Cómic
Bea Lema y la autoficción de ‘El Cuerpo de Cristo’
Cuando Vera era niña, un demonio rondaba su casa y acosaba a su madre, martilleándole los nervios hasta postrarla en cama durante días. Entre las sesiones de exorcismo con la ‘meiga’ y las citas con el psiquiatra, año tras año, la superstición se desvanece para dejar paso al diagnóstico. Pero, a pesar de los malos tratos, la enfermedad y las excentricidades, el amor de una madre y su hija es más fuerte que cualquier otra cosa, sobreviviendo al paso del tiempo y a las tormentas.
Realizada durante una residencia en la Maisons des Auteurs de Angoulême (Francia), ‘El Cuerpo de Cristo’, editado por Astiberri, es la declaración de amor de una hija a su madre, a la que tiene que cuidar siendo demasiado joven, pero, más allá de la locura, también es el retrato trágico y universal de una mujer encerrada en su papel de hija, madre y esposa en una España patriarcal, pobre y católica. La autora, Bea Lema, ha resultado ganadora del Premio Nacional del Cómic 2024 que otorga el Ministerio de Cultura y Deporte.
El jurado apuntó que ‘El Cuerpo de Cristo’ es «una obra innovadora, arriesgada en lo formal, con texturas y composiciones que trascienden las técnicas más utilizadas sin renunciar al uso del humor y a una mirada poética. La obra posee una gran profundidad y sensibilidad por la manera de abordar un tema tan complejo como el de la salud mental desde la propia experiencia de la autora, así como la reivindicación de la importancia de los cuidados”. Asimismo, señalaba que “es una obra de gran belleza visual y profunda emoción que ofrece una mirada sorprendente en la relación madre e hija, siendo una auténtica exploración del lenguaje que utiliza recursos estéticos alternativos y muestra una nueva forma de tejer la historia reivindicando la propia memoria migrante”. Nosotros comentamos con Bea Lema algunos aspectos de este cómic.
¿Cómo surge este proyecto? “Es un libro que sale de una motivación muy personal por contar parte de mi historia de vida, yo me siento cómoda con la palabra autoficción, pero es cierto que tiene mucho de lo que yo he vivido, y salía de una necesidad de entender esa situación, de haber vivido con mi madre afectada por una enfermedad mental, que siempre ha sido un tabú en casa, y la necesidad de entender de dónde venían esos delirios, entender la relación compleja que tenía con la medicación, con la psiquiatría, entender también las creencias, y eso fue la semilla de todo”, nos cuenta Bea Lema.
Al tratarse de un tema cercano, personal, ¿es más fácil o más difícil abordar un proyecto así? “Sí, para mí es que la necesidad era más grande que la dificultad, porque vivir algo así desde el silencio creo que todavía es peor, y era lo que a mí me había pasado, entonces tenía como la necesidad de hacer una especie de justicia poética, contando de dónde venían esos delirios, que al final hay una historia detrás de trauma, de abuso, que para mí era importante visibilizar”.
¿Qué se van a encontrar los lectores? “Digamos que es este viaje a comprender a la protagonista, Adela, que tiene un relato al principio muy incoherente, de una presencia, algo así como un demonio, que la persigue, que le hace daño, que podríamos entender que simplemente es una enfermedad que está implícita en su persona -continúa Bea Lema-. Pero a medida que avanza la historia, que acompañamos a su hija Vera, vemos que hay más capas, y que al final ese demonio no deja de ser un lenguaje simbólico de otra persona que sí que la dañó mucho, y que existe este mecanismo de disociarse y crear este relato mágico casi como forma de supervivencia”.
Si hablamos de las técnicas con las que has trabajado, porque es verdad que cuando vas pasando las páginas, como que vas pasando por diferentes técnicas también, ¿no? “Sí, pues conmigo empiezo primero con la técnica del color que hago con los rotuladores y la tinta, unos colores muy vivos que buscaba que contrastaran con la dureza de la historia, aunque esa paleta también va mutando, hay momentos más oscuros, más grises, que se asocian a los momentos más psicóticos, más delirantes, y después está la parte del textil, que al principio no estaba planteada, pero creo que al final tiene sentido porque el textil es un material que nos evoca como el cuidado, normalmente el bordado está en objetos del uso cotidiano, en las iniciales de unas sábanas, en unas toallas, en unas cortinas, es como nos remite al hogar, y creo que hay mucho de eso en el libro. Y también era una manera de poner en valor esta técnica asociada históricamente a las mujeres, impuesta, y darle justo la vuelta y utilizarla para contar las temáticas que nos importan. Y además que es algo que ya se ha hecho a lo largo de la historia, como puede ser en el caso de las mujeres chilenas durante la dictadura de Pinochet, que usaban esta técnica para denunciar la violencia que vivieron”, afirma Bea Lema.
¿Qué ha supuesto el Premio Nacional de Cómic? “El premio ha supuesto mucha visibilidad, más ventas, poner el foco también sobre la temática, que para mí al final acaba siendo como una especie de activismo lo que le da sentido a esto, y muchas invitaciones, la oportunidad de visitar colegios, de visitar bibliotecas, al final es mucha visibilidad, y aparte de que tiene una cuantía económica importante, que también me garantiza poder seguir haciendo esto un tiempo más, que está muy bien”.
Esta obra también ha resultado ganadora del Premio del Público en el Festival de Cómic de Angoulême 2024, el Premio Bédélys 2024 del Festival de Cómic de Montreal a la mejor obra extranjera, el Gran Premio de la Heroína Madame Figaro 2024 y el Premio del Jurado del Festival BD 2023 en Périgord.