Álbum Ilustrado
Ester García ilustra la poesía de Dickinson en ‘El secreto de la oropéndola’
‘El secreto de la oropéndola’ reúne los mejores poemas de aves de Emily Dickinson. Edición ilustrada por Ester García. Emily Dickinson sentía un gran amor por las aves, que inspiraron muchos de sus versos. Esta antología bilingüe presenta cuarenta y siete poemas sobre aves comunes en Nueva Inglaterra. Algunas composiciones menos conocidas salen a la luz, fortaleciendo nuestro vínculo con la gran poeta de Amherst. En este volumen editado por Nórdica Libros, destacan las maravillosas ilustraciones de Ester García y la cuidada traducción de Abraham Gragera. Con Ester hemos charlado un poquito más sobre su trabajo en este libro.
Cuéntanos cómo nace este proyecto. “El proyecto surgió de la propuesta de Diego Moreno, editor de Nórdica libros. Hace un par de años me contó su idea de publicar una antología de poemas de aves de Emily Dickinson, y había pensado que yo sería la persona idónea para ilustrarlo. Inmediatamente me entusiasmó la propuesta, y por supuesto acepté encantada -nos cuenta Ester García-. Anteriormente habíamos trabajado juntos en los libros “La selección natural” de Charles Darwin y “Las aventuras de la abeja Maya” de Waldemar Bonsels, así que este nuevo reto me llenó de emoción e ilusión”.
¿Qué encontrarán los lectores en las páginas de este libro? “Las aves son nuestro vínculo con el mundo celeste, con lo etéreo, casi con lo inmaterial. Son una fuente de inspiración inagotable. Escucharlas, verlas e intuirlas es una forma de enriquecer nuestra vida. Emily Dickinson lo sabía, y mediante su sensibilidad y su fabulosa capacidad de observación logró plasmarlas en su poesía de una forma magistral”.
“En “El secreto de la oropéndola” los lectores encontrarán una recopilación de 47 poemas de Emily relacionados con las aves, en las que aparecen como elemento central de sus versos, o se nombran de forma tangencial como parte del paisaje del poema. A través de ellas y de la naturaleza la autora nos habla de lo cotidiano, pero también de lo universal -afirma Ester García-. Destaca en este volumen la traducción sublime de Abraham Gragera, todo un aliciente para acercarse a Dickinson a través de su cuidada versión en castellano. Esta edición incluye también los poemas originales en inglés en las páginas finales”.
¿Conocías estos poemas de Emily Dickinson? ¿Qué te pareció su lectura? “Tan sólo había llegado a sus poemas más célebres antes de ilustrar sus versos. El trabajo en este libro me abrió las puertas al infinito de su obra y su persona. Durante el año de tiempo que supuso para mí ilustrar este proyecto tuve siempre la sensación de estar mirando a través del ojo de la cerradura de su habitación, por donde tan solo se podía entrever algo lejano, etéreo, íntimo. Me ha resultado, tanto su figura como su obra, totalmente magnética y esencial”.
¿Qué dirías que tienen de característico tus ilustraciones para este libro? ¿Qué hay de nuevo o diferente con respecto a otros trabajos? “Es la primera vez que he ilustrado poesía, lo que ha supuesto caminar por senderos que no había transitado antes -confiesa Ester García-. Es un género literario que me encanta, por lo que me daba un enorme respeto. Lo diferente de un tipo de trabajo así es que te enfrentas a material muy sensible, a un microcosmos en cada poema donde no es posible generar ningún tipo de respuesta, ni aporta nada tratar de ser muy narrativo. Es imposible resolver el enigma de los poemas, conocer el secreto. Tan solo es posible sugerir. Y, en este caso, fue lo que traté de hacer a través de dibujos”.
¿Con qué técnicas trabajaste? “Con tinta, grafito y leves tonos de acuarela. Después, tras el escaneado trabajé añadiendo algo más de tonalidad digital, siempre muy sutil. Quizás la clave estaba en esa sutileza, en la levedad”.
Danos algunas pinceladas sobre el proceso de realización de este libro. “Tras recibir el poemario completo, traducido por Abraham, realicé varias lecturas del conjunto de todos los poemas. Ante el vértigo inicial de la pregunta -¿cómo voy a enfrentarme a la labor de ilustrar a Emily Dickinson?-, decidí documentarme todo lo posible acerca de su persona y de su obra. Antes de trabajar, necesitaba de alguna manera sentirla cercana, empaparme de su biografía (o lo poco que se conoce de ella), su ambiente, su mundo, su forma de ver la vida”.
“Al tratarse de un libro que toca la temática de las aves, también vi necesario documentarme en gran medida sobre la fauna y los pájaros presentes en la Nueva Inglaterra en aquella época, para ser rigurosa en las ilustraciones. No solo aves, sino también sobre la flora, plantas e insectos que habitaban la zona de su Amherst natal. Después de esa labor me sentí más en sintonía con el poemario. Dejándolo al margen, comencé a realizar pequeños bocetos sobre el universo de Dickinson, que después fui uniendo poco a poco con cada poema, enlazando todo y distribuyendo las ideas a lo largo del libro mediante un storyboard. Intuitivamente fueron encajando muy bien, exceptuando unos 7 u 8 que tardaron más en salir”.
“Me planteé tres premisas para trabajar: que siempre apareciesen aves ilustradas en cada poema, o un fragmento relacionado con ellas (una pluma, una jaula, un nido, un huevo, etc.); que Emily tan solo se viese de soslayo, pequeños retazos de ella. Nunca que su persona apareciese demasiado reflejada ni retratada, sino que tan solo pudiésemos intuirla; y dotar de intimidad a las ilustraciones, haciendo que objetos de la propia Emily y de su entorno del hogar protagonizasen muchas de las imágenes. Qué pudiésemos estar cerca de ella a través del ambiente que la rodeaba a diario en su casa o en su propia habitación, donde escribía -asegura Ester García-. Después de tener las ideas claras, fui desarrollando una a una las ilustraciones hasta tener todo el conjunto terminado”.
¿En qué trabajas ahora? ¿Algún proyecto nuevo? “Ahora mismo estoy trabajando en dos libros ilustrados, y packaging. También hay un par de álbumes ilusionantes a la espera. A la vez, tengo varios proyectos personales que me encantaría tratar de llevar a cabo, aunque es cierto que siempre falta tiempo. Algún día, ojalá”.