El bosque narra la vida de todos nosotros como un viaje exploratorio a través de un espacio de dimensiones y posibilidades desconocidas. Desde que nacemos avanzamos a tientas tanto como mirando y oyendo. Por eso este libro tiene una textura muy especial, con relieves y troquelados que evocan la anticipación, el recuerdo y, sobre todo, la exploración incesante que supone cualquier vida. Riccardo Bozzi es un periodista italiano, colaborador del Corriere della Sera. Violeta Lópiz, ibicenca, y Valerio Vidali, italiano, son dos ilustradores muy celebrados, que abordan en El bosque un trabajo complejísimo con un resultado cautivador.

¿Cómo nace este proyecto? “El proyecto nace como muchos proyectos de ilustración, de una manera un poco sosa, a través de una agente (Debbie Bibo) que le propuso el texto de su marido (Riccardo Bozzi) a un ilustrador (Valerio Vidali). Pero colaborar el uno con el otro fue fruto de un amor y una admiración muy grandes. Ambos nos conocíamos desde hace tiempo y habíamos crecido como ilustradores a la vez, contaminándonos y compartiendo momentos muy importantes (viajes, concursos, editores). Este proyecto tenía el aspecto de ser el proyecto ideal donde embarcarnos en la aventura de hacer un libro juntos”. 

¿Qué os pareció el bosque de Riccardo Bozzi? “Cuando leímos el texto la primera vez nos fascinó el estilo de la narración (esencial, casi periodístico pero poético) y como, frase tras frase, iba mostrando lo que Ricardo quería decir. Lo mas importante de este proyecto es el tema en sí mismo, como ilustradores es raro tener la oportunidad de trabajar con escritores que planteen cuestiones tan profundas. Nos pareció una bella y sugerente metáfora de la vida, y sobre todo una buena base para trabajar ya que su texto escueto deja mucho espacio para el ilustrador”.

Contadme ¿cómo le distéis vida a este bosque? “Regándolo mucho, quitándole muchas malas hierbas y piedras pero dándole tiempo y espacio para que creciera. Perdiendo muchas cosechas y salvando los brotes más importantes. Luchando contra algunas plagas y granizos que surgían de dentro y de fuera del bosque primigenio. Con la dificultad y la suerte de que hemos sido dos jardineros, con métodos de poda y sistemas de riego muy distintos, pero que con el tiempo nos hemos ido “enredando, enredando como en el muro la hiedra, brotando, brotando como el musguito en la piedra”.

¿Por qué la idea del formato del libro? Me refiero a las partes en blanco, a esas texturas, a esos personajes que se ven pero que sobre todo se tocan… “Nuestro concepto gráfico está relacionado con la idea de que la vida es una membrana que mantiene separada la materia y la energía perteneciente al individuo de la materia y la energía perteneciente al exterior. La diferencia entre uno mismo y el mundo era muy importante que fuera mostrado a través del material utilizado. Así que “el bosque” (o la visión del mundo) está representado por las partes en color y “el yo” (o la vivencia propia del paso por la vida) está representado por el papel en blanco con cortes y relieves. A lo largo del libro hay siempre una interacción entre estos dos mundos y al final, se fusionan completamente. Cuando uno muere, pasa a formar parte del paisaje”.

Habladme un poco de las técnicas utilizadas en las ilustraciones de ‘El bosque’. “Buscamos una técnica que nos diera unas imágenes muy brillantes y un formato que nos permitiera hacer pequeños detalles pero sin perder frescura. Las ilustraciones del bosque finales están pintadas en tintas acrílicas en un papel pesado y suave. Los retratos están hechos en papel con gofrados y cortes hechos con tórculo y bisturí (que después hemos tenido que pasar a formato digital para poder crear las planchas en la imprenta)”.

Imagino que no ha sido fácil a la hora de darle forma, ¿cómo ha sido ese proceso de elaboración de este proyecto? “Después de investigar sobre muchas cosas: células, evolución, visitar el Botánico, buscar en la librería sobre exploradores, mirar mapas, probar técnicas, estructurar el libro de otras maneras, hacer bocetos, escribir, etc., no sentíamos una solidez. La manera en la que colaborábamos era muy intuitiva, no teníamos un método. Había momentos en los que las diferencias entre los dos se convertían en mucha frustración. Mientras Violeta traía más y más ideas, Valerio no podía manejar tanta información y se sentía cada vez más débil. No éramos capaces de trabajar en la misma dirección, una quería encontrar un lenguaje y el otro quería escribir un poema. El libro nos empezó a consumir hasta que decidimos abandonar”. 

“En el avión a Lisboa apareció de manera casual una nueva idea -continúan-, a partir de un dibujo muy simple, que más parecía una broma, en la que había una sucesión de rostros que iban envejeciendo de niño en joven, en adulto, en maduro, en viejo y en, finalmente, calavera comida por gusanos de la cual terminaba por salir… un bosque. Empezamos a depurar la idea hasta que después de un par de días decidimos presentársela a la agente y al escritor. En esta idea decidimos suavizar la aridez de los rostros con escenas del bosque que se fusionaban a través de pequeños agujeros en los ojos de los retratos. Su entusiasmo fue tan grande que nos dio la energía para retomar el proyecto”.

“Una vez terminada la primera versión empezó una segunda fase de trabajo. A pesar del asombro de los editores no encontramos a ninguno que se atreviera a publicarlo. Entonces hicimos algunos cambios y construimos una maqueta impresa y con todos los gofrados hechos a mano para que fuera mucho más atractiva. Así encontramos a Claudia, la editora de Enchanted Lyon que se fascinó con el proyecto. A partir de este momento empezó un trabajo de ajustes, peleas por la integridad del libro, alargamiento del texto, aumento de las ilustraciones, matices aquí y allá de muchos detalles, emails, expertos en América, en Italia, en China, envíos, correcciones, más envíos, más correcciones, escaneos, nuevas ilustraciones, nuevas correcciones, nuevos escaneos, nuevas pruebas, maquetas, etc… que duraron un par de años”.

¿Cuánto tiempo le habéis dedicado a este libro? “El bosque empezó en el 2011 cuando Valerio recibió el texto de Ricardo, pasaron dos años hasta que lo llevó a Berlín y lo compartió con Violeta. Se fué formando en otoño del 2013, siguió evolucionando en Lisboa, volvió a Berlín, a veces seguía en Madrid, se desmembró para ir a Bologna, regresó otra vez a Berlín, voló a Korea, también se pasó por Canarias e incluso pisó Nueva York, ¡desde donde saltó a China! Y lo más bonito es que ese era solo el principio, en Marzo del 2018, ya empezó a moverse por manos desconocidas, italianas y españolas, y desde el otoño ya viaja solito por Francia y Estados Unidos, por lugares que nunca llegaremos a pisar nosotros mismos y se subirá a aviones, trenes, camiones, motos, bicis, camellos, triciclos, monopatines para subirse luego a lanchas, canoas, taxis, metros, guaguas, zepelines, cohetes y naves de extraterrestres”.

¿Cómo está siendo la respuesta del público a esta propuesta? “El público es super agradecido, siendo el libro muy complejo, con mucho concepto y que se sale de lo ordinario. Y nosotros nos sentimos muy afortunados de haber tenido el apoyo de una editora muy valiente y con valores, que nos ha dado la oportunidad de que el libro se haya hecho de la manera más fiel posible a nuestro trabajo y modo de pensar, a pesar de los costes y de que no fuera un proyecto de seguro éxito comercial”.