De pueblo en pueblo con su función de títeres: Manontroppo, Dragonzález y Marionetta hacen las delicias de pequeños y mayores. Un poemario que rememora las peripecias de la época juglaresca, con el colorido y la estética actual. Así nos presenta la editorial Kalandraka a “Bululú”, un libro que esconde entre sus páginas la poesía de Beatriz Giménez de Ory y las ilustraciones de Mariona Cabassa. Con ésta última charlamos de este proyecto.
¿Cómo surgió este proyecto? “La editorial Kalandraka me propuso ilustrarlo y me puso en contacto con la autora Beatriz Giménez de Ory. No había ilustrado nunca un texto de Beatriz, pero no es la primera vez que trabajo con Kalandraka, y siempre es un placer”.
¿Qué nos encontramos en este libro? “Yo creo que sobre todo, diversión. Aunque tal vez los libros infantiles de poesía son menos frecuentes en el mercado editorial, ofrecen un universo muy diferente al del cuento. Para mi, la poesía es un juego con las palabras, la rima, muy especial, que se puede convertir en algo divertido para los niños y los adultos. En este caso, los tres personajes que protagonizan el conjunto del libro, a través de su relación, nos llevan a “viajar” por diferentes escenarios, conocer a otros personajes, diferentes emociones… Dentro de una aparente sencillez en cuanto al hilo conductor, este se va ramificando y encontramos una gran riqueza y abundancia de situaciones”.
¿Cómo dirías que son las ilustraciones para este libro? “Quise mantener este espíritu de diversión que me transmitían a mi las rimas de Beatriz, por eso traté de trabajar de una forma ligera, por decirlo de alguna forma, jugando entre el espacio lleno y el vacío, tratando que las ilustraciones tuvieran movimiento, bailaran entre los textos, más que construirlas como un bloque sólido”.
¿Con qué técnica están hechas las ilustraciones? “Las hice con collage y anilinas. La técnica del collage me permite justamente construir las imágenes de un modo muy dinámico, lúdico… porque es como encajar piezas de un puzzle. No hay una base de dibujo, sino que pongo una pieza de ese puzle y luego la siguiente… y así, las imágenes van apareciendo casi solas… Algunas veces llevándome por lugares que no sospechaba o terminando en una forma inesperada”.
¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro? “Bueno, como siempre, lo primero que hago es “convivir” unos días con el texto, leerlo una y otra vez con tranquilidad y empezar a imaginar espacios y personajes, pero sin ponerme a trabajar. De algún modo, estoy unos días intentando respirar lo que el texto transmite. Después, siempre viene la fase más sufrida, pues las dos o tres primeras imágenes son las más difíciles para mi. En ese proceso de “dejar” que la imagen aparezca casi sola, sin planificar, hay mucho ir hacia adelante y hacia atrás. Descartar cosas y mantener otras para ir encontrando poco a poco el estilo y la forma que tomarán las ilustraciones. A partir de ahí, una vez estas dos o tres primeras imágenes se han definido, se puede decir que ya todo fluye y simplemente me limito a seguir esa línea, disfrutar, seguir con el espíritu de “dejar” que las imágenes aparezcan solas, me sorprendan, pero con algo más de base de hacia dónde voy”.
¿Era la primera vez que ilustrabas poesía? ¿Qué tiene de distinto respecto a otro tipo de textos o lenguajes a la hora de ilustrar? “No, no es la primera vez y tengo que decir que lo disfruto mucho. La gran ventaja que tiene la poesía para mi, es que en muchas ocasiones, deja mucho más campo a la interpretación que un cuento de estructura convencional y esto, desde el punto de vista de la ilustración, es un lujo, pues los elementos posibles con los que trabajar se multiplican”.
¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto? “Acabo de terminar un álbum ilustrado con un texto de Mar Benegas y en breve empezaré otro proyecto escrito por Pep Bruno, con el que ya tengo varios álbumes publicados. Entremedio, el libro de texto (escolar) está ahora mismo ocupando gran parte de mi tiempo”.
