Catalina González Vilar y Virginia Herrera dan forma a “Bobú”: “Es la historia de un encuentro, pero qué es lo que se encuentra y qué significado tiene es algo que está rodeado de misterio”

Catalina González Vilar y Virginia Herrera dan forma a “Bobú”: “Es la historia de un encuentro, pero qué es lo que se encuentra y qué significado tiene es algo que está rodeado de misterio”

Catalina González Vilar y Virginia Herrera le dan forma a “Bobú”, una historia que edita Pehuén en Chile. Con ellas hemos hablado sobre este proyecto, y lo que hay recogido en las siguientes líneas es lo que nos han contado sobre este precioso libro, que nosotros conocimos en IlustraTour 2013, el pasado verano en Valladolid. Lo recibimos de manos de Catalina, a la que tuvimos la suerte y el placer de conocer.

Catalina González Vilar: “Bobú nació en origen como un proyecto en colaboración con mi hermano, Antonio Ladrillo. El resultado fue un pequeño desplegable, en forma de acordeón, que se incluía dentro de Plástico, una revista de arte y experimentación editorial. Años después, durante mi visita a la Feria de Guadalajara para recoger el premio Invenciones de Narrativa, conocí a Marcela López y a Sebastián Barros, los editores de Pehuén. Vieron Bobú y les gustó, y poco después ya estábamos charlando vía Skype para publicar la historia dentro de su colección de álbum ilustrado”.

“Pehuén es un editorial muy comprometida con la cultura y las tradiciones chilenas, de ahí que quisieran trasladar la historia a los bosques de araucarias del sur del país, y que el propio texto se impregnase de esa naturaleza llena de fuerza y belleza. Fue un viaje sencillo, ya que la esencia del cuento es universal, el amor por la naturaleza, la conexión con lo misterioso y con la vida misma. Podría situarse, o eso pienso, en cualquier espacio natural del planeta. Me gusta imaginar un Bobú del desierto, del Ártico o del Mediterráneo”.

“Aquel verano pude visitar a Marcela y Sebastián en la sede la editorial, un espacio acogedor y lleno de amor por los libros en el corazón de Santiago de Chile. Fueron unos anfitriones maravillosos y además de ofrecernos toda la calidez de su compañía propiciaron un encuentro con Virginia Herrera, la ilustradora de Bobú. Llegó a la editorial montada en su bicicleta y llevando consigo una de sus bellísimas ilustraciones realizada con óleo diluido, una ilustración que atrapaba en sí misma la esencia de lo que sería el álbum y que tras un afortunado trueque vía correo postal cuelga hoy en mi casa. Al mirarlo no puedo dejar de pensar en esos días en Chile y en cuántas vivencias se tejen en torno a los libros”.

Virginia Herrera: “Para mí el proyecto surge cuando la editorial me propone ilustrar Bobú. Entonces ellos ya habían conversado con Catalina para ambientar la historia en los bosques del sur de Chile, siguiendo el interés que tiene Pehuén por rescatar lo nacional, en este caso a través de su paisaje. Sin embargo, antes de esto ya había tenido la oportunidad de leer el texto en su versión original, de leerlo y encantarme con él. Fue así que el ofrecimiento fue una sorpresa y también un lindo reencuentro, y una alegría enorme al tener la oportunidad de ilustrarlo”.

Catalina: “Es la historia de un encuentro, pero qué es lo que se encuentra y qué significado tiene es algo que deliberadamente está rodeado de misterio. Distintas personas encuentran en él cosas distintas, del mismo modo que la observación de las imágenes también se presta a las interpretaciones y el juego. Hay quien dice que es una historia que habla de la infancia, otros opinan que se trata del descubrimiento de la naturaleza o de un espíritu rodeado de animales y plantas. ¿Qué es Bobú? ¿Es un ser maravilloso o es la esencia de algo muy cercano y real? ¿Es la fuerza creadora que hay en cada uno de nosotros? ¿Es nuestra conexión con lo más primario?

Virginia: “La verdad es que con quien traté durante la elaboración del libro fue con Marcela, la editora. Tuve la oportunidad de conocer a Catalina en mitad del proceso, pero fue un encuentro en el que más que trabajar sobre el libro, pudimos presentarnos cada una…”

Catalina: “Creo que Virginia logró crear para Bobú un espacio en el que vivir con naturalidad, una visión delicada y poética en la que la mirada viaja de lo pequeño a lo inmenso, deteniéndose en todo, maravillándose ante todo. Son unas ilustraciones que acogen al texto y respetan su misterio, ofreciéndonos en su aparente claridad recovecos por los cuales perderse”.

Virginia: “Las ilustraciones de este libro surgieron de una manera muy natural y sencilla. Al recibir el texto de Catalina, me pareció que era muy generoso en ofrecer al lector un universo sugerente, lleno de contenido pero abierto a que sea el lector quien le dé sentido a ese contenido. Bobú puede ser muchas cosas, imagino que muchas más cosas de lo que Catalina quiso poner en el texto o de lo que yo pudiera interpretar con las ilustraciones; es finalmente lo que cada uno encuentra en él. En este sentido, para mí era muy importante no mostrar a Bobú de una manera demasiado evidente o categórica. Si bien puedo encontrar a Bobú en ciertas partes específicas del libro, quise llenar el bosque de otros seres y resaltar también el paisaje, porque quizás Bobú pueda ser cualquiera de esos seres o estar en cualquiera de estos lugares, o todo a la vez”.

“Por esta misma razón es que quienes se encuentran con Bobú resultan ser personajes protagónicos en las ilustraciones, porque me parecía importante resaltar la experiencia del encuentro, de estar sumergido en la naturaleza y sobrecogerse con ella. En el fondo, creo que se trataba de mantener un poco el misterio original de este encuentro, y de centrarme en esta actitud abierta para recibir a Bobú, tan simple y complejo a la vez”.

Virginia: “En general me cuesta un poco determinar cuál es la línea de mis trabajos, porque veo que varía según sea el contexto del que surgen. Pero sí puedo identificar rasgos compartidos con otros trabajos, como puede ser el tono contemplativo de las imágenes y un ambiente más bien silencioso. También aparecen ciertas influencias que han aparecido en otros momentos, como Ghibli y sus mágicos bosques”.

“Las ilustraciones están hechas con óleo sobre papel. Es una técnica con la que me siento muy a gusto (creo que es mi favorita), porque me resulta muy manejable. Puedes diluirla mucho y quedará liviana, como una acuarela “terrosa”, o jugar con un tratamiento más pastoso; además no tarda en secar tanto como el óleo sobre tela, ni seca tan rápido como el acrílico. Incluso lo puedes raspar, o intervenir con lápices de color una vez que está seco”.

“La imagen final resulta muy cálida y siento que queda con un aura especial, algo envejecida. Es una técnica muy cómoda que he usado ya en otras cosas. Pero en estos momentos creo que quisiera probar también nuevos materiales para obtener nuevos resultados, que cuando te acostumbras mucho a una manera de hacer las cosas, puedes quedarte un poco atrapado en esa comodidad…”

¿En qué estáis trabajando ahora?

Catalina: “Estoy corrigiendo una novela que saldrá este curso con SM, una historia barroca y llena de fantasía sobre una niña que viaja en busca de su tío. También trabajo en un cuento más breve que publicará Arianna Squilloni en A Buen Paso, y espero impaciente la salida, en breve, de Miss Taqui, editado en México por Nostra. Además hay en marcha varios proyectos de álbum con ilustradores que me encantan, Miguel Pang, Isabel Hojas, Paula Alenda, Iratxe López de Munáin… y varias historias que esperan su turno para que me dedique a ellas. ¡Soy lenta! Pero disfruto mucho”.

Virginia: “En este momento trabajo junto a una amiga ilustradora, Mariel Sanhueza, en un libro de poemas sobre aves chilenas. Hemos trabajado con toda libertad y eso ha sido muy enriquecedor. También durante este año he trabajado en otro proyecto personal que de alguna forma ha sido un proceso muy íntimo. Y además, hago las ilustraciones para una obra de Shakespeare que creo que saldrá a principios del próximo año”.