palabra estilo puede ser pretenciosa, estilo en cuanto se asocia a la originalidad, a la personalidad propia. Yo no he inventado nada, pero bueno, mi manera de dibujar, que es un cóctel de mis influencias principales, y luego pasado por mi manera de ser. Eso está ahí y está en Blacksad, la atención que yo le pongo a la expresividad de los personajes, de los gestos, no sólo las expresiones faciales, también el lenguaje del cuerpo. Eso forma parte de lo que yo he podido aportar a Blacksad. Y por otro lado mi idea de base, que era tratarlo de manera muy realista, porque las pequeñas historias de Juan tenían un estilo de dibujo distinto, menos realista. Yo me apliqué más, tanto en el realismo en general, como en el reconocimiento de las especies animales que se tratan, el tratamiento del color y de la luz,…”
¿Y qué hay de la relación entre dibujante y guionista? “Cada caso es diferente. Cada ejemplo es distinto, y cada equipo funciona de una manera. Juan y yo es que éramos amigos antes de socios de trabajo. Y siempre nos hemos llevado muy bien, y hay una amistad que está en el fondo de todo. Es frecuente, por suerte, que haya una amistad que refuerza la colaboración entre guionista y dibujante, pero entre nosotros es algo excepcional, una colaboración y una complicidad que va muy lejos”.
¿Cómo es el proceso que sigue desde la página en blanco, hasta que ésta está terminada? “Es muy complejo. (Risas). Es un proceso largo. Primero hago un pequeño story board, una distribución de viñetas, porque el guión que Juan me da no contempla la distribución de las viñetas ni de las páginas. En realidad es un guión de dibujo animado, que yo adapto a tebeo, porque me gusta hacerlo así, entre otras cosas. Disfruto tanto del trabajo de puesta en escena del tebeo… Esa organización de la narrativa es lo que da el lenguaje narrativo del tebeo, y para mí es tan interesante como el dibujo, si no más”.
“Este story board es muy somero, son cabecillas de alfiler, garabatillos minúsculos que sólo entiendo yo, pero que me sirve para hacer después una primera versión de las páginas a lápiz, que hago en formato pequeño, en A-4. Una vez tengo eso, amplío esa versión a lápiz al doble, a tamaño A-3, y lo transfiero sobre papel de acuarela que he preparado a la manera tradicional. Primero lo transfiero con un sistema un poco engorroso y laborioso, con una especie de papel de calco, como el papel carbón de antes, pero que es de color azul, y la materia es una especie de tiza. El dibujo transferido es un poco grosero, hay que refinarlo un poquito a lápiz, ciertas partes, pero bueno, es una base de trabajo buena, y sobre esa versión hago el entintado, y luego el color con acuarela”.
¿Ordenador? “Ordenador, ninguno. En Blacksad, cero. En las páginas no verás nada hecho con ordenador, sólo el texto. Es una tipografía informática, pero que está basada en mi propia escritura. En cambio, en las páginas definitivas no hay nada de ordenador”.
¿Cuáles son las diferencias entre dibujar para cómic y dibujar para animación? “Son dos medios completamente distintos. El dibujo es el dibujo, pero la utilización que se hace de él es muy distinta. Sería imposible resumir aquí cuáles son las diferencias, las cualidades que se requieren de un dibujante para una cosa u otra… Hay un ejemplo muy elocuente. El hecho de que muchas personas me comentan, sobre todo en Blacksad, que encuentran mi dibujo muy dinámico y dicen: ‘claro, eso es porque es usted animador. Las poses de sus viñetas son poses de animación’. Yo les digo, pues no, todo lo contrario. El enfoque del dinamismo en cómic y en animación es el opuesto. Un dibujo de animación no serviría para una viñeta de cómic, y una viñeta de cómic no sería nunca un dibujo de animación”.
“Para animación, vas a necesitar un cierto número de dibujos que te van a desarrollar el movimiento, y ese movimiento está desglosado en sus mínimos detalles, contando con todos los desfases de tiempo de los diferentes elementos que intervienen en el movimiento. Un dibujo de animación representa un instante muy preciso del movimiento, y en general no son dibujos visualmente bonitos, en cambio, en el tebeo, hay que resumir todo eso, 10, 20 o 30 dibujos, en un solo dibujo. Ese dibujo será una síntesis de algunos de esos dibujos. Muy raramente un dibujo de animación serviría para resumir el plano entero. De un personaje de animación, hay siempre una o varias poses principales que se quedan en la retina del espectador, la sensación que tiene el espectador de ese personaje. Ese dibujo que el espectador retiene, normalmente no existe, en realidad es una síntesis de los diferentes dibujos. La imagen atractiva, la que marca, es justamente una ilusión de movimiento”.
¿Con qué personaje te quedarías de los que has diseñado para animación? “De lo que he hecho, lo que más me ha gustado,… hombre, estoy muy contento de todos los personajes en los que trabajé. De Disney, el que más me gustó trabajar, el último, que no es conocido, Lorenzo el gato. Era un cortometraje experimental, que se animó en el estudio de París. Había una especie de gato obeso, que se levantaba en un hechizo, y la cola cobraba vida y se ponía a bailar un tango con el gato”.
¿La industria española del cómic va un poco a remolque de otras? ¿Cómo ves este asunto? “No es culpa de la industria, ni de los editores españoles. La industria responde al mercado, y el mercado del tebeo en España es el que es. Es mínimo, está muy poco apoyado por las instituciones, los editores hacen lo que pueden. Pero con un público que no representa ni una décima parte del público y del mercado francés, qué quieres que hagan. No se le puede pedir peras al olmo. Los editores españoles en general lo hacen muy bien, pero es muy difícil que tomen iniciativas propias. Publican en general el material que se publica en Francia, que en parte es español”.
“El caso nuestro, de Juan Díaz y mío, trabajamos directamente para el mercado francés, es lo que nos interesa. Hay ciertos editores que se atreven y tienen la iniciativa de bregar contra el temporal y editar tebeos españoles, lo cual es fantástico. Es difícil que sea rentable. Cuando lo hacen, yo creo que es porque el tebeo está hecho y pensado para el mercado español. Aunque la situación editorial en España no sea comparable a la del mercado francófono, a quien no se le puede reprochar es a los editores. El patio no está para más. Últimamente encuentro que hay una cantidad enorme de material europeo que se publica en España, como cinco veces más que hace unos años, y representa una gran labor por parte de los editores”.
¿Qué cómic no puede faltar en la estantería de un amante de este género? “Es imposible resumir a uno, imposible resumir a varios. Lo que me gusta del tebeo es la variedad, y que me puede emocionar tanto y puedo considerar tan imprescindibles, y no estoy haciendo una lista resumen, “La Gloria de Hera”, de Le Tendre y Rossi, como “Maus” de Spiegelman, un “Spirit” de Will Eisner, un “Asterix” o un “Tintín”, un “Paracuellos” de Carlos Giménez, es tan rica la variedad en la creación de los tebeos, es una riqueza fantástica. Sería muy difícil limitar, he citado varias obras pero, claro, estoy dejando atrás en el tintero “Érase una vez en Francia”, “La hija del profesor” de Guibert y Sfar, “El cuaderno azul” de Juillard, … cada obra explora un registro diferente, de la narrativa, del dibujo, de la idea del tebeo, de los géneros, …”.