Álbum Ilustrado

Eva Sánchez Gómez y la profunda historia que hay en ‘De nombre… Mariola’

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Mariola era una niña feliz que había ido creciendo entre risas, canciones y arrullos de mar.
En las noches claras, jugaba con sus padres a contar estrellas. Le gustaba pisar la arena dejando huellas, saltar las olas, hacer castillos cerca del agua. Un día, algo se rompió en ella y nadie fue capaz de arreglarlo, pero sus padres supieron que Mariola querría formar parte de la magia de la vida. Con estas palabras la editorial Degomagom nos presenta ‘De nombre… Mariola’, un trabajo de Antonia Rodenas y Eva Sánchez Gómez. Con ésta última charlamos un poquito más alrededor de este libro.

¿Cómo nace este proyecto? “El proyecto me llega a través de Octavio Ferrero, editor de Degomagom. El doctor Miguel Perdiguero, coordinador de la unidad de trasplantes de Alicante, tuvo la idea de hacer un álbum ilustrado abordando el tema de la donación de órganos infantiles y rindiendo homenaje a Mariola y a su familia. La donación de órganos es un acto de gran generosidad y de vital importancia para muchos niños y familias y la divulgación más allá del ámbito médico y académico es crucial para crear conciencia. Él contactó con Antonia y le encargó el texto. Juntos se lo presentaron a Octavio y él me propuso ilustrar la historia. Con Octavio habíamos trabajado juntos previamente en “El burrito que quería aprender a leer” e ilustrar una historia así me pareció un gran reto y una oportunidad muy bonita de volver a colaborar”, nos cuenta Eva Sánchez Gómez.

¿Qué encontrarán los lectores en sus páginas? “Encontrarán una historia de amor y generosidad. La historia de Mariola es por supuesto trágica, pero también es sobrecogedor cómo de esa profunda tristeza surge una gran esperanza para otras niñas y niños y también para sus familias”.

¿Qué te pareció la historia de Antonia la primera vez que la leíste? “La primera vez que la leí, me impactó -confiesa Eva Sánchez Gómez-. Me pesó mucho la tristeza y me pareció un reto el pensar cómo abordarlo. Cómo hacer para que, sin evitar la tristeza que debe ocupar su espacio, ésta no nublara por completo la esperanza, la magia y el amor”. 

¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “El color tiene un especial protagonismo. El naranja y el azul encarnan la vitalidad y la tristeza y me han ayudado a tejer el hilo narrativo de las ilustraciones. Los dos colores conviven durante todo el libro. A veces gana uno y a veces otro. Como la paleta y el elenco de personajes es más limitado creo que tiene un peso especialmente importante. En este libro uso algunos elementos del texto como el mar o el pez payaso y los colores para desarrollar una historia paralela que relata lo que imagino que sienten los personajes más que los hechos. La ilustración funciona como una metáfora y es menos literal que en otros trabajos”. 

¿Con qué técnicas trabajaste? “Con carboncillo, pastel y lápiz de color sobre papel”, nos cuenta Eva Sánchez Gómez.

Háblanos un poco del proceso de realización de este libro. “Procuré apoyarme en la magia del texto de Antonia. La casa flotante, las estrellas, el mar… Son todo grandes espacios para imaginar. A partir de que Mariola enferma, pensamos en llevar más allá los elementos mágicos y explicar a través de ellos las emociones de los personajes. Decidimos que queríamos huir de la literalidad porque el texto cuenta una historia real y difícil y queríamos apoyarnos al máximo en la poesía para poder hacer justicia también a toda la luz de la historia de Mariola. A partir de ahí todo fluyó fácilmente y todos remamos para acercarnos al máximo a este objetivo. Ha sido un placer trabajar con este equipo”.

Y unas pinceladas sobre el álbum ilustrado como vehículo para contar estas historias… “Creo que no hay historias que no puedan ser contadas. Siempre que nazcan de una emoción, un interés o una inquietud reales -afirma Eva Sánchez Gómez-. Las historias trágicas, tristes o duras forman parte de la vida igual que las alegres, tiernas y divertidas. Nos interpelan a todos los habitantes de este mundo. Es más, rara es la historia en la que muchas de ellas no convivan de alguna manera. El intríngulis siempre está en cómo contarlas. El álbum ilustrado me parece un terreno lleno de posibilidades para ello, porque ofrece la literatura de las palabras y la de las imágenes. Tampoco pienso que el álbum ilustrado sea solamente para niñas y niños, pero siendo este todavía su público mayoritario me parece precioso que ellos pongan el listón alto que merecen y que conviertan el álbum ilustrado en un campo ancho para imaginar sobre cualquier historia humana”. 

“El álbum ilustrado, como otras formas de expresión artística, me parece una gran forma de compartir nuestras dudas, miedos, ilusiones, sueños, obsesiones, alegrías… y, en definitiva, de conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás”.

¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Justo acabo de empezar a trabajar en la ilustración de dos cuentos de Ana María Matute, un proyecto que me hace mucha ilusión”.

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