Álbum Ilustrado
Francesc Rovira nos acompaña en ‘El viaje de Abril’
Abril debe abandonar las ruinas y la soledad que ha dejado la guerra y buscar un nuevo hogar. Solo lleva su mochila, llena de recuerdos. Tras caminar bajo lluvia y nieve, se encuentra con otro niño, Julio. Juntos escalan montañas y duermen en casas abandonadas, hasta que llegan al mar. Sin rendirse, emprenden un nuevo y arriesgado viaje en busca de una oportunidad. ‘El viaje de Abril’ es un álbum ilustrado para hablar de una realidad, por desgracia, demasiado común: cómo las guerras obligan a muchas niñas y niños, que se han quedado solos, a abandonar sus hogares y viajar hacia lo desconocido. Un trabajo de Francesc Rovira junto a Annamaria Piccione y Luis Amavisca, que edita Nube Ochoediciones. Con Francesc hemos charlado un poquito más sobre su trabajo en este libro.
¿Cómo nace todo este proyecto? “Es un proyecto mío. Lo hice con imágenes, sin texto. Hace unos diez años que lo hice. Luego lo fui renovando, lo enseñaba, pero las editoriales no lo querían. Entonces lo cambié varias veces. Una amiga me puso un texto, pero tampoco me gustó. Cambié la técnica. Al final de mucho periplo, lo hice tal y como está ahora. Pero tampoco había manera de verlo publicado”.
“Entonces hablé con una amiga mía, Annamaria Piccione, con la cual estoy trabajando para un proyecto en Italia. Le expuse a Annamaria que tenía este libro, que estaba todo hecho, pero que le faltaba un texto. Porque en principio era una historia solo con imágenes, no había texto -nos cuenta Francesc Rovira-. La narración era visual. A Annamaria le gustó mucho, le encantó el libro, y me hizo un texto muy bonito, muy poético, muy bien hecho. Al cabo de un tiempo, entró Luis Amavisca. Le encantó también el proyecto, y dijo que lo quería publicar. Propuso un par de cosas. Cambiamos el final y un par de cositas muy pequeñas. Y ahí está el libro”.
¿Qué se va a encontrar la gente en este libro cuando empiece a pasar sus páginas? ”Es un libro que da mucho de sí, porque tiene muchas lecturas, y esto me gusta. Hay evidentemente una historia, que es la historia de una niña que llega a su casa y no se encuentra nada, no hay nada, está todo destrozado. Entonces hace su mochilita, recoge cuatro cosas y se va. Y por el camino se encuentra a un niño al que le ha pasado lo mismo. Los dos juntos inician un viaje”.
“A mí lo que me gusta en la historia es la relación de los dos, cómo se ayudan y qué se hacen amigos -continúa Francesc Rovira-. Habla del amor, de la amistad, de la solidaridad, también habla de la guerra, evidentemente, de la destrucción y cómo los dos se tienen que espabilar ante una realidad adversa”.
Me comentabas que esto empezó hace diez años. Cuéntame cómo fueron naciendo esos dos personajes. “Soy muy directo. A mí me viene la idea a la cabeza y la dibujo. Esto empezó por el primer dibujo del libro. Una niña que va a su casa y se encuentra un agujero, no queda nada, y ahí empezó el primer dibujo. Y me dije que esto debía tener una continuidad y lo fui dibujando. Sí que hice un poco de croquis a ver por dónde iban los tiros, pero todo era muy sutil. A medida que iba pensando la historia, la iba dibujando. Había unas anotaciones, pero luego las cambiaba. Fue creciendo así”.
¿Con qué técnicas está hecho al final? Porque comentabas que habías llegado a cambiar la técnica… “Sí, a ver, yo normalmente trabajo con tinta india o tinta china. La utilizamos normalmente muchos ilustradores. Primero lo hice así. Lo que pasa es que cuando empecé mi oficio hace muchos años, había trabajado con lápices de colores -nos cuenta Francesc Rovira-. Y es una técnica que me gusta mucho y quería recuperarla. Este proyecto lo veía mucho con lápices de colores. Lo había hecho con tinta, pero lo repetí todo, pero ahora con lápices de colores. Y me gusta más cómo ha quedado ahora. El lápiz de color es como sutil, muy transparente, respira mucho, me gusta. Me gusta cómo se mueven todos los personajes. Hay todo un juego con los blancos y el fondo de los personajes que me gusta”.
Ha sido un proceso bastante largo. ¿Qué dirías que ha sido lo más complicado en ese proceso? ¿Todo el tiempo que ha pasado hasta que salga? ¿O consideras que lo más difícil ha sido otra cosa? “A ver, mi sensación… Difícil ha sido… Encontrar un final ha sido difícil, porque tampoco sabíamos cómo cerrarlo. Ha sido difícil encontrar un texto que me gustara. Puedo decirlo porque al final Annamaria lo clavó. Y me gustó mucho cómo lo hizo”.
“Yo al principio lo quería sin texto, pero las editoriales no lo querían por esto. Y tampoco lo querían por el tema. Creo que ha sido una dificultad más técnica, es decir, más de encontrar un editor, un buen texto, un buen final, más que la elaboración del dibujo. Bueno, cambié dos veces de técnica, eso sí, pero no fue un problema ni una dificultad. Al contrario, lo pasé muy bien haciéndolo”, asegura Francesc Rovira.
Entiendo que la satisfacción con este proyecto será mayúscula, sobre todo teniendo en cuenta también ese proceso tan largo, ¿no? Por un lado, sí, porque me costó y me emocioné. Que hubiera un editor que tuviera complicidad conmigo y que lo quisiera, pues fue una alegría brutal. Y después porque es un proyecto muy personal. Y aparte que lo han editado muy bien. Luis ha hecho un libro precioso, está editado con un tacto… las guardas, los colores, todo ha quedado genial”.