Álbum Ilustrado

Noemí Villamuza y la poesía de ‘Los ecos del viento’

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Doce poemas de Antonio García Teijeiro dedicados a doce creadoras, poetas o narradoras de diferentes generaciones y de ambos lados del Atlántico, ilustrados con la sensibilidad de Noemí Villamuza. Así define la editorial KalandrakaLos ecos del viento’, y sobre este proyecto charlamos con Noemí en unos jardines de Sevilla, antes de su participación en una magnífica mesa redonda.

Cuéntame un poco el origen de este proyecto. “Pues mira, el origen de este proyecto es la señora Manuela Kalandraka, enamoradísima de las colecciones de poesía de Kalandraka, con quien yo ya había hecho un premio Orihuela. Y habíamos quedado muy contentos todos, ella, la editorial, yo, la autora, bueno, es un librito que es un caramelo. Y entonces me dijo, al cabo del año, tengo una historia con un autor que es un poeta, que es un gran activista en Galicia, que está trabajando con la poesía como herramienta de mediación lectora en muchos centros. Y, bueno, prácticamente te puedo decir que como herramienta terapéutica, porque lo estaba utilizando en entornos de niños con problemas, colegios con índices altos de marginalidad, de todo”, nos cuenta Noemí Villamuza

“Claro, yo no conocía a este hombre, lo he conocido ahora, a toro pasado, hace nada, hace un mes y medio. Y este hombre, que se llama Antonio Teijeiro, había recopilado unas poesías al estilo de, o sea, tiene construcciones poéticas que son: una evocando la estructura de los poemas de Gloria Fuertes, otra de Gabriela Mistral, otra de Rosalía de Castro, otra,… Pero claro, yo, muy rebelde y muy incómoda, le dije a Manuela, joder, pero es un libro con poesía de mujeres y ¿tiene que recopilarlo un tío? Me puse así… Y ella me dijo, bueno, es que no conoces a Antonio, Antonio ama a estas mujeres y las quiere homenajear. Les quiere agradecer lo que él aprendió de ellas, sobre todo a Rosalía, que la adora y lleva años y años, pues eso, trabajando muy activamente en pro de la poesía por un montón de centros”. 

“Y dije: bueno, vale, es un personaje querido, respetado y tal -continúa Noemí Villamuza-. Entonces empecé a leer cosas de él, empecé a meterme un poco en cómo había construido todos esos poemas y pensé, qué bruta que soy, vamos a por esto. En realidad, es más una cuestión de entender que él estaba intentando enseñar a los niños cómo podían construir poemas a la manera de, también, porque es cuando aprendes, cuando ves de qué forma construía los versos, Gloria no tiene nada que ver con Rosalía… Y entonces nos dimos cuenta que todos los poemas versan sobre la vida y las emociones a lo largo de la vida”. 

“Y ya que eran todas autoras, que yo creo que es lo que al final me ayudó a estar más inspirada, que siempre buscas como un leitmotiv. Pues empezar con una niña, con un grupo de niñas que juegan, con una niña que descubre un poco su pubertad, con una niña que se enamora, con una niña que se engaña,… Así hasta una niña que crece, que se hace mujer, que es madre y que luego es abuela, porque libros son todas las edades, ¿no?” 

“Y bueno, pues no deja de ser un libro en el que trabajo lápiz, pero intento incorporar el color y la acuarela de tal forma que los salpicones de acuarela son un poco las emociones que transitan las diferentes niñas y luego mujeres -nos explica Noemí Villamuza-. Y otra cosa que me enseñó Manuela, a que no dejáramos de lado el mar, el azul, el salpicar con salitre, el que hubiera como ese referente, ¿no? ¿De dónde nace el libro? ¿De qué océano viene? ¿Y de qué costa?” 

¿Qué diferencia hay un poco a la hora de ilustrar poesía respecto a ilustrar un álbum ilustrado con una historia? ¿Dónde están un poco las diferencias o el reto? “Pues mira, ilustrar poesía tiene una cosa muy agradecida y es que cada poema empieza y termina. Es decir, tú creas ahí una cápsula y no tienes que estar pensando si ese personaje en tres cuartos se parecerá lo mismo que frontal, qué perfil, si tienes que respetar, como el raccord en cine, ¿no? De, ostras, he dibujado la habitación desde este ángulo y ahora voy a hacer que el personaje gire. No, cada ilustración es un entorno, entonces cada ilustración es su propia atmósfera, su propia frecuencia”, concluye Noemí Villamuza

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