En las siguientes líneas nos acercamos al trabajo de ilustracion de Jacobo Muñiz en ‘El hombre que sabía volar‘, un libro de la colección Ala Delta de Edelvives. Así nos lo presenta la editorial: ¿a quién no le gustaría volar? Pues Sansón Lamparte, el protagonista de esta historia, sabe hacerlo a las mil maravillas. Algo bastante normal, diréis, si naces en un circo, tu madre es trapecista y tu padre es uno de esos temerarios artistas a los que llaman hombre bala. Pero quizá no sea tan normal: actuaciones, giras, viajes internacionales… ¡Volar! ¿Será de verdad tan estupendo como parece? Y esto es lo que nos cuenta sobre este trabajo el ilustrador Jacobo Muñiz.
¿Cómo ha sido trabajar la ilustracion en esta historia? “Resultó realmente divertido. Siempre es un placer ilustrar historias que den alas a la inventiva y trabajar con editores que la faciliten. Por eso, agradezco la libertad que se me dio para explorar en la búsqueda del estilo que consideraba adecuado para el texto”.
¿Qué es lo que a ti más te llamó la atención de la misma? “Se trataba de ilustrar la vida de Sansón Lamparte, un personaje curioso dotado de una habilidad especial que a él de poco le vale y de la que muchos se quieren aprovechar. El resultado es que acaba convertido en un espectador de su propia vida, sujeta a los vaivenes de lo que los demás quieren obtener de él. De ahí, la manera de representar a Sansón en las ilustraciones”.
¿Qué diferencia hay entre trabajar un álbum ilustrado y trabajar una historia como esta, con más texto? “En el álbum, texto e ilustracion comparten protagonismo. Uno y otra se necesitan mutuamente e interaccionan entre sí mediante un diálogo entrelazado. En los textos de narrativa esa dependencia no existe. De hecho, la ilustración no es imprescindible. El texto de por sí proporciona la información necesaria y suficiente para que el lector disfrute de la historia y personalice su lectura. La ilustracion aporta un sesgo del lado de la lectura que de la historia hace el ilustrador. Es un primer subrayado o, quizá, se da una situación parecida a la de una canción interpretada por su autor y luego versionada por otros. El texto sin ilustraciones es la canción original. El texto con ilustraciones es una nueva versión”.
¿Cómo es la búsqueda en este caso de ese trabajo de ilustracion? ¿Y la elección de su ubicación dentro del libro? “Como decía hace un momento, la versión del ilustrador implica el subrayado o destacado de aquellas facetas del libro que más le llaman la atención. En mi caso procuro no contar mucho en las ilustraciones para no destripar la trama, simplemente añadir un sabor de boca o un toque de expectación. La vista también nos habla y la estética escogida para un libro modifica la voz del texto. Por eso trato de buscar para cada trabajo el estilo que se adapta a mi visión del relato. Trato de reflejarla en el color o en el trazo, que serán distintos según lo sea para mí la historia. En los libros de narrativa me divierto especialmente con el diseño, con el lugar que ocupan las ilustraciones en las páginas, rompiendo la rigidez rectangular de la caja de texto, jugando con la continuidad de las ilustraciones entre páginas diferentes, añadiendo detalles o juegos visuales que justifiquen el gasto extra de tinta”.
¿Con qué técnica o técnicas trabajaste estas ilustraciones? “Siempre trabajo en digital y son ilustraciones en B/N por exigencias de la colección. Pero, en este caso, me alegro mucho de esta limitación porque creo que aportó la voz idónea a las ilustraciones”.
Cuando uno se acerca a una época diferente, anterior, ¿cómo es el proceso de investigación o documentación a la hora de trabajar la ilustracion? Personalmente, cada vez soy más quisiquilloso con estos detalles, en la medida en la que los ajustados plazos de trabajo lo permiten. Procuro investigar bien para no cometer anacronismos. En el caso de este libro no fue complicado, pero hace unos meses casi me volví loco documentándome para un libro sobre la Mezquita de Córdoba, porque me empeñé en buscar información sobre los vestuarios para no caer en el tópico. Encontré muy pocas imágenes y descripciones por lo que me daba la sensación de estar mintiendo cuando dibujaba algún personaje sin estar seguro de si su indumentaria era o no la correcta. Es una tarea complicada pero muy enriquecedora”.