Cómic
Ilu Ros nos acoge en ‘Una casa en la ciudad’
Julio de 2023. La narradora vuelve por primera vez a La Ciudad, donde residió durante ocho años, con la intención de dar forma a un libro sobre aquella etapa de su vida. Es ahora muy distinta de la joven que en 2011 llegó con mil euros en el bolsillo y con el ingenuo deseo de trabajar «de lo suyo», y el regreso le hace revivir muchas de sus inseguridades. Al tiempo que se reencuentra con los amigos que permanecieron allí y afloran recuerdos felices y no tan felices, se abre paso una nada autocomplaciente reflexión sobre la identidad y el desarraigo, la precariedad, los conceptos de «casa» y «hogar», «amistad» y «familia», y, por fin, sobre el propio dibujo como refugio y tabla de salvación. Navegando entre el pasado y el presente, ‘Una casa en La Ciudad’ trata de la búsqueda de un lugar en el mundo y la constatación de que la vida no es más que aquello que transcurre durante ese mismo proceso de búsqueda. Editado por Lumen, en las siguientes líneas hablamos sobre este trabajo con su autora, Ilu Ros.
Se trata de un proyecto bastante personal. ¿Cuándo llega el momento en el que decides que vas a contarlo? “Yo creo que el run run comenzó a finales del 2019, que fue cuando yo me volví de Londres a España. Sobre todo porque ya empecé a escribir, a tomar notas y a hacer algunos dibujos relacionados con el hecho de volver, de volver a casa, volver ¿a dónde? Porque, claro, yo me volvía, yo decía: “nos volvemos a casa”, pero mi pareja y yo nos fuimos a vivir a Madrid, que nunca habíamos vivido en Madrid, pero para nosotros era volver. Pero también había habido un momento en el que volver a casa era volver a Londres. Entonces empecé a preguntarme: ¿Cuál es la casa? ¿Qué es el volver? Entonces ahí ya empecé a pensar sobre todo esto”.
“Y creo que ya como que la idea se quedó así rondando por la cabeza. Y en 2021, cuando saqué ‘Federico’, ya aquello había madurado. Entonces le dije a mi editora, el próximo libro que yo escriba quiero contar algo relacionado con esto. Pero aún no sabía el qué. Empecé a tomar como muchísimas notas y me perdí mucho en realidad. Eso también lo cuento en el libro, ese proceso”, nos cuenta Ilu Ros.
Después del libro, ¿qué te llevas de aquella experiencia en la ciudad? “Fueron ocho años, es decir, fue un período largo. Entonces no lo veo tanto como una experiencia de decir, es que fue una parte de mi vida que para mí fue larga y fue importante. Me cuesta verlo como experiencia solo. Igual que si dijera la experiencia de la adolescencia. Yo me fui con 26 años y es precisamente la edad, pues en la que, bueno, si te has formado académicamente, como que te tienes que ir estableciendo económicamente, profesionalmente y todas esas cosas. Y entonces de repente estaba la crisis económica y como que el suelo se nos movió a muchos, ¿no? Y a mucha gente también mayor. Entonces, claro, justo cuando ahí teníamos que ir construyendo algo, como que todo se derrumbó. Y entonces era una visión de no tener futuro, de no saber hacia dónde iba a ir, qué es lo que iba a pasar. Yo me fui, empezó a cambiar un poco el sistema, desde ese momento yo creo que ya todos los jóvenes han ido viendo el futuro como de una manera mucho más pesimista de la que la han visto nuestros padres, que siempre iban a mejor y nosotros no lo tenemos tan claro. Entonces, no lo veo tanto como experiencia, sino como que sí que me tocó en un momento en el que hubo un cambio”.
‘Una casa en la ciudad’, una casa. Una casa quizás no es el concepto de casa física, sino va un poquito también más allá, ¿no? Entonces, quería preguntarte ¿dónde crees que está ahora tu casa? “Ahora mismo creo que mi casa está en Madrid. Porque al final me doy cuenta que yo creo que tu casa eres tú y te la llevas tú a cuestas, ¿no? Un poco caracol, y más los que a lo mejor hemos estado viviendo en diferentes sitios -continúa Ilu Ros-. Yo nací en Mula, en Murcia, viví ahí hasta los 18 o 19 años. Luego en Murcia, en la ciudad de Murcia, pero iba los fines de semana a casa. Luego me vine a Granada cinco años y luego ya me fui a Londres ocho. Entonces, mis raíces están donde están, están en Murcia. Pero ya como que te vas haciendo un “vuelvo” en cada sitio donde has ido viviendo y ya te das cuenta de que, realmente, a todas esas casas que han sido casa, cuando pasa el tiempo y vuelves, ya no lo son tanto, ¿no? Lo fueron, pero ya como que cuesta encajar igual, porque todo ha cambiado también”.
Hay una frase en el libro: “Mi línea de vida son unas paralelas asimétricas y yo la acróbata que hace equilibrios saltando de un lado a otro, viviendo a retales”. Esa sensación de dos sitios, pero no saber a cuál te tienes que agarrar para mantener el equilibrio… “Claro, esa sensación que está muy relacionada con el desarraigo. Creo que no solo sucede, sucede mucho sobre todo a la gente que migra a otro país, pero yo creo que sucede a mucha más gente que se ha ido de su ciudad, de su casa, de su pueblo. Creo que se pueden sentir también identificados. Y es ese momento en el que te das cuenta de que te has ido y que ya volver, a lo mejor, y conforme va pasando el tiempo, va a ser más difícil. Porque cuando vuelves de visita, a ver a tu familia, a ver a tus amigos de siempre y todo eso, te vas dando cuenta de que te han echado de menos, pero no te necesitan. Ellos han seguido su vida y tú también la tuya, pero claro, te cuesta encajarlo. Te vas perdiendo cosas. Te vas perdiendo cosas que tú creías que no te ibas a perder, o nunca habías pensado que te ibas a perder”.
“No te lo habías planteado, ¿no? Cuando tu amiga empieza a tener hijos, cuando tu padre o tu abuelo se van haciendo mayores… te estás perdiendo cosas. Yo lo sentía, sobre todo en los momentos que estaba más triste, al principio que estaba como peor, estaba mucho más perdida -afirma Ilu Ros-. Era un sentimiento de pérdida, de no me estoy enterando de nada. No me entero bien de nada en el país donde estoy, porque no entiendo el idioma, y no me estoy enterando de lo que está pasando más allá. Parece que veías la película a medias siempre, ¿no? Luego además te enfadas, ellos tampoco entienden que es lo normal. Hay como una falta de comunicación, pero que es inevitable porque no te puedes estar enterando de todo lo que está pasando, si no, no vivirías en el sitio donde vives. Entonces es cuando ya decides que tienes que empezar a construir tu casita en el sitio donde estás. Agarrarte a la gente que tienes, no estar siempre pensando en el otro lado”.
Me gustaría que me hablaras un poquito del proceso. Llega el momento en el que decides meterle mano a este proyecto, y empieza un poco ese proceso de recopilación de esas notas seguramente, de esos dibujillos, de esas fotografías, no sé, apuntes que tienes que empezar. ¿Cómo ha sido un poco todo ese proceso? Porque ese proceso al final también se muestra en el libro. “Poner en orden un poco todo eso ha sido quizá lo más difícil o una de las cosas más difíciles. Sí, lo más difícil ha sido ordenar, seleccionar, estructurar. Porque, bueno, el libro tiene muchos temas. Hay una trama clara que es la de esa Ilu que vuelve a la ciudad de Londres en 2023 para reencontrarse con la ciudad y empiezan a surgir esos recuerdos. Pero, claro, esa trama no la empecé a hacer hasta pasado 2023, yo ya había empezado el libro antes. Ya tenía muchas notas, muchas cosas y, claro, no encontraba la manera de contarlo, de unir todo eso. Me parecía que había cosas muy interesantes, que yo veía relacionadas, pero me costaba montarlo. Era como tener muchas piezas”.
“Es un libro que está hecho como a retales y luego como cosido. Como me imagino las colchas de Patchwork de la abuela -dice Ilu Ros-. Entonces, eso sí que fue lo que más me costó -confiesa Ilu Ros-. Porque tenía muchas cosas en la cabeza y me podían salir muchos libros diferentes. Entonces, volviendo en 2023 a Londres, dije, vale, a ver si yendo ya me viene el libro, también con esa esperanza de que me venga a reencontrar con la ciudad y entonces va a venir el Espíritu Santo, me va a tocar y voy a volver con el libro hecho. Y, por supuesto, no pasó. Como nunca pasan las cosas. Y sí que volví y dije, hostia, no lo tengo. Pero dije, vale, estoy todo el tiempo buscando el libro como en aquel momento estaba todo el tiempo buscando un futuro, buscando una casa, buscando un lugar en el mundo. Al final, un poco el libro trata sobre esa búsqueda. Puedo poner también esa búsqueda, ese proceso creativo, esa búsqueda del libro. Y entonces ahí fue cuando decidí hacer esta estructura, que es esa especie de diario en el que fui tomando notas de esa semana en la ciudad”.
Si hablamos de técnicas, ¿con qué técnicas has trabajado en este proyecto? “Bueno, yo siempre los libros los suelo hacer en analógico. ‘Federico’ lo hice en acuarela, ‘Una trilogía rural’ en acrílico, y es lo que más me gusta realmente, porque disfruto mucho con las texturas y trabajando con el papel. Pero este libro, sí que empecé a dibujarlo en papel y las primeras páginas, la primera parte, la introducción, que es la niña que se lanza a la piscina, eso está en papel y tinta. Pero luego cuando empecé a intentar meter color dije, no, no, no, se me va porque se me va de tiempo. Entonces dije, vale, lo hago en digital, había hecho ya algún trabajo en digital, pero solo a bitono, y yo quería que en este hubiese color, pero no me terminaba de convencer el hacerlo a color digital. Entonces cogí y dije, voy a pintarme papeles de colores. Yo en un libro anterior que ilustré con la escritora Lara Moreno que publiqué con Páginas de Espuma, ya monté esas ilustraciones como si fueran un collage de papeles recortados de color. Puedo hacer eso, pero en lugar de hacer el collage en papel me hago esos papeles de color y digitalmente voy montando. Entonces me hago esa base de color para yo creerme que es analógico, que a mí me guste, y luego ya encima de eso dibujo. Y entonces ya me fui como un poco encontrando más a gusto. Si no lo hacía así, era como que se alejaba bastante de lo que había hecho hasta ahora, y necesitaba un punto intermedio”.
Me llama mucho la atención en el dibujo, esos restos de lápiz, que se han quedado ahí, esas líneas ¿no? Me gustaría que me contaras la intención que tienen. “Al final, aunque haya dibujado en digital, he dibujado igual que dibujo en papel, que me hago mi capa donde me pongo, me hago un bocetillo, ¿no? Por dónde van a ir las líneas, por dónde van a ir los personajes y tal, y luego encima yo ya cojo el pincel de tinta. Y a mí sí que me gusta siempre como que se vean, como que se vea el proceso, me gustan mucho los procesos y creo que le da mucha vida al dibujo -asegura Ilu Ros-. Puesto que en analógico lo dejo, en digital lo he seguido dejando. También creo que la atmósfera del libro, la voz del libro, es muy de ir montando. Es como que en el libro voy haciendo, deshaciendo, me digo, me desdigo, entonces también está bien un poco esa estética como de boceto, de espacios que se van creando, se van montando, se van desmontando. Como también esa ciudad que es de color, que son como esos papeles de color, pero realmente el espacio se va rompiendo todo el tiempo, como también se va rompiendo la estructura del libro conforme la voy haciendo. Esas dudas”.
Y me gustaría que dieras algunas pinceladas sobre el color, también como ese elemento que juega con el tiempo un poco. Me gusta mucho, por ejemplo, cuando se ven esas dos Ilus, una en negro, como muy abrigada, además, y otra con ropa más fresca, en color, ese juego también con el color, ese juego narrativo. “Sí, claro, estoy hablando de dos tiempos, o sea, dos tiempos que están muy definidos, que son el tiempo actual del libro, que es el verano del 2023, ese va a color, y luego todos los recuerdos, todas esas memorias surgen en blanco y negro, bueno, en negro. Entonces, hay veces, claro, que se van superponiendo porque la ciudad sigue siendo la misma, pero los tiempos son diferentes. En realidad es también una reflexión que aparece a lo largo de todo el libro. Te alejas, te vas, te alejas de tu familia, siguen estando en el espacio, pero no están igual en el tiempo”.
¿Y la tipografía? “En ‘Federico’ y en ‘Cosas Nuestras’ y en ’Una trilogía rural’, hay partes como que van escritas a mano, y esto me lo hice yo manualmente. Digital, sí, pero, bueno, que lo iba escribiendo y luego cuando iba corrigiendo, pues tenía que borrar, subir el archivo. Entonces me dije, bueno, me voy a hacer una fuente, y me puse ahí un fin de semana intenso. Creo que, al final, este libro es el más complejo, me he complicado mucho la vida en cuanto a estructura, historia, trama, pero, por ejemplo, me la he facilitado un poco en hacerlo digital o montarme la fuente“, asevera Ilu Ros.
Como estás de gira con el libro, he visto en redes que hay por ahí un diario que de vez en cuando sacas, me gustaría que contaras un poquito ese trabajo con ese diario o con ese diario como compañero de viaje. “Hay una cosa que me pasa y es que, la ilustración es mi profesión, claro, yo dibujar lo hacía en mi tiempo libre, era mi ocio, o sea, sobre todo cuando era niña, cuando estudié Bellas Artes, pero, claro, ahora es mi profesión, entonces yo ya cuando tengo tiempo libre, no dibujo, no cojo un lápiz, para mí ya es trabajo. Sí que cuando estoy de viaje me gusta coger esa libreta y hacer dibujos, o utilizarla también, pues, para tomar notas, un poco como diario de viaje, cosas que se me van ocurriendo, cosas que observo, dibujar un poco, porque sí que lo hago como por el gusto de dibujar, sin ninguna presión, sin ninguna finalidad”.